Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Son obra y creación del señor Akira Toriyama. No se usan con fines de lucro.

Aclaración: Algunas características de los personajes fue alterado en beneficio de la historia. Aquí se manejó a chicos ordinarios; su lado saiyajin, no existirá en éste fic. Sin embargo, conservarán fielmente su «esencia original» Sólo como herramienta básica serán fuertes por recibir entrenamiento en las artes marciales. Se tomaron ciertas curiosidades de Dragon Ball que poco a poco irán apreciando. Sin más, espero les guste.

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Hacia el mismo rumbo

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By

Kuraudea

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"Viajar es una brutalidad. Te obliga a confiar en extraños y a perder de vista todo lo que te resulta familiar y confortable de tus amigos y tu casa. Estás todo el tiempo en desequilibrio. Nada es tuyo excepto lo más esencial: el aire, las horas de descanso, los sueños, el mar, el cielo; todas aquellas cosas que tienden hacia lo eterno o hacia lo que imaginamos como tal". – Cesare Pavese.

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Capítulo 1

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Hombre Natural

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Los violinistas interpretaban con esmero "La Elegancia del Canon"; esa maravillosa sonata endulzaba el oído de los presentes que entre sí cuchicheaban al tiempo que se consumía la efervescencia de sus copas. Era la semana cultural de arte; el museo de la Capital del Oeste estaba engalanado por personas de alcurnia de la ciudad: poetas, escritores, autores, maestros, diputados y por últimos grandes empresarios se encontraban reunidos caminando por los amplios pasillos alfombrados de rojo; todo era bello. Había candiles, detalles de madera y una iluminación tenue de color amarillento que irradiaba calor. Sobre amplias paredes en tonalidades claras estaban un sin número de cuadros de nuevos talentos y de artistas ya experimentados en el tema exhibiéndose. Abarcaban distintos temas: abstractos, animales, cuerpo humano y por último pasajes naturales.

Unos orbes azules en compañía de una copa de champagne en mano y un fino traje negro con detalles plateados; atravesaban el cristal de una de las vitrinas que exhibía un hermoso cuadro de paisaje natural. Devoraba cada detalle de éste sin piedad.

— ¿Es hermoso verdad, señor?—interrumpieron su trance y se vio obligado a voltear.

—Si, así es Rita—regresó su vista seductora a la obra.

—Qué suerte que nos invitaron a ésta exhibición de artes, hay cuadros muy lindos por todas partes—agregó su asistente con tableta electrónica en mano.

—Sí, hay mucho talento últimamente.

—Sabe señor, ¿me pregunto si existirán lugares tan asombrosos como los que se muestran en estos cuadros? He visto cuadros con bestias, demonios ¿será que existan? —volteó a ella y con una mirada llena de ilusión, contestó:

—Yo te garantizo que sí, Rita.

— ¿Lo dice por su último viaje señor?

—Tal vez —suspiró y en seguida bebió un trago de champagne—Yo solo sé que...

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El paisaje era invadido por nubes, montañas y hermosos reflejos resplandecientes del Sol. Sus orbes azules, se empapaban por la magnífica visión que la naturaleza le ofrecía en ese instante. Era tan impresionante, tan único y monstruoso a la vez que fácilmente podría ser devorado por el espectacular lugar en un sólo bocado. Se encontraba bajo cierta poderosa hipnosis de frenesí, excitación por lo nuevo y lo desconocido. No pudo más; sonrió. Su cabello se elevaba revoloteándose con hojas secas al ritmo del aire más puro y fresco que jamás había percibido. Todo era bello. Las expectativas a lo que imaginaba ver fueron superadas. Parpadeó un par de veces para ubicarse y ver que no estaba sujeto a un sueño o a un espejismo de los que tanto le habían advertido. Pero no, no se trababa de un sueño, esto era real; tan verdadero que irónicamente podría definirlo como irreal. Algo muy contradictorio después de todo. Un respiro hondo fue necesario para llenar sus pulmones con aire; un verdadero aire natural con olor a hierba fresca. Un paisaje así, de esa escala y proporción, no era tan común de ver en su ciudad natal. La tecnología de punta era el mayor predominador de la vanguardista Capital del Oeste.

Bajó de su moto.

El pasto era triturado por sus pasos portadores de unas botas amarillas. Unos mechones largos caían sobre sus mejillas y el excedente de su cabello se sujetaba con una cinta blanca formando una coleta, impidiendo así rozar su cuello,«un paso, otro paso». Su vestimenta era un traje color verde azulado, liso, sin ninguna insignia, mostrando parte de su pecho. Éste mismo era cubierto por una haza que tenía la función de detener la espada que cargaba en la espalda. Sus brazos estaban totalmente expuestos, desnudos de tes bronceada. Un cinturón color naranja rodeaba su cintura, junto con un morral que se aferraba con la ayuda de éste. En las manos portaba unos guantes del mismo color, de aquellos que sólo cubren la palma de la mano dejando descubiertos los dedos para un mejor agarre. Su rostro era adornado por un parche blanco, señal quizás, de alguna raspadura que intentaba cubrir.

