SHA LA LA
"So we have all these days. Travel on the beatiful train."
- Él tomó el primer bus que encontró, llegando a Londres pasadas las doce del día. Sin lugar a donde ir y cargando con su único bolso se metió a una estructura que le llamó la atención. Por fuera las letras eran claras; "British Library". Avanzó entre los estantes de libros, mirando a la gente estudiar, conversar, leer algo interesante. De esa forma llegó a los tópicos artísticos, donde había un poco más de arte y música, algo en lo que sí podía entenderse. Deslizó sus manos sobre la cubierta de uno de los libros y lo hojeó para simplemente perder el tiempo. Todavía le quedaban algunas horas antes de tener que regresar a ese lugar.
Ella había terminado sus deberes, la parte de la investigación que le correspondía no le había sido complicado, hasta que llegó a las materias que tenían un gusto por las letras raras como "x", "z" y "y" con un extravagante combinado de números.
Se dio por vencida y se levantó para distraerse un rato; caminar entre los estantes le divertía, le recordaba las veces que su madre les llevaba a ella y a su mejor amiga a aquel lugar, en dónde mientras el encargado no estaba, podían jugar a las escondidas. De esta forma fue caminando entre los estantes, ocultándose y asomándose para saludar a las personas que se encontraba leyendo entre los pasillos.
El se decidió finalmente por uno de los libros entre las estanterías, nada más guiado por el interés en su cubierta, no es que fuese un hombre de lectura, sin embargo no había más que hacer por el momento. Se sentó ajeno al resto, subiendo los pies a un sillón en una esquina y comenzó a hojear el libro sin detenerse en algún lugar en particular, sus ojos vagaban automáticos sobre las líneas sin comprender ni una palabra, nada más perdiendo el tiempo.
De pronto su vista se elevó ante la presencia de una mujer pasaba cerca suyo. Lo primero que notó fue su piel, fuera de este mundo... Tan tersa y blanca que parecía porcelana. La miró de soslayo y luego regresó a sus letras. No era muy extrovertido y la comunicación se le hacía en extremo difícil, por lo que se limitó a parecer un mueble más de aquella biblioteca.
Ella continuó caminando hasta llegar al punto en que sus pies pedían descanso. Caminó hasta el sillón más cercano, se dejó caer sobre el recostando su cabeza en el respaldo. A los pocos minutos de haber descansado, sintió algo de peso sobre el descansa brazos del sillón, giró su cabeza hacia el lado de dónde provenía el peso y se quedó distraída viendo a un chico de cabello oscuro y a sus ojos que iban y venían de las líneas de aquel libro. Le miró curiosa, nada extraño pero si peculiar en ella, ya que normalmente se hacía amiga de todo lo que pudiese respirar.
El sintió recorrer un escalofrío por toda la espina. La presencia de la mujer tan cerca suyo le había puesto los pelos de punta. No es que fuese temeroso de las féminas en especial, sino que todo contacto físico o acercamiento se le asemejaba a algo peligroso, algo de lo cual debía alejarse. Se levantó del sofá y de pronto pensó en huir, sin embargo sus pies parecían no querer responder…
Apenas se volteó a verla, sus fosas nasales se inundaron de un perfume floral, intenso a los sentidos y a la vez suave de esencias. Empuñó la mano un par de veces sin dejar de verla con una expresión vaga, y volteó sin más para regresar al estante donde encontró el libro. Ese cruce de miradas significó todo, más de allí no se atrevería a avanzar.
Ella se rió bajito al verle levantarse de aquella forma, se levantó enseguida y se acercó a él de manera confiada, al final de cuentas no se veía mala persona, si quisiese hacerle algo, él la hubiera encontrado primero, pero había sido al revés.
- Te asusté? - Se animó a preguntar con una sonrisa en su rostro. Desinhibida, fresca, amigable y atenta; así era ella con todas las personas que conocía, o más bien, que le gustaba conocer.
Él apretó aún más la cubierta del libro, si acaso eso era posible. Se le veía como un gato acorralado, engrifado y temeroso, así era con el resto de la gente, simplemente un hombre retraído. No volteó a mirarla, solo asintió con la cabeza mientras devolvía el ejemplar en su estante correspondiente.
