Esta es la primera historia que escribo cuyos personajes no me pertenecen; por ello pido que me perdonen si consideran que no soy fiel al carácter que ustedes consideran que estos deberían de tener.
Aunque tengo varias ideas y pienso seguir la historia según lo que los lectores me pidáis.
Resumiendo y para no enrollarme escribiré, sobretodo teniendo en cuenta la opinión de aquel que deje un Review pero fiel principalmente a mis ideas.
Si la historia no tiene mucho seguimiento no pienso abandonarla e intentaré subir un mínimo de un capitulo al mes siempre que la inspiración colabore.
Y tras esta pequeña, o no tan pequeña, presentación les dejo el primer capitulo.
GOTAS DE AGUA Y SANGRE
Las gotas de agua repiqueteaban contra el cristal.
Mientras el profesor volvía a explicar la lección, no pude evitar soltar un bostezo lo cual provoco que mi hermanita me diera una patada en el tobillo pues se sentaba justo detrás mío y yo tenía los pies cruzados contra las patas traseras de la silla.
- ¡No hagas eso!- Exclamo junto a mi oído sordamente.
Yo continúe mirando por la ventana; era inspirador el paisaje exterior.
El ajardinado patio de la academia estaba casi oculto por la cortina de gris lluvia y casi podía oír una melodía en los arrítmicos golpes de las gruesas gotas.
Mi mente se fue perdiendo entre los recuerdos.
Recordé, por ejemplo, el día en que nos presentaron a nuestros primos. Rui y yo llevábamos el uniforme de la academia, igual que ellos, y nos encontrábamos en un pasillo casi desierto. La directora hizo las presentaciones y yo me fije en la mirada que mantenía Len sobre las pálidas piernas de mi hermanita. ¿Porque mierda esas malditas faldas tenían que ser tan cortas? Luego el la abrazó, haciendo que me hirviera la sangre, asique, en lugar de estrecharle la mano, yo también lo abrace y aproveche para susurrarle sin que nadie más lo oyera:
-¡No te acerques a Rui!- Después pude notar su mirada fija en mi mientras yo cogía la mano de Rin y le daba un beso en el reverso.
También recordé cuando nos dijeron que Rui y yo deberíamos dormir en edificios diferentes.
En esa ocasión fue Rui la que estuvo a punto de perder los nervios. Ella apretó los puños con fuerza y si no la llego a sujetar habría golpeado a la encargada.
Pero al final, después de hablar durante tres horas seguidas con ella, conseguí que se calmara y aceptara que no dormiríamos cerca. Anqué aun así aún era difícil que nos separáramos por las noches. Y yo la comprendía, a mí también me costaba separarme de ella, pero sabía que nos veríamos al día siguiente, como si viviéramos en el mismo sitio.
Recordé cuando...
Unos golpes en la puerta del aula me secaron de mi mente y, distraídamente, dirigí mi mirada a ella, donde pude ver entrar a la directora acompañada de una chica de largo pelo negro y ojos verdes que parpadeo hacia nosotros con una tímida sonrisa.
-¡Alumnos!- Saludo la directora.- Os presento a vuestra nueva compañer...- Los silbidos y aplausos de la mayoría de la parte masculina de la clase interrumpieron la presentación.
¿Por qué siempre hacían lo mismo cuando aparecía una alumna nueva?
Dejando de prestar atención regrese mi mirada a la ventana, donde poco a poco el cielo plomizo se aclaraba, volviéndose de un gris perla, dejando un suelo húmedo y encharcado y una atmósfera que indicaba que pronto llovería de nuevo.
Pude oír el ruido que hacia la silla de mi lado cuando la movieron y supuse, que siendo la mía la única mesa donde había un sitio libre le habría indicado a la nueva que se sentara a mi lado.
-¿Que están explicando?- Me pregunto una voz aguda y tímida completamente desconocida para mí.
Yo gire mi cabeza lentamente, con los ojos muy abiertos y sin sonreír, molesto. Casi pude sentir como ella se estremecía al notar el color amarillo y la frialdad de mis ojos.
-No te asustes, es inofensivo.- Comento mi hermana haciendo que la nueva se girara en la silla.- Yo soy Rui, y él es Rei, y, si no te has dado cuenta somos gemelos.
La nueva se rió suavemente y contesto:
- Encantada, yo soy Ekra.
Durante prácticamente el resto de la clase mi hermanita y Ekra estuvieron cuchicheando y cerca del final de la hora el profesor les llamo la atención:
- ¿Supongo que habéis comprendido perfectamente el tema que hemos dado, verdad señoritas?
Ellas se quedaron calladas, mirando suplicantes al profesor.
-Y usted señor Kagene, ¿no se supone que debería ayudar a integrarse a su nueva compañera?
Eso, amenos, consiguió llamar mi atención.
- ¿Y por qué se supone eso?- Le pregunte secamente.
- Porque lo ha dicho la directora, principalmente. Eso, claro, si al señorito le parece suficiente motivo.
