Desterrada al escritorio.
Jane esperaba impaciente a que el ascensor llegara a su destino. Al abrirse las puertas caminó directo al centro de la planta, donde se encontrarían todos sus compañeros. Sin embargo, solo se encontró con un Wylie preocupado, con la mirada fija en el despacho de Abott.
-Hey, Wylie, ¿Qué ocurre? ¿Dónde está todo el mundo?
-Cho y Lisbon estan discutiendo ahí dentro, llevan casi una hora. Acabo de llegar, no sé el porqué de tantos gritos.
-Ya veo...
Dirigió su mirada al escritorio de su mujer y luego a la puerta del despacho, se quedó pensativo un rato y tamborileó dos dedos en sus labios.
-Muy bien, pues descubrámoslo.
-No creo que sea una buena idea Jane. Está siendo...intenso.
-Tonterías. Vamos.
Jason no se movió pero negó con la cabeza.
-Cobarde.-dijo Jane divertido. Y se acercó a la puerta. Pero antes de que pudiera entrar, las palabras provenientes del interior le frenaron.
-¡¿Pero no ves que no puedes hacer trabajo de campo en este estado?!
-¡Solo es interrogar a la familia, Cho! ¡Ellos no van a matarme!
-¿Y tú qué sabes? ¡Puede que sean unos locos psicópatas que buscan venganza!
-¡Dios, hablas como Jane!
-¡Bueno pues a ver si a tu marido le haces caso!
Al oír esto Jane sintió el impulso de entrar y suavizar la situación. O al menos intentarlo.
-¿Qué está pasando aquí? Tenéis a Wiley aterrado.-preguntó Jane.
-Jane, dile a Lisbon, por favor, que no puede salir a hacer trabajo de campo así.
-¡Pero que yo no...!
-Teresa, por favor. Cho tiene razón.
-¿Tú también?-dijo apartando la vista.
-Teresa, estás de cinco meses, es peligroso y Cho solo se preocupa por ti.
Cho apartó la vista de Lisbon y se dirigió a Jane.
-¿Cinco meses? Parecen ocho...
-Muchas gracias...-comentó Lisbon por lo bajini.
-Lisbon.-empezó Cho más calmado.-Sé que no te gusta el trabajo de oficina -Lisbon soltó un bufido y rió sarcásticamente.- pero no puedo arriesgarme. Ya no te lo estoy pidiendo como jefe, te lo pido como amigo. Por favor.
Lisbon se cruzó de brazos como pudo y relajó los hombros asintiendo.
-Está bien.-dijo alargando la última palabra.
-Estoy seguro que Jason cuidará de ti.-apuntó Jane.
-Sí...-Teresa salió de la oficina poco convencida del giro que había tomado aquello, y se sentó en su silla. Apoyó las manos en la frente con los codos en la mesa.
Jane salió también y fue directo a su sillón de cuero. No para sentarse, no, cogió uno de los cojines y lo colocó en el hueco que había dejado Lisbon entre su espalda y la silla. Ella se incorporó ante el gesto y dejó caer su cabeza hacia atrás, topándose con el estómago de su marido. Él empezó a masajearle los hombros para que se relajara.
-Mmm...estoy cansada...
-Lo sé. ¿Por qué no te vas a casa? Cho lo entenderá.
-No. Si tengo que hacer trabajo de oficina, lo haré. Y lo haré bien. Wylie me ayudará.
Wylie levantó la vista y abrió los ojos a más no poder. No le simpatizaba tener que trabajar con una Lisbon embarazada.
-Esa es mi chica.-vio como Lisbon sonreía con los ojos cerrados y su cabeza aun contra él.-¿Cómo te encuentras?
-Aparte de cansada por discutir con Cho, me siento genial. Como si volviera a tener veinticinco años. Es increíble. Cuando fuimos al médico, todas las madres se quejaban de lo mal que se encontraban, de sus ganas de vomitar, de sus cólicos y de su dolor de espalda. Yo estoy fantástica.
-Bueno eso es porque te hago hacer esos ejercicios que tanto odias.
-No los odio...
-No decías eso anoche.-dijo con una amplia sonrisa.
-Yo digo muchas cosas...
Los dos soltaron una carcajada que se desvaneció rápidamente. El masaje se convirtió en caricias.
