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Resumen: Ella siempre contempló entregar sólo el pedido, pero nunca pensó en conceder su corazón. SasuSaku

Disclaimer:Narutoes propiedad de Masashi Kishimoto.

Autor: Blondie's.

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La chica de las entregas

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Capítulo uno: Cal y arena.

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Desde su transporte, saludó de manera afable al hombre que rociaba el herbaje crecido en su patio delantero. Era una de esas tantas tardes de verano.

—¡Buenas tardes, Akamura-san! —expresó abiertamente sonriendo a la figura. Se inclinó sobre su bicicleta al ver la pronunciada curva que se precipitaba, advirtiendo que el pedido no se vertiera.

—¡Cuidado, chiquilla, cuidado! —gritó de lejos el sujeto moviendo la cabeza repetidas veces.

Recorrió unas casas más allá y, finalmente, paró sobre la acera. Descendió del biciclo y se encaminó hacia la vivienda.

Alisó su uniforme; asió el pedido y oprimió el botón de llamada.

Y esperó.

Más tarde, golpeó la puerta. Diez minutos y no había respuesta.

"Mou… si vuelvo con esto, me lo descontarán a mí. ¡Qué mala suerte! Bueno, que se vaya al demonio" —pensó resignada la fémina de coloridos cabellos.

En el momento que volteó para marcharse, el cerrojo emitió un sonido metálico característico y a continuación la entrada se abrió totalmente. Al instante que se volvió supo que había sido un error. El hombre, apoyado sobre el umbral de la puerta la analizó con la mirada afilada.

Estaba a medio vestir, con la camisa azul marino desabrochada, puntualmente los tres botones iniciales, y además el cinturón notoriamente aflojado. Todas las pruebas tenían una presunción: había irrumpido la intimidad. La chica tragó saliva, rememoró una dinámica huida.

―¡E-Entrega rápida de Ichiraku Ramen! ―vociferó con una voz alegre y amena. Extendió el paquete al desconocido quien la estudió con autosuficiencia, mas no recibió la entrega.

Él alzó una ceja con fingida indignación.

―¿Rápida? ―preguntó con causticidad. Se cruzó de brazos. La despiadada sonrisa adornó con elegancia el pálido contraste del chico ― ¿A veinte minutos de retraso llamas rapidez? ―escupió con ímpetu, disfrutando la sorpresa de la chica.

"¡Yo no tengo la culpa! ¡Es usted un bastardo, señor puntualidad!" ―meditó, ella había sido la que estuvo golpeando la puerta y tocando el timbre por más de quince minutos―. Lo siento, ya sabe, el tráfico ―se disculpó inclinando levemente su cabeza―. ¿Desea aún la entrega? ―interrogó mordiéndose la lengua y el orgullo, puesto que él no cambiaba su actitud.

―Hn. Sí. No es lo mío dejar a niñitas sin trabajo ―el hombre recibió el paquete y lo dejó sobre la aterciopelada alfombra de la entrada. Un mechón de cabello rosa cayó sobre las mejillas de Sakura, y no pudo evitar enfocar la vista en el singular colorido. Supuso que era obligación utilizar la gorra que ella portaba sobre las hebras mientras trabajaba. Ésta misma le acercó unos papeles, los cuales debía firmar y de esta manera quedara registrado el traspaso de la comida.

"Tranquila, respira… necesitas el dinero, si que lo necesitas" reflexionaba, mientras tanto alisaba la tableada falda roja que era parte del uniforme; junto a una gorra oscura… sin olvidar el logo de la mini-empresa. Esperaba ansiosa el recibo y poder largarse del lugar, mas una voz junto a un aparentado lloriqueo que provenía del interior; la descolocó.

—¡Tengo hambre, tráeme el ramen!, ¿por qué la demora? —y el singular dueño de las palabras se acercaba hacia ellos.

El tono de un hombre, sumándole el estado del cliente y también, la aparente irritación. Sí, comprendió todo y comenzó a desesperarse.

―Oi ―llamó el cliente―. Toma ―ofreció los papeles. La furtiva mirada jade de la joven se encontró entonces con una mano masculina sobre el hombro del otro. Lloró internamente.

Juntó los papeles con torpeza, más el dinero de la entrega. Con una leve inclinación se volteó.

Un.

Dos.

Tres pasos.

La muñeca fue atrapada con un agarre feroz, siendo casi obligada a estar estática, se ladeó completamente. El corazón bombeó más aprisa de lo normal en el momento que Sakura captó la vista del hombre. Iris y pupilas tan opacas y lúgubres que parecía utópico no confundirlas.

La fémina aflojo la presión observándola aterrada.

―Tu propina ―murmuró son sencillez. Dejó unos cuantos yenes sobre la mano de Sakura ―. Además, no deberías usar faldas tan cortas ―opinó apuntando con destino a sus piernas.

—¡Suélteme pervertido! —exclamó alborotada. El trago amargo atravesaba su garganta. Finalmente de un movimiento certero logró zafarse.

Sin hallar más que decir o manifestar escapó a un paso apresurado en torno a la bicicleta estacionada sobre la vereda. Sin sumar segundos hizo partir la máquina, pedaleando, para marcharse y perderse en una estela de árboles que rodeaban el perímetro.

La observó desaparecer e hizo un mohín con la boca.

—Eh, Sasuke… ¿Te llamó pervertido? —cuestionó una voz a su lado, untando los palillos sobre los fideos—. ¡Espera que se los cuente a los muchachos! —dijo con la boca llena riendo explícitamente.

—Cierra la boca, idiota. Y no comas con la boca abierta, es desagradable.

—Está bien, está bien —apenas replicó marchándose, pero aún con la sonrisa adornada en su trigueño rostro.

Estaba dispuesto a cerrar la puerta, cuando un resplandor le llamó la atención. Sin tapujos, se encorvó y recogió el objeto. Era una pulsera color dorado con algunos garabatos escritos en el. Entrecerró los ojos.

Te amo, Sakura —deletreó con aparente asco—. Hn, así que se llama Sakura —meditó tratando de acertar con algún misterio—. Interesante…

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Continuará…

Lamento lo corto, pero es necesario. ;DDD

Comentarios de cual índole. Menos agresivos, muchachas/os.

See you.

Atte, Blondie's.