Un estruendoso golpe llego a sus oídos, al igual que un fuerte dolor en su mejilla. El contacto de la mano ajena se alejó de su piel, y la pudo observar a ella, con los ojos empañados de lágrimas y un claro rostro de furia.
— Por favor, m'lady ¡Tienes que entenderme! — Sus suplicas estaban llenas de desesperación ¿Cómo no estarlo? Estaba haciendo aquello para protegerla y aun así terminaba dañándola.
— No, ¿No lo entiendes? ¡Somos un equipo! ¡Un jodido equipo! — Cada vez que ella hablaba su tono de voz parecía quebrarse al mismo tiempo que las lágrimas amenazaban en salir — Por siete años hemos sido un equipo y — No pudo contener mucho el llanto, quería ser fuerte.
Se abrazó a sí misma, sintiéndose traicionada en el peor momento.
Por la persona que amaba.
— ¿Y no estas harta? — Preguntó él, tomando una de las manos de ella, intentando acariciarla, pero ella quito el tacto — Siete años luchando contra akumas ¿Para qué? ¡Siete años con todo parís sufriendo! — Exclamo, sintiendo la sangre hervir — Tiene que acabar, no hay necesidad —.
— ¿Y tienes que hacerlo solo? ¿Por qué no confías en mí? — Le reclamo, señalando su pecho con su dedo de manera furiosa.
— ¿Tú confías en mí? —.
— Con mi vida —.
— Ladybug — Pronunció, mirando hacia ella y acortando distancia — Siempre te rogué saber nuestras identidades bajo la máscara, aun cuando nosotros comenzamos a ser algo más que compañeros, te seguías negando ¿Eso es confiar en mí? No sólo en tu compañero ¡En tú pareja! — Tomo su rostro entre sus manos, observando como ella sollozaba levemente pero sin perder la mirada firme que le caracterizaba.
— ¡Por qué bien sabes que Hawkmoth cada día era más fuerte! ¿No crees que quería protegerte a ti? ¿A tu familia y a la mía? — Le gritó, alejándolo de ella con fuerza — Aquella vez, cuando éramos jóvenes y yo casi… ¡Oh dios! No podría perdonarme el haberte hecho algo —.
Él rió sonoramente al escuchar la palabra familia.
— Yo solo quiero protegerte, por qué mi familia eres tú, entiéndelo —.
— Por favor — Suplico ella, mirando hacia sus pies, temblando por aquel comentario.
— Lo siento —Murmuro, tomándola de la cintura y atrayéndola hacia él.
Besó suavemente sus labios, cerrando sus ojos e intentando grabar cada detalle de ella en su memoria.
Desde su aroma, la suavidad de su piel y el calor de su boca.
Se separó de ella, inhalando lo más que pudo para tomar el valor.
Para tener el valor suficiente al abrir sus ojos, y que ella no se encontrara ahí.
Por qué ahora él se encontraba sentando, observando por la ventana del coche, sin poder evitar que los recuerdos de hacía, irónicamente, siete años atrás.
Su vista estaba fija en la torre Eiffel, en la punta, añorando estar ahí con su dama escarlata.
Limpió una leve lagrima que salía de sus ojos, odiaba tener que estar de vuelta en parís de esa manera, por qué solo dejaba claro que había fallado.
Y también por qué eso significaba que Hawkmoth volvería a atacar parís.
Ya no era un niño, era un hombre ya hecho, pero le gustaría decir que derecho, pero no era así.
Plagg se encontraba sobre su hombro, con la mirada perdida.
— Adrien — Llamó la atención de él — ¿Qué vamos a hacer? —.
Él suspiró, realmente no lo sabía.
— No lo sé —.
Estaba contra la espada y la pared.
Quería salvarla a ella, volver a tenerla junto a él.
Pero también anhelaba que Ladybug estuviera sana y salva.
Sabía que Hawkmoth pronto entraría en desesperación y en algún momento cumpliría su palabra, sí él no lo lograba, le arrebataría el Miraculous de la creación su portadora aunque tuviera que matarla.