Cualquiera que lo viera diría que se trata de un joven de aproximadamente unos 24 años de edad y quizás ¿por qué no? alguien que se ha dedicado a practicar artes marciales por bastantes años. Era de notarse por lo ejercitado que se proyectaba su cuerpo a simple vista «otro paso, más pasos» Se escuchó un ruidito muy particular «trin,trin,trin» Él sonrió; bajó su vista a la palma de su mano que sujetaba un radar. Volvió a sonreír — Éste es mi día de suerte—se dijo a sí mismo. El radar daba la señal de haber encontrado dos objetos y marcaba que no se encontraban muy lejos de donde él estaba. Se emocionó, llevaba meses buscando esos sagrados objetos.

Durante su travesía había encontrado dos de ellos. Ahora que el radar marcaba que estaban cerca otros dos objetos más, pues ya tendría cuatro sagradas "esferas del dragón" él sabía que eran siete, al menos eso decía La Leyenda. Cuando se reúnen las siete esferas sagradas, éstas conceden dos deseos. ¡Lo que sea! Él hostigado de una aburrida vida de millonario quería pedir «libertad» ser un hombre natural lleno de aventuras; sentir el vértigo, la adrenalina correr por sus venas... eso deseaba con toda su alma el joven «Trunks Brief».

Al ritmo de su andar llevaba consigo su motocicleta sosteniéndola del manubrio; caminó un buen trecho. Se encontró después con un pequeño canal. En él, corría el agua más cristalina que había visto en su vida. Con el pie sacó la patita oculta de la moto para que se detuviera por sí sola. Se acercó al canal, se hincó de rodillas inclinándose hacia éste. Sin más, lavó su rostro, brazos e igualmente bebía agua juntando las palmas de sus manos. Era tanta la resolana del lugar que le fue muy fácil sumergir la cabeza en el agua exquisitamente fresca.

De golpe sacó la cabeza. Estaba jadeante, saciado de la frescura del agua. Pero entonces, si se encontraba en medio de la nada ¿por qué no bañarse? Con cautela volteó a su derecha, de ahí a su izquierda, por último hacia atrás. Examinó completamente su entorno con vista determinante alzando una de sus cejas. Cuando se aseguró que no había nadie más que solo él, se levantó. Con rapidez procedió a desvestirse, fuera zapatos, pantalón, muñequeras, guantes y demás prendas. En breves segundos se sumergió por completo en el canal. Al no aguantar la respiración salió nuevamente de golpe riendo jadeantemente. Dejó expuesto su cuerpo de la cintura para arriba; de un momento a otro, estiró su brazo derecho para alcanzar su morral. Sacó una pequeña barra de jabón. Tallaba su cabello, brazos, pechos y con sus manos se salpicaba de agua para retirar la espuma. Cuando terminó de asearse de alguna forma logró sentarse dentro del agua para permanecer así por un rato. Con la postura correcta, aventó media espalda y cabeza hacia atrás haciéndola reposar sobre el pasto verde. Tal y como si estuviese dentro de una tina, sus brazos se extendieron a los lados; cerró los ojos, arrojó un tremendo suspiro y expresó:

— ¡Esto era lo que realmente necesitaba!

...

Después de dormitar por un rato, salió; secó su cuerpo y vistió de manera inmediata porque ¿qué tal si alguien lo miraba desnudo? eso sería bastante vergonzoso. Del morral sacó un porta-cápsulas para revisar sus provisiones mientras que con una toalla secaba su larga cabellera morada. En una cápsula había alimento, lo suficiente como para alimentarse bien por bastante tiempo. En otra había municiones: gasolina, armas, radio, medicamentos, etc. En la tercera cápsula, estaba depositada una pequeña casa de tamaño muy modesto, sólo contaba con una habitación y un baño. Normalmente la utilizaba para dormir. En la última había cosas de uso personal: mp3, libros, reproductor de películas para los ratos de fastidio, ropa, entre otras cosas de ocio.

Del bolsillo del pantalón sacó el radar, lo observó y seguía marcando dos puntitos rojos a unos cuantos kilómetros al sentido del Este.

«trin,trin,trin»

Presionó un botón de la motocicleta; después de un gran estallido envuelto de humo blanco, regresó a su estado original de cápsula. Él la atrapó en el aire y la guardó en su morral. Había decidido caminar, serviría así para quitar lo entumido de su cuerpo.

Emprendió marcha.

...

Caminó por un rato, ¿una hora, dos horas? no estaba del todo seguro, igual no llevaba tanta prisa. Entre sus utensilios de ocio llevaba una cámara portátil que en su trayecto le fue muy útil porque tomó cientos de fotografías a los alrededores. Quería tener recuerdos del viaje para cuando decidiera volver a casa. También quería capturar a ese mágico dragón «Shen Long» y más, en el preciso momento en que él mismo estuviera pidiendo su deseo. Trunks tenía en mente pedir la más grande aventura, ser protagonista de algo inolvidable, pero, no tenía nada concreto en sí ¿qué clase de aventura? No lo sabía con exactitud. Ya se las ingeniaría después cuando en sus manos tuviera las siete sagradas esferas. Igual en ese lapso tal vez se le ocurriría pedir algo diferente.

