¡Y AQUÍ REGRESO CON UNA LOCURA MÁS! Que espero les guste. :D

DISCLAIMER: Las TMNT no me pertenecen, para mi desgracia, de no ser así habría hecho maravillas con ellas. XD

¡QUE DISFRUTEN EL SHOW!

¬¬¬:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::¬¬¬

PATERNIDAD

Sentía que en cualquier momento iba a caer, pues no estaba acostumbrado a caminar en dos patas.

¿Qué pasó? —Se preguntaba, empezando a temblar de miedo.

Lo último que recordaba era el sonido de un vidrio quebrarse, juraría que sus hermanos estaban con él… Sus hermanos.

Chicos —Quería llamarlos pero aún no podía hablar, era muy pequeño para eso.

Cuando dejo de observar su nueva forma, volteó la vista, allí estaban ellos, solo que diferentes a como los recordaba. Al igual que él, lucían asustados.

Una sombra estaba en frente de ellos, era peluda y grande, sus ojos eran rojos, casi como los de su hermano interesado en las máquinas humanas. Estos mismos se posaron sobre ellos.

En eso empezó a llorar, y no porque le tuviera miedo al gigante lleno de pelos cafés, si no porque no sabía que era lo que sucedía. Temblaba de frió, el clima no era tan cálido, pues estaban en temporada de invierno y la ventisca era un poco fuerte.

Tranquilo… —Sintió como unos brazos lo rodeaban en un abrazo, era su hermano de ojos azules mar, aunque no podían hablar, entendían las emociones que desbordaban uno del otro, como si ese fuera su idioma. Por el momento.

Quiero ir a casa —Continuaba llorando, y su hermano lo acompañaba al tiempo que lo consolaba.

—N-no se preocupen, yo los protegeré —Una voz firme se dejó oír en toda esta confusión.

Era la cosa peluda, de no ser porque era una situación delicada se habría reído de la cola que le salía de su trasero, vio mejor su rostro, pero esta vez con curiosidad.

Parecía una rata.

Reconoció a su hermano de ojos esmeralda negándose a confiar en el roedor, y el de ojos color ladrillo estaba al borde del llanto.

—Confíen en mí, no les haré daño —Se acercó al último nombrado, este se dejó cargar. A pesar de la mirada de desaprobación por parte del gruñón.

Yo no creo que sea buena idea confiar en él —expresó, mirando a sus otros hermanos, los cuales seguían abrazados.

No parece ser malo —Ayudando al pequeño de las pecas a levantarse, el de ojos azules dejo salir su opinión.

Sí, creo que nos quiere ayudar —Se llevó su pulgar a su boca, y con su otra mano sostenía la de su hermano mayor.

Como quieran, pero lo estaré vigilando —El rostro de la rata se alarmó un poco, parecía que percibía peligro, tal vez oyó algo fuera del callejón en dónde estaban.

—Debemos ir a un lugar seguro, niños —Decretó, levantándose aún con el pequeño de ojos ladrillo en brazos.

Sin dudarlo, lo siguieron, este los ayudó a subir por la escalera de incendios hacia una ventana del tercer piso, al entrar divisaron una habitación un poco grande, parecía una casa de humanos, porque al menos recordaba a la chica que los cuidaba en la tienda de mascotas hablar de su propio hogar con sus compañeros.

En la mesa de estar había incienso de lavanda, eso le daba un lindo aroma al lugar.

—Por ahora nos vamos a quedar aquí —comentó el sujeto, al pequeño de las pecas le resultaba familiar.

En el silencio se escuchó el crujir de su estómago.

Oh cielos, creo que me dio hambre —admitió con pena.

Siempre tienes hambre —dijo el de ojos esmeraldas con tono sarcástico.

—Vengan acá, niños —A los cuatro los sentó en un sillón enorme, era muy cómodo—. Les traeré algo de comer.

Se dirigió a su pequeña cocina, mientras pensaba qué podría darles a un cuarteto de niños mutantes, sí, eran unos mutantes, tortugas con el aspecto de unos menores que a lo mucho sí podían caminar.

