Capítulo 1: MI habitación

Eran las seis de la madrugada en Wammy's House y yo despertaba con auténtica fatiga para asistir a otra condenadamente aburrida jornada de clases.

Salí de mi cama parsimoniosamente tratando de recordar dónde demonios había dejado la playera negra que quería utilizar ese día. Intenté pensar además cuál sería el motivo de despertarnos tan temprano en los fines de semana... ¿Acaso nos beneficiaría en algo? ¿En qué beneficiaría a un superdotado acortar horas de sueño? De cualquier manera tendríamos más trabajo que un estudiante normal demonios... no había nada de especial en que durmiéramos una hora más. Malditos vejestorios madrugadores... pensé a lo que me encaminaba al cuarto de baño para tomar una ducha. A mis trece años debería ser un chico más alegre, pensarán... pero al DIABLO... yo soy como quiero ser.

Cuando estuve al lado de la tina, giré el grifo para que el agua caliente comenzara a circular mientras me quitaba la ropa sin siquiera cerrar la puerta, dejando que el vapor que emanaba la tibia lluvia sumiera el lugar en nieblas. MI habitación... me dije bastante feliz y satisfecho después de todo. Nadie me vería desnudo, ya que esa habitación era exclusiva para MI persona. NADIE, absolutamente nadie estaba autorizado a entrar allí, era sólo MIA y si en caso se atrevían a acercarse más de la cuenta a ella, (ya sea por ignorancia o por impulsos suicidas) pagarían las rudas y despiadadas consecuencias. Luego de mis divagaciones posesivas mentales, di un paso entre la relajante caída del agua dejando que mojara mi cuerpo y mi cabello... me relajé. Heh... ya recordé dónde está mi playera.

Seis menos cinco, día numero tres sin dormir. Podría pensarse que tengo problemas con el sueño, pero a decir verdad mi único problema era con el mundo. Odio salir de mi habitación, odio tener que socializar. Suspiré cansado, tres días sin dormir ya hacían mella en mi y eso me gustaba, me gustaba la soledad, me gustaba mi vida, me gustaba estar aquí, pero ya no más. Vivo en un pequeño orfanato, lejos del bullicio de la cuidad (o al menos eso era hasta ayer), así que de vez en cuando solía asomarme por la ventana y ver como el cambiaba el campo al pasar las estaciones. Es de lógica pensar que muy pocas veces salgo de MI HABITACION, austera pero cómoda. Ésta es mi pequeño fuerte, un fuerte en el cual se me es permitido fumar, se me es permitido jugar con mi consola hasta que se me pongan los ojos cuadrados, y sólo una hora al día me permito, tomar mis libros y hacer mis deberes. Simples deberes, mis profesores siempre se asombran con mi habilidad autodidacta y precisamente esa habilidad, me llevó a ser el primero en este pequeño orfanato y en la región. Muchos decían que soy un genio, yo prefiero definirme como alguien que no tiene muchas metas ni muchas ambiciones, sólo me gusta estar cómodo y sentirme cómodo, así quería vivir mi vida desde que mis padres murieron, ellos eran la única razón por la cual solía salir de mi habitación. Pero todo eso estaba apunto de cambiar.

Ese día recuerdo que había sentido un impulso muy extraño por salir de mi habitación y aunque ya eran pasadas las siete de la noche, no me importaron mucho las reglas que impedían deambular por el orfanato a esa hora. Recuerdo haber caminado por los pasillos y haberme detenido justo a las afueras del salón de profesores, donde al parecer, había una pequeña reunión en la cual se discutían el destino de muchos de los alumnos de este orfanato y en especial el mío. Me agazapé, empujé levemente la puerta y comencé a escuchar.

- Matt, es un muchacho muy inteligente, es un genio, pero su habilidad para socializar es pésima.- Dijo uno de mis profesores.

- Mas que pésima- agregó otro profesor sirviéndose café - Se rehúsa a salir de su habitación y no ha tenido amigos desde que ingreso a este lugar.

- Tarados- murmuré, ¿Quién dice que para ser un genio necesitas amigos? Además, él o ella no podrían comprenderme... nadie de hecho lo hace.

- Pero no podemos dejar que su habilidad y genio se desperdicien- comentó una de mis profesoras.- Director, creo que llegó el momento de trasladarlo a Wammy's House.-

- ¿Wammy's House?- balbuceé, sintiendo que había oído algo del lugar.