Aceleró su paso.

Miró su reloj de mano que ocultaba debajo de su muñequera derecha; marcaba las 5:30 de la tarde. El sol ya se tornaba de color naranja y arrojaba sus últimos matices de luz. Caminó por un rato más hasta que se topó con un pequeño establo; algo parecido a una granja. Había montones de paja, ganado, tractores, leña apilada, siembras y árboles frutales. Al fondo, estaba una casa tipo rústica hecha de madera. Todo el entorno era cubierto por un cerco del mismo material. Lo brincó. Tal vez era buena idea preguntar qué había más allá del lado este de las montañas. Tener un poco de orientación no le estaría de más. Trató de acercarse a la casa, aunque a distancia gritó con ambas manos cerca de su boca para hacerse escuchar con mayor intensidad.

— ¡Buenas tardes!— nadie respondía. Solo se escuchaba el ruido de las aves. Intentó de nuevo — ¡BUENAS TARDES!— una voz le respondió

— ¿Qué quieres? ¡No te conozco!— Trunks volteó para todos los lados no sabía de dónde salía esa voz.

—¿H..o..l..a...?— preguntó dudoso.

—Ya te dije, ¡¿qué quieres?!—insistió.

Sin más, de las ramas de los árboles salió un joven de cabello negro despeinado, ojos del mismo color y piel blanca. Vestía pantalón de mezclilla, camisa a cuadros y botines cafés. Éste trenzó sus piernas en la rama más gruesa del árbol; con la experiencia necesaria dejó caer su cuerpo quedando de cabeza como un simpático simio.

— ¿Qué te trae por aquí? ¿Eres forastero? — sonrío ampliamente.

—Aaah... sí... Soy forastero ¿por qué no te mostrabas? — preguntó confundido el muchacho.

— ¡Ja,ja,ja!—rió al tiempo que frotaba debajo de su nariz con el dedo índice– Perdón, es que a veces pasan mucho forasteros queriendo robar de nuestro ganado o siembras. Mi nombre es Son Goten ¿qué te trae por aquí?

—Qué tal, Goten. Solo quería saber ¿qué tan lejos estoy del lado de Este de las montañas?

— ¿El lado este?– preguntó, Son—Es peligroso sabes. No estás muy lejos de aquí tal vez a unas cuantas millas tomando está dirección—señaló.

— ¿Peligroso dices? ¿Por qué?—se sorprendió

—En el lado este hay mucho peligro, muchacho; asaltantes, asesinos y gente mística ronda por aquel sector. Hay un tal «Bosque Negro»; se dice que entre sus profundidades vive una bruja llamada Uranai Baba. Mi familia y yo nunca vamos a ese lado de las montañas, e incluso gente de poblados cercanos tampoco van. Las malas lenguas dicen que ronda un hombre tipo Cyborg; parte de su cuerpo es metálico. Al parecer una bomba le estalló en un trágico accidente y la única forma de salvarlo era incrustándole parte metálicas a su cuerpo. ¿Qué horrible situación, no lo crees? Muchos dicen que desde ese día se volvió loco, además que ataca arriba de un tronco volador, pero ¡BAH! a veces la gente dice puros disparates ¡ja,ja,ja!

—...Entiendo.

—Por cierto ¿cómo te llamas?— preguntó el joven aún colgado del árbol— ¿de dónde vienes?

—Mi nombre... mi nombre es Trunks. Vengo de la Capital del Oeste—mostró media sonrisa.

«Pero qué nombre tan más ridículo»

— ¿Trunks?..¿Trunks que?

—Sólo Trunks, Goten — nunca se atrevería a decir que era un Brief. Qué chiste tendría que supieran que era millonario. Le quitaría lo interesante a su aventura.

— ¡Entiendo, Trunks! —sonrió. Bajó del árbol y frente a él, preguntó— Lo que no entiendo es ¿qué hace un capitalino como tú aquí?

—Es algo difícil de explicar, Goten. Sólo te diré que el querer viajar y conocer me trajo hasta aquí—sonrío apenado.

—Bueno, no se ve que seas mala persona — Goten estiró su brazo hacia el capitalino — Es un placer, Trunks.

—Igual para mí, Goten. —estrecharon sus manos como muestra de cordialidad.

El Sol ya estaba a punto de esconderse. Al ejecutar su saludo se escuchó un grito:

—¡GOTEEEN, A CENAAAAR!

Ambos chicos voltearon.

— ¡¿Trunks, ya cenaste?! ¡Ven! Te invito a mi casa a cenar. Mi madre cocina muy rico, además te presentaré a mi familia ¡anda, anda, no seas tímido!— se lo llevó en empujones.

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Dentro de la casa.

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—Bien. Ella es mi madre, Trunks—presentó.

