Un gritó seguido de un ruido. Provocó que Zack se acercara a la puerta y la golpeara salvajemente.

—Ray... ¿Estás bien? —cuestionó, pero pasado un segundo... nada— ¡Hey! Ray... contéstame. ¿Que fue ese grito?

Otro segundo y otros intensos golpes en la puerta.

—Romperé la puerta, si no dices una maldita palabra —advirtió, golpeándola— ¡Vamos, respóndeme! ¿Y ese ruido que fue? ¡Mierda, di algo!

Nada.

—Okay, yo te lo advertí.

Donde luego de seguidos de unos fuertes ruidos producidos por él, la puerta había sido destrozada, mostrando el interior... Ray estaba inconsciente, desnuda sobre el suelo del baño, mientras el agua de la ducha seguía corriendo, la misma persona que se había resbalado con el jabón y había chocado su cabeza con el azulejo. No había cortina así que no pudo evitar no verla en esa situación, quien al posar sus ojos en su cuerpo, rápidamente los desvió.

—¿Ray? —pronunció— ¡Joder, despierta!

Expresó mientras tomaba la toalla colgada y se la tiraba encima para cubrir su desnudez como cerrar la llave de la ducha.

¡Maldición! ¡Maldita sea!

Exclamó saltando sobre el lugar, irritado como preocupado. Al notar que no había respuesta y sin saber qué otra cosa que hacer, puso un brazo detrás de sus piernas y otra en la espalda. Cargándola, pero cuando se dispuso a salir de ahí.

Ella abrió los ojos, congelando las piernas de Zack.

—¿Zack?

—¿Quién más? —dijo y de inmediato desvió la mirada para dejarla en el suelo. Ella tomó la toalla y la sujetó sobre su cuerpo— ¡Al fin despertaste! ¡Sabes, eres un dolor en el trasero para desmayarte en el baño! —bufó intentándose quitarse esa horrible sensación de nerviosidad— Tuve que romper la puerta, al no responderme ¿Diablos, querías morir sin que pueda matarte antes? —espetó mientras le daba la espalda como empezando a alejarse de ahí al notar un calor en su cara— ¡Se más cuidadosa!

—Lo seré... —repuso— Gracias, Zack.

Él solo se dedicó a levantar una mano en señal de que la había escuchado, entretanto la otra la apoyaba en su frente en señal de fatiga, yéndose del baño. Al bajarla, apoyó esa mano en la pared. Comenzando a recordar la razón que provocaba que este nervioso y sus mejillas ocultas por las vendas se pongan coloradas.

¡Carajo, la había visto desnuda!