- ¿Cree que él pueda suceder a L?- preguntó con dudas el director.

- Es bastante hábil y es el primero de toda la región, al menos se posicionará en un lugar de honor.- dijo la misma profesora.

- Y tal vez Roger pueda hacer algo con su problema de interacción social.- afirmó otra de mis profesoras. El director lo meditó por un momento y dio su sentencia.

- Llamaré a Roger esta noche, Matt se irá mañana.

- ¿Mañana?- me levanté de mi posición y salí corriendo a mi habitación. Realmente no me importaba irme, no me importaba dejar este lugar, pues no tenia ni dejaba nada. Lo que no me gustaba mucho eran los cambios y menos los imprevistos. Esto sucedió anoche y hoy a las seis de la madrugada, tengo todas mis pertenencias (que no son muchas) ya empacadas y estoy listo para partir.

Luego de quince minutos más de aseo personal, cepillé mis dientes, mudé de ropa y tomando mis libros y mi bolso, y me dirigí a la cafetería para la hora del desayuno. Con lentitud y pereza, me adentré en el salón de comedor y caminé hacia una de las mesas del fondo para ocupar un asiento en solitario, a lo que sacaba una barra de chocolate del bolsillo de mis jeans negros y desenvolviéndola, mis facciones se reacomodaban en mi mejor gesto de 'aléjate'. No sentía hambre en realidad... mi chocolate se veía mil veces mejor que la avena que la señora Rides servía, se notaba a simple vista las caras de disgusto de los otros chicos Ew... asco.

Una campana diferente a las habituales resonó por uno de los altavoces y seguidamente dejó escuchar a la voz de Roger.

- Buenos días alumnos... hoy es un día especial, recibiremos a un nuevo estudiante. Les pido que sean particularmente amables con él... aún no se decidió quien sería su compañero de cuarto, por lo que siempre es conveniente causar una buena primera impresión. Eso es todo... vuelvan a sus actividades.- la transmisión finalizó y una sonrisa se formó en mis labios... Pobre del idiota que deberá compartir su cuarto. No quise quedarme por un segundo más en la cafetería... ya había desayunado chocolate, y eso era suficiente para mí, así que decidí llegar temprano a clase para adelantar lo que se nos había pedido.

El salón se llenaba de a poco... MUY de a poco, por lo que inmediatamente sentí aburrimiento y recosté mi cabeza en el pupitre, mi tarea ya estaba más que lista así que no tendría que preocuparme por nada. Cerré mis ojos y suspiré con cansancio mientras los demás chicos entraban en la sala. El señor Smith llegó a la clase bastante puntual, como siempre y luego de dirigirnos un saludo colectivo (para el cual ni siquiera me molesté en levantarme de mi posición) comenzó a desarrollar los temas con voz clara y firme. Biología era una materia que en realidad me agradaba y que decidí tomar como extra, ya que el tarado de Near y yo, al ser potenciales sucesores de L, estudiábamos principalmente Lógica, Deducción e Investigación.

Yo me dedicaba a tomar nota de las explicaciones del profesor y responder a sus ocasionales preguntas. Vaya, esto no es tan aburrido... ¿Cuál es la materia siguiente?... demonios, psicología... allí estoy seguro de que moriré de sueño. Al parecer tendré que ir a buscar (robar) más chocolate. Murmuré en mi fuero interno bostezando de sólo pensar en Psicología... Por cierto, la profesora que nos habían asignado era una anciana que hablaba demasiado bajo, provocaba fatiga a la vida con sólo verla, y sus abundantes arrugas distraían a cualquiera (esa mujer era un atentado contra la estética, créanme).

Bien... será mejor dejar de lado las cosas que me provocarán sueño... debo concentrarme en la clase me dije decidido a ignorar al mundo para continuar con la consigna que nos darían dentro de poco.

- Para este trabajo necesitaré que se reúnan en parejas...- Ni lo sueñe... yo puedo hacer todo por mi cuenta. Pensé inmediatamente entronando los ojos en dirección al señor Smith, pude ver en su expresión de incomodidad que deseaba salir corriendo de allí... siempre lo hacía cuando yo lo miraba de esa forma el muy marica...- Am... M-mello, tú puedes hacerlo individualmente.- pronunció con voz temblorosa y con una extraña sonrisa histérica en su cara. Me temen... HA! ¡Todos me temen! Pensé colocando una sonrisa de satisfacción en mis labios... burlándome de él.

