Los personajes de Boku no Hero Academy no me pertenecen.
Prólogo
Nunca el poder había sido tan perjudicial, se dijo, observando con fingida calma lo que ocurría a su alrededor.
Por un lado estaban los héroes quienes, inquietos por haber sido llamados a atender aquella junta urgente, apenas lograban decidir entre si sentarse o permanecer de pie al lado de la puerta.
En segundo lugar, los principales líderes de las fuerzas del orden se hallaban ya cada uno en su sitio, la mayoría con las manos cruzadas sobre la mesa, entrelazando los dedos repetidamente en un pobre intento de ocultar su creciente nerviosismo.
Y, por último, los políticos. Ah, los políticos. Cuánto daño estaban haciendo al país los políticos. Aquel que les había convocado a todos había sido, nada más y nada menos, que el Ministro de Defensa. Mirando alrededor una vez más, comprobó que no sólo había llamado a los mejores héroes, también estaban allí alumnos de la U.A., algunos maestros y otros de los involucrados en los recientes casos de terrorismo del país.
Suspiró. Aquello no tenía buena pinta en absoluto.
En el momento en el que dieron las 10 en punto, el Ministro se puso al frente de la sala de audiencias y, golpeando un par de veces la mesa, acalló los murmullos de la multitud. Al tener la atención de todos los presentes, se aclaró la garganta y, recolocándose las gafas con dos dedos, comenzó:
- Buenos días, caballeros. Vamos a comenzar esta sesión extraordinaria para decidir el destino de los criminales que asolan nuestras calles, destruyen nuestros hogares y se burlan de nuestro orgullo y preciada paz.
Vaya, aquello empezaba fuerte. Con aquella sencilla introducción se había ganado ya el favor de la mitad de la sala. De las mínimo 30 personas que se hallaban sentadas alrededor de aquella enorme mesa, al menos 10 habían asentido mostrando su acuerdo ante aquel primer párrafo de apertura. El Ministro continuó:
- Como todos sabéis, hace 4 días sufrimos un nuevo y desgraciado ataque por parte de la Alianza de Villanos que, en esta ocasión, contaron con el apoyo de Chisaki, miembro de la Yakuza y líder del grupo conocido como los Ocho Preceptos de la Muerte. No sin esfuerzo y sacrificios, nuestros héroes lograron detener su ataque evitando daños mayores; no obstante, la ausencia de All Might debido a la pérdida de su Quirk y la intervención de Stain, el Asesino de Héroes, quien escapó de prisión con la ayuda de la Alianza de Villanos, resultaron ser un problema mayor a la hora de resolver este conflicto -ante los murmullos que empezaron a escucharse en la sala, el Ministro alzó una mano y continuó-. No hay de qué preocuparse, compañeros. Stain fue detenido con graves heridas tras la batalla y ahora mismo se encuentra bajo vigilancia en el hospital, a la espera de que mejore lo suficiente y podamos encerrarlo una vez más.
"Graves heridas". La imagen de Stain siendo lanzado por la ventana de un quinto piso aún la atormentaba cada vez que cerraba los ojos. No podía creer que aquel hombre, que ni si quiera había querido leer su informe de lo ocurrido, se encontrase ahora dando un discurso sobre lo que creía que había pasado. Estaba claro que pensaba utilizar aquellos hechos para conseguir algo pero... ¿qué era? Seguía escuchándole hablar sobre los daños ocasionados por aquella batalla, sobre todos los héroes que habían resultado heridos. Incluso la señaló a ella, que aún llevaba vendajes en la cabeza y un brazo escayolado. Eso, sin contar la botella de oxígeno que tenía que cargar como respiración auxiliar.
Apartó la mirada cuando sintió los ojos de los presentes posados en ella. Podía ver claramente reflejado en sus ojos lo mucho que la compadecían y eso la asqueaba. No necesitaba su compasión, ni estar allí escuchando tonterías.
