La chica entrecerró sus ojos y bostezó, logrando la cólera del hombre. – te daré tres oportunidades, Mogami Kyoko…
La chica volvió a bostezar, sonoramente, interrumpiéndolo y perdiendo en seguida la primera de las oportunidades dadas por el hombre que estaba parado frente a ella, mirándola inquisidora mente. – Estoy cansada.- comento Kyoko sin la mínima muestra de interés por el hombre o por el momento en el que estaba.
El hombre sonrió de lado, tomo una silla que estaba en una esquina de la pequeña sala y se sentó con el respaldo de la silla hacia el frente para imponer una especia de respeto infundado a la mujer que se negaba a colaborar. –Vamos, ya has perdido una oportunidad, ahora solo te quedan dos…- comento señalando las oportunidades que le quedaban con los dedos de su mano. – ahora, me explicaras todo lo que sabes al respecto de…
- no sé nada.- interrumpió Kyoko a regañadientes antes de cruzarse de piernas y inclinarse hacia delante para quedar frente a frente con el hombre de los ojos con lentillas. Ella lo sabía, lo distinguió apenas lo vio hace una semana en el pub, entendía que era normal el uso de lentillas por tratamiento óptico, pero, ¿Por qué usar lentillas de color para que tus ojos quedaran cafés? ¿Acaso eso no era estúpido? … al menos para ella era innecesario colocarse lentillas que tiñeran los ojos de un color café; un color tan vulgar siendo que, en el caso del hombre, se poseía un color tan maravilloso como el azul.
- te queda una oportunidad.- espeto el hombre soltándose levemente el nudo de la corbata que poco a poco lo iba asfixiando ante la tensión que se vivía dentro de aquella pequeña sala. – comenzaremos de nuevo. Mi nombre es Tsuruga Ren, soy detective y tú colaboraras en esta investigación. He estado últimamente recorriendo el bar en que trabajas, se que sabes aquello, observando lo que hacen y sé que están involucrados tanto en trafico como lavado de dinero…
Kyoko sonrió de lado logrando que el hombre guardara silencio por la incertidumbre que provoco, en él, aquella mueca. – un placer conocerlo Ren-san, mi nombre es Mogami Kyoko y, como usted bien lo sabe, soy la chica dispuesta a servirle cervezas cada vez que venga al bar en el que trabajo.- comento rozando suavemente su lengua contra sus labios antes de volver a bostezar.
Ren se puso de pie violentamente, volteando la silla en el acto antes de salir de la pequeña sala enfurecido de no poder conseguir que la chica soltara la información necesaria para testificar que la hipótesis del tráfico era la correcta.
Kyoko miro a su alrededor y elevo sutilmente su hombros antes de bajarse de la silla al suelo para dormir apoyando su cabeza contra el noble asiento. Tenía que reconocerlo, estaba cansada y no podía impedir que sus ojos se cerraran por si solos. No entendía cual era el motivo que tenía el detective para ser tan insistente en el asunto de que algo raro pasaba en el bar, pero, aun si lo entendiera, no le diría lo que quería saber porque ella era fiel a sus jefes y los secretos de trabajo eran secretos de trabajo.
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- ¿Qué es todo ese alboroto?- pregunto el hombre colocándose de pie antes de salir de su oficina y ver como una detective le daba de manotazos a uno de sus colegas. – Hey! ¿Qué está sucediendo?- pregunto el mayor y los dos investigadores se colocaron rectos ante la presencia de su superior.
- no es nada, presidente Lory.- dijo el hombre y la chica frunció el ceño asintiendo de malas ganas; ella quería decirle a su superior que tenía un compañero tan incompetente que no lograba llevar a cabo la testificación de una de las involucradas en el caso del bar, pero, prefirió callar y evitarse el cuestionamiento de sus superiores.
El presidente entro a su oficina y la mujer empujo fuertemente a su colega. – No puedo creer que seas tan… tan…- se quejo y luego chillo en silencio para desaparecer por el resto del pasillo de la institución.
El hombre soltó un suspiro y pensó en la investigación, si Mogami Kyoko no hablaba, probablemente, tendrían que liberarla sin cargos en contra de ella ya que no había nada que testificara su verdadera participación directa en el trafico o lavado de dinero; ella simplemente era un funcionara del local que se había visto envuelta en aquel sucio truco de los jefes del lugar.
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La puerta se abrió de golpe y Kyoko levanto suavemente su cabeza antes de ser levantada de un brazo por el detective que se empecinaba en tenerla encerrada en aquellas cuatro paredes.
…día 0, doce horas encerradas en aquella silenciosa y oscura habitación.
