Kisses.
By: Joe the time traveler.
Los personajes de Inuyasha le pertenecen a Rumiko Takahashi
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Aome buscaba sus calificaciones en el tablero, mientras evitaba ser arrastrada por el grupo de chicos ansiosos que también querían ver sus notas del último examen. Por fin encontró su nombre "Higurashi Aome", siguió con su vista una línea y enseguida vio su calificación "52".
Sintió que el mundo se le caía encima, había estudiado mucho para ese examen y no lo pudo pasar. Sintió que una enorme decepción la invadía y agachó la cabeza. Alguien puso una mano en su hombro y enseguida levantó la vista.
—¿Aprobaste Higurashi? —preguntó una voz conocida, la de Hoyo.
La chica de cabellos negros negó con la cabeza y se marchó triste del lugar, mientras su compañero la observaba alejarse desconcertado.
"El pasarme la mayoría del tiempo en la época antigua me está afectando. No me gusta sacar calificaciones bajas. Me pregunto si debo seguir yendo a aquel lugar" pensó.
Caminó hasta su casa casi arrastrándose, sin ánimos. Hasta que por fin llegó a su hogar con mucha dificultad.
—¡Llegaste hermana! —la saludó su hermanito, quien se quedó asombrado porque Aome no hizo algo para molestarlo (como era su costumbre) o burlarse y tampoco llegaba saltando y sonriendo— ¿Te pasa algo?
Caminó lentamente hasta la entrada de su casa haciendo caso omiso de las palabras de Souta. Vio a su abuelo en el recibidor, pero tampoco lo saludó.
—¿Qué te pasa Aome? —su tono era de preocupación.
Subió las escaleras hasta llegar a su cuarto y cerró la puerta una vez adentro. Se tiró pesadamente en su cama, abrazó su almohada y hundió su rostro en ella. Se quedó varios minutos así pensando en lo que le había pasado y en cómo evitar volver a caer en ese error.
"Me tengo que quedar más tiempo en este lugar para estudiar. ¡Ya está decidido! Iré un día a la semana a aquel lugar" su mente se había aclarado un poco. Aunque voy a extrañar no estar con ellos casi toda la semana".
Su humor mejoró un poco.
—¡Aome baja, la comida está lista! —le gritó su madre desde abajo.
Bajó las escaleras. Se reunieron los cuatro en el comedor.
—Aome ¿Ya estás bien? —le preguntó su abuelo.
—Eh… sí —esbozó una sonrisa tímida—. Lo que pasa es que me dolía un poco la cabeza, pero ya estoy mejor je, je.
—¿Tomaste alguna medicina?
—Sí mamá, no te preocupes.
Souta le puso las manos encima al asado de pollo que había cocinado su madre.
—¡Está delicioso mamá!
—¡Souta, come más despacio, pareces un animal! —lo regañó la hermana mayor.
—¡Tú cállate que tengo hambre! —se defendió.
—¡Chicos, no peleen! —los calmó la madre, mientras el abuelo veía la típica escena familiar, la que vivían cada vez que comían juntos, la que extrañaba cada vez que Aome se iba.
—Mamá… yo —Aome estaba dispuesta a confesarle las calificaciones a su madre, aunque le costara un regaño o un castigo—. Este…
—¿Sí? dime hija —dijo en un tono comprensivo, mientras le sonreía.
—Yo… mamá… reprobé un examen —la expresión en la cara de la señora Higurashi cambió completamente—. Saqué 52…
—¿¡52?
—En verdad lo siento…
—Tal vez si no fueras al pasado y te quedaras en casa estudiando…
La situación comenzaba a tensarse. El hermano y el abuelo estaban tan sorprendidos como la madre.
—Mamá no puedo hacer eso… yo…
—¿¡Por qué no? —la madre se paró de la mesa y la golpeó con las manos cerradas. Los otros tres se sobresaltaron con el grito.
—Esa es mi responsabilidad… —dijo Aome aun calmada.
