Aclaración:
-AU
-Se supone que Gaara y Hinata son algo así como "amigos".
Kiss me
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— Entonces, bésame.
La frase lo había tomado por sorpresa. Solo había preguntado que quería por su cumpleaños, en vista que lo había olvidado, y ahora cuanto quisiera haberlo recordado o, en caso contrario, no haber preguntado nunca.
La miró y observó que ella tenía su vista fija en él, decidida, esperando una respuesta. Una respuesta que él no estaba dispuesto a dar. No era que le repugnara besarla, pero tampoco le hacía gracia hacerlo. Y es que a sus cortos seis años, aquello era lo más vergonzoso que podrían hacer.
— Ten. — habló Gaara finalmente. Extendiendo una pequeña cajita que su mamá habría metido en su mochila antes de salir: "Son galletas casera" había dicho.
— No lo quiero — las rechazo rotundamente. Algo ofendida. Tal vez por querer darle de presente aquellas galletas que no había querido comer él.
El pequeño pelirrojo pasó saliva sonoramente, su vista se perdió en algún lugar de la amplia calle, tenía la mente dándole vueltas y una hiperventilación que denotaba lo nervioso que lo había puesta esa situación. Se sentía en aprietos, aquellas galletas habían sido su arma secreta y habían fallado; sin embargo de algo estaba seguro: No la iba a besar.
No. No. No.
Aunque tampoco deseaba quedar mal con ella, era su única amiga y…
– Gaara-kun – entonó la pequeña.
Y Gaara salió de sus pensamientos, elevando la mirada a su rostro una vez más. Entreabrió los labios, respirando con dificultad. A su corta edad, jamás había experimentado los nervios en todo su esplendor y era ciertamente desagradable.
Ambos se miraban fijo sin decir palabra, intentando descifrar el rostro del otro y a su amiga se le tiñeron las mejillas de rojo.
¿Qué hacer? ¿Qué hacer? ¿Qué hacer?
– Si n-no quieres, está bien – trató de reconfortarlo, avergonzada. Tal vez por haber hablado sin pensar antes, tal vez por sentirse desagradable al punto de no ser besada. Respiró hondo con la boca intentando calmar el llanto que veía venir y se disculpó por originar esa incómoda situación. – Lo siento.
La Hyuga estiró sus pequeñas manecitas hacia las de su amigo, que seguía sujetando el pequeño presente que habría ofrecido antes. Gaara observó sus movimientos y aflojó el agarre que tenía con este.
Vio como lentamente ella se alejaba. La conocía de siempre y sabía que no solo la había avergonzado, sino también lastimado. Sus ojos se habían llenado de lágrimas y las había contenido para que él no las viera. Se sintió terriblemente mal y sin siquiera pensarlo, sus pies empezaron a moverse. Corrió y paró frente a ella.
Nuevamente estaba nervioso, las manos le sudaban, su respiración aumentaba y su corazón palpitaba lastimando su tórax. Mordió su labio inferior y empezó a jugar con este. Otra vez dejaba en evidencia su nerviosismo.
– Gaara-kun, ¿estás bien? – preguntó tratando de indagar en la difícil mente de su amigo.
Asintió rápido en respuesta.
Sus manos se cerraron en dos puños. Respiró hondo y exhalo fuerte, hasta vaciar sus pulmones, dándose valor. Parpadeó lento y entonces, dio un paso adelante. Uno largo,casi una zancada, que lo dejara a escasos centímetros de la morena. Cerró los ojos, tal y como una vez vio en una película y junto fuerte sus labios.
Volvió a respirar, porque ya casi había olvidado esta acción vital, y recién ahí, comenzó el lento avance de su rostro hacia el de su amiga. Muy muy lento. Muy muy pausado. Casi casi rogando que ella se moviera y se negara.
Que se mueva. Que se mueva. Que se mueva
Pero no lo hizo. La pequeña Hyuga quedó estática, respirando de forma tan acelerada como él. Y copió el gesto de su amigo; cerró los ojos con fuerza y estiró su cuello hacia adelante.
Ambos estaban a ciegas acercándose a lo inminente, median su distancia de acuerdo a que tan cerca sentían la respiración del otro en sus rostros. Y entonces sucedió, sus labios se juntaron en una caricia ligera, suave y algodonada.
Como sentir una nube.
La fría brisa del invierno acariciaba sus rostros y sin embargo, para ellos, no existía más que ese tímido beso.
El pecho le temblaba a Gaara al sentir el roce suave y aterciopelado, como la textura del pétalo de una flor. El calor que emanaba de sus labios era simplemente perfecto, acogedor y le recordaba una tarde de verano en la playa, esas que huelen a vainilla.
Hinata no quedaba exenta a estas sensaciones. Los labios de su amigo estaban agrietados por el clima, era como rozar arena fina, pero no le raspaba ni incomodaba. Su temperatura era fría, tal vez a consecuencia de los nervios y del invierno, y le recordaba a una mañana nevada, de las primeras de la temporada. Esas en las que no te importa abrigarte con tal de sentir la nieve y rodar en ella.
Sus corazones acelerados latían al mismo son. En sus estómagos revoloteaban mil y un mariposas descontroladas y frenéticas por el poco espacio ante la llegada de más y más de ellas.
Y al final de todo…
– ¡Ajjj!– entonaron al mismo tiempo. Separándose. Arrugando sus pequeñas narices y limpiando sus labios con las manos.
Y es que aún eran niños.
Sé que pongo a un Gaara muy nervioso y con algo-mucho- de occ, pero solo imagínenlo tan pequeñito en esa situación.
¡Awww!
:)
