Rating: NR -18

Disclaimer: Los personajes de esta historia son propiedad de Cecily Von Ziegesar y CTV. Yo no gano nada con esto.

Avisos: Femslash. En esta historia hay personajes homosexuales y posiblemente en posteriores capítulos habrá escenas de contenido sexual.

Esta historia contiene spoilers de la primera temporada de Gossip Girl.

Comentarios: La historia, que iré subiendo por capítulos, está basada en la serie de televisión Gossip Girl. Quiero aclarar este punto, pues (aún) no he leído los libros, y no sé hasta qué punto la serie es fiel a estos y viceversa.

Oh no! Un día más de esos, los odio. Aún antes de abrir los ojos, Blair sabía perfectamente a qué tipo de día se iba a enfrentar, esa sensación ya le era bastante familiar. No sabría decir desde cuándo ni por qué, pero últimamente se despertaba angustiada. Y no había nada que más irritase a Blair Waldorf, que no poder controlar sus propias emociones.

Hizo de tripas corazón y se incorporó en la cama. A pesar de querer quedarse en ella todo el día, tenía una reputación que mantener, y todos se preguntarían por qué había faltado a clase y no tardarían en cotillear sobre qué motivo podría tener una Waldorf para no levantarse de la cama y vivir un día de su "maravillosa" vida.

Si ellos supieran...

... no, no permitiré que lo sepan, se repitió a si misma, mientras remoloneaba unos minutos más bajo las mantas. ¡Por encima de mi cadáver!, gritó mientras saltaba de la cama, asustando a las pobres criadas, que hacían sus labores en la planta de abajo. Pero antes de llegar al baño volvía a tener esa sensación de inseguridad que la engullía... ¿Por qué me pasa esto? Estoy harta. Sin ganas, se metió en la ducha, se puso el uniforme, disimuló con maquillaje la mala cara que gastaba, eligió uno de sus bolsos y un abrigo que le combinarán, junto con los nuevos zapatos Gucci que le había regalado su madre, y bajó a tomarse un vaso de zumo.

El trayecto de su casa al instituto fue suficiente para volver a dominarse, se auto-inyectó un chute de seguridad y de saber estar. Cuando se bajó del coche, era la misma Blair de siempre, tenía a Isabel y Kati siguiendo sus pasos, las miradas de todas sus compañeras envidiándola, queriendo ser como ella. Los chicos girándose cuando pasaba por su lado… Todo parecía volver a estar en su lugar, como debía ser.

--¿Algún día entrarás al instituto sin que parezca que les perdonas la vida a todos? – murmuró, risueña, una voz conocida a su lado.

--¿Y qué harán con sus vidas entonces?

--Es verdad, no podrían vivir sin tu "mirada por encima del hombro" diaria, les faltaría el aire, y morirían agónicos siendo sus últimas palabras "Blair no me perdonó hoy la vida, ¿cómo podré seguir viviendo?"

-- Buenos días a ti también, Serena.

--Perdona, es mi sarcasmo natural. Te diría que buenos días también, pero no parecen serlos para ti, ¿una mala noche?

A ti no puedo engañarte, ni con mi mejor maquillaje puedo enmascararme frente a ti.

-- No dormí bien, solo es eso. Ahora tenemos las optativas, no coincidimos hasta después del descanso, ¿te veo luego?

-- Claro, en las escaleras, como siempre.

Blair tenía varios talentos, sin duda, pero el más desarrollado y el que menos trabajo le costaba era el arte de controlar cada situación para manejarla a su antojo, aún cuando no se lo propusiera, pues le salía de la forma más natural. Por eso le desesperaba tanto la capacidad de Serena para ver más allá del maquillaje y las sonrisas de porcelana, que Blair tanto se esmeraba en mantener.

Desde que tenía uso de razón, Serena y ella habían sido amigas, las mejores amigas. Un paréntesis en su amistad cuando Serena estuvo un semestre entero en un colegio interno, no era algo que no pudieran superar. Como tampoco lo fue la razón por la que estuvieron alejadas ese tiempo: Serena se acostó con Nate, el novio de toda la vida de Blair. Aquello pertenecía al pasado, todo estaba más que hablado. Por aquel entonces, Serena bebía tanto que dejó de ser ella misma; y se había mostrado tan arrepentida, que tenía la certeza de que nunca volvería a traicionarla. Aquello fue una prueba de fuego, y la habían pasado con muy buena nota. Se enfrentarían al mundo juntas, como siempre habían hecho.