-Me alegro que estés bien. No todas las mujeres reaccionan igual al embarazo y lo estás haciendo realmente bien.
-¡Jane! Tenemos un caso. North Avenue, 38. Mujer blanca. 30. Su novio ha desaparecido. Andando.
Jane miró a Lisbon con su mirada de "estarás bien sola?", que últimamente ponía seguido.
-Ve tranquilo, caza al malo.
Él agarró ambos lados de su cara y besó su frente.
-No hagas locuras, pequeña, que nos conocemos.
-Sí, sí, lo que tú digas.-le contestó riendo.
-¡Wylie! ¿Quieres venir?
Wylie levantó de nuevo la vista y sin pensárselo dos veces cogió su americana y salió disparado hacia el ascensor.
-¡Sí!
-P...pero...¿me quedaré yo sola?
-Estarás bien.-dijo Cho.
Y se esfumaron tras las puertas del ascensor.
-Genial.-suspiró resignada.
Cho, Jane y Wylie llegaron a la escena del crimen antes de que el forense se marchara.
-Se sitúa la muerte entre medianoche y las tres de la mañana. Causa de la muerte, hemorragia interna producida por un objeto contundente, probablemente algo ovalado o redondo.
-¿No hay sangre?-preguntó Cho.
-No, golpearon su cabeza sin provocar lesiones externas, salvo por una abolladura. El verdadero daño se produjo dentro de su cráneo.
-Tuvo que ser un golpe fuerte.
-No precisamente, lo único necesario era que fuese en el punto exacto de la cabeza.
-Parece como si quisieran hacernos creer que fue un accidente...
-Fue nuestra primera suposición, pero al ver el canto de la mesa,-paró para señalar donde se encontraba el cuerpo.- la herida no coincidía. Se hubiese desangrado.
Todos asintieron y se dispersaron para echar un vistazo. Jane ya se había escabullido entre las habitaciones y volvió pensativo.
-¿Qué opinas?-le preguntó Cho.
-Mmh...que no hay arma.
-Se la habrá llevado el novio.
-Tal vez...-Desvió su mirada hacia la ventana, atravesó la calle y se fijó en un par de ojos que los observaban escondidos entre unas cortinas.-Ahora vengo.
-No la líes.
-Descuida.- respondió con una sonrisa.
Salió de la casa y golpeó la puerta de la vivienda opuesta con sus nudillos. Nada. Volvió a llamar con más énfasis. La puerta comenzó a abrirse tímidamente.
-Buenas tardes, somos del FBI, quería preguntarle...
-Sobre mis vecinos.-finalizó la mujer.
-Sí, señora.
Una mujer de setenta u ochenta años se dejó ver.
-¿Podría decirme si vio u oyó algo entre las doce y las tres de la madrugada?
-Bueno...-se apoyó en un bastón blanco y rojo.- He de decir que no vi nada de nada.
-Mis disculpas.
-Está bien joven, pase, pase, no podré ver pero mis otros sentidos están intactos.
Jane se rió ante la palabra "joven" y traspasó el umbral de la puerta. Una vez sentados, la mujer comenzó a hablar.
-Mi nombre es Lauren, Lauren Brooks. Sé lo que quiere preguntar, pero no sé la respuesta.
-Ni siquiera le he dicho lo que quiero saber...
-Usted, joven, quiere saber dónde se encuentra Tyler.
-¿Así se llama el novio de la víctima?
La mujer soltó una carcajada sonora.
-No, no. Es su hermano.
-¿Pero, la víctima tiene pareja?
-Sí, señor.
-¿Y sabe dónde está?
-No, señor. Mire, conozco a Susan y a Tyler Hanks desde que eran niños y puedo asegurarle, señor, que jamás se harían daño mutuamente.
Una llamada de Cho apareció en la pantalla de su móvil.
-Si me disculpa...
-Por supuesto, el deber le llama.
-Bonita decoración, por cierto.
-Gracias.
Jane salió de la casa ligeramente preocupado.
-¡Cho! Amigo, tengo nombres.
-Tyler Hanks, el hermano de la víctima.
-S..sí..-preguntó desorientado...-¿Cómo lo sabes?
-Lisbon le ha detenido.
