Soltó un suspiro antes de recostarse contra la pared cerrando los ojos. Su trabajo era realmente agotador, pero era en el que lo había metido su familia, así que no podía quejarse. Además, tenía a su hermano mayor con él; mejor eso a estar totalmente solo y rodeado de desconocidos en algún otro puesto.
Sin embargo, eso no quitaba que le dieran asco aquellos delincuentes que a diario debía vigilar. Abusadores de todo tipo, maltratadores, estafadores, vendedores de droga… dudaba que alguno fuera realmente inocente con las pintas que traían. Quizás no debía juzgar por la apariencia, pero había vivido tantas cosas ahí dentro que ya no podía tener otra visión de ello.
—Totty, ¿cómo está el preso de la celda dos?—La voz de su hermano mayor lo sacó de sus pensamientos. Llegaba con el uniforme algo desarreglado, lo que Todomatsu no soportaba. Frunció el ceño de forma casi imperceptible y se acercó a él para acomodárselo.
—Jo… nii-san, sé que las manías de los presos se te pegan con facilidad, pero recuerda que somos más que ellos—reprochó, arreglando su cuello junto con su corbata—. ¿Me puedes decir qué demonios haces para terminar así?
—Tuve que separar a un par de idiotas que se empezaron a pelear por un trozo de pan. Fue agotador… y más porque uno de ellos era el único que quería robarlo—explicó, rascándose la nuca antes de suspirar—. Dan mucho trabajo, creo que deberíamos aislar a ese…
—Tú sabes mi opinión respecto a eso—dijo con tranquilidad, terminando de ajustarle la corbata.
—Sí: quieres que los matemos a todos.
—Exacto.
—Pero no podemos matarlos, Totty.
—Lo sé, lo sé. Pero no me niegues que sería todo más fácil. No tendríamos tanto trabajo aquí, se liberaría espacio e Ichimatsu-niisan no debería tener que lidiar a solas con todos esos delincuentes en la prisión al otro lado de la ciudad—Elevó su mirada, encontrándose con los ojos carmesí de su hermano—. Sé que tú piensas igual que yo, ¿por qué nunca me apoyas? Deberías hacerlo siendo que eres el que termina más agotado… porque no me dejas ayudarte cuando de calmar peleas se trata.
—Todomatsu, ya hablamos de esto.
—¿De qué te da miedo que uno de esos locos saque una navaja escondida y me apuñale hasta matarme haciendo que te quedes solo porque Ichimatsu-niisan te odia y no quiere volver a verte después de lo que pasó?
—¡Todomatsu!
—Tsk. Supéralo, nii-san. No soy un niño y puedo cuidarme solo.
—¡¿Podrías dejar de soltar estupideces?! ¡Ichimatsu no tiene nada que ver en esto!—Terminó pasándose una mano por su cabello, intentando calmarse pues odiaba que el menor lo hiciera perder los estribos, aun más si era en una zona donde algunos presos podrían oírlo rabiar. Nunca se dejaba ver irritado ante ellos, pues de diversas maneras éstos buscaban lograrlo sin éxito. Pero Totty era otro asunto, compartía su misma sangre e historia… y sabía dónde tocar para descolocarlo.
—Hehe, tranquilo nii-san~ Solo estaba bromeando~—canturreó Todomatsu colocando una cara tierna, la misma por la que el más grande ya no caía. Prefirió ignorar el tema y continuar con su día de trabajo.
—Ve a vigilar al preso de la celda dos—ordenó severo, apretando los dientes al darse cuenta de que seguía permitiendo que la actitud provocadora de su hermano le llegara más de lo que debería. Totty sonrió.
—Está bien, está bien… Iré. Aburrido—murmuró, volteando rápido para que viera su espalda antes de que el otro lo hiciera. Empezó a caminar hacia el lugar asignado, oyendo a la distancia las maldiciones del mayor.
Que divertido era picarlo.
No le costó llegar, después de todo cada celda tenía una gran seguridad y nadie se interponía en su camino. El prisionero que debía vigilar estaba tranquilo, como siempre. Había notado que ese en especial era bastante solitario. No hablaba, apenas comía y rara vez cruzaba miradas con él o con Osomatsu. Intentó buscar en su mente su historial, pero no lo halló.