Luego de haber intimidado a uno de mis docentes exitosamente, tomé mis cosas y caminé hacia un pupitre alejado de la clase, donde podría trabajar SOLO, por mi cuenta y sin estorbos a lo que las instrucciones eran dadas.

Minutos después, comencé mi trabajo respondiendo a todas las preguntas y realizando los ejercicios rápidamente sin prestarle atención a nada más... NADA.

- Bien alumnos él es el estudiante nuevo, espero que sean agradables con él.- Escuché la voz del profesor, pero sin asimilar siquiera una palabra de lo que dijo ¿Qué demonios acaba de decir?... Oh ya no importa.

Continué con mi escritura nuevamente ignorando el entorno a mi alrededor, hasta que... algo empujó mi brazo y una de las letras de mi perfecta escritura se desvió notablemente. Mi hoja estaba... manchada. Arrojé mi pluma al suelo con fuerza poniéndome de pié bruscamente y girando hacia el pobre infeliz que había provocado un error en mi caligrafía.

Torpeza... en la escala del uno al diez a mí me darían un mil (aunque matemáticamente eso sería imposible), pero mi pequeño desliz era producto de mis largas noches sin dormir y mi atormentado viaje hacia este mi nuevo hogar.

El viaje había sido más que extenuante, primero el tren, luego un auto elegante, gente hablando, tropezándome. Era tan, tan pero TAN molesto, que no podía describirlo. Me sentía agobiado y perdido y mi situación no mejoró, pues cuando entré a la oficina de Roger, el hombre comenzó hablar sobre Wammy's, sus reglas, estatutos y estudiantes, haciendo hincapié en uno de ellos. Un chico rubio, con un corte de cabello algo extraño, dijo que era de especial cuidado, pues era algo impredecible y que hiciera lo que hiciera no lo hiciera enojar. Su nombre es Mello.

- ¡MIERDA!- grité clavándole la mirada.

- Yo... Lo siento tanto... n-no era mi intención... es que... y-yo... perdóname.- escuché a la persona decir apresurada y entrecortadamente.

Maldición, mi mente gritó. Debía ser ése el chico, el tal Mello del cual debía cuidarme. Debo hacer algo antes que me saque el nombre por la boca..

Nuestros rostros estaban demasiado cerca... en realidad yo no había medido la distancia cuando sufrí mi ataque de temperamento. Sus ojos eran profunda y cristalinamente verdes, su piel blanca y sin pecas, su cabello era de un extraño color rojo y unos raros googles reposaban en su frente... pude sentir su aliento chocando en mis mejillas en una apresurada y agitada respiración. Me alejé un poco.

- Permíteme- dije tratando de mostrar algo de educación, me agaché y recogí el desastre que había hecho, luego le extendí la pluma que había recogido del suelo- Yo lo lamento mucho- puse mis ojos de chico perdido y trate te sonreír, pero el muchacho era bastante inflexible y cruel. Arrancó la pluma de mis manos y me dirigió una mirada asesina que me hizo temblar del miedo y pensar a la vez que en toda mi maldita vida nunca había conocido alguien como él.

- ¡Mello! ¿Recuerdas acaso la amabilidad?- me reprendió el señor Smith, sacándome de mi ira profunda hacia el recién llegado- Ahora deberás hacer el trabajo con él... ese será tu castigo.- anunció a lo que yo me preparaba para gritar nuevamente.

No me ayude señor Smith, ahora Mello comenzará a practicar canibalismo y yo seré su primera victima. Pensé…

- ¡No puede emparejarme con él!- me imagino que es el nuevo... - ¡No está a mi nivel!-

Traté de decir algo en mi defensa, me sentía en medio de la tercera guerra mundial. El tal Mello, dominaba al profesor de un forma casi paranormal.

- Pues él, Mello, es el tercero en la sucesión. Deberían hacer un buen equipo.- aclaró el hombre. Me quedé sin palabras, me quedé indignado ¿Él? ¿El tercero? De todas formas jamás me superará.