Milk era una señora blanca de estatura baja. Portaba un pantalón de mezclilla y camisa rosa a cuadros manga larga. Atuendo típico de las personas que se dedicaban al trabajo campo. Su cabello estaba trenzado, era del mismo color que el de Goten, negro.

—Mucho gusto, señora— hizo reverencia— Discúlpeme, espero no ser imprudente.

—Mucho gusto, Trunks. No digas eso, no es molestia. Todo aquel que es amigo de mi hijo es bienvenido a nuestra casa— sonrío— Vayan tomando asiento en un momento les serviré la cena— entrelazó sus manos con una expresión de gusto.

Ambos chicos fueron a la mesa. Trunks observó el entorno; era cálido, reconfortante, familiar. Había un televisor, una alfombra de piel de oso. Cerca de éste se ubicaba una chimenea, sillones y mecedoras. Tenía esa calidez que en su hogar no se sentía jamás.

...

— ¿Qué es eso?— señaló hacia una repisa prensada en la pared. Realmente ese artículo había llamado su atención.

— ¡Aaah, te refieres a eso!—igualmente señaló, Goten— Es un báculo sagrado, Trunks. Era del abuelo. Mi abuelo se lo dio a padre cuando de pequeño le enseñaba artes marciales, ahora es mío. Había olvidado decirte que sabemos artes marciales— frotó su cabello—Ya sabes, uno tiene que saber defenderse—rió— Más en estos sitios donde no se puede confiar en nadie.

—Yo también sé artes marciales. Mi padre me enseñó desde muy chico—dijo el capitalino.

— ¡¿En serio?!

— ¡Sí!—sonrío— ahora dime ¿qué tiene de especial ese báculo?—regresó su mirada al objeto.

—Aparte de ser una reliquia familiar ¡es mágico, Trunks!

— ¿A qué te refieres con eso? Yo lo veo muy ordinario— alzó una de sus cejas.

—Verás, el báculo sagrado puede crecer del tamaño que quieras ¡hasta los cielos! Es buena herramienta de defensa, puedes atacar a distancia — hizo un guiño— luego te lo mostraré con más calma.

Entre plática y plática se abrió la puerta principal de par en par de la familia Son.

— ¡MIIIILK, YA VINE!— era un hombre de cabello negro puntiagudo, vestía pantalón y chamarra color beige, un pañuelo blanco rodeaba su cuello.

Sobre el lomo llevaba un gran pez.

— ¡Qué bueno, Goku! Llegaste justo para cenar—contestó Milk desde la cocina.

—Qué bueno porque... ¡ME ESTOY MURIENDO DE HAMBRE!— el estruendo de sus tripas fue complemento perfecto para su frase.

— ¡Goku, no seas grosero!—exclamó Milk histérica— Tenemos visitas ¡SALUDA! es un amigo de Goten.

Goku volteó hacia la mesa. Al lado de su hijo estaba un muchacho de larga cabellera lila y ojos azules. Trunks intentó levantarse de la silla para saludar.

—Descuida no te levantes, así está bien. Si eres amigo de Goten, eres bienvenido— sonrió ampliamente y se dirigió a la cocina para dejar el gran pez—mira Milk, conseguí uno grande.

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Durante la cena.

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Trunks quedó boquiabierto al ver la forma de comer de Goten y su padre. Era como apreciar un concurso de comida. En el cual solo consistía en comer y el qué comiera más, resultaba ser el GANADOR de una gran cantidad de dinero. Una ligera risita se escapó de sus labios.

«Ellos podrían ser unos buenos concursantes»

—Discúlpalos. Estos bárbaros no tienen modales—dijo Milk al limpiar sus labios con la servilleta.

—No, no se preocupé señora Milk—Trunks sonrió— además, la cena está deliciosa—se sonrojó.

—Me alegra que te haya gustado, Trunks.

—Mamá, ¿Trunks puede quedarse a dormir en casa? ¡Por favor, por favor, por favor! ¿Siiii?— insistió Goten.

—Está bien—asintió—Sólo deja alistar el cuarto de visitas.

—Les agradezco su hospitalidad de verdad no es necesario— dijo apenado el capitalino.

—¡AAAAAH, ESTÁ DELICIOSO! ¡Milk sírveme MÁS, por favor!— externó Goku interrumpiendo la charla.

La mujer de la cocina trajo consigo un enorme plato de arroz al vapor junto con una parte del pescado que había dorado. Goku empezó a devorar otra vez.

—¡Mmmmmm!

A Trunks le causaba mucha gracia ver a Goku comer; pese a no tener una vida lujosa eran una familia feliz. De pronto su vista examinó nuevamente el lugar, pero arriba de la chimenea había algo que le sorprendió bastante dejándolo anonadado.

—¡LA ESFERA DE CUATRO ESTRELLAS! —se levantó de la silla y todos voltearon sorprendidos.

El muchacho sacó de su pantalón el radar; lo encendió. Y en efecto, se trataba de una de las dos de las esferas que registraba el radar desde la mañana.

Goku volteó con la boca llena de comida a la chimenea.