O mejor dicho, no le interesaba.
—Eh, tú, escoria ¿tienes hambre?—habló, sacando de uno de sus bolsillos un manojo de llaves de esa zona. Empezó a separarlas, buscando la correcta—Si no estoy mal no comes hace cuatro días, ¿quieres morirte de hambre o qué?
—No tengo apetito.
Todomatsu no pudo evitar alzar la mirada inmediatamente al escuchar su voz. No recordaba haberlo oído hablar, así que se le hacía algo extraño.
—Al menos mira a tu superior cuando le respondas—exigió, frunciendo el ceño al darse cuenta de que seguía manteniendo su cabeza baja.
—Je…—El policía apretó los dientes al escuchar esa pequeña risa que parecía estarlo subestimando e iba a reclamarme, a amenazarlo con darle una reprimenda si no lo obedecía, cuando los ojos azules de ese preso subieron de forma repentina, chocándose con los suyos rosados—¿Esto querías?—preguntó con un tono de voz grave, uno que buscaba desafiarlo.
Todomatsu no supo cómo reaccionar. No se esperaba que la mirada del prisionero tuviera tanta determinación y fuerza, siendo que en su mayoría todas las personas de ahí poseían rendición y cansancio, algunas hasta miedo.
Pero en ese azul tan profundo no encontraba rastro de temor.
—¿Te comieron la lengua las ratas? ¿No se supone que eso debería pasarme a mí siendo que no limpian esta celda desde que llegué?—La voz del preso lo sacó de su shock.
—No te atrevas siquiera a contestarme y no sé de qué te quejas. Tú cometiste un crimen, no mereces siquiera estar en un lugar con higiene—respondió con frialdad, guardando las llaves de nuevo en su bolsillo—. Iba a traerte comida, pero creo será mejor dejarte morir de hambre.
—Ustedes me mataron hace mucho tiempo desde que me metieron aquí a pesar de que soy inocente—susurró, sin embargo no lo repitió cuando Todomatsu murmuró un "¿hm?" que parecía estarlo retando a que volviera a decir lo anterior.
—Agh… que asco—susurró, decidido a dejarlo solo al percatarse de que mantendría el silencio. Por alguna razón que fuera indiferente lo enojaba más que si le contestara. Sería mejor que fuera a buscar a su hermano, a ver si al menos lograba meterse en alguna pelea para demostrarle su fortaleza.
En cuanto al prisionero que volvió a la soledad de su celda, levantó la cabeza y observó el lugar en donde antes había estado ese oficial. Apretó los puños, empezando a sentir que la sangre le hervía.
Se sentía tan impotente. Quería hacer, gritar o golpear algo frente a todas esas injusticias que se le presentaban día a día. Nunca debió confiar en las personas de su barrio.
Eran trillizos, unos bastante inquietos. Él era el mayor, seguido por Choromatsu y Jyushimatsu, que era el menor. Habían quedado huérfanos a muy temprana edad a causa de un ajuste de cuentas, pues al parecer sus padres se traían algo entre manos que ellos jamás supieron.
Y a lo que nunca quisieron acercarse.
Comenzaron a vaguear por las calles al quedarse sin casa, porque los hombres que ese día entraron por la fuerza destruyeron todo. Y Karamatsu no iba a permitir que sus hermanitos durmieran en el mismo cuarto donde habían yacido los cuerpos ensangrentados de sus padres. Al menos había podido evitar que los vieran, él era el único que conservaba ese cruento escenario en su mente.
Empezó a trabajar con todo lo que tenía, no sin antes haber encontrado una casa abandonada que les servía para resguardarse. Estaba casi por desmoronarse y eso aterraba al mayor las noches de tormenta, en donde varias veces había rezado para que no se les cayera el techo encima.
Karamatsu apenas tenía unos doce o trece años cuando comenzó a ser explotado por varias personas del barrio que conocían su historia, pero lo señalaban con el dedo y hablaban a sus espaldas en vez de ayudarlo; "El primogénito de los traficantes de órganos/vendedores de drogas/secuestradores" El delito siempre cambiaba y ni siquiera él sabía cuál era el real, pero de seguro eso a los demás tampoco les importaba.
