Los personajes para mi desgracia no me pertenecen son propiedad de Trey y Matt, pero la historia salió de mi pequeña cabeza, espero que les guste~


Los pasillos del hospital "Paso al infierno" se extendían ante sus pies, diferentes personas deambulaban por allí, ya fueran médicos o pacientes, andaban y eran un obstáculo para el joven que corría entre las blancas paredes decoradas con algunos carteles. Sostenía entre sus manos un pequeño presente para su joven amigo, al cual había evitado visitar en esos últimos días, no se había visto capaz de ello, le dolía que con solo ocho años estuviera al borde de la muerte sin poder ser salvado. La puerta se abrió ante él dándole la peor imagen que podía haber hallado en su tierna infancia, el regalo cayó de sus manos al suelo y estas se aferraron al gorro azul con pompón rojo que siempre llevaba dejando ver el negro cabello del joven Marsh. La cama estaba vacía y el osito de peluche que Kenny había tenido el único día que le visitó estaba tirado en el suelo junto a la fina sábana blanca.

-Solo dejó de respirar.- La voz de su super mejor amigo resonó tras él haciéndole girar sobre sus pies y mirarle con los ojos empañados en lagrimas que comenzaban a descender por las blancas mejillas del niño.

-¿Qué fue lo último que dijo?- Preguntó al pelirrojo que lo miró con pesar, pasándose una mano por los ojos para retirar las tibias gotas que seguían allí desde que vio que se llevaban a su amigo.

-¿Dónde está Stan?-

Se levantó de golpe notando su cabello mojado sobre su frente debido al sudor, retiró los mechones haciéndolos hacia atrás con la diestra soltando entre los labios un denso suspiro que buscaba controlar su respiración acelerada por aquel sueño, o más bien recuerdo de su infancia, pero de aquello había pasado ya varios años, e incluso habían descubierto que el pequeño Kenneth era "inmortal". Recorrió con la mirada su dormitorio, en esos años había cambiado mucho pues ahora poseía un color azul cielo que ahora con la poca luz que se filtraba por la ventana se veía malva, a su lado una mesita de noche que tenía el móvil, no tardó ni unos minutos en cogerlo y marcar el número de Broflovski, tamborileando nervioso contra la pulida superficie de madera.

-¿Sí?- La voz cansada del pelirrojo le hizo reír y delatarse ante este. -¿Stan?-

-¿Qué quiere a estas horas?- La voz cansada de Wendy se escuchó de fondo tras la línea. Desde que con diez años dejó a la morena esta y su amigo habían estado más unidos y con el tiempo comenzaron a tener una relación, no le molestaba, es más siempre creyó que ellos hacían mejor pareja que la que él pudo hacer con ella aunque no podía negar que pensaba que acabaría con el joven inglés; Gregory, pero esté tenía sus asuntos con cierto francés no simpatizante con dios.

-Kyle ¿Recuerdas lo que nos contó Kenny hace unos años, lo que hace un tiempo hablé con Damien?- Comenzó a preguntar acelerado sin darse cuenta de ello.

-Sí, ¿Por qué? ¿A qué viene eso ahora Stan?-

-He soñado con el día que Kenny murió.- El moreno bajó la mirada y el chico tras el teléfono podía imaginar perfectamente a su mejor amigo en esos instantes.

-Es solo un sueño ¿sí?- Murmuró con voz carrasposa por el sueño.- Son las cinco de la madrugada Stan, solo vuelve a dormir.- Un pitido le hizo saber que el pelirrojo había cortado la comunicación para volver a sumirse en los mundos de los sueños, en cambio Marsh no podía conciliar este.

Su mirada se clavó en un punto inexacto del techo de su habitación y su mente comenzó a divagar en cuando se había dado cuenta de sus sentimientos hacia su amigo, en qué preciso momento el rubio había sido parte de sus pensamientos y su interés en saber más de él le habían llevado a investigar sobre su persona. Había llegado a descubrir que aunque le decían ser la puta del pueblo, aquellas palabras eran un poco erradas, Mccormick podría ser bastante volátil en las relaciones, no le atraía atarse y no tenía problema en que fueran chicos o chicas las que pudiesen terminar en su cama, aunque por la información sacada a Karen y Kevin, este a duras penas conseguía llevar a alguien a casa, aunque era bien sabido que podría tener relaciones en otro lugar el joven Marsh prefería confiar en que el rubio no daba la razón a todos los que disfrutaban de tratarle como si lo fuera. También descubrió el hecho de que no tener dinero le hiciera no querer preocuparse por su imagen, ni mucho menos Kenny era incluso más ¿Coqueto? ¿Entregado a su imagen? Qué el resto del grupo con el que solían salir. Pero de todas las cosas que descubrió a su mente llegó una conversación en especial.