En el acto meditó, todo lo que le ocurrió en una sola noche, después de salir a comprar a esas pequeñas tortuguitas, que en esos tiempos eran normales, se topo con tipos extraños en la calle, luego de seguirlos y pelear con ellos solo porque él los descubrió termina mutado en un roedor de dos metros.

Y todo por chocar con la sustancia extraña contenida en ese frasco de vidrio que ambos tipos entregaban a otros más.

No podía hacer nada por los niños, no tenían la culpa de lo que les pasó.

Parece que debía arreglárselas para encargarse de ellos.

Se asustó al escuchar el llanto de uno, rápidamente salió de la cocina con los bocadillos en mano.

—¿Qué pasó? —Se acercó al que lloraba tumbado en el suelo, y el de ojos verdes parecía muy molesto.

Podía deducir lo que pasó.

¡Él me tumbó! —Lloró aún más.

¡Porque empezaste a molestar! —El gruñón se cruzó de brazos.

—¿Tú golpeaste a tu hermano? —El niño observó la mirada acusadora que le dirigía el roedor, no podía mentirle, por ello asintió para confirmar sus sospechas —Eso no se hace, niño, debes de evitar golpear a tu hermanito.

Genial, ahora la rata me da órdenes —Tal vez sí se había pasado un poco, pues el menor no solía llorar tanto a menos que algo sea grave—. Oye… ¿estás bien? —Lo miró preocupado, su rodilla estaba raspada.

Sí, eso creo… pero duele mucho —Empezaba a llorar menos, el roedor se lo llevo a una silla, lo sentó ahí mientras ponía una vendita en la zona de su pequeña herida.

—Con eso estarás mejor —Lo regresó con sus hermanos, para después darles lo que sacó de la cocina, eran cajitas de jugo de naranja con su sorbete individual, y unos sándwiches de jamón y queso.

Los ayudó a comer, ya que al ser pequeños no podían masticar del todo bien.

—Creo que no es muy seguro seguir aquí —dijo el adulto—. Ahora ya no somos parte del mundo humano.

¿De qué habla? Yo me veo normal —El de las pecas se extrañó por lo que dijo el hombre rata.

La verdad tiene razón, antes éramos más pequeños, tortugas como nosotros no caminamos en dos patas y tampoco somos tan grandes —comentó el de ojos ladrillos, que poseía una divertida brecha entre sus dientes.

Sí, es verdad —Lo apoyó su hermano mayor.

—Por ahora nos quedaremos aquí esta noche —Volvió a tomar la palabra el roedor—. Y creo que debo de presentarme, niños, mi nombre es Hamato Yoshi, soy el humano que los compró en la tienda de mascotas.

Ahora te recuerdo —El pequeño de ojos celestes soltó una carcajada—. Tú eres el que nos miraba con diversión después de que me caí sobre mi caparazón y mi hermano me ayudaba a pararme.

—Creo que deben de irse a dormir —dijo Yoshi, mirando como uno de ellos empezaba a bostezar—. Mañana por la noche buscaremos un hogar adaptado a nosotros —Con ese último comentario arregló su cama, decidió dormir en el sofá, ya que los niños debían de reposar en un lugar más cómodo y acogedor.

Luego de acurrucar al de ojos esmeraldas junto a sus hermanos, y habiéndose encargado de que estén completamente dormidos se dirigió a la sala, y como un saco de arroz se tumbó en el mueble.


01:16AM

Hermanos —Con la misma curiosidad de siempre, el menor observaba su alrededor, despertó de golpe en la madrugada, así que para no sentirse solo empezó a llamar a sus hermanos.

¿No puedes dormir? —Era el de ojos azules quién contestó.

No, de repente me volvió a dar hambre.

Tú siempre tienes hambre —El hermano de ojos verdes, que tenía la cicatriz en la esquina de su caparazón, solía molestarlo de esa forma.

No es el único —El pequeño de la brecha en sus dientes apoyó al menor.