Solo se aprovechaban de su necesidad por trabajar, debido a que conocían que valía por tres.
Y él estaba orgulloso de valer esa cantidad.
Pero fue muy difícil. Demasiado difícil.
En la celda, Karamatsu se acurrucó contra la pared para posteriormente dar vuelta su brazo, dejando a la vista una gran cicatriz que le subía por toda la piel. Todavía recordaba aquella noche en donde unos hombres quisieron aprovecharse de los menores ya que llegaba tarde del trabajo y él los defendió con garras y dientes, ganándose un corte de una navaja que parecía lo acompañaría por siempre.
Lo único que no lograba recordar era como se había curado. Nadie en ese lugar los quería, así que cada vez que veía esas marcas en su piel, suspiraba. Y no iría a preguntarles a los más pequeños, sabiendo que a ellos les dañaba ese recuerdo.
"De todas formas no puedo preguntarle a my little Jyushimatsu aunque quisiera" Pensó, torciendo los labios un momento "Ni tampoco a Choromatsu" Se mordió la lengua hasta que dejó de hincarse el diente cuando sintió el férreo sabor de la sangre deslizarse por el interior de su boca.
Era consciente de que debía dejar de pensar en su situación actual en relación a sus hermanos.
Cuando los culparon de la pérdida del ojo del hijo de un vecino reconocido en el barrio, que tenía parientes abogados, todo se fue al caño. Karamatsu solo había defendido a sus tesoros que casi fueron manchados, no tenía la culpa de nada.
Pero nadie les creyó a los trillizos huérfanos que solo querían causar lástima con su situación.
Terminaron siendo enviados a la prisión del lado oeste de la ciudad, ya que ésta tenía dos en ambos extremos respectivamente. Era lamentable que con catorce años igual les hubieran permitido entrar, al parecer el ser menor de edad no importaba si causaban tantas molestias.
"Ohh, ¿tres caras iguales? Demasiado trabajo, enviaremos a uno de ustedes a la prisión del este"
Luchó, reclamó, arañó, golpeó e intentó detener de todas las formas posibles la separación, pero fue en vano.
Jyushimatsu fue trasladado al otro lado de la ciudad a la mañana siguiente.
Hacía tres años que no sabía de él, pero al menos conocía la ley que establecía que si un familiar suyo moría le sería informado de inmediato. Hasta entonces solo podía desearle feliz cumpleaños en un susurro que sabía nunca le llegaría…
En cuanto a Choromatsu, la relación con él se había roto hacía un par de meses. Quizás semanas, no medía bien el tiempo y los policías no le daban ni la hora, aunque tampoco le interesaba mucho saberla.
No podría cambiar su situación.
Desde antes de ingresar a ese horrible lugar se había mentalizado para proteger a sus hermanos, pues sabía que existían muchas probabilidades de que les quisieran poner las manos encima a causa de su corta edad.
Lo que le sorprendió fue que tiempo después de que hubieran cumplido los dieciséis, los ojos carmesí de un policía fueron los que empezaron a recorrer con cierto deseo el cuerpo de su hermano y no los de un preso.
Lo mantuvieron en secreto demasiado bien, hasta que Karamatsu descubrió esa marca de beso en la espalda baja del menor cuando se estaban bañando juntos; recordaba a la perfección que fue uno de los días en los que les permitían ducharse con agua caliente. Generalmente en esas ocasiones compartían el baño para que el otro no se quedara sin tal placer.
A Karamatsu le agradaba eso, era pasar más tiempo con su hermano, pero también dolía porque a veces podía apreciar algún que otro moretón en su cuerpo a causa de los apaleos de otros presos o hasta algún oficial. Sin embargo, esa tarde…
—Choromatsu, ¿qué es eso?
—¿Huh?
Se acercó a él, posando la punta de su dedo sobre esa marca. Frunció el ceño al reconocer bien que era.