—¡No, tu responsabilidad es estudiar y quedarte en casa como una buena hija!
El abuelo se paró de la mesa también y fue abrazar a su hija para que se calmara un poco.
—Mamá, yo quiero volver a ver a Inuyasha y a mis amigos. Por favor, entiéndeme…
—¡No, no te entiendo! Estoy tan decepcionada de ti hija…
—Tienes razón, tú no puedes entenderme —Aome se retiró de la mesa con las manos cubriéndole la cara y sollozando.
Volvió a tirarse en su cama. Las lágrimas se le salían de sus ojos descontroladamente. Era cierto, su madre no podía entenderla, porque ella… porque ella amaba a Inuyasha y no podía dejarlo, su madre no podía entender esos sentimientos.
Y tampoco podía dejar a Sango, Shippo, Miroku ni Kirara.
Sintió un nudo en la garganta. No le gustaba estar enojada con su madre.
Lloró tanto y tan amargamente que se quedó dormida abrazada a la almohada. Pasaron varias horas y se despertó. Miró hacia afuera y vio que el sol ya se estaba ocultando.
Sintió un hueco en el estómago, ya que no había podido terminar su comida.
Decidió salir buscar algo que le llenara. Salió sigilosamente y no escuchó nada de ruido. Bajó despacio y llegó hasta la cocina. Una figura salió de las sombras y la asustó. Era su abuelo.
—Abuelo…
—¡Toma hija! Guardé algo para que comas —le entregó un plato envuelto.
—¿Y mamá?
—Luego de lo que pasó en la tarde se fue a su cuarto, ahora está durmiendo.
El anciano notó algo de preocupación en el rostro de su nieta.
—Abuelo, puedes darle esto por favor…
Le entregó una hoja de papel doblad al aciano.
—¿Te irás de nuevo?
—Sí, pero después de esta vez no volveré en mucho tiempo, voy a despedirme, lo prometo.
—No te preocupes Aome, yo confío en ti —se acercó a ella y le puso una mano en su hombro—. ¡Ve, tienes qué hacerlo! Yo se lo entregaré a tu madre.
—¡Gracias! —la chica sonrió y dio media vuelta.
"Mamá: He vuelto a aquel lugar, pero te prometo que regresaré pronto para estudiar duro y no volver a reprobar otro examen, aunque llevo algunos libros conmigo para ponerme al corriente el tiempo que esté allá. Quiero que ya no estés enojada conmigo, no volveré a cometer ese error otra vez.
De tu hija, Aome."
Fue a su cuarto y preparó su mochila con todos los libros que necesitaría. Estaba más que preparada, tenía todo planeado. Le dolería no volver a la época antigua en mucho tiempo, pero tenía que hacerlo, por el bien de su futuro como estudiante y para que su madre se sintiera bien de nuevo.
Bajó nuevamente a la cocina y casi vació la alacena. Empacó sopas instantáneas para Inuyasha, algunas frituras de papa para Shippo y los demás, y algunos panecillos para ella, además de algunos refrescos. Cerró las puertecillas y apagó la luz una vez que salió.
Llegó al patio, ya estaba un poco oscuro, algunas estrellas comenzaban a encenderse en el negro firmamento. Sujetó su mochila que pesaba bastante y antes de lanzarse al pozo una voz la interrumpió…
—¡Buena suerte hermana!
—Souta…
El niño le sonrió.
—Vuelve pronto.
—Lo haré, ¡adiós!…
Se lanzó al pozo y sintió de nuevo esa sensación, los nervios comenzaron a recorrerle todo el cuerpo. Lo volvería a ver, y a ellos también por supuesto, se sonrojó. Estaba tan ansiosa. Sujetó la perla de Shikon que pendía de su cuello y fue envuelta por una luz multicolor que le hizo cerrar los ojos. Cuando los abrió se dio cuenta que había llegado a aquel lugar.
Sintió que sus manos tocaban algunos huesos con formas extrañas y sintió repugnancia. Trató de separase del suelo, pero perdió el equilibrio y nuevamente fue jalada por la gravedad.