Todo quedó en silencio a lo que yo tomaba asiento enfurecido y retomaba mi estudio. El pelirrojo al que le había gritado se quedó petrificado en su lugar, aún intentando respirar apropiadamente otra vez.

Punzadas llegaban a mi cabeza, era la primera vez que me obligaban a socializar, a hablar con alguien de mi edad y ese alguien resultó ser una de las reencarnaciones de Hitler. Aunque admiraba un poco su habilidad para subyugar a cualquiera que tuviese el valor de enfrentársele, no era suficientemente grande como para hacer que mis piernas se movieran y mi respiración se calmara.

- ¡Tú! ¡Siéntate!- ordené con ira, a lo que él sólo se limitaba a obedecer.- No harás nada... sólo no me perturbes.- demandé terminando el cuestionario.

Pensé en ese instante, Perfecto, no te perturbaré, es más ni si quiera quiero estar en este estúpido salón contigo y con tanta gente. No tenía el valor para hablar, aunque tampoco soy muy conversador. Digamos que mi incapacidad de ser sociable me salvaría la vida al menos por esa clase, pero no creo que mi suerte dure mucho...

Y así permaneció, en silencio a mi lado, sin objetar ni cuestionar nada de lo que yo hacía, obedeciendo a cada seña y gesto que yo emitía, quizá para que cambiara de página en el libro de texto, o para que abriera otro.

Obedecer, debo obedecer... mi mente me daba como respuesta a la pregunta de cómo estar cerca de este chico sin que lo termine sacando de las casillas.

La clase había acabado luego de unas dos horas más ya que aquel día tuvimos doble turno. Tendríamos un receso de media hora antes de volver a los salones para las otras materias. Decidí ir a mi habitación para retomar la lectura de una novela que había dejado allí, por lo que empecé a caminar lentamente. Crucé los pasillos con lentitud y pereza, pero de pronto sentí que alguien me seguía... volteé casi imperceptiblemente y por el rabillo del ojo pude notar al pelirrojo a mis espaldas. ¿Qué sucede? ¿Carece de habilidad para hacer amigos? Me pregunté burlonamente.

Vi cómo Mello me observaba de reojo y una sonrisa maquiavélica se dibujo en su cara. Quise detener mi acción y dejar de seguirlo, cuando mi mente trajo de vuelta una de las frases de Roger. 'Se paciente y tolerante con él, pues en el fondo es bastante agradable.'

Es agradable, es agradable me repetía mientras caminaba tras de él en completo silencio. Roger me había advertido sobre él, pero fue tan bastardo, que no me dijo como tratarlo.

De pronto justo cuando yo me detuve para entrar a MI habitación, el chico nuevo se detuvo conmigo.

- ¿Qué demonios crees que haces? ¿Acaso no tienes otra cosa más que hacer además de seguirme?- inquirí fastidiado mientras abría la puerta con MI llave.

Pensé en ese instante que no tenía absolutamente más nada que hacer que ser su perro faldero.

- Pues...yo….- Mis ojos no le daban crédito a lo que veían y no puede evitar comenzar a realizarme preguntas que me atormentaban ¿Por qué movieron mi cama? ¿De dónde demonios sacaron esa otra? ¿Qué se supone que es todo esto? Con un demonio ¡¿Qué diablos pasa? -...esta también es... mi... habitación.-

No sé cómo tomé el valor para hacer esa ultima afirmación esperando lo peor. Está bien lo admito, no soy sociable, no soy ni si quiera agradable, pero molestar a un chico como él nunca es conveniente y no sé por que el tal Roger, me había escogido a mí para que compartiera la habitación con él. Trata de hacer algo mi mente ordenaba, mientras veía el rostro de Mello completamente desencajado. Presentarme eso es... debo presentarme, así no me sentirá como una amenaza a su statu quo...

- Me llamo… Ma- no pude terminar de presentarme, cuando sentí la puerta de mi nueva habitación, azotarse contra mi cara y vaya que si dolía. Pensé que por lógica, en algún momento el chico podría salir de la habitación, así que me dejé caer al suelo y saqué mi consola, comenzando a jugar. Debía esperar que su ataque de ira pasara y que me aceptara aunque fuese un poco, paciencia... la paciencia es lo que me sobra. Suspiré y recliné mi cabeza sobre la puerta de la habitación, pensando que extrañaba la mía, extrañaba mi vida…