—Es un chupón…—Sus palabras salieron sin que él las escuchara. Todo a su alrededor pareció cambiar.
—¡A-Ah! ¡K-Karamatsu-niisan, espera, no es lo que crees!—El menor se apartó de él totalmente alarmado y ese sentimiento de pánico se intensificó al ver la mirada azulina del mayor.
Estaba enojado.
—Choromatsu… quiero que me digas la verdad… ¿Alguien te violó?
Solo la lluvia de la ducha permaneció escuchándose. El silencio entre ellos duró un par de minutos hasta que los ojos verdes se cerraron en lo que su dueño suspiraba.
—No, nii-san… nadie me violó. Todo fue por voluntad propia.
Karamatsu sintió que el agua se tornaba helada. Ya no sentía esa calidez. Apretó los puños y los dientes, hasta que debió separar éstos para retomar la palabra. Conteniendo su furia, hizo la pregunta:
—¿Quién?
—El policía… O-Osomatsu.
No lograba recordar bien lo que había sucedido después. Si se vistió antes de salir al encuentro con ese idiota o fue desnudo, si su hermano lo siguió o prefirió buscar ayuda, si cuando halló a ese oficial lo pateó, insultó o golpeó… De lo único que se acordaba era que lo tiraron al suelo entre varios y lo redujeron con una golpiza.
Horas después lo hicieron abandonar la celda quince para pasar a la dos, dejando a Choromatsu allá.
No habían vuelto a verse. Lo mantenían encerrado en su celda, aunque estaba casi seguro de que su hermano tenía la suerte de deambular por ahí, pero era obvio que había perdido su cariño por él y no le interesaba buscarlo.
Había preferido a Osomatsu, lo sabía.
Y todavía recordarlo dolía como el infierno.
"¿Dónde mierda estará?" Se preguntó mentalmente Todomatsu al ir visando las celdas a su lado. Había presos de todo tipo; algunos estaban durmiendo, los que compartían celda charlando o peleando, otros solo se miraban de lejos como si estuvieran desafiándose. Él no los entendía y odiaba ese sector porque ahí comenzaban a verse aquellos criminales que le causaban repugnancia. Violadores, pedófilos, asesinos…
Estuvo por desistir cuando a la distancia pudo divisar a su hermano. Había abierto la boca para llamarlo sin embargo no lo hizo al notar una actitud sospechosa en él. Había inspeccionado a su alrededor, como si quisiera asegurarse de que nadie lo viera. Frunció el ceño y se dispuso a acercarse con cautela. Su hermano mayor no podía ni debía ocultarle nada.
Osomatsu dio un par de pasos más antes de detenerse en la celda número quince. Totty se desconcertó, no recordaba que ahí hubieran varios presos como para tener que calmarlos o algo por el estilo, no obstante su hermano abrió la puerta y pasó, desapareciendo de su campo de visión.
"¿Qué te traes entre manos, nii-san?" Pensó desconfiado, acercándose todavía en silencio y de forma sigilosa, pero se quedó a mitad de camino cuando oyó que hablaban.
"Te tardaste mucho, idiota…" Esa voz la había oído un par de veces y gracias a ella recordó que era un prisionero que tenía una celda aparte. Nunca se había interesado por los motivos, así que nunca le había preguntado a su hermano por qué.
"Lo siento, tuve que reprimir a un par que quisieron pasarse de listos en la celda siete"
"Jum, entiendo… ¿cómo está mi hermano?"
"Tranquilo, mandé al mío para que lo vigilara" Todomatsu estaba desconcertado, pero lo que escuchó a continuación lo hizo aún más "Nee, te extrañé mucho… ¿puedo abrazarte?"
"No sé por qué me preguntas eso… si de todas formas vas a descontrolarte como siempre"
"¡Oye! Me dolió, ¿sabes? No es como si te quisiera solo para eso…" Los ojos de Totty se abrieron de par en par cuando pudo distinguir el sonido de la ropa al ser deslizada "Vamos, Choromatsu… solo un poco, antes de que deba regresar con mi hermanito…" Pudo suponer quesu hermano lo había empezado a besaren el hombro o en alguna zona erógena, porque el otro pronto soltó un gemido.