¿También tú? —Era increíble, tenía que tener por hermanos a las tortugas más anormales del mundo, literalmente.

Quiero comer algo… —Sus ojitos celestes empezaban a humedecerse.

Ni se te ocurra hacerlo —Como si fuera una amenaza, hizo ese comentario el mayor de todos.

—¡B-BUAAAAAAAAAAAA! —Su llanto despertó al sensei rata estrepitosamente, su pelaje no podía cubrir las ojeras que le nacían.

Sintió entonces un deja vú, lo más probable era que uno de ellos tuviera hambre, lo mismo sucedió la primera noche que pasó con Miwa, al menos esta no gritaba tanto.

Rascó su cabeza al momento en el que terminó de preparar los biberones, porque después de entrar a la cocina oyó como los demás niños empezaban a llorar. Cuando estaba en Japón y celebraron el nacimiento dela bebé con su esposa Tang Shen habían recibido por regalo como cinco biberones de sus familiares y amigos, definitivamente agradecía haberlos conservado.

—A ver, ¿tienen hambre? —Con toda la paciencia con la que había sido entrenado, se las arregló para darles el biberón a cada uno de ellos, se sobó al cabeza nuevamente, el roedor estaba cansado.

Sonrió cuando los vio beber la leche, calmados al fin. La parte "divertida" sería cuando les trate de sacar el eructo.

Ahhh, ya entiendo, nosotros lloramos y tú nos das de comer… ¡GENIAL! —El reciente descubrimiento del de las pecas le iba a servir de mucho tanto a él como a sus hermanos.

03:35AM

—¡BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! —El mismo llanto lo despertó, esto era el colmo, ¿cuánta comida requería el estómago de una tortuga mutante?

Se levantó con pesar, con las ojeras más notorias, acompañado de un bostezo.

En la cocina preparaba el biberón, pues esta vez escuchaba uno solo, tal vez sus hermanos estaban dormidos, pero el glotón de ojos celestes siempre pedía comida.

—Tal vez deba llamarlo Glotón —Se dijo así mismo con una sonrisa, pero esa misma se le borró cuando descubrió que sin querer puso café en el biberón en vez de leche caliente.

Se palmeó la frente por tremenda tontería recién cometida.

—Espero no volverme loco —Se esperanzó.

Hablando de nombres, ¿cómo los llamaría a los pequeños niños que sin querer entraron a su vida?


Era de día, el sol chocó su rostro como todo un invasor, se arrepentía de no haber cerrado las cortinas anoche, milagrosamente no tenía ganas de levantarse, estaba muy cansado.

Sintió una pequeña mano de tres dedos golpear su rostro, eso lo obligó a abrir sus ojos, para toparse con los del niño que parecía ser el más gruñón.

—Dime que eres el único despierto… —Su mañana quería empezarla con buenos ánimos.

A pues eso sería mentir —Solo atinó a volver a golpear su cara, como si fuera algo divertido.

El sonido de una silla caerse lo alarmó.

Al levantarse ve con miedo como el niño de ojos ladrillo trata de meter sus dedos en el tomacorriente detrás del televisor.

—¡NO HAGAS ESO! —Antes de que cometa una locura cargo al pequeño para después dejarlo en el sofá.

No sea malo, yo quería saber qué pasaba y cómo es que funcionaba —Reprochó este.

—¡OYE BAJA DE AHÍ! —Solo Dios sabía como es que el pequeño de las pecas había terminado sobre de la mesa, estaba a punto de hacer caer el florero accidentalmente. Por fortuna el roedor lo evitó, y en el instante bajó al niño de ahí— ¿Y en dónde está el otro?

Lo busco en la cocina, y descubrió que el de ojos azules estaba apunto de hacer caer un cuchillo que estaba en el estante, tal vez no sabía que las cosas puntiagudas eran muy peligrosas para lo menores.

Inocente.