—¡Aaah! Te refieres a mi abuelito— dijo a la vez que masticaba.

— ¿Su...su abuelito?– no comprendía nada— Señor no creo que sea su abuelo. Es una esfera, mire yo tengo dos más—les mostró las esferas a los Son.

— ¡TIENES MÁS ABUELITOS!— dijo Goku bastante sorprendido.

—No, no son abuelitos, son esferas. Sé que sonará atrevido pero ¿puedo quedarme con ella?—frunció el ceño.

— ¿Cómo te voy a regalar a mi abuelito?—preguntó con la boca llena de comida.

El joven Trunks se desplomó en la silla «ashhh será más difícil de lo que pensé» frotaba su frente.

— ¡Bien!— golpeó la mesa con ambas manos— les contaré que son esas Esferas del Dragón.

El capitalino comenzó a narrar la leyenda de las siete Esferas del Dragón. Cuarenta minutos de cátedra fue necesario para explicar a detalle sobre ellas; además de aclarar el motivo principal de su viaje. Goku, Milk y Goten escuchaban atentos.

—...Y es así que por eso necesito su esfera, señor Goku.

— ¡Oh, ya veo! Entonces necesitas de mi abuelito para que salga ese mágico dragón.

— ¡Vamos papá, préstasela!— exclamó Goten— ahora entiendo porque siempre se querían meter a robar a nuestra casa. Parece ser que es algo de mucho valor.

—Así es, son muy codiciadas. Pueden caer en manos equivocadas; hay gente con malas intenciones por doquier. Pero descuiden, yo no me atrevería hacer algún daño. Ni a ustedes, ni a nadie. Entonces señor Goku... ¿me la prestará?

—Mmmm...Mmmm...— una de sus manos se fue directo a sostener su barbilla adoptando una pose «pensativa» Después de un largo silencio, contestó —Está bien, Trunks. Te prestaré a mi abuelito— sonrío de oreja a oreja.

«¡Pffff ... al fin dijo que sí!»

—Se lo agradezco mucho, señor Goku—sus orbes azules se lloraron de ilusión.

...

Trunks fue alojado en el cuarto de visitas de la casa. Estaba acostado en una cama individual con sábanas blancas. Se disponía a descansar, era lo mejor porque mañana tenía que partir y seguir con su ruta. De momento se escuchó que tocaron la puerta.

«Toc, Toc»

— ¿Ya estás dormido, Trunks? — preguntó, Goten en susurros.

—No, adelante. Entra.

Goten entró inmediatamente a la habitación. Se sentó sobre el suelo. Su rostro se notaba curioso.

— ¿Qué pasa?— preguntó el de ojos azules al voltear con él.

Y el interrogatorio comenzó.

— ¿Cómo es la capital de Oeste? ¿es verdad que hay hermosa chicas? ¿cuántos años tienes? ¿has escuchado del famoso Dr. Brief? ¿tienes novia? ¿has estado con alguna chica? — Trunks sonrío por todas las preguntas e inmediatamente volteó el cuerpo hacia el muchacho para una mejor visión.

—Bueno, pues es una hermosa ciudad llena de tecnología. Y si, hay hermosas chicas por doquier. Del famoso Dr. Brief "he escuchado" hablar de él, tiene realmente mucho potencial. Y... bueno, tengo 24 años y por lo pronto no tengo novia. Digamos que no ha llegado la chica ideal para mí. En cuanto a lo otro pues—hizo un silencio— ¡Tú sabes!—sonrío a la vez que rascaba su cabeza.

— ¡Increíble! ¡Lo haz hecho!—Goten abrió los ojos de par en par llenos de ilusión.

—Vamos, en verdad no es cosa que merezca elogio—colocó los brazos de bajo de su cabeza.

—Sabes, yo tengo una novia. Vive aquí en el próximo poblado como a diez minutos. Se llama Marron, es una chica rubia bellísima. Es hija del panadero Krillin, muy amigo de mi padre por cierto. Te confesaré algo, Trunks—agachó su mirada y sus dedos índices se daban pequeños golpes entre sí — una vez en el establo, acostados entre los cubos de paja estuvimos a punto de...

— ¡¿Y qué pasó?! — interrumpió, Trunks sorprendido.

—No pasó nada—dijo desilusionado— Esa niña me hace sufrir, me dijo que fuera paciente. Yo tengo 23 años y ella 18. Tal vez por eso me exige que la espere ¡bah!—renegaba.

—Ni hablar, así tendrá que ser Goten— ambos chicos rieron.

Se mantuvieron hablando por horas de todo un poco. Trunks acostado en la cama, Goten acostado sobre el suelo. Ambos con la vista en el techo de madera. Sus rostros eran iluminados por el claro de Luna que entraba por la pequeña ventana. Historias, chistes, anécdotas y risas armonizaban la habitación.

Goten era el amigo que Trunks tanto anhelaba tener en su vida «normal», alguien que lo valorara por sus sentimientos y no por sus riquezas; se entendían muy bien pese a tener poco de conocerse. Al paso de un rato, entre plática y plática se quedaron dormidos.

