Romanticismo. El aire cargado de suspiros, los cuartos llenos de rosa y rojo y el oxígeno enviciado con perfume. Se me revuelve el estómago de sólo pensarlo. Y ahora mismo estoy descompuesto. Porque la sala de Diagnósticos está asquerosamente adornada para la ocasión.
Maldita Cuddy. Y maldita su idea de ambientar el Hospital durante una semana por San Valentín.
Encima de mi escritorio hay alrededor de veinte sobres rojos que irán a parar a la basura en cuanto logre encontrar el bote... Que debería estar junto a mi escritorio, pero por alguna razón no está ahí... De todos modos, el punto es que no logro entender cómo hay tantas mujeres del Hospital que me siguen enviando este tipo de cartas cada año, aún cuando saben que las tiro sin siquiera mirar de quién son.
Un momento. Reconocería el gancho de esa "G" en cualquier lado. El sobre al tope de la pila lleva sólo mi nombre escrito con su letra.
¡Oh! Ya veo dónde ha quedado el bote de basura... Junto a mi chaise long; lo dejé ahí al mediodía para poder tirar más fácilmente las cáscaras de mis semillas de girasol.
Separo la carta de hasta arriba y tomo el resto del montón para tirarlo. Pero mis ojos vuelven a caer en otra ganchuda "G". Y otra más cuando quito ese sobre. Y otra, y otra, y así hasta completar veinte. La número veintiuno va con letra de Cuddy y en sobre rosa, así que esa solita va a parar al tacho.
Mi nuevo equipo me mira curioso desde su ultra-romántico despacho. Y en cuanto los miro vuelven a lo suyo, pero sé que volverán a husmear si no hago algo, así que cierro todas mis cortinas y me siento en mi escritorio.
Al abrir el primer sobre veo caer cinco pequeños trozos de cartón con formas raras. Colores brillantes de un lado, grises del otro... Piezas de un rompecabezas, deduzco. Y rasgo los otros sobres.
Media hora más tarde tengo una hermosa fotografía de una moto frente a mis ojos. O casi una moto, porque le falta la pieza donde iría el faro delantero. Y es así como vuelvo a revisar los sobres uno por uno, para ver si he olvidado allí el pedazo faltante.
Del último sobre caie un papel que no había visto antes. Viene escrito, y también con su letra, así que no dudo un solo segundo en leerlo.
"Gregory:
ya casi has resuelto un puzzle. El de mi caligrafía no cuenta porque era de fácil solución. Pero si quieres la últim a pieza del que tienes sobre tu mesa, sólo dale otra vuelta al asunto y verás que todo encaja."
¿Otra vuelta al asunto? ¿Qué quiso decir con...? Miro el rompecabezas en mi escritorio y reparo en que la superficie es de cristal. Y me meto debajo para ver si hay algo escrito tras el cartón que pueda ver a través del vidrio.
"Te dije que dieras otra vuelta al asunto, no que mires el reverso del rompecabezas".
No puedo evitar reírme. La muy... me conoce. Sabía qué es lo primero que haría.
Veamos... ¿Qué hago cuando le doy vueltas a un asunto? ¿La pelota de tenis o el yo-yo? Nah, sería demasiado evidente... ¿El bote de Vicodin? Lo tengo en mi bolsillo y hace una hora que no se mueve de allí... ¿La moto? Hoy vine en coche.
El piano. El de la sala de conferencias. No es que siempre use ese piano, suelo tocar el de mi casa, pero no creo que sea tan rebuscada como para hacerme ir hasta allá.
Cojeo lo más rápido que puedo hacia los ascensores. Y cuando bajo me dirijo sin más a la mencionada sala.
Tengo muy buena vista. Asíq ue desde la entrada puedo ver que encima del piano negro hay algo de color brillante que desentona.
Al acercarme cauteloso puedo ver que no sólo me ha dejado la pieza. También hay un post-it pegado sobre las teclas.
"¿Habrías llegado hasta aquí si no hubieras visto mi caligrafía?"
Sonrío. Obviamente sin esa ganchuda "G" que puso en los sobres no estaría aquí. Esa ganchuda "G" que sólo puede pertenecer a ella...
- ¿Vas a quedarte ahí parado o piensas subir algún día a completar tu rompecabezas? - Su voz me saca de mis pensamientos. Cuando volteo hacia ella intento borrar mi sonrisa pero no puedo.
- Pensaba en el puzzle que me queda por resolver, - le respondo.
- ¿Qué puzzle? - frunce el ceño confundida. Entrecierro los ojos al mirarla mientras intento formular bien mi planteo. Se acerca a mí con las manos metidas en los bolsillos de su pojama de Urgencias, y se detiene a escasos dos metors de mi posición. Meto mi mano libre en mi propio bolsillo y me apoyo despreocupadamente en mi bastón.
- Tú.
Sonríe atónita. Y arquea una ceja. Tras unos segundos ladea la cabeza. Y voltea hacia la salida, contoneándose lentamente mientras camina hacia allí.
- Encárgate de resolver el puzzle que te envié. De mí puedes encargarte luego. Sabes dónde encontrarme.
Voy a seguirla, pero ella levanta su mano derecha y menea el dedo índice en clara negativa sin dejar de caminar. Mejor me apresuro a subir. Así tendré más tiempo que dedicarle a ella cuando vaya a encontrarla.
FIN