— Algo... —Murmuró. Su cuerpo se volteó ligeramente para poder verla otra vez, ahora directamente a sus ojos. Sintió que le faltaba el aire, no estaba seguro cuál era la razón pero esa mujer le hacía sentir bastante extraño, tuvo que evitar su mirada para poder concentrarse en la regularidad de sus inhalaciones. Dejó que la saliva pasara hacia su garganta pesadamente, ya no estaba siendo divertido. Agarró cualquier otro libro que le pasó por enfrente y se lo llevó hasta el sofá donde nuevamente se acomodó, ignorando por completo a la chica.
Cualquiera podría haberse desanimado ante aquella acción, más ella no se daba cuenta de las intenciones o los "mensajes subliminales". Observó al chico tomar otro libro, sonrió aún más al notar que no tenía algo definitivo para leer, o más bien, que no sabía qué leer.
- ¿Qué lees? - Preguntó - No te había visto por aquí, ¿estás de paso? - continuó animada sin parar de hablar, solo quería hacer un poco de charla.
Se mordió la lengua. — Nada especial... —Tuvo que revisar la cubierta del libro para descubrir que había sacado un libro de cómo pintar con acuarelas. Y eso que a él no le gustaba la pintura. Se sintió como un estúpido. Aguantó un suspiro de resignación y dejó el ejemplar a un lado, mirándola fijamente desde su asiento.
— ¿Por qué me hablas? —
— ¿Y por qué no? — preguntó contestando su pregunta mientras seguía sonriendo. — No eres de aquí, ¿cierto? — continuó esta vez afirmando lo que preguntaba. — Tú mochila indica que decidiste huir de casa — señaló el pequeño morral del chico que yacía abandonado sobre el suelo, y se acercó un poco más para hablar en susurro a manera de secreto — ¿Sabes que existen agentes que se llevan a los chicos de tu edad porque intentan huir de casa? - se mostró bastante ingenua, todo porque su padre, le decía aquellas cosas cada que ella intentaba salir a escondidas de casa.
Retrocedió escéptico. Veía a la chica con una mueca de sorpresa, no esperó que una conclusión así saliera de pronto, principalmente porque era algo totalmente absurdo e irrealista. ¿Qué edad tendría la chica? Frunció los labios y entonces regresó a su bolso, el cuál se echó al hombro.
— Yo vivo solo. No huí de casa... —No era del todo falso. Desde el internado en el conservatorio de Moscú se había dedicado a vagar, vivir de casa en casa hasta llegar a Londres donde mágicamente le había salido un hogar permanente... Probablemente era la costumbre lo que lo llevaba a huir. No lo sabía a ciencia cierta, solo quería ser independiente.
Le dio la espalda, dispuesto a dejarla allí parloteando sola con sus ideas paranoicas, pero luego su estómago sonó tan fuerte que generó un eco a partir del rugido de sus tripas.
Se quedó sonriendo viendo la reacción del chico, se dedicó a dar unos cuantos pasos detrás de él, al punto de parecer una sombra mientras lo escuchaba. - Mi madre me ha dicho que cuando una persona niega y frunce el ceño al mismo tiempo, esconde algo - lo alcanzó poniéndose frente a él nuevamente, al tiempo que escuchó el sonido provocado por su estómago.
- Y ahora tu estomago te delata - le sonrió como si hubiese descubierto a un niño haciendo travesuras - Te perdonaré si me acompañas a comprar hotdogs - ni siquiera el chico había hecho nada mal como para que le dijera que lo perdonaría, sin embargo era una frase típica de ella.
"Mi madre me ha dicho que cuando una persona niega y frunce el ceño al mismo tiempo, esconde algo"
Sus pies lo llevaron a dar un par de pasos más hasta detenerse, curioso de aquella conclusión. Realmente no tenía nada que esconder, ni dónde hacerlo. Su vida se había calificado como una seguidilla de eventos desafortunados, gracias a los cuales se había vuelto un ser hermético y distante. De allí también provenía sus ganas de ignorar a la señorita y largarse de ahí; la cercanía con la gente le ponía los pelos de punta.
