Una vez más lo había hecho sufrir.

Nuevamente lo había corrido de su casa, de su vida…

Para salir y acostarse con cualquiera, así no sentir pertenencia hacia el, no creer que lo necesita, para no enamorarse. Pero ya era muy tarde, estaba enamorado y estas salidas nocturnas hacían sufrir a dos corazones, lamentablemente uno de ellos era completamente inocente.

Shuichi ya no podía entender tanta amargura dentro de su alma, no podía soportar ese sentimiento de constante inseguridad que se apoderaba de su corazón y que en ocasiones le hacía explotar de tristeza y soledad, su rubio no lo amaba, no lo acariciaba, no le susurraba cosas bellas al oído, no era su amante, sino que simplemente alguien que disfrutaba del placer fácil que podía obtener de el.

Por lo mismo esa noche había tomado una determinación. No volvería, en cuerpo o alma, no regresaría al infierno que vivía junto a su amado. Esta era una de las tantas veces que lo decidía, pero ya no podía soportar seguir con esa vida que lo consumía lentamente y que lo había llevado a la locura.

Hacia meses que lo tenia decidido, cuando yuki volvió de casa luego de ir a NY las cosas habían mejorado bastante, ya no eran tantas veces las que lo corría, y eran muchas mas las palabras llenas de amor que le regalaba, pero de un momento a otro ya no había nada de eso, solo discusiones y malos ratos. Casi al mes después del cambio las camisas de yuki comenzaron a llegar con fragancias y marcas inconfundibles. Shuichi no era tonto y no necesito mucho para llegar a una conclusión: "engaño".

Jamás lo encaro, no reprocho. Prefería pensar que su rubio no podía estar haciendo ese doble juego. Al esconderse la verdad, también se comenzó a extinguir su esencia, cada día se levantaba con menos fuerzas, ya había perdido la partida contra el destino, solo porque el se había rendido.

Cuando yuki lo poseía era el único momento en que realmente se sentía cercano a el, por lo mismo, aunque se sintiera un maldito objeto, no lo impedía, y cuando terminaban, el rubio siempre repetía "estuviste bien" y el pequeño insistía en decirle te amo.

De esa forma su vida no iba hacía ningún lado, shuichi lo sabia, lo podía ver en el reflejo que día a día le devolvía la mirada desde el espejo. Ya no soportaba verse a si mismo de esa forma. Cada vez que respiraba el nudo de su garganta se apretaba mas, ya no sonreía, ni saltaba, ni jugaba.

Todos se daban cuanta del cambio de shuichi, pero nadie pensó en eso para mal, para ellos tenerlo tranquilo y estable en el trabajo era lo único que necesitaban, solo Hiro se preocupaba en verdad por el, pero como el pequeño disimulaba muchos de sus síntomas, no pudo ver el problema completo.

"todo acabo" dijo shuichi con una mirada siniestra opacando sus hermosos ojos.

Tomo la fina navaja y la observo brillar a la luz de la luna, paso la navaja levemente sobre su dedo índice una fina marca roja apareció en el al acto. Tomando un poco de aire corto con ella su muñeca derecha, no fue un corte horizontal, sino que una vertical, esta vez no quería que lo salvaran. Cuando separo el cuchillo de su piel la sangre tibia comenzó a salir con fuerza de su interior, como si quisiera que todo pasara rápido, un poco mas tembloroso que al principio repitió lo mismo en su mano derecha, y se recostó en la banca del parque donde solía ir a llorar las veces que terminaba con yuki.

El dolor que sentía era horrible, pero ese dolor anestesiaba el de su alma, pronto todo terminaría, estaba feliz por saber que ese era el final.

Cuando yuki por fin lo encontró vio de inmediato la mancha escarlata que oscurecía el pasto debajo de la banca donde estaba acostado shuichi y una profunda tristeza lo inundo. Había llegado demasiado tarde, su pequeño tornado ya había muerto, dejándolo con las disculpas en la lengua y una promesa de amor eterno.