Toma la cuchara y empieza a inundarla de sopa. Sopa Wantan, verduras alrededor flotando y algunas carnes. Sus miradas se cruzan, el otro abre una Inca Kola a varias mesas lejanas. La cajera le pone empeño a la caligrafía en las boletas y se le cae la cuchara, la sopa le salpica, la lengua le arde.
Regresó del baño como flotando, chucha, el sonido del partido contra Universitario... Suspira, bueno, eso que pasó le da cosquillas en la entrepierna para ser de sinceridad absoluta, que poco se revoluciona en restaurants de Mesa Redonda.
Hasta el color del hilo que estiró. La tela. La textura. Su sonrisa. Nada de palabras, no por parte de ellos más que juegos de aliento a licor y cosas no identificadas.
Dedos pálidos se cuelan ahí, en el centro, otra vez, le dan más que un escenario: el spoiler de la película candente, lo peor que se puede presenciar porque no tienes el gusto de saborearla por primera vez. Pero es hipnotizante ese par, se muerde el labio porque esto parece lo que todos damos por hecho y el protagonista no da crédito ¿está sudando por la frente y empuñando un rosario de plástico? el de palestina da movimientos sensuales, es delgaducho pero esta tejiendo algo, algo más que le hace sacar mil y un escenarios, mil y un hipótesis.
Francisco le da la tranquilidad y esos sentimientos encapuchados que saben aflorar en un ambiente tácito. Pero Manuel sabe que no lo da del todo, sin embargo, le permiten sonrojarse y besarlo en los labios una última vez. Mientras Miguel siente que el pulso se le acelera. Unos cuantos movimientos de dedos hacen ''on'' ''click''. Es la última vez que Francisco siente algo tan real... Y fogoso en su piel.
Porque todo sucede en centésimas de segundos, porque el lugar retumba y escupe un ruido sordo, porque son sus restos por doquier...
Al único espectador, a detalle que le siguen pareciendo horas hasta hoy, sábado, oye la multitud en la oscuridad de un piso frío, prodigando cantos al Señor De Los Milagros, sabe que esa procesión está de morado con sahumerios, veinticinco años no se pasan sin memorizar las costumbres de tú país. En este cuartucho del Centro de Lima. Mesa Redonda del año 2000 no fue lo mismo después del incendio. Ni los restos identificables que encontraron rostizados en las tiendas que lograron protegerse solo, con un poco más de suerte, que los otros comerciantes.
Miguel no alcanzó a gritar, abrió la boca lo más grande posible sin que sonidos salieran de ella, el chileno desbordaba las lagrimas con los ojos bien abiertos caminó hasta él y dio un puñetazo en la mesa, la sopa se derramó esta vez, la adrenalina y el terror los acompañan en silencio, en cada rincón de su memoria.
Personajes de Latin Hetalia que solo utilicé para desahogarme. Para mi compañera rol, Taaaaaaaari. La Chile de mi Perú. ¿Algo pasó para que Miguel se quemara la lengua?
