Una navidad feliz.
Resumen: El tío de Jareth le pide un favor para Navidad. Lo que involucra a cierto profesor de pociones… ¿Por qué ambos están vestidos de Santa y reparten regalos en Hogwarts? *Regalo de Navidad para Amia Snape*
Disclaimer: Ni los personajes de Harry Potter, ni los de Labyrinth me pertenecen. Yo únicamente estoy jugando con ellos un rato. Ya que si fueran míos estaría con mi hermoso rey Goblin y mi sexy profesor de pociones ^_^
Esto es para ti Amia ^.^ Falta la mitad, pero tranquila estoy en eso… solo que hace mucho sueño… ¡PROMETO TERMINARLO PRONTO!.
Capitulo 1:La misión.
En el castillo, más allá de la ciudad de los Goblins, se encontraba, en su despacho privado, el soberano del Underground. Jareth, Rey de los Goblins. El rey estaba ojeando unos papeles. Su cabellera rubia caía desordenadamente sobre sus hombros y espaldas. Su piel era tan blanca como la camisa que vestía, la cual dejaba al descubierto su pálido pecho. Sus manos, enguantadas, escribían algo en una hoja.
Cuando termino todo el papeleo observó por la ventana de su despacho. Afuera estaba su laberinto, cubierto con una hermosa capa de nieve. Ya estaba cerca la Navidad y él siempre hacía nevar, ya que a sus pequeños sirvientes le agradaba eso.
Se imagino a él mismo paseando entre aquella hermosura blanca, acompañado por muchacha que amaba. Ya habían pasado cerca de cuatro años desde que Sarah había recorrido el laberinto y aún no podía sacarla de su mente.
Un golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Su rostro volvió a tener la seriedad de siempre.
-Adelante.-Habló con voz sin emoción. Observó como la puerta se abría y uno de sus sirvientes entraba.-¿Qué sucede Armando?
-Es Alexander señor...-Habló el hombre haciendo una leve reverencia. Sus cabellos eran negros y contrastaban con su piel. Sus ojos cafés estaban posados en su rey.-Su tío ha venido a visitarlo. Está en la sala del trono.
-¿Mi tío Claus?.-Habló Jareth sorprendido, aunque su tono de voz no lo demostrase, sus ojos tenían un pequeño brillo de alegría.
-Sí, señor.-Alexander habló con alegría. Le agradaba que su rey se alegrase un poco, desde que esa niña lo había vencido no había sido él mismo.
-Muy bien. Ahora voy.-Jareth se levantó de su asiento y cogió la chaqueta de cuero negro que estaba en el respaldo de la silla. Salió rápidamente de su despacho en dirección a la sala del trono. No podía imaginar que quería su tío, en especial en esa época del año.
Camino por los pasillos hasta llegar a la sala del trono. Entró y se sorprendió al ver a su tío sentado en su trono con algunos duendes en sus rodillas mientras que otros estaban sentados a su alrededor. Los pequeños miraban a su tío ilusionados.
-Así mis pequeños… el viejo Scrooge cambio su manera de ser y fue generoso con todos.-Los duendes miraban al hombre ilusionados.
-Tío.-La voz de Jareth llamo la atención de todos. Los duendes rápidamente se alejaron del hombre que estaba sentado en el trono.-Pueden ir a jugar a los jardines.-La voz de Jareth sonó suave. Es verdad que a veces se enojaba con sus pequeños sirvientes, pero ellos hacían lo posible por verlo feliz. Los duendes obedecieron a su rey y abandonaron la sala, dejando solos a los dos hombres.
-Hola Jareth.-Habló el hombre mayor levantándose. Sus ojos eran dos joyas azuladas que miraban alegremente los ojos bicolores de su sobrino. Su cabello era blanco, al igual que su larga barba. Vestía con un traje blanco con una corbata azul cielo. Era de figura delgada, a pesar de que siempre en las historias de los mortales dijeran que era gordo.
-¿A qué has venido tío?.-Dijo Jareth observando a su tío, el cual seguía en su trono.
-¿No puedo simplemente venir a visitar a mi sobrino favorito?.-Habló el viejo con fingida inocencia.
-Soy tu único sobrino.-La voz de Jareth sonó sarcástica. A pesar de que su tío lo quisiera para algo, verdaderamente le alegraba que estuviera visitándolo.-¿Qué deseas?.
-Bueno, bueno… te quería pedir un favor…-Los ojos de Jareth se posaron en su tío con curiosidad. ¿Qué podía ser tan importante para que fuese a pedir su ayuda?.-Quiere que me ayudes esta navidad.
-¿Qué yo qué?.-Dijo Jareth incrédulo.
-Que deseo que me ayudes. Este año mi salud no ha sido la mejor del mundo… necesito a alguien que vaya a ciertas partes.-Dijo el anciano contemplando a su sobrino con ojos de cordero a medio morir.