- gra-ci-as- dijo Kyoko indiferentemente cuando el hombre la levanto de un tirón para que se sentara y dejara de dormir, porque supuestamente el estaba muy ocupado y no tenía tiempo de sobra para perderlo con ella… aun así, iba cada dos horas a peguntarle si había decidido hablar sobre el trafico que ocurría dentro del bar en el que ella trabajaba. -…soñé con que no me interrumpías cada dos horas…- comento y guardo silencio al ver que en la habitación no estaba solo ella y él, sino que también había una mujer apoyada contra la puerta y que observaba con detalle cada uno de los movimientos que ella ejecutaba. Kyoko dejo de mirar desafiante al detective para fijar sus ojos en la mujer y sonreírle dulcemente antes de hacer una leve inclinación de cabeza.
La detective dejo de fruncir el ceño por la sorpresa que se llevo, pero, intento que aquella muestra de respeto de la chica retenida en aquel cuarto no la desconcentrara de su verdadera misión: analizar cada movimiento que la chica de ojos ámbar daba.
Ren se mantuvo de pie y miro a la mujer. –vamos, ahora sí, tienes que hablar… mira, yo no quiero hacerte daño, culparte de todo lo que conlleva el caso, sino que, solo quiero un testimonio que me ayude a certificar que todo lo que hacían los dueños del pub es cierto…
- ni una mierda Tsuruga Ren.- lo cortó Kyoko ensombreciendo sus ojos levemente. – te he dicho más de nueve veces que no sé nada de lo que tú me dices… yo solo me dedique a vender, servir mesas y atender a los clientes como me dijeron que debía hacer. –dijo colocándose de pie y cruzando sus manos por el cuello del hombre. – Tú lo sabes de primera fuente Ren-san… tú conoces el tacto de mis manos y sabes que ese es mi único trabajo en aquel lugar.- agrego antes de empujar al hombre y darse vuelta hacia la pared, dándole la espalda a los dos detectives. – estoy cansada, sabes… mi mayor problema no es estar encerrada aquí, incluso esto es lo de menos, sino que soy yo la única que hace cosas por ayudar a su familia… si no me entiendes, déjame explicártelo; digo yo, como para que entremos en confianza.- agrego en un tono de voz amargo. – Cada minuto que estoy despierta lo dedico a trabajar, a ganar dinero a costa de mi esfuerzo, a conseguir las monedas necesarias para poder llegar a fin de mes con todos los gastos que implica tener a una madre en un estado de mala salud.- comento y luego se giro cruzándose de brazos junto a una mirada fría que calo hasta en el corazón de la detective que participaba como espectadora de la escena. – ustedes son una escoria, ¿lo sabían? – pregunto y Ren se quedo mirándola, sin saber que decir… aun mas, la pregunta era: ¿tenía algo que decir en esa ocasión?
Kyoko exhalo golpeado y bajo la mirada, relajándola por un segundo para dar cabida a unos ojos que reflejaban tristeza. Volvió a levantar la mirada y esta vez mantuvo sus facciones neutras. – ustedes toman a gente inocente y lo único que hacen es hacerlas perder el tiempo, tomarlas presa, cuestionarlas, negarles su libertad e incluso, muchas veces, los han echo pagar en la cárcel por motivos que ni siquiera tiene que ver con la persona culpada… no soy tonta y sé que también me pasara eso, pero, no me preocupa, sino que lo único que me altera es la necesidad de hablar con alguien para que se encargue de mi vieja… - Kyoko sonrió con amargura. – así que, si quieres ayudarme como lo has dicho, lo mejor que puedes hacer es darme una hora para llamar a alguna amiga de mi madre y decirle que por favor se vaya a dar una vuelta a la casa, cada día hasta que yo deje de pudrirme en la cárcel, para que cuide de ella y la ayude a preparar los alimentos. – agrego y Ren no espero ni un segundo más para salir de la sala, pasando a llevar a la detective que se deslizo hacia un lado de la puerta permitiéndole la salida.
- así que… lo único que te come los nervios es tu madre, ¿me equivoco?- pregunto la mujer de chaqueta uniformada.
Kyoko se sentó en la silla de pierna encima y brazos cruzados antes de mirar a la detective y fruncir los labios.
- mi nombre es Kanae Kotonami.- dijo la mujer sin moverse del marco de la puerta. – Nos veremos pronto.- afirmo y salió de la habitación cerrando la puerta con llave.
Kyoko soltó un suspiro y cerró los ojos para volver a dormir. Lo único que deseaba era salir de aquel lugar… sinceramente, su madre no era su mayor preocupación, sino que esta eran los ojos del hombre… la curiosidad la comía por dentro, ¿Por qué alguien ocultaría unos ojos de color azul?