—¡Hey! —Logró llamar la atención de este, distrayéndolo de su anterior cometido—. Ven acá —Lo levantó en brazos—. No debes tocar nada que desconozcas, ¿entendido?

De acuerdo, trataré de matar mi curiosidad —Obedeció

Cuando todos estaban a salvo del "peligro", los miró de frente.

¿Creen que este molesto?

Tocamos sus cosas sin permiso, en su lugar estaría igual.

Pues yo no le tengo miedo.

Yo… solo un poquito…

—Niños, deben de tener más cuidado con lo que hacen la próxima vez —dijo, sin saber qué más hacer para recriminarlos—. Algo malo pudo pasarles.

Agacharon sus cabezas apenados.

—No lo vuelvan a hacer.

Dalo por hecho.

Ñeh, lo intentaré.

Bueno, supongo que sí me arriesgue, creo que debo evitar poner mis dedos dónde no debo jeje.

Pero yo solo me subí a la mesa, no hice nada malo —Sus hermanos mayores lo miraron molestos, pero insistentes—. Está bien, lo haré.

Después de haber desayunado, el roedor comenzó a preparar las cosas que se llevaría a su nuevo hogar, las ponía en un bolso, sabía que lo necesario era primordial.

Todavía no sabía a dónde ir, había muchas opciones.

Pensándolo bien, recordó una vez que ayudo a su vecina a buscar a su hijo que cayó a las alcantarillas por accidente, el lugar parecía asqueroso, pero estaba seguro que con un buen mantenimiento podría alguien vivir ahí tranquilamente, solo debía buscar el lugar adecuado para instalarse con los pequeños sin que nadie los vieran.

Suspiro aliviado al no haber escuchado las preguntas de sus vecinos sobre los gritos de bebés que se oyeron en la noche. Que raro que no los hayan escuchado. Lo más probable es que hayan creído fueron los hijos de la joven pareja que hace una semana se instaló en uno de los departamentos del edificio.

Pero bueno, mientras no lo interroguen mejor.

Sostuvo entonces un libro antiguo que le interesó siempre, trataba de los famosos pintores y escultores del Renacimiento, se lo llevaría sin dudarlo. Admiraba a esos artistas.

Pero cuatro eran sus favoritos.

—Jajaja —La riza de los pequeños lo distrajo, ellos eran tan inocentes, no dudaba de que fueran hermanos, pues no le negaron esa pequeña interrogante cuando los compró.

—Hum… ¿Qué tal si…? —Estaba preocupado por cómo llamaría a los menores, pero ahora tenía la solución en sus manos.

Dejó de empacar para sentarse en el sofá, con el niño de ojos ladrillo a su lado, este estaba admirando un libro que contenía las imágenes de máquinas robóticas, tan perfectamente diseñadas que solo un genio sería capas de admirarlas.

—Donatello siempre hizo buenos diseños de sus esculturas, supo usar su conocimiento a su favor en el arte —Se quedó mirando al pequeño, tal vez oía lo que decía, pero estaba distraído observando las imágenes del libro—. A partir de ese momento te llamarás así —Con eso logró que el menor volteara a verlo—, Donatello.

¿Voy a llamarme Donatello? ¡Super! Me gusta ese nombre —Sonrió de oreja a oreja, y aún más cuando sintió la mano del mutante mayor acariciando su cabeza.

Su vista se posó ahora en el menor que se entretenía rayando las hojas blancas con las crayolas, él mismo sabría lo que dibujaba, pero una cosa era segura, no dejaba de hacerlo con una sonrisa. Se acercó a él, para sentarse a su lado.

—Leonardo Da Vinci siempre amo su trabajo, era el maestro del dibujo y la pintura —El pequeño de ojos azules río mirando al sensei—. ¿Te gustaría llamarte Leonardo? —Como respuesta, obtuvo otra riza por parte del menor— Entonces será así, Leonardo.

No suena tan mal, para ser un poco raro, me gusta Leonardo —Continuó con su labor al momento en el que Yoshi se levanto y se dirigió al de ojos esmeraldas, el cual perseguía al menor de todos con una cuchara en mano, a simple vista parecía que tenía ganas de golpearlo.