Con el nombre de ese grabado en la mente, se retiró sin hacer ruido y rápido, porque había recordado todo. Sabía quién era aquel preso a pesar de haberse puesto el uniforme después del ingreso de los trillizos. Y sabía bien cuál era el otro hermano.
Karamatsu estaba quedándose dormido en su celda cuando escuchó el ruido metálico que producían las llaves al golpear contra las cerraduras. Abrió los ojos, todavía somnoliento y frunció apenas el ceño antes de sentir un golpe en el brazo.
—¡Despierta, maldito!—El policía estaba furioso, podía notarlo, pero no entendía ni imaginaba por qué—¡Tienes muchas cosas que explicarme!
—¿D-De qué mierda estás hablando?—preguntó, poniéndose de pie con dificultad pues al no comer esos últimos días estaba bastante débil.
—Y encima tienes el descaro de hacerte el inocente… Tsk, ¡por eso los detesto tanto!—Guiado por su molestia, pateó una de sus rodillas logrando hacer que se doblara. Luego desenfundó de su pantalón el bastón que siempre tenía con él y lo golpeó contra una de sus manos extendidas—Va a ser mejor que hables si no quieres que te rompa todo… ¿qué demonios planea tu hermano mellizo con mi hermano mayor?
—…¿Eh?
Todomatsu chasqueó la lengua antes de golpear al contrario con el bastón en el hombro. No gritó ni lloró, cosa que lo irritó, pero decidió seguir el interrogatorio a entretenerse con él.
—¿No estabas enterado? Tu maldito mellizo está seduciendo a mi hermano, no sé cómo demonios lo habrá logrado, pero estaban por acostarse cuando fui a bus-…
—Cierra la boca.
La orden fue demasiado repentina y más la mirada azul de Karamatsu levantándose al mismo tiempo que sus piernas. Totty se quedó estático, tal como la primera vez que sus ojos chocaron con los ajenos. Ni siquiera pudo reaccionar cuando el prisionero empezó a caminar hacia él, haciendo caso omiso del dolor en su hombro.
Todo en su persona cargaba con una decisión sorprendente.
—Dices que mi hermano sedujo al tuyo, pero yo no estaría tan seguro de eso. Tú ni siquiera estabas aquí hace unos años, cuando cumplimos los dieciséis, pero tu hermano sí. Adivina quién fue el primero en ver con ojos lujuriosos al hermano del otro.
Todomatsu apretó los dientes, retrocediendo un paso sin darse cuenta a medida que el contrario se acercaba.
—Acusas a Choromatsu de seducir a tu hermano, pero, ¿realmente crees fue así? Déjame decirte que estás mezclando las cosas… a no ser que estés celoso de que ese policía idiota le presté más atención a mi hermanito que a ti.
Totty reaccionó frunciendo el ceño al escuchar tal cosa y no tardó en replicar.
—¡E-Eso no es cierto!
Sin embargo, la sonrisa de Karamatsu le anunció que había perdido y su derrota solo se acrecentó más cuando no pudo evitar que una de las manos ajenas se posara bajo su mentón.
—Pero… ¿sabes? Ahora que lo pienso, podemos arreglar esta situación… Tu hermano se llevó al mío…
—¿Qué estás dic-…?—Intentó preguntar Todomatsu sin embargo un dedo se posó sobre sus labios, haciéndolo callar. Y perdió la voz cuando el prisionero acortó muchísimo la distancia, quedando a escasos centímetros de su rostro.
—Así que yo me robaré al suyo—completó en un murmullo.
La portada del fanfic la hizo mi waifu: Monick Keehl. Todos los créditos a ella y agradecimientos infinitos que siempre ilustra mis cosas.
Este fanfic ya había sido publicado en Wattpad (mi usuario es el mismo que aquí) pero decidí publicarlo en esta plataforma a ver si consigue más lectores :)
Los capítulos serán KaraTodo/OsoChoro y luego IchiJyushi, ya que están en diferentes prisiones, por lo tanto el segundo capítulo será exclusivamente IchiJyushi.
¡Nos leemos!
Bel