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Al día siguiente.

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El sonido de los animales de la granja se oía con fuerza.

Los ojos de Trunks se abrieron con lentitud. La luz que entraba por la ventana le encandilaba la vista. Frotó sus ojos y volteó hacia el suelo; su amigo no se encontraba. No supo en qué momento se marchó, o mejor dicho no supo cuando se quedó dormido. Se levantó de la cama. Por curiosidad se asomó por la ventana, observó el paisaje que tenía la pinta de ser un maravilloso día. Había dormido bastante bien, a decir verdad durante todos sus meses de viaje comprobó que la naturaleza tenía la bondad de brindar a su gente un buen descanso. Obviamente extrañaba su ciudad, en ese aspecto su vida tenía más facilidades como capitalino, pero sobre todo por ser un Brief. Aunque la vida de campo no era tan mala después de todo, era armoniosa y relajante. De alguna forma ya le había tomado cierto gusto.

Tomó algunas de sus prendas y una toalla que guardaba en una de sus cápsulas. Salió de la habitación y tomó camino. Apenado se dirigió con Milk para preguntarle dónde estaban los baños. La joven señora le dio indicaciones, le dijo que los baños estaban afuera de la casa. Sin más remedio el joven se dirigió hacia allá.

...

Cuando llegó, se dio cuanta que era un baño bastante extraño, era algo parecido a un tambo con leña en la parte de abajo. No sabía exactamente cómo reaccionar ante tal cosa, o cual era su función en sí; parecía una caldera como las que utilizaban las brujas, eso fue algo que le ocasionó cierta gracia. Por un momento se imaginó dentro de ella entre humo y pócimas mágicas. Sumergió su brazo para saber la temperatura del agua. Y bajo su ignorancia decidió desvestirse.

—Si piensas entrar así te dará una hipotermia— Trunks volteó y se percató que era el señor Goku.

—Bueno yo...

—No te preocupes, te ayudaré—sonrió ampliamente— ¿Ves aquel cuarto de madera?—señaló y el joven asintió—primero ve asearte ahí, yo mientras prepararé esto.

—Sí, de acuerdo...

Trunks entró a un cuarto de madera tipo sauna, había pequeños bancos y cubetas llenas de agua tibia. Se desvistió, se sentó en uno de los blanquitos y con la ayuda de una jícara se echaba agua, deshizo su coleta para tallar bien su cabello. Después prosiguió con el cuerpo: pecho, brazos, piernas. Y los jicarazos entraron nuevamente en acción, uno tras otro hasta que retiró todo el exceso de jabón. Qué horrible sentía no estar constantemente en el agua caliente, la espalda se le helaba. Por un momento pensó que quizás estaba mejor el baño de la casa-cápsula o la tina de agua de caliente que se encontraba a miles de kilómetros de él en la Capital del Oeste. Sin embargo, no quería ser grosero con los Son, habían sido muy generosos en darle hospitalidad en su casa, no quería verse despreciativo. Así que ni hablar, esto era el precio de los viajeros: acostumbrarse a una vida más salvaje y adaptarse a cualquier circunstancia.

Terminó de asearse, enrolló su cuerpo con la toalla y con disimulo abrió un poco la puerta para observar al exterior. Fijó su vista hacia «esa» caldera. Ahí estaba Goku agachado utilizando un fuelle para hacer arder la leña.

— ¡Ahora sí, Trunks. Está listo!—dijo Goku quien le hacía señas a distancia con las manos.

El joven salió con sus prendas en mano; de nueva cuenta fijó su vista al tambo, alzó una de sus cejas y definitivamente su semblante era de NO estar muy convencido de meterse en esa cosa. Menos con el ardor de la lumbre a todo lo que daba. Por un momento pensó que el señor Goku estaba loco. Él era una persona no un pavo al cual sumergir y desplumar.

—Adelante Trunks, puedes entrar. Te garantizo que te va gustar mucho—le hizo un guiño.

—Así quedé satisfecho, señor Goku. Creo que no será necesario—buscaba un pretexto— mejor regresaré a vestirme al baño.

— ¡Anda, anda! No seas tímido—entre jalones y empujones lo hizo entrar.

—Pero...

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15 minutos después.

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Pese a tener una apariencia tan rústica y austera, admitió que era fabuloso. Sobre el borde cruzó sus brazos y recargó su barbilla.

— ¿Y qué tal? —preguntó, Goku.

—Esto... esto es fantástico, señor—suspiró.

Y lo era. Su cuerpo estaba completamente relajado. Dentro del agua en la profundidad había unos pequeños bancos de madera, el joven tomó uno y se sentó. Ahora adoptó una posición más cómoda, como si estuviese dentro de una tina, extendió sus brazos sobre el borde y lanzó hacia atrás su cabeza. La sensación era única, relajante. El olor a hierba, el sonido de los árboles le arrullaban al oído, en menos de lo que pensó quedó dormido.

Goku simplemente sonrió.

—Sabía que le gustaría— se dio media vuelta y entró a la casa.