¡Ayuda! ¡Quiere golpear mi linda cara!

¿Linda, de dónde? Grrr…

El niño se ocultó detrás de la yukata que portaba el roedor, ya que el sensei no encontraba otra ropa que ponerse optó por la tradicional prenda que heredó de su padre antes de que este muriera.

—Hey, detente gruñón —dijo, mientras detenía el posible ataque del niño, este quería librarse del agarre para seguir persiguiendo al menor —Hum… Rafael siempre fue el primer rival de Miguel Ángel, tal vez debas llamarte así.

¿De qué está hablando ese tipo? —Se extrañó de las palabras del adulto.

—¿Te gustaría llamarte Rafael? —preguntó.

No me importa el nombre, con tal de que me conozcan por uno me basta… a decir verdad, Rafael está bien —No se podía quejar, era un buen nombre, cruzó su mirada con la de su hermano menor, aún seguía molesto con él, por ello le sacó la lengua.

Este hizo lo mismo, no se quedaría atrás.

Sintió las ganas de volver a golpearlo, antes de lanzarse a él volvió a ser detenido por el roedor.

—¿Qué te he dicho sobre golpear a tus hermanos, Rafael? —Le reprochó.

Resignándose, no le quedó de otra más que alejarse, tal vez podía acompañar a Leo a dibujar.

—Y tú —Bastó solo con cargarlo para que el pequeño empezara a reír, tenía una sonrisa muy bonita —Recuerdo que leí que Miguel Ángel lograba provocar la admiración en las personas que observaban sus esculturas, eso pasa conmigo cuando te veo sonreír pequeño, tu sonrisa de alguna forma da vida, las esculturas de Miguel Ángel de alguna forma daban vida... Desde ahora te llamarás así, Miguel Ángel —decretó con una sonrisa.

¡GENIAL! ¡Soy un angelito! Es un nombre muy bonito, Miguel Ángel, está mejor que los demás —Sonrió mucho al saber que al fin tenía un nombre.

—Bueno, Miguel Ángel, evita meterte en problemas con tu hermano Rafael, ¿de acuerdo?

Asintió mientras que el sensei lo bajaba de sus brazos.

Al menos ahora tenían nombres propios, y unos muy peculiares.


La noche cayó más rápido de lo que creyó, fue un trabajo difícil bajarlos al callejón en dónde mutaron, agradeció al cielo que ahí hubiera una tapa de alcantarilla, esperaba encontrar un buen lugar por esos lugares en dónde pudiera instalarse. Porque no se le ocurría a dónde más podrían ir.

Cuando estuvieron dentro empezaron a vagar por los lugares, había túneles, pequeños riachuelos de agua sucia cuya orilla contenía muchas cosas de la superficie que aún podían servir, entre otras cosas más.

Este lugar huele horrible, ¿por qué nos llevó aquí? —Se quejo Rafa.

No lo sé… —contestó Donnie.

Pasaron más de dos horas, buscando en muchos lugares, pero ninguno le parecía bueno, descansaban un poco después de caminar mucho, pero aún así continuaban, Yoshi no se detendría hasta encontrar el lugar adecuado para que sus hijos puedan vivir tranquilos.

Ya me estoy cansando… —Mikey se sobó su ojo, empezando a caminar más despacio, como de costumbre, Leonardo era el que lo llevaba de la mano, así evitaría perder de vista al menor— Tengo sueño.

Debemos de seguir Mikey, igual estoy cansado pero hasta que Yoshi no lo autorice, no iremos a dormir —Sostuvo con más fuerza la mano de su hermanito.

¿Qué ahora vas a seguir sus órdenes? —Rafael estaba de sueño, no lo culpaba por actuar así.

Rafa, no empieces —Donnie estaba de la mano del sensei, al igual que Leo—. Tiene razón, todavía no debemos dormir.

Pero estoy cansado.

Yo también —Mikey bostezó.