Subió con dificultad a la superficie agarrada de algunas lianas que crecían en el hoyo, pero el peso de lo que llevaba en la mochila era demasiado, trató de soportarlo y salió del lugar. Fue extraño ver que en aquel lugar ya era de día. Se preguntó si había tardado tanto en llegar o si se quedó dormida sin darse cuenta.
Los rayos del sol le picaban en la cara, así que se la cubrió con un brazo. Oyó el canto de las aves que tanto la hacía feliz y el olor de las plantas de aquel bosque. Vio sus alrededores, pero no había nadie conocido allí.
Decidió sentarse en el pasto y dejó su mochila en un lado para descansar sus hombros. Inspiró hondo y sintió ese aire puro y fresco entrar en su interior. Se extrañó de repente de que nadie estuviera allí para recibirla. Ni siquiera el pequeño zorro que siempre corría a abrazarla cada vez que llegaba.
Un extraño sonido la sacó se sus pensamientos. Volvió a escucharlo, puso atención para tratar de reconocerlo, pero de lo único que pudo darse cuenta era que cada vez se acercaba más.
Lo que oía eran rugidos y lo que los emitía ya estaba muy cerca. Se levantó apurada y cogió su mochila con dificultad.
Pudo ver a un oso con pelaje negro que corría furioso, pero, volvió a ver y se dio cuenta que no era un oso, si no un monstruo con forma de ese animal. Sus ojos rojos ardían de rabia.
Aome corrió tratando de no ser alcanzada por la criatura y esta comenzó a perseguirla a ella. Se preguntó qué era lo que le había causado tal rabia y llegó a la conclusión de que tal vez tenía hambre y ella sería su comida.
Corrió con más fuerza, pero eso no evitó ser alcanzada por el oso, quien dio un tremendo zarpazo.
Aome gritó y se dio cuenta que no había sido herida, por poco, pero que el monstruo le arrebató la mochila y la lanzó al bosque en donde se perdió. Luego continuó persiguiéndola.
—¡Mis cosas! —gritó.
Apareció frente a ella una pequeña figura que cruzaba los arbustos, era Shippo.
—¡Shippo!
El kitsune volteó a verla y le sonrió.
—¡Aome!
Lo tomó de la mano y corrió junto con ella, el monstruo estaba a muy poca distancia. La chica le contó todo desde que había llegado y cuando fue atacada.
—¡Déjamelo a mí! —gritó el zorro, mientras se volteaba—. No avanzarás ni un metro más ¡Toma esto!
Lanzó su trompo y luego hubo una pequeña explosión, de ella se materializaron algunos juguetes que el oso pisó y resbaló.
—Es hora de poner en práctica mi nueva técnica ¡Demonio de nueve colas!
Seis potentes llamaradas fueron disparadas en contra del monstruo, haciendo que ardiera dolorosamente.
—¡Uy! creo que solo fueron seis, me falta práctica, deben ser nueve llamas, pero bueno, logré vencerlo.
El monstruo salió corriendo completamente derrotado. Aome le agradeció y lo abrazó como era su costumbre.
—Te extrañé, ¡qué bueno que llegaste!
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—¿Dónde está Inuyasha? —preguntó mientras hacía a un lado la maleza que le estorbaba. Ayudó al kitsune a saltar también.
—Ha pasado toda la mañana en la cima de ese árbol, no ha querido bajar —Shippo se acercó al árbol—. Parece como ido, ha estado pensando mucho.
—Vamos a ver si yo lo hago bajar —dijo la chica algo molesta y acercándose también al lugar—. ¡Inuyasha ya llegué!
El sonoro grito se escuchó a lo lejos como eco, pero después de eso no hubo nada, solo silencio. Ni siquiera la contestación que ella esperaba.
—¡Inuyasha! —repitió en voz alta.
—Sí, ya te oí. Qué bueno que ya llegaste, me alegro mucho —Aome se molestó por la descortesía del orejas de perro.