La tarde era fría, como la mayoría en South Park, se encontraba paseando por el parque cuando un chico alto, pero no tanto como él, discutía con Kenneth, el chico de la parca naranja molesto se marchó exaltado sin darse si quiera cuenta cuando dejó de lado al del gorro azul. Sin pensarlo dos veces Stan recorrió el trayecto que le separada de aquel chico que al acercarse pudo reconocer por el característico color rojo borgoña de sus pupilas.

-¿Damien?-

-Ajá…- La respuesta fue vaga pero giró la cabeza para mirarle.

-¿Qu..qué hablabas con Kenny?- Dudó por unos segundos el preguntar, pero ya lo había hecho. Carraspeó al no hallar una pronta respuesta salir de los labios del anticristo. -¿Qué te ha traído de vuelta aquí?- Intentaba cambiar de tema pero al igual que antes no halló respuesta alguna.

Llegó a pensar en irse ya que el moreno de ojos rojos no le diría nada y quedarse allí plantado era una idea idiota pero para su sorpresa una voz algo ronca le alentó a quedarse quieto en el sitio.

-¿A qué vienen esas preguntas?- Sin ninguna expresión en su rostro y sin dirigirle la mirada a su acompañante aquella pregunta fue una sorpresa para él.

-Kenneth es mi amigo y bueno… es raro verte por aquí.- Respondió sin más titubeos.

-¿Y por qué no le preguntas a él?-

-Parecía enfadado, y tampoco sé si quisiera contármelo.- Admitió mientras golpeaba una piedrecilla con la puntera del pie.

-Te daré esa información si tú me das algo a cambio.-

A Stan no le hacía falta ser muy listo para saber que el anti cristo no haría nada sin sacar algo a cambio, simplemente aquello fue muy obvio por lo que la mirada que se posó sobre su cuerpo no le hizo sentir pavor alguno.

-¿Y qué quieres a cambio?- Cuestionó el más alto esperando cualquier cosa del otro.

-Pip…- Damien alzó la cabeza al pronunciar ese nombre perdiendo su mirada en el cielo como si en ese lugar fuese a hallar al nombrado.

-¿Pip?- Repitió confundido, no sabía que quería saber de él por lo que diría lo único que sabía del pequeño inglés. –Pip va a marcharse a Inglaterra para seguir allí sus estudios.-

El interlocutor pudo ver como su acompañante bajaba la cabeza y soltaba un suspiro que dejaba entre ver dos cosas: Una era el vaho que salía de entre sus labios y dos, que este tenía sentimientos aunque eso fuese raro debido a su impasibilidad.

-Ya te he dicho lo que sé de él, ahora dime ¿Por qué se ha ido molesto? ¿De qué hablabais?- Inquirió de nuevo aun más insistente que antes.

-Inmortalidad.-

-Eso ya lo sabía, ¿qué más?- Estaba comenzando a ponerse algo nervioso dando pequeñas patadas a la nieve que estaba acumulada bajo sus pies.

-El amor le debilita, tanto que dudo que a la próxima pueda volver.- Otra vez la impasibilidad había vuelto al demonio que dijo aquello como cualquier cosa nula de importancia.

-¿Eso quiere decir…?- Los ojos de Stan se abrieron con desmesura negando efusivamente con la cabeza clavando sus zafiros en el rostro lánguido del chico que tenía en frente.

-Exacto, si Kenny muere no volverá de nuevo.-

Un pitido insistente le distrajo de sus pensares girando el rostro para ver el causante de tal estruendo dando con los números rojos del despertador.