Durante unas milésimas de segundo me arrepentí de no haber prestado atención. Aun qué luego decidí que no era asunto mío, ayudar a integrarse a una alumna, sobre todo a una que ya había conseguido que mi hermanita se hiciera su amiga.
- Pues no me parece que sea yo quien tenga que hacerlo.
- ¡Ya está bien!- Exclamo enfadado el profesor.- Usted, señor Kagene, puede ir ya al despacho del jefe de estudios. Y ustedes señoritas pueden preparar una redacción de trescientas palabras para mañana.
Justo cuando cerré la puerta del aula detrás de mí oí sonar el timbre y me vi obligado a taparme los oídos con las manos. ¿Porque diablos tenía que estar tan alto el volumen de ese jodido timbre?
Al llegar ante la puerta del jefe de estudios, marcada con un enorme cartel, esta se abrió sorpresivamente provocándome un escalofrió. ¿Porque esa odiosa puerta chirriaba de esa forma tan tétrica?
- ¿Señor Kagene?- Pregunto el subdirector mirándome con sus ojillos porcinos por encima de sus gruesas gafas.- ¿Qué hace usted aquí de nuevo?
- Créame que si supiera que voy a hacer aquí, seguramente, no vendría.
El subdirector, con un tono divertido, se despidió, indicándome a su vez con una mano que entrara al despacho del jefe de estudios.
Al entrar me encontré con él, sentado sobre su escritorio, con una sonrisa autosuficiente.
-¿Cómo te encuentras Rei?- Me pregunto él con familiaridad, irritándome, y sin esperar respuesta añadió:- ¿Que te trae por aquí?
- Mike-sensei, simplemente, al parecer no prestar atención.
El jefe de estudios se rió sonoramente y decidió, que siendo así mi castigo consistiría en ordenar los libros de la sección de antropología de la biblioteca durante el horario lectivo. ¿Por qué? Pues porque la academia Vocaloid era pionera en ofrecer castigos durante las horas de clase. Cosa, que personalmente me parecía un incentivo para que los alumnos incumplieran las normas cuando les apeteciera, aun más estando en un internado.
Así pues estuve hasta el mediodía ordenando libros polvorientos que no se utilizaban desde hacía tiempo.
Por suerte para mí el trabajo resulto lo suficiente entretenido como para que el día no se me hiciera más largo de lo normal.
Cuando sonó la campana que anunciaba el inicio de la hora de la comida salí apresurado rogando para que nadie (y por nadie me refería a Ekra) se atreviera a sentarse con mi hermanita; pero llegue tarde, ellas se encontraban en una de las mesas de la cafetería y, encuantro entre, mi Rui empezó a hacerme señales para que me sentara con ellas. Así que después de recoger mi bandeja con onigiris de ciruelas saladas, leche, nabe a base de shimenji y una ensalada de frutas lo hice.
Comí en un silencio hosco, mientras ellas conversaban alegremente, y al terminar saque de mi mochila una barrita de chocolate amargo.
Lentamente, disfrutándolo le pegue el primer bocado a la barrita. ¡Por Dios como adoro el chocolate!
- ¿Que tienes ahí?- Preguntó inocentemente Ekra.
-Chocolate.- Conteste indiferente. Y luego, levantando la vista de mi barrita de chocolate añadí amenazadoramente.- Es mío.
Ekra me miro extrañada y mi hermanita se rió.
- Déjalo,- le comento alegremente- ototo-chan solo es un "poquito" posesivo.
-¿Eso es sarcasmo nee-chan? ¿No eras tú la dulce?
- Y soy una ricura.- Afirmo ella con una mirada ligeramente amenazante.- ¿Verdad?- Miro nerviosa a Ekra.
- Muy tierna.- Dijo ella bromeando. Primer error.
Yo regrese a mi barrita de chocolate, esperando que pudieran dejarme comérmela tranquilamente.
- ¿No crees que soy una ricura?- Pregunto mi hermanita levantando a Ekra por las solapas de la camisa de su uniforme.
-Ehh... ¿Rei?- Pregunto ella nerviosa.
- No me llames por mi nombre.
-Vale... Pero... ¡No te vayas!- Casi chillo mientras yo me levantaba recogiendo mis cosas y saliendo de la cafetería mientras la gente miraba el "espectáculo".
- Nos vemos luego, nee-san. Me despedí.
Distraído me acerqué a la capilla del campus, saltando la baja valla de metal que rodeaba el pequeño cementerio y colándome, por el campanario, al abandonado edificio.
Una vez dentro me senté en un banco y me puse a pensar. Allí, al menos, nadie me molestaría.
Pensé en lo extraño que había sido ese día. Primero; la llegada de Ekra al aula consiguiendo amargarme el día. Luego el interesantísimo castigo que me impuso Mike y por ultimo aquella terrible comida con mi hermanita y su nueva amiga. Al menos, escuchándolas me había enterado de los ejercicios que habían mandado en las distintas asignaturas. Así que, a pesar de la penumbra que reinaba en la capilla, saque la libreta de matemáticas, mi asignatura favorita, y el libro, abriéndolo por la página 98. Me imagine lo que mi hermana diría si supiera que estaba haciendo los deberes casi a oscuras; me diría que estropearía mi vista, pero claro; lo diría si yo todavía le importara. Porque está claro que me ha sustituido por su nueva amiga.
