Capítulo I
La luz ya comenzaba a colarse por la ventana de aquella varonil habitación. Sam me tomó de la cintura y me cargó hasta hacerme caer sobre su cama. Nos besábamos desesperadamente, su barba me hacía cosquillas en el cuello y pronto bajé mis manos intentando desabotonar su pantalón pero él no me lo permitió. Levantó mis manos y las sujetó con las de él mientras me besaba los labios con desesperación. Pegó su cuerpo al mío y podía sentirlo excitado. Todo lo que atinaba a pensar en ese momento es que quería sentirlo de una buena vez adentro de mí pero él parecía disfrutar la tortura y más cuando movía las manos queriendo quitármelo de encima para tomar el control de la situación.
Fue bajando de mi cuello a mi abdomen lentamente asegurándose de dejar besos repartidos sobre cada célula que conformaba mi piel. Me arquee de placer cuando besó mi zona íntima y acto seguido tuve los dos orgasmos más placenteros cuando su lengua se encargó de hacerle probar a mi clítoris lo que es estar en el paraíso.
— Ven acá —lo atraje hacia mí y lo besé sintiéndome cada segundo más excitada mientras él metía sus dedos a mi vagina.
— Eres hermosa, Kari.
— Shhh…
Logré moverlo para que se acostara boca arriba y él sonrió como si supiera lo que iba a hacer. Procedió a quitarse el pantalón y su ropa interior y acto seguido, me senté sobre su miembro erecto y comenzamos a perdernos el uno en el otro como tantas otras veces.
Horas más tarde nos tendimos en la cama exhaustos. Sentía punzadas en mis muslos y brazos que posiblemente se convertirían en moretones, mi labio inferior aún sangraba y tenía una mordida marcada en uno de mis senos. Sam encendió un cigarrillo y pasé una de mis manos por su oscuro cabello para apartarlo de su frente.
— El lunes tengo cita en los juzgados para firmar el divorcio —murmuró en voz baja y con semblante serio. Sabía exactamente bien lo que estaba pensado, incluso podía afirmar lo que sentía.
— ¿Verás a Addy? —Sam asintió y me dio un toque del cigarro. Acaricié una de sus mejillas y sonreí cuando volteó a verme—. Todo estará bien, guapo. Esto es lo mejor para ambos, ¿no? —él no dijo más y se giró para abrazarme escondiendo su rostro en mi pecho. Acaricié su espalda hasta que poco a poco fue quedándose dormido.
Ninguno de los dos mencionó el rastro de lágrimas que habían ido a parar en su almohada esa noche.
La historia se va a componer de capítulos cortos a los que yo les llamo "microcapítulos" y procuraré subir uno cada día. Espero que la disfruten, dejen sus comentarios!
P.D. Tendrá un contenido algo subido de tono en la cuestión sexual.