-¿Por qué exactamente yo?.-La voz de Jareth sonó molesta. Lo que menos deseaba era ir a la Tierra.
-Porque sólo tú puedes cambiar el orden del tiempo y volver el mundo de revés.-Las palabras de su tío le llegaron al corazón. Él había hecho eso por ella.-Por favor Jareth…
-Yo no muevo las estrellas por nadie, tío.-Dijo con voz fría Jareth.-Si quieres que lo haga deberás darme algo a cambio…
-Claro que te daré algo, querido sobrino…-Habló con una voz misteriosa.-Pero primero dime si aceptas o no.
-Está bien…-Dijo Jareth en un suspiro. No pensaba que le podría ofrecer su tío y tampoco lo deseaba averiguar… aún…
-Muy bien, iras a dos partes. El primer lugar será una escuela de magia. Para ello tendrás a alguien que te ayude.-Dijo chasqueando los dedos.
-¡NO LO HARE!.-Gritó el hombre que apareció frente a ellos. Su pálida piel contrastaba con sus obscuras vestimentas. Sus ojos negros se posaron en los dos hombres frente a él. Un gruñido de frustración broto de sus labios. El anciano loco se había salido con la suya.
(…)
En el despacho, de uno de los directores más grandes que ha tenido Hogwarts, estaban discutiendo dos hombres. Mejor dicho uno se estaba quejando mientras que el anciano solamente escuchaba.
-Albus. No pienso hacer lo que me pides. A ti se te ocurrió la brillante idea de que los alumnos que se quedaran en el castillo, escribieran una estúpida carta con lo que deseaban para esta navidad.-Habló molesto, el huraño y malhumorado, profesor de pociones. El director había dicho en la cena de esa noche que los alumnos escribieran una carta con lo que deseaban para navidad. Que no se preocuparan, que Santa Claus se los traería. Y los malditos críos le habían obedecido.
Esa noche era navidad y Dumbledore le había dicho, más bien ordenado, a Severus que fuese él el encargado de repartir los regalos que los jóvenes hubiesen pedido.
-Severus… sólo en ti puedo confiar para esto. Además mi amigo ya está enterado de que tú lo ayudaras.-Habló tranquilamente el director mientras se echaba un dulce a la boca.
-¡YO…-Antes de que el profesor pudiese terminar de hablar, desapareció de aquel despacho. Dejando a un sonriente director que esperaba que su amargado amigo no odiase tanto esta celebración.
-…NO LO HARE!.-Cuando termino de gritar eso, Severus se dio cuenta de que el viejo se había salido con la suya. Estaba en una habitación, bastante desordenada y cochina, y frente a él había dos hombres. Los observó con el ceño fruncido. Uno de los hombres, que estaba sentado en una especie de trono, se parecía bastante al viejo chiflado, mientras que el otro vestía con unos pantalones apretados y una chaqueta de cuero.
-Bien… Mucho gusto.-La voz del anciano llamo la atención de Severus.-Yo soy Claus y este es mi sobrino Jareth.-Dijo señalando al hombre de vestimentas extravagantes.-Albus dijo que usted iba a ayudar a Jareth, señor…
-Snape.-Respondió secamente el hombre de obscuros cabellos. Genial, se pasearía por todo el castillo con un extraño que usaba ropas ajustadísimas y maquillaje.-Sólo dígame que debo hacer.-Su ceño estaba fruncido y su tono de voz era frío.
-Bueno, deberás acompañar a Jareth por el castillo y mostrarle la casa de cada estudiante. Después podrás volver a hacer lo que hace en estas noches.-Dijo la tranquila voz del anciano.-Pero deberán vestir trajes a tono.-Dijo chasqueando los dedos.
Los dos hombres miraron con horror sus vestimentas. Las clásicas túnicas negras de Snape se habían vuelto rojo mientras que un gorro rojo, que en la punta tenía un pompón blanco, estaba en su cabeza. Mientras que los clásicos pantalones apretados de Jareth se habían holgado y vuelto de color rojo, al igual que su chaqueta de cuero, mientras que un sacó apareció amarrado a su espalda.
-Muy bien. Ahora márchense.-Habló el anciano Claus, pero antes de chasquear sus dedos le dijo algo a su sobrino.-Cuando termines en el castillo te aparecerás en el otro lugar donde debes ir.-Dijo desapareciendo a los dos hombres.
Segundos después Alexander entró a la habitación del trono.
-¿Esta seguro que esto es lo mejor para el rey?.-Preguntó el sirviente, preocupado por su rey.
-Claro que sí. Ella lo ama.-Dijo con una sonrisa enigmática en su rostro.
TBC.
Gracias a todos los que leen esta locura de fic y dejan comentario.