— ¿Hot...dogs? —Jamás los había comido. Su rostro se mostró desconfiado, hasta el punto en que una ceja se arqueó lo suficiente para mostrar su incredulidad. Le daba el beneficio de la duda, su estomago rugió bastante fuerte para decirse a sí mismo que era justo y necesario comer, cualquier cosa.
Ella afirmó dándose cuenta enseguida de que el chico no los conocía. Sonrío aún más amplio y dio medio giro sobre sus pies. - Sígueme... - se quedó pensando un momento, dándose cuenta que no tenía su nombre. - chico extraño -
Caminó por los largos pasillos asegurándose de que él le siguiera, se sentía feliz, iría a comer de esas cosas "vagas" como le llamaba su tía Tsunade, no propias de una señorita de clase. Sólo quedaba poder escapar de aquel grupo de guardas que su padre siempre le enviaba para cuidarla.
— Sasuke...—Interrumpió para corregirla.
Mientras la chica se adelantaba se limitó a seguirla, ocultando las manos en sus bolsillos. Prácticamente se había olvidado del propósito de ese día. A pesar de su falta de tacto con la gente y ese rechazo a la comunicación esa mujer le obligaba en cierta forma a tener que acompañarla... Le agradaba.
Continuó sus pasos a un ritmo menos rápido para quedar a un lado de él. Le miró sonriendo tras escuchar su nombre, presentándose de la misma forma que él, sin mencionar su apellido.
- Sakura -
Salieron de aquel enorme lugar, pero antes de hacerlo, había buscado con cuidado a alguno de esos guardas que su padre le enviaba. Siempre buscaba la forma de huir de ellos y encontraba las mejores forma de poder escaparse.
- Podrías salir primero?. iré detrás de tí... - pidió en una forma poco convencedora, después de todo ella era la guía, pero ocultarse detrás de él era su plan para salir de ahí sin ser vista.
El no quiso preguntar. Salió adelante mirando a ambos lados; sí, era muy poco disimulado. Incluso pasó por su mente que alguien le apuntaría con un láser de francotirador. Una vez que estuvo en la calle se acomodó el cabello.
— ¿Ya? —Alzó una ceja, mostrándole que no había moros en la costa y podía salir tranquilamente.
Ella caminó enseguida detrás suyo, casi como si fuese la sombra de su cuerpo solo que mucho más pequeña. Miró a los lados y se sintió libre dejando salir un grito lleno de emoción. - waaah! Eres genial! ahora te debo un delicioso helado, ven! - Le tomó del brazo apurando su paso para poder ir más lejos de ese lugar.
Se agarró de su mochila como pudo. La chica lo llevaba a rastras entre toda la gente que entraba y salía del edificio. Un par de calles más adelante se soltó bruscamente, tratando de recuperar su aliento. Realmente su condición física dejaba mucho que desear.
— ¿Qué fue eso? —Se sostuvo de sus rodillas, mirando el piso, no era menos, si parecía que hubiesen corrido huyendo de alguien.
- Eso se llama... - se quedó pensando un momento - "Escape" - le guiño el ojo y su vista se perdió en el rededor del lugar. Podía sentir la emoción, esa sensación de adrenalina en donde se sabía uno perseguido.
Rodó sus ojos, cansado, con hambre y un humor de perros. Se habían detenido en pleno parque, exactamente sobre el carril de las bicicletas. — Recuérdame por qué accedí a comer contigo... —Y aquello sonó más retórico que una pregunta dirigida a ella...
Elevó la vista y se encontró con un ciclista que se dirigía despistado directamente hacia ella. En un rápido intento por moverla de la pista la jaló del cinturón para atraerla a su cuerpo y la sujetó con firmeza. Su corazón latió deprisa, tanto como si él hubiese estado a punto de ser derribado por el sujeto. No la soltó sino hasta que vio que estaba segura y la miró de arriba a abajo, buscando alguna magulladura por lo brusco del jalón.
- Porqué yo... - Su dialogo fue interrumpido por aquel jaloneo en el que terminó muy de cerca al chico. - te he secuestrado... - terminó de decir pausadamente, mientras su cabeza intentaba retomar el momento en que pasó todo aquello. No hablaba enserio, pero si se hacia un recuento de hechos, así podría considerarse.
— ¿Estás bien? —Ni siquiera puso atención a sus palabras. Se encontraba más preocupado de que el idiota que pasó junto ellos pudo haberle herido.