—¡Ven a saludarme tonto! —Aome ardía en rabia— ¡¡Abajo!
Un enorme bulto de color rojo y plateado cayó al suelo a gran velocidad, dejando una enorme marca en él. Shippo se hizo a un lado para no ser herido. Lego de algunos instantes Inuyasha se levantó algo mareado y tocándose la cabeza que le daba vueltas.
—¡Tonta! ¿¡Por qué hiciste eso? —gritó una vez que reaccionó— ¡Dolió, ya te he dicho que no lo hagas nunca más!
—En primer lugar ¿Qué hacías allá arriba?
—Estaba pensando.
Shippo decidió dejarlos a solas para que discutieran a gusto y antes de que la situación se agravara y la agarraran también en su contra.
"Ya hasta parecen esposos" pensó.
—¿En qué pensabas? Además ¿No te da gusto verme de nuevo?
—Mira… me da igual si vienes o te vas…
Aome sintió como si le oprimieran fuertemente el pecho, esas palabras le habían dolido hasta lo más profundo de su ser, como una estaca clavada en su corazón. Su cara cambió a una de asombro y su tristeza se pudo ver.
—Además no te fuiste tanto tiempo.
—Inuyasha…
Murmuró invadida por la tristeza.
—Déjame en paz que tengo cosas qué hacer y no pienso perder el tiempo contigo.
—¡Inuyasha eres un imbécil! —la voz nuevamente hizo eco y recorrió todo el bosque— Reprobé un examen y todo por estar pensando en ti— ¿Acaso dijo "por estar pensando en ti"? Ya no tenía importancia, ya lo había dicho—. Discutí con mi madre por eso y me prohibió volver, aun así aquí estoy. En verdad que me ha sucedido una tras otra, cuando llegué un monstruo me atacó y perdí mis libros de la escuela. La he pasado muy mal por querer verte y dices… —hizo una pausa ya que una lágrima le resbaló lentamente por su mejilla izquierda— y dices que no te importa si vengo o si me voy. En verdad eres un desconsiderado.
Otra tibia gota cruzó su rostro y cayó al suelo, seguida por algunas más. Se cubrió su rostro para evitar que él la viera llorando, pero eso ya no importaba, porque nuevamente lo hecho, hecho estaba.
—Aome…
Despacio se fue acercando a ella y la abrazó tiernamente.
—¡Déjame! —la chica se hizo a un lado. Seguía llorando.
—Por favor Aome…
—¡Cállate! ¡Eres un estúpido y te odio!
Juntó todas las fuerzas que tenía en ese momento y lanzó a Inuyasha contra el árbol. Se limpió las lágrimas y se acercó a él con una expresión severa, pero todavía dolida. Inuyasha reconoció su error y no hizo más que verla a los ojos, estaba dispuesto a recibir cualquier castigo por lo que había dicho, aunque fuera una lluvia de puñetazos o incluso un "abajo", no importaba lo que fuera.
—¡Te odio! —volvió a decir ella— Pero aun así yo…
Fue acortando la distancia que había entre ellos más y más. En un movimiento repentino acercó su rostro al de él y cerró sus ojos. Inuyasha quedó sorprendido por lo que Aome iba a hacer, se esperaba todo, todo menos eso.
La chica hizo a un lado su cabello negro y juntó sus labios con los de Inuyasha, eran tan suaves. Sintió una paz y una tranquilidad interna. Ese momento tan soñado hizo que se olvidara de sus problemas. El chico también cerró sus ojos y se dejó llevar correspondiéndole.
Los dos continuaron con aquellos movimientos suaves, iluminados por los rayos del sol. Entregaban lo más puro que tenían en el alma con un beso.
Fin de "First Kiss"…
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Hola a todos! Espero que les haya gustado este fic tanto como a mí escribirlo y si tienen un minuto les pido que me den un review ¡onegai, se los agradeceré eternamente. Me despido y esperen el segundo capítulo.
Joe the time traveler