Volvió la mirada hacia la mesa y se topó con la de Deku, el joven héroe pupilo de All Might, que había estado con ella cuando todo ocurrió. Parecía estar tan tenso e inconforme como ella, pero aguantaba toda la charla con serenidad y entereza. Finalmente y tras casi 20 minutos de discurso, el Ministro pareció llegar al quid de la cuestión.
- Lo que quiero deciros con esto, amigos míos, es que debemos reaccionar. No podemos seguir permitiendo que los villanos campen a sus anchas por nuestras calles y nos ataquen cuando quieran. No, amigos, no podemos seguir así. Debemos mostrar al mundo que estamos preparados para defenderlo, ¡que actuar fuera de la ley tiene represalias! ¡Héroes! ¡Oficiales! ¡Lo que vengo a proponer aquí hoy no es una medida más de seguridad, es una sentencia! Si no mostramos a los criminales los efectos que pueden acarrearles sus acciones, ¡no se detendrán!
Un escalofrío le recorrió la espalda al ver por dónde iban los tiros.
- ¡Hoy, aquí, nos hemos reunido para sentenciar a muerte a Stain, el Asesino de Héroes, y que sirva de ejemplo para todos aquellos que aún piensen en seguir ese camino! ¡Él será el ejemplo perfecto para que los villanos vean lo que les espera por sus actos!
Durante varios segundos, que a ella se le hicieron eternos, la sala quedó sumida en un completo silencio. Estuvo a punto de quitarse la máscara de oxígeno para hablar cuando la voz de All Might inundó toda la sala.
- ¿Qué... qué locura es esa?
El Ministro cerró los ojos y respiró hondo antes de volver a dirigirse a todos los presentes.
- ¿Locura dices, amigo mío? Locura es lo que hacía la Yakuza con una niña tan pequeña como Eri. ¿Hasta cuándo tenemos que aguantar? ¿Cuántas vidas inocentes más deberán ser segadas o destrozadas por los villanos? Por mucho que los encerremos, que se pruebe a reformarlos... que los tengamos en la prisión más segura del mundo sin ver la luz del sol por el resto de sus vidas... nada les infunde el respeto suficiente como para dejar de actuar criminalmente. Por eso, tras mucho meditarlo y tras sentirme verdaderamente aterrado con los últimos acontecimientos, me di cuenta: la clave es el miedo. ¡Ellos recurren al miedo con nosotros porque ven que funciona! Nos amenazan, hieren, asustan a nuestros ciudadanos... por eso pensé, ¿qué podríamos hacer para infundirles miedo a ellos? Si reinstauramos la pena capital, la pena de muerte, la mayoría de los villanos apostará por sus vidas. La criminalidad se vería reducida drásticamente y sólo necesitaríamos un ejemplo de la importancia de Stain.
Para su asombro, gran parte de los presentes comenzaron a asentir levemente con la cabeza, como si tras pensarlo por unos segundos hubiesen decidido también que era la mejor opción.
"¿Qué demonios?" se dijo. Anonadada como estaba ante las inhumanas reacciones de los presentes, perdió el hilo de la conversación hasta el momento de la votación.
- Así pues, ha llegado el momento. Por favor, os pido que alcéis la mano aquellos que estéis dispuestos a arriesgarlo todo por proteger esta región -dijo, alzando él mismo la mano.
Uno a uno, algunos de los presentes iban levantando la mano. Y aunque All Might, sus alumnos y los otros profesores de la escuela que estaban allí presentes se abstuvieron de alzarla, claramente seguían siendo minoría.
- Aspis, ¿incluso tú, con tus heridas, te abstienes de votar?
Cuando escuchó su nombre directamente de labios del ministro, debió haber sabido que aquello no acabaría bien. Se retiró la máscara de oxígeno del rostro antes de responder.
- No me abstengo, señor... Voto en contra de la pena capital -su voz sonaba más débil de lo que le habría gustado, pero aún lo suficientemente firme para causar que los murmullos volviesen a alzarse en toda la sala.
- Yo también... ¡Yo también voto en contra!
El joven Deku no tardó en mostrar su apoyo y, tras él, los miembros de su escuela.
