Capítulo 1

POV Kurt

Hoy inicié mi día, levantándome a las 6 de las mañana, con mucha energía para empezar un nuevo año escolar y reencontrarme con todos mis amigos.

Nah. Ahora en serio.

Me levanté 20 minutos antes de las 7, que era la hora en la que debía irme para llegar a tiempo al instituto. Al observar el reloj colgado en mi pared, supe que no podía hacer mi usual rutina, así que corrí con toda la prisa que puede ejercer alguien recién despertado, hacia el baño.

Al entrar, encendí el agua caliente mientras me lavaba los dientes, seguido a eso hice mis necesidades básicas, me desvestí y entré a la ducha. Cubrí mi cuerpo rápidamente con mi jabón humectante y luego dejé que se deslizara por mi piel con ayuda del agua. Al terminar, cerré la llave, tomé una toalla, y la envolví alrededor de mis caderas. Con mucho cuidado salí de la tina, pero mi mala suerte ganó, haciendo que resbale y me golpee la rodilla en la orilla de la bañera, aunque afortunadamente logré sostenerme de la pared y no caí por completo.

Que buena forma de empezar el día.

Hice una mueca de dolor al pararme sobre la pequeña alfombra que se encontraba en mi baño, y comencé a secarme.

Volví a mi habitación a buscar un poco de ropa. Abrí el armario y saqué ropa interior, jeans ajustados, o leggins, para la mayoría de las personas, junto con una camiseta manga larga (hacía mucho frío), una polera blanca, también manga larga, y mi chaqueta de cuero negra. Luego, abrí uno de los cajones y saqué la cadena que utilizo como cinturón, y a la vez como un arma de defensa personal.

¿Qué? No me juzguen, cada uno tiene sus técnicas.

Me vestí con prisa, ya que vi el reloj en mi habitación, y tan sólo me quedaban 10 minutos. Busqué mis botas, y me dirigí nuevamente al baño.

Ahí, saqué del vanitorio mi lápiz labial negro, junto con mi delineador, también negro. Al terminar, agarré una peineta y, peiné mi cabello hacia arriba. Luego tomé mi colonia y la rocíe sobre mi cuello y ropa.

—¡Kurt!

Oh, mis modales.

Me presento, soy Kurt Hummel.

Y el que me acaba de llamar es mi padre, Burt Hummel.

Al parecer el desayuno está listo.

—¡Ya voy!—grité devuelta.

Volví nuevamente a mi habitación y chequié la hora.

5 minutos.

Corrí escaleras abajo para encontrar a mi padre en la cocina, sentado en la mesa, leyendo el diario, mientras tomaba una tasa de té, y comía un pan con huevos revueltos.

—Buenos días padre— lo saludé, mientras me sentaba enfrente de él.

—Buenos días hijo— respondió todavía concentrado en su lectura.

Comí mi desayuno rápidamente y volví a subir para lavarme nuevamente los dientes, buscar mi mochila junto con mis inseparables guantes sin dedos negros que se encontraban encima de mi mesa de noche.

Ya listo, bajé a despedirme, tomé las llaves de mi moto y salí.

El aire frío de invierno me golpeó el rostro cuando cerré la puerta. Me dirigí a mi medio de trasporte, y me subí.

El camino hacia el instituto fue largo, pero por suerte llegué a tiempo. Al llegar, estacioné y caminé hacia la entrada.

Al abrir las puertas, ocurrió lo usual.

Algunos me miraban con ojos acusadores, otros con temor, indiferencia, y frialdad.

Los ignoré y seguí caminado hacia mi casillero. Al estar frente a él, puse la clave que sabía de memoria (por suerte me había tocado el mismo que el del año pasado) y guardé todos mis cuadernos y libros nuevos.

Lo cerré, y miré mi nuevo horario para ver que clase me tocaba ahora.

Matemáticas.

Genial.

Con un bufido lo guardé en mi mochila y caminé hacia el salón de dicha materia.

Mientras me dirigía a mi destino algo llamó mi atención.