- Si... - se quedó anonada, apenas asumiendo lo que había pasado – Lo... siento. - se disculpó.
Notó la distancia entre ambos, estaba tomándole de las manos y revisándola como si se conocieran de toda la vida. Sintió un calor invadirle las extremidades y enseguida le soltó, metiendo las manos en sus bolsillos a modo de ocultarse.
— ... Vamos por esos hotdog... —Vio hacia otro lado, restándole importancia a lo ocurrido para que ella no se sintiera mal.
- vamos - le sonrió y caminó a su lado, dirigiéndose hacia aquel conocido puesto de Hotdogs.
Pocas eran las veces que podía escapar, y aquel lugar lo había conocido gracias a su amigo Naruto, con él, pudo conocer más cosas del mundo, saborear todo tipo de comidas raras y llevar una vida diferente, por esta razón, ella quería seguir conservando su lado "humano", sabiendo que una vez de vuelta a casa, las reglas, los horarios y la vida llena de reglas que llevaba, la mantendrían prisionera hasta poder volver a sentir esa libertad.
La multitud lo ponía nervioso. No acostumbraba a estar rodeado de gente, mucho menos comer en lugares públicos. Recordaba los conciertos en Rusia y se le revolvía el estómago, aquello era lo único que no le gustaba de tocar en la orquesta... Hubo veces en que su tutor para sacarlo al escenario tuvieron que vendarle los ojos para que se sintiera solo en el escenario.
Se acercó al puesto de hotdogs y se quedó mirando a Sakura sin saber qué hacer.
Pudo notar la ansiedad del chico, conocía bien esos gestos, porque ella los había tendido las primeras veces que salía sola a la calle. Se colocó a su lado y ordenó un par de hot dogs, que al momento de serles entregados, le dió el suyo y lo jaló hacia un lugar apartado dónde no había tanta gente rodeándoles.
- Toma - le entregó la pequeña pieza en una de sus manos y tomó la suya llevándola a su boca para morderla.
Miró fijamente el hotdog, recordando que quizás había visto dicho alimento en una película o algo por el estilo. Sin embargo, esperó a que ella diera el primer mordisco para ver cómo debía comerlo y no morir en el intento.
Mordió el pedazo de pan y al hundir la boca terminó manchándose con mostaza la punta de la nariz. Lo peor es que ni siquiera se había percatado de ello.
La primera mordida y ella por igual había manchado su nariz de aquella salsa roja. Esas cosas eran ricas, pero de cierto tenían que podías perder toda la compostura que debes tener en la mesa, quizás por ello le gustaban tanto.
Observó al chico y rió al verle el punto amarillo en su naríz. - Te has manchado. Murmuró una vez que pasó bocado.
Arrugó el entrecejo y de inmediato buscó la manga de su camisa para retirarse los restos de mostaza de su nariz. Era por eso que le incomodaba comer ese tipo de alimentos, siempre tan complicados...
Había notado la pinta roja en la punta de su nariz, quiso reír pero en cambio le mostró una sonrisa muy leve, más relajada que aquella mueca falsa de cuando le conoció. Enseguida se acercó y con el dedo pulgar trató de limpiarle, quedando lo suficientemente pegado a su rostro para poder retirarla adecuadamente.
Mordió apenas el pan viendo la cercanía del chico y rió nerviosa. - Q-que pena.. - se ruborizó ligeramente - Se supone que yo soy la que ha comido estas cosas.
No dijo nada, recordó la importancia del espacio personal y se alejó, creyendo que la había incomodado con su cercanía. Tampoco es que le molestase, para él era comprensible, llevaba toda su vida alejándose de la gente cuando se le acercaban mucho.
Fue a sentarse en una banca, a la sombra de un frondoso árbol. Terminó comiendo el hotdog en silencio, si ya había comenzado no le quedaba otra más que terminárselo.
No le vió importancia a la lejanía del chico, por el contrarío se acercó y se sentó a su lado disfrutando igual el hotdog y la buena compañía que había encontrado, así si le darían ganas de seguir yendo a esa biblioteca para poder escapar y conocer otros lugares a lado de ese desconocido.
- So we have all this pain waiting in a bag with your name.
