Siempre es de noche en esa dimensión donde Suigintou se da cabida para esperarle y finalmente, albergarle.
Souseiseki se fue de la casa de Jun ésta mañana , en el mundo humano. Dio vueltas por encima de los rascacielos hasta que cayó el sol, arrodillada en el interior de su valija de cedro.
A Suigintou no parece importarle estar atada a un médium espiritual.
A lo largo de las últimas cinco décadas, Souseiseki la ha visto crecer, de lejos, intangible e indomable a las suaves peticiones de Shinku.
Para festejar el Combate de Alicia , Sui hace aparecer un banquete en miniatura para las dos (Barasuishou se ha marchado con el demonio Laplace).
Aplaude y la magia teje figuras en el aire: mesa, mantel, manjar de cera y lustrosas copas en las que Souseiseki se ve duplicada, con el rostro ensombrecido por las circunstancias.
No tienen de qué hablar, así que mira un punto diferente , solemne e incapaz de experimentar somnolencia.
Al final de la cena, Suigintou ha rozado su tobillo con la punta del zapato de charol al menos seis veces. Más de una, intencionalmente.
Souseiseki ladea la cabeza y separa los muslos. Es una maniobra sutil, pero reconoce las verdaderas intenciones tras su sonrisa torcida , de juguete roto. Mientras que Suigintou deshace el lazo en su cuello, piensa que no es un juego tan cruel como cuando Suiseiseki piensa en Jun.