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- bien, aquí están tus cosas: las llaves, tu cadena, tu reloj, tu bolso, el celular, la billetera, la mochila que traías…- informo Kotonami Kanae mostrándole las cosas que estaban esparcidas por la sala de guardarropa. – Esta libre, puedes marcharte.- agrego y Kyoko tomo su mochila para comenzar a guardar todo lo que estaba sobre la mesa. – no ha quedado ni un cargo contra ti… realmente no tienes nada que ver con el caso, lamento lo sucedido y el mal entendido. – agrego y Kyoko asintió antes de salir de la sala de artículos personales sin despedirse de la detective que le dio la razón a Ren, frente al jefe, para que dejaran salir a Mogami Kyoko quien era inocente de todo cargo.
Kyoko salió de la institución Policial de investigaciones y camino hasta el paradero de la micro; subió, pago su pasaje, espero a que el bus avanzara para abrir la ventana y botar su celular Hacia la calle. Ella sabia cómo funcionaba las cosas, podrían haberla dejado en libertar, pero, sabía que le rastrearían las llamadas telefónicas por un tiempo.
Sonrió y se relajo contra el asiento sin tomar importancia a las miradas abombadas de algunos pasajeros que la habían visto realizar aquella acción tan demente de lanzar el aparto telefónico por la ventana para que se estrellera contra el piso y quedara inutilizable.
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7 años después
El ambiente era el mismo cada noche, las botellas de cerveza, el cigarrillo en el aire, las jeringas de droga servidas de una manera muy original solo para los clientes conocidos, la cocaína expuesta en el borde de las tazas de café como una decoración burda que solo le llegaba a algunos preseleccionados de confianza y la música bombardeando la atmosfera del lugar.
- disculpa, me traerías un café.- pidió un hombre a una mujer que cargaba una gran bandeja la que asintió sin dejar de caminar hacia la barra.
Entrego las copas sucias y dejo un papel con todos los pedidos sobre la barra. – ¿Hana, podrías cubrir esto?- pregunto la mujer mientras se deslizaba suavemente un poco la ajustada falda blanca hacia abajo, evitando que se siguiera subiendo ante cada paso que daba. – se ha acabado mi turno y tengo que ir a mi próximo trabajo.
- ¡claro!- contesto animada Hana, por efecto de la coca, y luego se le acerco para besarle la mejilla. –esto es un pequeño presente. – agrego deslizando sus dedos por el escote de su amiga la que rápidamente se zafó de las manos de la garzona y se fue hasta los camarines para tomar su saco, su cartera y marcharse del lugar. Salió por la puerta trasera y se detuvo al ver a un hombre, claramente, esperándola a ella. – la puerta al bar esta por la avenida. – comento Kyoko creyendo que el hombre posiblemente estuviera esperando a que le abriera la puerta para entrar.
- claro, ya lose.- respondió el hombre y dejo de apoyarse para dar dos pasos y quedar frente a la chica. El pasaje era lo suficiente angosto como para creer que, en el caso de correr y escapar, se fuera a volver una verdadera pesadilla intentarlo. – creo que no te acuerdas de mí.- comento y la mujer dio un paso a tras topándose con la puerta que ella misma había cerrado y que no se podía abrir por fuera
- ¿disculpe?- pregunto actuando firme y desidida.
- no he podido sacarte de mi cabeza…- agrego el hombre que dando frente a frente y tomándola por el brazo para que no se le escapara. Coloco su mano en la cintura de ella y dejo de agarrarla del brazo para acariciarle suavemente la mejilla.
- ¡Tsuruga Ren…!- dijo Kyoko en una mezcla de emoción y espanto. Supo quien era cuando la tomo del brazo, recordándole aquella vez en la que la llevaron a la institución de investigaciones para cuestionarla por una verdad que era gritada a las voces, de los cuatro vientos. – que… que haces aquí…- dijo intentando que sonara como pregunta, pero, el nerviosismo se lo impidió. ¿El hombre seguía siendo detective?
- vine por ti, Kyoko-chan…- comento acercándose para darle un beso y permitiendo que Kyoko descubriera el exceso de copas que el hombre traía en el cuerpo.
Suspiro aliviada y, como por arte de magia, recobro aquel espíritu lucharos y valiente que tanto la identificaba. Se zafó del hombre y lo tomo del brazo para encaminarlo hacia la avenida. – vamos, Tsuruga Ren, creo que debemos toma una micro para que usted se vaya a su casa.- comento y el hombre se soltó del brazo de Kyoko y la tomo posesivamente por la cintura. Kyoko se sonrojo pero no lo evito, de todas formas, el hombre estaba tan borracho que aquellas acciones no mantenían un significado emocional verdadero.