Recordaba cuando recién había sido elegido, era apenas un adolescente de quince años solamente, los akumas que enfrentaban nunca querían dañarlos específicamente, teniendo el poder para intentar matarlos, nunca lo habían intentado.
«Por qué eran unos críos» Recordó.
Tampoco nunca habían intentado quitarles el Miraculous por la fuerza, siempre lo pedían, de manera no tan gentil.
En su tiempo no pudo entender por qué, y realmente no le dio mucha importancia al asunto.
Después lo supo por palabras de Plagg, luego de que apareciera el primer akuma que se los intento arrebatar, advirtiéndole de un peligro.
«Cuando un portador es separado de su Miraculous de manera abrupta cuando tiene la transformación, ocurre el llamado daño espiritual chico, no dejes que nunca te lo quiten»
Cuando aquello comenzó, fue cuando Hawkmoth los veía como verdaderas plagas.
Cada uno de los villanos que enviaba eran más fuertes que los anteriores, cada uno tenía menos consideración con los civiles y eran mucho más brutales con ellos.
Paris tenía miedo, ellos lo tenían.
Sólo cuando él se fue pudo darle a Paris un respiro de toda aquella tormenta.
Pero ahora el pronóstico no era nada bueno.
Tenía que ser fuerte como un pilar si no quería que todo se derrumbara.
Cuando el automóvil por fin se detuvo, pudo observar a la perfección las oficinas de "Gabriel's" y pudo sentir como su estómago se revolvía.
Quería huir.
Quería huir de regreso al Tíbet.
Abrió la puerta y bajó, su cuerpo se sentía pesado, quizás por el largo viaje y el leve cambio de horario.
O quizás por qué vería a su padre.
Comenzó a caminar dentro del edificio, era extraño, hacia años que no se encontraba en aquel lugar y aparentemente no era reconocido por los trabajadores.
No le extraño mucho no ver a los mismos empleados, es decir, habían pasado ya siete años y bien sabía que en el mundo de la moda nada podía ser seguro.
Presionó el botón para llamar al ascensor, milagrosamente tenía la suerte de su lado (irónico) y este no tardó más que unos cuantos segundos en abrir.
Al entrar, tipeo el piso número diez, donde se encontraba la oficina de su padre.
Las puertas se cerraban, y ahí escucho un leve grito.
— ¡Hey! ¡Detén la puerta! — Decidió ignorar aquella voz, de verdad él tenía prisa por acabar con aquello — ¡Te hablo a ti rubio oxigenado! — Vocifero molesta.
El giro su vista hacia ella, al mismo tiempo que detenía con su mano las puertas del ascensor, dando oportunidad de que la mujer entrara.
— Vaya, tienes carácter, no me sorprende que trabajes aquí — Comentó él divertido al verla tomar aire — ¿Piso? —.
— Diez — Le dijo, tomando una gran bocanada de aire y percatándose que el piso ya estaba marcado — No era tan difícil esperar unos segundos si vamos al mismo piso ¿O sí? —.
— Quizás pero digamos que tengo prisa —.
Ella comenzó a acomodar su cabello, era corto y bien estilizado según lo pudo apreciar. De un color que para él siempre había sido peculiar y había estado presente en su vida, un negro tan oscuro que podía reflejar el color azul.
— Que caballero — Añadió con sarcasmo, rodando sus ojos.
Ojos azules.
— Eh, sí, así soy yo — Comentó algo incómodo.
¿En que estaba pensando?
Las puertas del ascensor se abrieron, dejando él que pasara ella por delante, para después comenzar a caminar hacia la misma dirección que ella.
— ¿Me estas siguiendo? — Le pregunto él, enarcando una ceja al tiempo que se ponía a la altura de ella en el pasillo.
— Creo que quien me sigue eres tú, si observas bien —.
— Yo voy a la oficina de Gabriel Agreste — Se defendió ¿Por qué aquella mujer osaba en acusarlo?
— También voy a la oficina del señor Agreste — Le respondió, intentando ignorarlo el resto del camino.