Pero fue en vano.
Con todos los que habían votado a favor, el Ministro ya tenía la mayoría que necesitaba para darlo por bueno. Y una vez que ocurrió aquello, ya ni siquiera tenían en cuenta a los que habían votado en contra. Con la rabia a flor de piel, se mordió el labio y golpeó la mesa con la mano que aún podía mover.
- ¡Esto es de locos! -Gritó. Tosió un par de veces a causa del esfuerzo de respiración, pero se mantuvo firme frente al Ministro- ¡¿Qué clase de mundo quiere lograr con una ley que le permita segar a voluntad la vida de la gente?!
- Aspis... creí que tú, mejor que nadie, lo entenderías -respondió con tono de desgana.
- ¡Por...! -De nuevo aquella odiosa tos- ¡Por supuesto que no lo entiendo! ¿Que los villanos siegan vidas? ¿Que destruyen nuestros edificios? ¡Como si fuesen los únicos! -Hizo una pausa para respirar con la máscara de oxígeno y continuó- Villanos y héroes por igual destruyen todo a su paso cuando se enfrentan unos con otros, no es sólo culpa de una de las partes, por mucho que nos gustase que así fuese. ¿Que eso no ocurriría si no hubiese villanos? ¡Por supuesto! Pero para castigar tenemos la prisión. ¿Qué derecho tiene a decidir cuándo vale y cuándo no quitar una vida?
- Aspis, no permitiré que los villanos sigan causando bajas entre nuestros hombres y sigan pensando que no habrá represalias.
- Por supuesto que saben que hay represalias, pero para algunos de ellos sus ideales valen tanto o más que su libertad -esta vez, fue Deku el que intervino.
Aspis asintió.
- Además, los villanos no son los únicos que causan bajas. ¿O es que, de verdad, todos los héroes que han votado a favor se creen que nunca han causado la muerte de nadie? Una llegada 5 minutos más tarde a un rescate, un edificio derrumbado, una batalla complicada que acaba con la vida del villano...
A pesar de que varios de los presentes bajaron la mirada, claramente replanteándose sus palabras, lo que dijo el Ministro a continuación le heló la sangre en las venas.
- A eso se le llaman daños colaterales.
- Daños... -ni si quiera fue capaz de acabar la frase.
- Aspis, ya basta. ¿No crees que es curioso? ¿Que tú y este joven héroe llamado Deku seáis los únicos que alzan la voz en contra de esta ley? ¿Los únicos que han sido salvados por el Asesino de Héroes...?
Lo dejó caer con frialdad, sabiendo que para todos los demás sería un argumento tan acusador que dejarían de replantearse cualquier cosa dicha por ellos. Con los ojos abiertos como platos le vio volver al papeleo que tenía que firmar para aprobar su nueva ley mientras el resto de presentes trataba de alejarse lo más posible de lo ocurrido. Como escurriendo el bulto. Apretó el puño y, tomando una última y larga bocanada de aire de su máscara de oxígeno, se puso en pie e ignorando el dolor de sus costillas se dirigió a la salida.
Y fue entonces, cuando tuvo la mano en el pestillo, que escuchó la que sería su condena personal.
- Aspis, si abandonas esta sala antes de que se te ordene, no me dejarás más opción que revocar tu licencia de héroe. Y, dadas las circunstancias, podría incluso considerársete una villana por ir en contra de las leyes que benefician a tu país.
Aquello causó más de un rugido de furia en su defensa, pero no se movió de la puerta. Miró sus dedos, apoyados sobre el manillar, y respiró profundamente. Se dio la vuelta, pasó junto a su asiento y, cuando una sonrisa de satisfacción se dibujaba en el rostro del Ministro, sacó su carnet de héroe y lo dejó sobre la mesa, sorprendiéndole.
- No me hice héroe para cumplir los deseos egoístas de ningún político -le espetó.
Y con todas sus pertenencias se marchó, dejando tras de sí una alborotada sala y varios años de su vida que ya no podría recuperar.
Continuará...