Blair consiguió mantener su tristeza a raya, y asistió a las clases sin que nadie notara nada, se le daba bien fingir, era otra de sus especialidades, excepto con Serena, claro.

Se acercaba el descanso de clases, y volvería a preguntarle sobre su estado de ánimo, la buena noticia era que ni Blair misma sabía qué demonios le pasaba, y así no tendría que esforzarse por ocultarle nada a Serena. Mientras salía de clase, una media sonrisa se dibujó en su cara cuando vio a la rubia apoyada en la pared donde siempre la esperaba para salir a almorzar juntas. Serena también sonreía, aunque aún no se habían mirado, y en un instante supo a qué se debía esa sonrisa… Dan apareció de la nada, cogiendo a Serena de la cintura. Sin más, Blair volvió a esa sensación desagradable, una sacudida en el estómago, sus propios latidos fuertes, pum, pum, pum, en la cabeza, en los ojos, en el pecho, pum, pum, pum. Y de pronto se dio cuenta, todo tuvo sentido, se paró en seco por no caerse, pues todo le daba vueltas alrededor.

Y así fue como le encajó todo el puzzle, había comenzado a sentirse de aquella manera desde el día en que Serena empezó a hablarle de Dan. Había algo en ese chico que era diferente a todos con los que se había involucrado en el pasado, según las palabras de la propia Serena. Sin saber muy bien por qué, Blair estaba asustada hasta el extremo, más asustada que en toda su vida. Supo que desde aquel día empezó a caer, y no parecía haber nada que la levantara. No puedo perderla.

Lo siguiente que supo es que Serena estaba al lado suya, sujetándole para que no se cayera, y estaban rodeadas de varias miradas indiscretas y curiosas.

-- ¿Estás bien?

-- Sí, no te preocupes – dijo deshaciéndose del abrazo de Serena, pues ella era muy capaz de mantenerse por su propio pie sin la ayuda de nadie – habrá sido el cansancio, te dije que no había dormido mucho – en parte aquello era verdad, pero no era toda la verdad.

-- Creo que deberías ir al médico.

-- No seas exagerada, es un mareo de nada, ya estoy bien.

-- No, vamos al médico, yo te acompaño.

-- Que no me tienes que acompañar a ningún sitio, soy capaz de ir yo sola, y esto es una tontería, ya estoy mejor. – ahora sí había mentido.

-- ¿Qué te pasa? Anda, vamos a las escaleras, a ver si se te pasa.

Se sentaron. Serena no le quitó ojo de encima, atenta a cada movimiento de la morena, por si volvía a desfallecer.

-- ¿Tienes frío? – quitándose su abrigo y poniéndoselo a Blair por encima - ¿Tienes calor? – quitándoselo- ¿Hambre? ¿Quieres mi almuerzo?

- Serena, tranquilízate, estoy bien, y ponte tu abrigo que te vas a enfriar, hazme el favor. No necesito que me cuides, ¿por qué no te vas con Dan, que parece necesitarte más?. -- ¿Por qué he dicho eso? Bueno, da igual, ya está dicho.

- Porque él no se va cayendo por los suelos del instituto.

- Ehh, yo no me he caído en ningún lado, soy una Waldorf!! – las dos rieron.

- ¿Estás ya mejor? – Preguntó Serena cambiando su sonrisa por una profunda expresión de preocupación.

- Mira que eres pesada, que estoy bien. Bueno, ya puedes contarme qué tal con Dan, y te advierto que ya he visto cómo le dedicabas una de tus sonrisas y cómo se te arrimaba, esto es serio, no puedes decirme que no- En el momento que le preguntó por Dan, se arrepintió de haberlo hecho, pero era el mejor tema para que Serena dejara de hacerle preguntas sobre su estado de salud.

- Bien, sólo hemos salido un par de veces, pero ese chico parece entenderme.

- Bueno, no está mal para ser del populacho- Lo odio profundamente, de verdad.

- Oye, que no todas tenemos la suerte de encontrar un perfecto y millonario caballero como Nate Archibald en nuestras vidas. – Le replicó Serena con tono burlón.