Cuando llegaron, notaron que la secretaria del diseñador no se encontraba en su puesto.
Ella suspiró.
— Mira, tengo asuntos importantes que atender — Señalo la gran carpeta que tenía en sus manos — Si me hicieras el gran favor de ser un caballero, me disculparía por el insulto y después tendrías tu tiempo con el señor Agreste para que te contrate —.
— ¿Piensas que estoy aquí para que me contraten? — Preguntó él, divertido.
Esa mujer le estaba sacando de quicio.
— Gracias, eres genial — Añadió caminando hacia la puerta de la entrada a la oficina.
Pero no se iba a quedar así.
Él iba a hablar con su padre ahora, iba a terminar con aquello ahora.
No había volado tanto para tener que esperar más por aquella mujer.
Y cuando ella entró a la oficina, él también.
— ¡Padre! — Exclamó, intentando contener todas las emociones que lo podían embargar.
Miedo, sobre todo miedo de lo que podía pasar.
— ¿Padre? — Pregunto la mujer, al tiempo que la gran carpeta se le resbalaba de las manos, atrapándola en un ágil movimiento.
— ¿Señorita Dupain-cheng? — Preguntó el hombre mayor de la sala, al observar como la mujer recomponía la postura — Pensé que llegarías por la noche, varios vuelos se retrasaron por la súbita tormenta —.
Adrien intercambio una mirada con la mujer con la que había compartido elevador hacia unos minutos, recordando vagamente que aquel apellido correspondía a una antigua compañera de clase, una vieja amistad que había tenido en el instituto y los primeros años de la universidad.
Y por más que intento buscar a la muchacha levemente nerviosa en aquel intercambio de palabras, no había un ápice de ella.
¿Realmente aquella era Marinette?
Bueno, todo mundo cambiaba, más luego de tantos años.
Junto con el recuerdo de su nombre en su mente aparecieron varios más, entre ellos Alya y Nino, con quienes había perdido completamente contacto también, ¿Cómo estarían ellos?
Marinette, por su parte, sintió pánico.
Había insultado abiertamente al hijo de su jefe, a su ex compañero de instituto y a su antiguo crush.
Deseaba que la tierra la tragara.
— ¿Y bien? — Llamó Gabriel, y ella notó que su tono de voz era el mismo a cuando comenzaba a impacientarse.
— ¡Cierto! — Se acercó al escritorio donde él se encontraba sentado, entregándole la gran carpeta — Esto es parte de mi trabajo, los bocetos para la temporada de verano del siguiente año —.
— ¿Y la sesión infantil? —.
— Se está realizando ahora en el pequeño estudio que esta en este piso —.
Por unos instantes Adrien sonrió, se sentía orgulloso que su amiga hubiese conseguido trabajar para la industria a la cual ella siempre aspiro, sabía que era muy talentosa y para que su padre le entregara una tarea de tal importancia, era porque sabía y reconocía su talento.
Y él, por otro lado, no sabía lo que iba a hacer.
Sobre nada.
— Es todo, puedes ir a supervisarla, si puedes contactar a Nathalie para que te ayude en lo necesario —.
— De acuerdo, permiso — Dio media vuelta con sus talones, dándole una mirada suave al rubio.
Una disculpa con una mirada suave implicada.
Y salió de ahí.
— Marinette es muy talentosa, me alegra que haya cumplido su sueño — Comentó el más joven de los hombres en la sala, tomando asiento frente al escritorio de su padre.
— Sí, a pesar de las dificultades por las que pasó supo llegar hasta donde está ahora — Le dijo Gabriel a su hijo — Desde que estaba en el instituto la veía como buen prospecto para fuese tu esposa, es una lástima —.
Adrien tosió un poco de la sorpresa.
— No estoy aquí para hablar de la vida amorosa que hubieras querido que tuviera —.
— Por desgracia, no — Hizo una pausa, recargándose por completo en su asiento — Como te lo dije desde un principio, fue una pérdida de tiempo y de tu esfuerzo Adrien — Sobó el puente de su nariz — Creí en tu palabra muy a pesar que Nooro me dijo que era imposible, y aquí estamos, con siete años perdidos —.