Saque con cuidado mi pluma negra y plateada y le quite la capucha. El brillo de su afilada punta me dio una idea. ¿Porque no la utilizaba para cortarme las venas? ¿No sería una mala idea? No. Puede que un poco dolorosa pero... ¿Para qué seguir viviendo si ya no le importas a nadie? Aunque... No podía elegir algo así solo porque ya no hubiese nada importante en mi vida ¿O sí?
Quizá si tuviera algo más afilado, que me asegurara poder morir al cortarme las venas. Porque claro, sería algo malo cortarme las venas y no perder la suficiente sangre como para poder morir. Honestamente, una pluma estilográfica no es el mejor medio para cortarse las venas. Menos aún un folio. Y no tenía nada más a mano.
Quizá si esperara a la próxima comida y robase un cuchillo de la cafetería...
No pero esa no sería una buena solución.
No quiero morir para causar más problemas, sino para dejar de causarlos.
Aunque... ¿Se puede molestar a alguien si no le importas?
Bueno; obviamente si se puede, pues a mí me molesta que Ekra me robe a mi hermanita y aun así ella no me importa lo mas mínimo.
Entonces... ¿Que podía hacer?
La lluvia, como si quisiera ayudarme a decidirme, hizo acto de presencia. Las grises gotas empezaron a resbalar por la cara interna de los muros de la capilla, ya mohosos, y decidí, que por lo menos temporalmente, debía salir.
Así que me puse de pie y subí las escaleras que, pegadas al muro circular del campanario, subía hasta la altura de la campana.
Una vez allí no me fue difícil saltar hasta el tejado y desde este dejarme resbalar hasta la cornisa y saltar al húmedo suelo del camposanto.
Poco a poco me acerque a la valla que delimitaba el cementerio.
La lluvia, de tan violenta que era, me dejo empapado hasta los huesos antes de que llegara a esta. Y también antes de llegar a esta pude ver lo que parecía un cuerpo entre las lapidas.
Cautamente me acerque, con curiosidad, para encontrarme con una inconsciente Ekra.
Tenía una fea herida en el cuello y sujetaba una pequeña navaja multiusos en la mano derecha.
Así, tan indefensa, no parecía tan cruel como cuando charlaba con mi hermanita. Hasta parecía, en cierto modo, inofensiva.
Estaba en posición fetal, dejando ver una cantidad indecente de la piel de sus muslos. y su camisa empapada, se transparentaba. ¿Porque ponían camisas blancas a los uniformes escolares? Tenía los labios increíblemente rojos y las pestañas muy espesas y largas. Su piel era todavía más blanca que la mía, comprobé cuando busque en su muñeca el pulso.
Su pelo, ahora estaba suelto y se extendía como un abanico.
Siendo sincero, al menos, era bonita.
Pero... ¿No tenía una navaja? ¿Porque tenía una navaja cuando las armas estaban prohibidas en todo el campus? ¿Y no me serviría la navaja para...?
Decidido cogí el arma de su mano y la sujete contra la piel de mi muñeca izquierda.
Frote suavemente el filo contra mi piel creando una suave línea roja que el agua difumino.
Se veía bien. Muy bien.
Entonces recordé, que quizá podría hacer algo bueno por mi hermanita antes de morir. ¿A ella le importaba Ekra, no?
Rápidamente saque mi teléfono móvil de mi mochila y marque de memoria su número.
Al tercer toque la oí contestar:
- ¿Ototo-chan?
- Hola. Nee-chan, yo... He encontrado a Ekra aquí en el cementerio, tiene una herida y esta inconsciente.
- ¿Cómo?
Sin preocuparme por colgar recogí el arma, que había dejado el descuidado césped y con más fuerza lo pase contra la suave herida que me había hecho anteriormente.
Dolió. Dolió mucho. Con un dolor agudo que poco a poco se convirtió en un hormigueo insensible.
La herida era hermosa. Muy hermosa. Completamente desgarrada, sangraba profundamente.
- ¿Ototo-chan?- Oí la voz de mi hermanita. Me alegraba que lo último que fuera a escuchar fuera la voz de la única persona por la que me había importado.
Paralela a la primera corte otra vez, sin sentir esta vez nada más que una potente presión, más cerca de la mano. El suelo, contra el verde grisáceo de la hierba, a la tenue luz del nublado atardecer, se fue formando un charco informe, sobre el cual goteaba sangre y agua, una imagen hermosa, que poco a poco se difumino en una niebla roja hasta que me quede completamente inconsciente.
Espero pronto alguna opinión y recuerdo que no se trata de una hitoria de un solo capitulo por lo cual Rei no está muerto.
Saludos.
Oninezumi.
