Los hijos del norte
El muelle de las islas de Hierro estaba atestado de gente, la mayoría norteños, escapando de la guerra civil que se había extendido por años, subían a barcos con destino inciertos, dejando todo lo que conocían, para tener un futuro debían abandonar su país; Westeros, no era mas que una masacre, la guerra entre los Stark, Baratheon y Lannisters por el Trono de Hierro había desangrado la tierra y nadie sabia como o cuando terminaría.
Tery jugaba con una muñeca de trapo, sentada en un cajo de madera, de esos donde se guarda el pescado, estaba esperando abordar junto a su familia; Su madre y hermanos le habían dicho que en Pentos nunca hacia frío que siempre era verano, ella no estaba muy segura de creerlo pero tampoco tenia muchas opciones, su padre había desaparecido, y talvez no volvería, no tenían que comer, así que se mudaban con su tía, quien cosía ropa para la gente rica de la isla. Entonces algo llamo su atención, un movimiento que venia desde unas fardos de paja, no muy lejos de donde estaba sentada, Tary se acerco sin miedo, a los ocho años, y a pesar de haber vivido casi toda su vida entre guerras todavía no comprendía por completo que el entendimiento del miedo podía salvar su vida; Se movió despacio, los sonidos que escuchaba parecían los de un cachorro, talvez estaba perdido, pensó, talvez su madre la dejaría quedárselo, había un trapo tapando los fardos, y ella comenzó a destaparlos con su pequeña mano, de repente se asomo una nariz, pero no era un cahorro, la cabeza del animal era casi tan grande como ella y cuando salio del hueco donde estaba metido se dio cuenta de que el lobo (porque ningún perro lucia de esa forma) era casi del tamaño de Possy, su pony, que había muerto en una tormenta de nieve el año anterior. El lobo la miro, midiéndola, y ella se aferro a la muñeca, paralizada con una mezcla de miedo y curiosidad, quería tocar su enorme morro y abrazarlo, pero sabia que probablemente terminaría siendo la cena del animal, sin embargo, este se acerco despacio, ladeo la cabeza y apoyo su nariz en el pequeño pecho para que el acariciara las orejas, Tery puso una mano sobre la piel oscura del animal y comenzó a rascar. Ambos, la niña y el lobo se sentaron en el piso del muelle a disfrutar de la mutua compañía.
Después de un tiempo la pequeña se durmió recostada sobre el cuerpo calido y peludo, no supo cuanto estuvo dormida, pero cuando despertó había una persona sentada a su lado, una mujer muy hermosa, vestida de negro, su cabello era del mismo color y le caía por la espalda, su rostro era largo, pero muy hermoso y su ojos grises, aunque tristes, brillaban como perlas enmarcadas por largas pestañas de ébano.
-Veo que hallaste a mi amiga_ le dijo despacio, ayudando a levantarse_
- ¿Es una nena?_ le parecía raro que semejante animal fuera una chica_
-OH si, Nymeria es toda una princesa_ la Loba miro a las dos mujeres y ladeo la cabeza sin comprender porque su ama se reía de esa manera.