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Sin ser consciente del tiempo, pausadamente abrió sus ojos, fue tan majestuoso ver el cielo sobre él, aunque no le duró mucho el encanto puesto que su visión fue interrumpida por el joven Goten.

— ¡Vaya, hasta que despertaste! —exclamó el jovencito.

— ¡Rayos!—se incorporó— ¿cuánto llevo aquí, Goten?

—Quizás media hora. Por lo visto no haz descansado del todo bien durante tu viaje. —Trunks sonrió.

—Se supone que ya debería de haber emprendido marcha—tallaba su rostro.

— ¿Por qué no te vas después de la comida?—sugirió—mi madre está preparando algo delicioso. Así me muestras que tan hábil eres para las artes marciales ¿qué dices? ...Además, no te salvarás de ayudarme a recolectar manzanas en el huerto—el jovencito rió junto con el azul.

Después de meditar la invitación, contestó:

—De acuerdo, está bien—mostró media sonrisa.

Que más daba, probablemente nadie estaría buscando las esferas que le hacían falta. ¿Por qué no tomar un pequeño descanso antes de partir?

Salió de la caldera, se vistió con prendas limpias rápidamente. En esta ocasión remplazó su vestimenta verde por una camisa de resaque negra y un pantalón del mismo color. Usó sus botas amarillas, recogió su cabello, y listo. Era hora de dar comienzo a un ligero entrenamiento.

...

A un costado de la casa de madera estaban los chicos mostrando sus habilidades en un área cubierta por pasto verde. Patadas, golpes, y fantásticas técnicas eran ejecutadas a gran velocidad.

—Eres bueno, eh— dijo Trunks al lanzar golpes sobre el joven.

—Lo mismo digo—se protegía Goten de los impactos—pero así de bueno espero que seas para recoger manzanas—logró sacar una carcajada del azul— ¿Acaso creías que era broma?—tomó una gran canasta y se la aventó—Ten, póntela.

La canasta tenía dos hazas y se adaptaba como si fuese mochila. Con el utensilio de herramienta sobres sus espaldas, lo chicos se dirigieron al huerto.

Cuando llegaron Goten indicó:

—Arrancas la manzana, la observas a detalle—acercó la fruta a sus ojos que fruncía con exageración—...y la echas sobre la espalda—le mostró— ¡ja,ja,ja! es fácil, inténtalo.

Trunks hizo el mismo procedimiento.

—¡Bien, así se hace!

Cuando imaginó que en su maldita vida iba a recolectar manzanas con su manos. Eran detalles tan sencillos que lo llenaban de espíritu, cosas tan sencillas podrían sacar grandes sonrisas, y satisfacciones.

El huerto era grande, y la naturaleza no dejaba de impactarlo. Era maravillosa la vida de campo, diferente a lo que estaba acostumbrado, pero hermosa en sí. Los Son era personas humildes, de gran corazón y llenos de empatía. Cualidades como esas no era muy común ver en la capital, ahí se derrochaban otras cosas: modas, dinero, soberbia, etc. Era un mundo lujoso, aunque a veces con las actitudes negativas de las personas que derrochaban estatus y/o aparecías; se convertía en una percepción muy bizarra.

Continuaron juntando manzanas por un largo rato, sin parar de platicar.

Hasta que de un momento a otro se escuchó un grito muy familiar.

—¡GOTEN A COMEEER!

Hasta ese grito de la señora Milk, le encantaba.


Los finos pasillos del museo seguían llenos por gente de alcurnia y medios masivos; Trunks y Rita caminaban despacio sobre el alfombrado apreciando cada obra de arte incrustada en las paredes o detrás de vitrinas de cristal. Mientras tanto, el joven Brief sin consentimiento, le otorgó el rol de intercomunicador a su asistente personal para que escuchara su relato; externado así, cada detalle de su experiencia aventurera.

— ¿Usted haciendo eso, señor?—estaba impactada—no es por ofenderle, pero me cuesta imaginarlo así—Trunks soltó una carcajada.

—No te preocupes, en verdad te comprendo—agitaba levemente su cabeza a ritmo de su risa.

— ¿Entonces eran buenas personas, Señor Brief?—abrazó su agenda electrónica y volteó hacia él.

—Indiscutiblemente, Rita—le regresó la mirada y sus manos se escondían en los bolsillos de su pantalón.

— ¿Y qué pasó después?

—Bueno...pues...


Los chicos pararon su recolección y se dirigieron a la casa. Las manzanas fueron depositadas en una pileta llena de agua que se encontraba dentro del establo; el objetivo principal era que no perdieran hidratación y frescura. El proceso terminaba en lavarlas, llenar jabas de madera con ellas, para finalmente ir a venderlas a los poblados cercanos. Pero de eso ya se encargarían después Goten y Goku.

—¡Andando, Trunks!

—¡Si!—asintió gustoso.