— Pensé que habías dicho que no importaba él tiempo —.
— Las cosas han cambiado, han sido catorce años sin tu madre —.
— Ladybug no aceptaría, lo sabes — Susurro, sintiéndose nuevamente como lo hacía años atrás.
No sabía cómo sentirse respecto con su padre, era quien lo había puesto a él y a Ladybug en peligro de muerte constante.
Pero para recuperar a su madre.
¿Tenía que odiarlo? No lo sabía, pero parte de él si sentía repulsión hacia él.
Mientras que otra parte lo admiraba por resistir tantos años intentando recuperarla.
Y él interponiéndose en sus planes.
— Si Ladybug supiera, lo haría — Hizo una pausa — Es una heroína y es su deber, además, sé que sigue en Paris con su Miraculous activo, no hace apariciones como antes, pero lo hace — Continuo de mala gana.
— ¿Aunque sea ayudar a Hawkmoth? ¿Quién ocasiono muertes de civiles? — Espetó con acidez.
— Fueron daños colaterales, Adrien —.
Y le sorprendía lo frio que podía llegar a ser en ocasiones.
— No lo hará por el simple hecho que si la despertamos, eso también despertará —.
— ¡Ella puede detenerlo, Adrien! — Bramó, levantándose y golpeando el escritorio.
Adrien no se quedó con los brazos cruzados, se levantó repitiendo gesto de su padre.
— ¡Entiende que no la quiero arriesgar! ¡Entiende que la amo! —.
— ¿Más que a tu madre? — Pregunto, casi en un susurro de súplica.
— No tengamos esta discusión de nuevo —.
— Cumplí mi parte del trato, deje a tu bicho en paz mientras tu intentabas encontrar la forma de liberar su cuerpo, ahora tu cumple la tuya — Lo miró severamente — Quiero su Miraculous, y ahora no me tentaré el corazón por ti, o lo haces tú o lo haré yo a mi manera —.
Y sabía que eso significaba que la mataría.
Suspiró, pasando sus manos por su rostro.
Plagg se removió incomodo debajo de su chaqueta, era obvio que pensaba que aquello era una mala idea.
Unos golpeteos en la puerta llamaron la atención de ambos hombres, consiguiendo un incómodo "adelante" pronunciado por Gabriel.
— Disculpe que interrumpa, pero necesitamos su aprobación para la siguiente ronda de vestuarios, Señor Agreste — Mencionó una rubia, entrando por la puerta de la oficina — Además, Le petit modèle quiere que usted escoja lo más bello para ella — Comentó la mujer, riendo un poco por aquel sobre nombre — ¡Oh, Adrien! Que alegría tenerte por aquí, han pasado siglos, te ves algo acabado, pero increíblemente igual de guapo —.
— Eh gracias, supongo —.
Gabriel suspiró.
— En un momento, Señorita Bourgeois — E hizo un ademan para que se retirará.
— ¿Chloé también trabaja para ti? — Preguntó Adrien, intentando despejar su mente de la carga que tenía sobre sus hombros.
— En realidad trabaja como maquillista de Marinette, ella la llama cada que sus diseños son modelados y hay alguna sesión — Para Adrien aquello fue una sorpresa, no imaginaba que esas dos pudieran convivir en el mismo espacio sin querer arrojarse del precipicio más cercano — Acompáñame, después de todo, todo esto pasara algún día a tus manos, tienes que — Pero fue interrumpido.
— Sé lo que dirás, pero creo que lo mejor es que vaya al hotel donde estaré hospedado, necesito pensar las cosas —.
— No quiero comenzar a discutir de nuevo — Agrego Gabriel.
Adrien suspiró, tenía ya veintinueve años y varios sin ver en persona a su padre, y lo trataba como si fuera un niño.
Pero por otro lado tenía que mantenerlo contento (Si es que existía alguna forma) para convencerlo de cambiar sus planes.
— De acuerdo — Accedió finalmente, de mala gana.