Lo encamino hasta el paradero y le dijo que debía esperar a que viniera un micro que le sirviera. Ella se fue rápidamente en dirección a su trabajo, pero, unos fuertes brazos se lo impidieron. Tsuruga Ren la tenía abrazada por la cintura. – Alto ahí, Mogami Kyoko… ¿puedo hacerte una pregunta?- dijo animado, según Kyoko, por el alcohol; aunque realmente era lo graciosa que le parecía la situación.
- Tsuruga Ren, usted debería estar en el paradero en el que lo deje para subirse a una micro e irse a su hogar a descansar.- comento y guardo silencio al verse de un momento de frente al apuesto hombre.
- no antes sin mi beso de despedida.- comento y no le dio tiempo a Kyoko para procesar aquellas palabras ya que había unido sus labios con los de ella en un dulce baile que acabo dentro de uno minuto.
Kyoko se quedo embobada pensando cómo era posible que el hombre, a quien creía borracho, no tuviera ni un rastro de alcohol en su boca… "mentitas"; estaba segura, ese debía ser el secreto de aquel delicioso vals de lenguas que acababan de tener.
- ¿sorprendida? – pregunto y luego la apego mas contra su cuerpo, sosteniéndola cuidadosamente y con experticias desde la cintura. - ¿acaso te ha comido al lengua el gato?- añadió y Kyoko despertó de aquel sueño afrodisiaco
Estaba segura que un una caja de mentitas podían solucionar el tufo que dejaba el alcohol en la boca de alguien. –has estado bebiendo… sería mejor que volvieras a casa.- agrego y el hombre sonrió reprimiendo una leve risa juguetona.
- te equivocas, Kyoko-chan… no he probado ni una gota de alcohol en todo este tiempo… desde que deje de venir a este pub, desde hace siete años, no he probado ni...
Kyoko sonrió de lado y coloco sus manos sobre el pecho del hombre, intentando separarse un poco. – no mientras Tsuruga Ren… el olor a alcohol te traes encima en asfixiante.
- me bañaron en licor…- comento y Kyoko lo miro incrédula. – una especie de bautizo que me realizaron para darme bendiciones y animarme a venir por ti
- de que hablas…- dijo Kyoko mas para ella que para el
- te amo Kyoko-chan… te amo desde que te vi la primera vez hace siete años en ese pub, hasta ahora, que luces más madura que hace años atrás, pero, sigues produciendo que mi corazón lata a mil por horas.- agrego y Kyoko dio un paso hacia atrás intentando separarse del hombre que se había robado su sueño por los últimos siete años; queriendo escapar de aquella posible realidad que se le venía por delante.
Ren sostuvo a la chica desde la cintura volviéndola a apegar a su cuerpo con las claras intenciones de volverla a besar, pero, se detuvo al fijar sus ojos en el escote de la dulce mujer. Cerró los ojos intentando creer que aquello no era lo que creía y apretó a la mujer aun más contra su cuerpo, peor, esta vez con claras intenciones de un investigador profesional.
Hace años atrás, se jugó su ascenso con tal de que dejaran salir a la chica que para él era inocente. Se las jugo por la felicidad de ella y se conformo estos siete años pensando en que había hecho bien en dejarla libre ya que ella, aparte de haberle robado el corazón, no había hecho nada mas de que incriminarla… pero ahora, ahora todo era diferente. Con los años, su ascenso llego de todas formas y ahora era jefe de una unidad completa de investigación dedicada a la búsqueda de las redes más grandes de narcotráfico y esto… eso…. Y esta chica… le volvía a revolver su mundo.
El se había decidido por terminar con que martirio de amor e incluso había recibido el aliento de sus amigos para que fuera a buscar a la mujer y le declarara el amor que le había guardado por aquellos siete años…
- eso es… ¿cocaína?, ¿pasta base?...- pregunto y la chica lo miro con los ojos abiertos de par en par, sin saber de que hablaba. – vamos Kyoko, ¡por la mierda! ¿¡Podrías decirme que es eso!? ¿Por qué llevas eso?- pregunto intentando mantener la calma y sin quitar la vista del escote de la chica.
Kyoko miro de reojo su escote y trago en seco. El regalo de Hana le pasaría la cuenta que tenía pendiente desde hace siete años; se acababa de dar cuenta de aquello.
este era su última oportunidad; la ultima oportunidad que le sobraba desde hace siete años, la ultima oportunidad que le quedaba con ese hombre y debía saber como actuar para ganar y no perder la última posibilidad, oportunidad... Un paso en falso y estaría muerta.
Dio un solo paso más hacia el, apegando su cuerpo completamente y sintiendo el tacto de su fogoso cuerpo.
-fin del capitulo
muchas gracias por leer este capítulo., sinceramente, lo escribí para ustedes y mi fin es que les guste
gracias, bicho lates 3