-Las siete y media…- Susurró para sí mismo. -¿¡Las siete y media!? ¡Joder!-

Saltó de la cama encendiendo la luz mientras corría al armario y sacaba su ropa; Unos jeans oscuros algo gastados, una camiseta blanca y un abrigo marrón con detalles en rojo. Iba a llegar tarde si no se daba prisa, tenía media hora para acercarse a la cafetería, comprar el desayuno y correr hacía la facultad sabiendo que Kenny estaría allí esperándole de mal humor por haber madrugado, como todas las mañanas. Se golpeó con la estantería pero no detuvo sus apresurados movimientos en vestirse y salir corriendo de la vivienda registrando su cartera para asegurarse que llevaba el dinero encima.

Las puertas de la cafetería de los Tweak se abrieron dejando ver a Stanley con el pelo alborotado al haber olvidado su gorro en casa, entrando en el local con cara de agotado de recorrer todo el trayecto hasta ese lugar.

-Bu..buenos días ¡Agh!- Un rubio de pelo desorganizado se hizo presente tras el mostrador portando la mejor sonrisa que sus temblores y el ligero tic de su ojo izquierdo le permitían mostrar. –Stan ¿Lo de ¡agh! Si..siempre?-

-Sí Tweek, gracias.- Asintió el nombrado buscando de nuevo el dinero y dejándolo sobre el mostrador.

-Aquí tienes.- La voz nasal de Craig sonó en el mismo momento que una bolsa con dos cafés y un muffin de chocolate y caramelo aparecía frente a su rostro, consiguiendo que el rubio de orbes oliva diera un pequeño salto.

-¡Cra..ig! Debes ir ¡agh! A clase ¡Jesús!- Le reprimió mientras tomaba el dinero y lo guardaba en la caja.

-Ya voy… Ya voy.- Turker movió la zurda restando importancia a lo que su novio le decía, sabía que si le dejaba solo este sufriría de un ataque por la presión, pero al igual si no le hacía caso se pondría histérico porque él faltase a las clases. Semejante escena hacía reír al de ojos azules tras el mostrador llevándose una muestra del dedo medio de Craig cuando desapareció para cambiarse y hacer caso a lo que Tweek había dicho.

-Debes controlarle más.- Bromeó Stan antes de girar sobre sus pies y salir de allí retomando su carrera hacía la facultad.

Cuidaba que el contenido de su bolsa no se echara a perder en su carrera por las nevadas calles del pueblo que habían cambiado notablemente con el paso de los años, seguía teniendo varios de los lugares donde habían transcurrido sus aventuras cuando niños, pero a la vez el pequeño pueblo de Colorado tuvo que adaptase al crecimiento de su población viéndose más lleno de variopintas casas y establecimientos. Las botas negras pararon en seco al ver dos figuras sentadas en el lugar que siempre ocupaba el rubio al esperarle, una de estas alzó sus ojos marrones café observando al moreno con cara de afligido. Era raro ver a Eric Cartman de esa forma, pero en ese tiempo y desde que había comenzado su relación con Red, algo irónico pues el castaño sostenía que los pelirrojos no tenían alma, este había cambiado solo un poco su difícil carácter y mal humor, eso sí, seguía siendo bastante insufrible gran parte del tiempo. Los ojos del azabache se centraron en esa pareja mostrando en sus facciones la duda de por qué estaban en ese lugar.

-¿Qué os ha traído por aquí chicos?- Cuestionó acercándose divagando su mirar por la zona por si veía al joven Maccormick.

-Hippy…- Comenzó Cartman poniéndose en pie separándose de la cálida mano de la pelirroja que descansaba sobre su hombro. –Kenny está en el hospital, hemos intentado contactar contigo pero no cogías el móvil.- Instintivamente el moreno se llevó la mano al bolsillo comprobando que había olvidado el móvil en casa.

-….- Abrió la boca pero su voz no salía, tan solo volvió a su cabeza el sueño de esa noche y sus orbes se llenaron de lagrimas que surcaron sus mejillas viendo a su amigo derrumbarse igualmente frente a él.

-Dicen que no saben lo que es.- Murmuró por primera vez Red acercándose a ambos abrazada a si misma cabizbaja al igual que ambos muchachos con sus ojos negros llenos de lagrimas.

-Vamos al hospital…- Murmuró Marsh consiguiendo articular palabras en un leve susurro.


Por un poco más de Stenny en el mundo~

Gracias por leer.