El trayecto al pequeño estudio estuvo lleno de un silencio incomodo, afortunadamente no estaba tan alejado de la oficina y ambos agradecieron eso.
Tenían tantas cosas en la mente que desde hacía años no habían interactuado como verdaderamente como padre e hijo.
Parecían como desconocidos.
Cuando entraron, todo mundo comenzó a bombardear de preguntas al diseñador, desde cual se le vería mejor a la modelo, si debían cambiar de tela o que podían hacer.
Eran pequeños trajes, no eran para una modelo de talla regular, sino más bien como para una niña.
Y recordó el sobrenombre que Chloé ocupo para referirse a la modelo, añadiendo el hecho que hacia no mucho, su padre había renovado la línea infantil que tenía la empresa, que se encontraba prácticamente olvidada.
Entonces, intentando zafarse de la pequeña multitud que asediaba a su padre, frente a los reflectores pudo observar a quien ahora reconocía como Chloé, su antigua amiga, haciéndole mimos a una pequeña niña con un hermoso vestido ligero blanco, con un pequeño encaje en la cintura y su cabello rubio atado en una coleta alta.
Nunca creyó que Chloé fuera buena con los niños.
La pequeña niña hizo unas señas a alguien detrás de los reflectores, quien reconoció como Marinette, sabía bien que ella se encontraría ahí.
La pequeña salto a sus piernas, abrazándola, Marinette solo pudo reír de manera cautivadora (según su pensamiento) para después darle un pequeño beso en la mejilla.
La escena parecía para él algo abstracto, realmente había una inmensa felicidad ahí y él se preguntaba si la podría alcanzar.
Tan ensoñado estaba en sus pensamientos que no se percató cuando todos fueron prácticamente corridos del lado de su padre, alistándose en posición.
Gabriel se colocó a su lado, observando a su hijo e inmediatamente hacia la dirección la cual él miraba.
Los ojos de la pequeña niña se abrieron de par de manera de emoción, mostrando unos hermosos y brillantes ojos verdes que Adrien juraba que había visto alguna vez en alguien más.
— ¡Abuelito, deséame suerte! — Grito la pequeña, agitando su mano.
— ¡Emma, compórtate! —Le reprendió Marinette, intentando ser sutil.
— No la necesitas preciosa — Respondió el hombre mayor, con una débil sonrisa en su rostro.
Adrien notó el leve cambió de su padre, y se sorprendió por aquella escena.
— ¿Me perdí de algo? — Preguntó, confundido.
— Sí, solo la maravillosa oportunidad de que esa niña en verdad fuera mi nieta — Le comentó, intentando sonar divertido, obteniendo el resultado contrario.
— ¿Por alguna razón en especial? —.
— Sí, te lo dije hace no mucho Adrien ¿Dónde tienes la cabeza? — Preguntó, frunciendo el ceño — Que yo veía a la señorita Marinette como un prospecto a buena esposa para ti, lamentablemente no fue así — Finalizó con un toque de molestia.
Adrien hizo una pausa en su cerebro.
¿Entonces, Marinette tenía una hija? ¿Estaba casada?
¿Tanto se había perdido de la vida de sus amigos?
— Me recuerda a tu madre — Comentó al aire.
Adrien volvió a mirar a la pequeña, observando su sonrisa.
— Sí — Solo pudo contestar eso.
[…]
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OK, creo que este es el fanfic/capitulo que he escrito hasta ahora.
Un nuevo proyecto que tenía en mente, donde Adrien después de muchos años descubre quien es Hawkmoth e inevitablemente hay una alianza.
La neta, espero que les guste este coso mío, salió el primer capítulo tal como quería, y espero que entiendan el comportamiento de mi niño gato.
También agregue el dato que comenta Plagg, el daño espiritual, que será parte importante de la historia, se explicara más adelante.
PD: No sé cuántos capítulos tendrá, planeo unos diez, ya el tiempo lo dirá.
Espero que este proyecto les guste/llame la atención.
PD2: Por si no lo entendieron, Ladybug y Chat Noir tenían una relación de pareja, sin saber sus identidades y nunca lo hicieron.
