Disclaimer: Resident Evil pertenece a Capcom.

Advertencia: Muerte de personaje principal. Armas bio-orgánicas.


Es igual que en las películas de terror; las luces casi sin resistir, parpadean suavemente, iluminando los cadáveres totalmente desangrados del piso. El pasillo está llenos de ellos. La sangre parece más pintura en las paredes que parte del cuerpo humano. Son tanto mujeres como hombres, algunos con los ojos abiertos mirando el vacío impoluto de la muerte, otros dándole la espalda y otros con uno o dos miembros desaparecidos.

Solo hay dos seres vivo en el pasillo, Piers y la cosa que antes fue un ser humano.

La cosa es que no fue cualquier ser humano.

Piers aprieta el arma entre sus manos para mantenerla firme. Por primera vez en su vida se siente inseguro de matar un arma bio-orgánica. Para no llamar la atención de la bestia, avanza con paso lento y decidido, procurando no pasar a llevar a una de las víctimas desparramadas. Está listo para disparar y aunque tiene la perfecta oportunidad en el centro de su mira, se detiene.

Ahora lo comprende. Entiende por qué esa vez Chris no le pudo disparar a Finn Macauley o al resto del equipo, o cuando le pidió que no acabara con Marco. En ese entonces había sido un poco más simple poder disparar.

No tiene sentido no disparar ya que la bestia ha matado a muchas personas, y si no la detenía el podría ser fácilmente de ese progresivo conteo en aumento. Claire le dijo que como su hermano ya no era el de antes, entonces podían matarlo. Después de todo, su hermano murió salvando al mundo, no bajo los efectos de un virus. El amargo sabor de la muerte no dejó sus palabras al decirlo.

Parte del problemas es que eso también ha salvado a muchas personas en su anterior vida. Incluyéndolo a él.

El cuerpo desfigurado lo escucha y se da la vuelta. Esos ojos animales lo miran con sed.

Piers aprieta ligeramente el gatillo cuando se empieza a acercar lentamente.

¿Por qué no le dispara? ese monstruo ya no es Chris, el capitán. Él es el nuevo capitán, hace ya unos meses. La historia de Chris había terminado en China cuando murió en la explosión de las instalaciones submarinas. Hubo flores, hubo llanto y hubieron despedidas. Muchas de ellas.

Si no dispara, el monstruo matará e infectará a más personas.

La decisión no es fácil, pero es necesaria. Así que Piers decide, por la BSAA, por la humanidad, y por el propio Chris.

Apunta con determinación a la cabeza del ex capitán del equipo.

El silencio es cortado por pasos presurosos, rápidos y livianos, como los de una mujer. Piers no voltea a ver quién ha llegado, su vista fijada en el próximo objetivo.

Algo cambia en la cara del monstruo cuando mira en su dirección, porque es como si Piers ya no estuviera ahí. Los ojos de Chris se centran en algo al final del pasillo y se nublan con un sentimiento inesperado: reconocimiento. Esos ojos por un instante dejan de ser los ojos de un animal.

Pero ya es tarde.

El sonido del disparo y el encuentro de la bala con la carne putrefacta antes había sido música para sus oídos, pero esta vez es diferente. Todo es diferente. Ya no es ese típico sonido acompañado de vítores de alegría o de silencio absoluto y abrazador, sino que es un sonido acompañado de un pequeño suspiro de alguien al que le han quitado el aire, y luego el golpe húmedo del cuerpo contra el suelo y los otros cuerpos.

Es obvio que está muerto, pero Piers sigue con el arma lista para otro asalto si es necesario.

No lo piensa así la recién llegada, que pasa a su lado a paso rápido y se inclina junto al cuerpo. Sus hombros tiemblan ligeramente, pero no llora. Se mantiene en una pieza. Jill es fuerte. Sabe como sobrellevar los acontecimientos duros, como la muerte de un amigo.

El dolor reflejado en sus movimientos solo son pequeños deslices de su fuerza.

Piers mira como ella atiende al exánime con las facciones inexpresivas.

Hace frío.

Realmente, mucho frío.