Se detuvieron por el momento, para la sorpresa de los menores. Rafa apuntó la linterna que traía en mano hacia dónde miraba Yoshi, parecía una vieja estación de metro abandonada. Se adentró más a esta, había mucho polvo, telarañas por doquier, y el olor a metal oxidado no era muy agradable, pero estaba seguro que por ahora podían estar ahí.

Después de barrer el lugar, y de posicionar una colchoneta en el suelo junto con sábanas, almohadas y colchas, el sensei acomodó en esta a los menores.

—Por ahora nos quedaremos aquí, hijos míos —dijo, mientras terminaba de arroparlos debidamente.

¿Hijos? ¿Significa que ahora va a ser nuestro papá? —Los ojitos de Mikey se iluminaron aún más que la misma lámpara encendida cerca de ellos.

Genial, ahora tenemos un papá —Lo mismo pasó con Donnie.

Por eso hay que hacerle caso, Rafa —Con una sonrisa, Leo miró al recién nombrado—. No se desobedece a los padres.

Lo que me faltaba… —Por dentro sonreía, se alegraba al saber que tendría un padre que cuidaría de él y de sus hermanos.

—Buenas noches, mis niños —Les dio un beso en la frente a cada uno, rogaba a los cielos que esta vez no vuelvan a llorar por comida, aunque parecía difícil esa posibilidad.

Después de todo eran niños.

Se recostó sobre una colcha gruesa, no le importaba el frío, la ventaja era que su pelaje lo cubría. Tal vez ser una rata no era tan malo.

Si a ellos les puse nombre, yo también debería tener uno —Pensaba el roedor, antes de caer en el sueño—. Ya que no soy más Hamato Yoshi… ahora mi vida dio un giro inesperado, para ser específicos, de 190º —No sabía como sentirse en estos momentos—. Soy padre, otra vez —Sin poder evitarlo, soltó una pequeña lágrima—. Y de unos niños maravillosos, no puedo ser capas de abandonarlos, ahora debo educarlos y criarlos como hubiera querido hacerlo con Miwa… Son mi responsabilidad, mis hijos… mi mundo… —Ahora sonrió, no podía estar más feliz, perdió a su familia, pero ahora le ofrecían una nueva, y no la iba a dejar ir—. Hum… una de mis mejores amigas solía decirme Splinter de cariño… tal vez deba llamarme así, para recordar su bondad y la sincera amista que me ofreció… Bien, Hamato Yoshi será de ahora en adelante, Splinter, saldré adelante con mis hijos, Leonardo, Rafael, Donatello y Miguel Ángel… y no dejaré que nada malo les pase, es una promesa…

Se quedó dormido después de hacer ese juramento, a Splinter le esperaban retos que ni él se los imagina, y el más peligroso y mortal de todos, aquel que solo un valiente sería capas de enfrentar y salir invicto sin una pizca de miedo… sería el de la paternidad.

¬¬¬::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::¬¬¬

¡TA DAH! :D

Bueno, estaba un poco aburrida, no sabía que escribir, así que adelantándome al día del padre les dejo este fic. XD

Jejeje esto de escribir cosas que incluyan paternidad y al mismo tiempo maternidad es más difícil de lo que pensé. Pero bueno, esos casos son frecuentes en la vida real, ya uno se acostumbra a escribir sobre ello.

Aclaración: Bueno, hace un tiempo que vi una película llamada "Mira quién habla", en la que el protagonista era Jhon Travolta, la trama consistía en su personaje y la relación paternal que nació hacia el bebé de una mujer de la cual terminó por enamorarse. Es muy graciosa, todo un vacilón. XD En cierta forma me inspire en las emociones del bebé, el hablaba con forme a lo que sentía, aunque no lo escuchaban por ser muy pequeño de todas formas era gracioso oír los "pensamientos" de un infante. Jejeje.

Espero que les haya gustado. Para ser algo corto creo está bien. XD

¡NOS VEMOS LUEGO! ¡UN BESO A TODOS!

¡BYE!