La comida como el buen Goten lo advirtió, estaba deliciosa. La mesa era decorada por un exquisito manjar: arroz al vapor, empanadas de carne, ramen, albondigas de pescado y demás. Ni el más fino restaurante de la Capital del Oeste preparaba esas delicias que solo la señora Milk, podía hacer con la magia de sus manos. La diferencia técnicamente era que había un abismo en sabores entre los platillos; los de los finos restaurantes, sabían bien. Pero, estos...sabían a hogar.

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Finalmente, Trunks estaba de pie en la entrada de los Son. Se despedía de cada uno de ellos, mostrándose agradecido.

—Muchas gracias por su hospitalidad. Gracias también por la esfera—hizo reverencia.

— ¡Ten buen viaje, Trunks!—exclamó Milk, mientras se aferraba del brazo a su esposo.

— ¡Cuídate mucho! Prométenos que nos visitarás. También cuida mucho de mi abuelito— dijo Goku a la vez que cerró su puño y alzó el pulgar deseándole suerte.

— ¡Así será! Se los prometo— les sonrío.

El muchacho caminó hacia el cerco; se detuvo un momento para buscar su estuche de cápsulas en el bolsillo del pantalón. Con ella en mano activó una cápsula arrojándola al suelo. El humo se esfumó, y después de un estallido apareció su moto.

Subió en ella.

Al final del cerco estaba Goten sosteniendo la entrada principal para que Trunks no tuviera problemas al salir. El chico aceleró y paró justamente al lado de su nuevo amigo.

—Prométeme que algún día me llevarás a conocer la moderna Capital del Oeste. Ven a visitarme seguido ¿sí?—sonrió— Recuerda tener mucho cuidado. Ya te advertí que el lado Este es muy peligroso.

— ¡Cuenta con ello, Goten! Descuida andaré con cuidado— se colocó unas gafas oscuras, le sonrió. Para finalizar cerró su puño y levantó el dedo pulgar. El chico granjero imitó el saludo.

Trunks aceleró un tanto, pero después se detuvo en medio del camino. Volteó hacia atrás y mientras Goten cerraba el cerco, gritó:

— ¡SUERTE PARA TU PRÓXIMO ENCUENTRO EN EL ESTABLO!—Goten sabía a qué se refería.

— ¡GRACIAS! —respondió en un grito—espero tenerla ¡ja,ja,ja! —alzó su mano diciéndole adiós.

Trunks arrancó.

Su próximo trayecto: el lado Este de las montañas. Llegar a ese lado prohibido, al dichoso Bosque Negro. Juntar las esferas y cumplir su encaprichado deseo.

¿Lo logrará?

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Mientras tanto en las profundidades del Bosque Negro. Alguien solicitaba los servicios especiales de la bruja Uranai Baba.

— ¡Más vale que no me mienta, anciana!— dijo, la chica de cabello negro—intentemos una ves más ¿voy a encontrar las Esferas del Dragón?—preguntó fijando su vista en la bola de cristal.

CONTINUARÁ... :D

Muchas Gracias querido lector por llegar hasta aquí.

Beta Reader: Mari Tourquoise.


Nota del autor:

¡Hola a todos n.n!

Una vez más aquí me tienen con este nuevo proyecto ¿qué les pareció? Ojalá que haya sido de su agrado. No me gusta dejar notas finales muy largas pero esta vez lo amerita, hay varias cosas que quiero explicar. Bien, comienzo:

—¿Es Mirai Trunks el de fic? No, no lo es. Es el Trunks del presente. Solo que le adapté el look de cabello largo como para darle un toque más aventurero. Digo, me pareció muy lógico que descansara y se viera más relajado en su aspecto. Sin las exigencias de la etiqueta, buenos modales y demás.

—¿Por qué quité el lado saiyajin a los personajes? Bueno, eso es fácil. Lo hice porque siento que le quitaría lo «emocionante» a la historia. Un saiyajin en cuestión de minutos resolviera todo y no se trata de eso. Aún así les dejé cierta fuerza por saber artes marciales, digo, también debe de tener herramientas para defenderse. Aún así trate fielmente de conservar la esencia natural de los personajes y desarrollar la ambientación lo más dragonballera posible.

Como pudieron apreciar durante la lectura hay tiempos alternos entre pasado y presente; es decir, que el propio Trunks es el que relata la historia como el gran empresario que es, obvio que también con mi ayuda como narrador :D lo aclaro para que haya confusión. Se imagina, ¿qué tanto habrá detrás de todo, para que el mismo relate?

¿De dónde surgió la idea? Pues de mi mente loca jaja. Esto realmente ya lo tenía trazado desde hace meses con borradores, notas y demás. Esto es idea original mía, desde la narración, la distribución de los personajes y la historia en general. Así mismo como fue en el caso de "Con Aroma de Café" Mi beta reader solo le da el visto «bueno» a cada capítulo, es decir, lo revisa antes de ser publicado que todo esté lo más correcto y entendible posible.

Aclarando estas dudas no me queda otra cosa más que darles las gracias :D ¡NOS ESTAMOS LEYENDO!

Con cariño:

Kuraudea.


Inicio: 11 de Abril del 2016

Respetemos los derechos del autor ¡DI NO AL PLAGIO!