O mejor dicho.

Alguien.

Era un chico con el pelo negro, quizás rizado, dado por la gran cantidad de gel que tenía para poder controlarlo. Se veía que era más bajo que yo, y estaba vestido con unos pantalones color rojo que le llegaban hasta arriba del tobillo, junto con un suéter con rayas negras y blancas, completando con unos zapatos negros.

Se encontraba de espalda guardando sus cosas en su casillero. Lo que más me llamó la atención era que en vez de tener un mochila que se colgaba al hombro, como el resto de los estudiantes, tenía una con rueditas.

Tierno.

Ah, y como se darán cuenta, soy gay, así que no se extrañen si digo que algún hombre es tierno, lindo o sexy.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por una muy irritante voz.

—¡Kurtie!

Ay, no.

—Kurtie, cariño, ¿Cómo estuvieron tus vacaciones?

—Como si te importara, zorra con S— respondí con frialdad.

Ja, nunca me cansaré de ese nombre.

Ah, y les presento a Sebastian Smythe. O para mi, zorra con S.

¿Entienden?

Sebastian...Smythe...S...zorra..

Bueno, no importa. Yo me entiendo.

Esta zorrita, es la persona más popular del instituto. Es el capitán de las porristas, y tiene un novio que es el capitán del equipo de fútbol americano.

Típico.

Bueno, se preguntarán mi visible desprecio hacia él. Además de ser un cínico de mierda que se acuesta con todos nuestros queridos compañeros mientras está en una relación, Sebastian en un principio se te acerca y trata de ser tu amigo, pero cuando gana tu confianza, ¡Bum! Te apuñala por la espalda.

Lo sé por experiencia.

Pero eso es otra historia.

Volviendo a la realidad, Sebastian me miró confundido y ladeó la cabeza frunciendo el ceño.

—Nada, no lo entenderías— dije y seguí caminando, al parecer me había quedado parado mirando al tipo con mochilita de ruedas.

Pero lamentablemente, él me siguió.

—¿Supiste que hay un nuevo alumno?—me dijo con esa sonrisa de cínico que tiene.

Idiota.

—No— le respondí, aunque estaba sospechando que era el que estaba mirando antes.

—Dicen que su nombre es Blaine Anderson, viene de una escuela privada super cara. Quizás sea rico—comentó dando saltitos.

Rodé los ojos.

—A ti lo único que te importa es el dinero—comencé a caminar más rápido para no llegar tarde, y para quitarme de encima a este desgraciado.

Espero que no me toque clase con él, porque sino, me mato.

—Oye, ¿Qué clase te toca ahora?— ignoró mi anterior comentario mientras colgaba su brazo en el mío.

¿Pero qué mierda?

—¡Oye, suéltame!—le dije mientras le pegaba en el brazo.

No quería que me tocara.

—Ay, Kurtie, no te enojes, recuerdo que antes éramos muy unidos. No sé que pasó, pero quiero volver a crear la hermosa amistad que teníamos.

Era cierto, antes fuimos amigos, mejores amigos mejor dicho, pero luego me enteré de algo y me alejé de él lo más que pude.

Mentiría si digo que a veces no lo extraño, pero luego recuerdo lo que pasó y la nostalgia se transforma en enojo.

Aunque, para iniciar bien este año, no estaría mal comenzar de nuevo.

Espero no equivocarme.

Pero aún así, estaré alerta.

—¿Kurt?

Ups, al parecer me perdí en mis pensamientos.

Otra vez.

—¿Sí?—dije mirando el suelo, no sé a qué velocidad íbamos, pero todavía no llegaba a la sala de matemáticas.

Él se detuvo y me hizo darme vuelta para encararlo.

—No sé qué hizo que te alejaras, pero realmente quiero volver a ser tu amigo. Yo...yo te extraño.

Guau. Ok. Eso no me lo esperaba. Aunque debería, ya que unos momentos antes dije que era un cínico de mierda.

Tal vez todo esto es una actuación.

Tal vez estoy haciendo el ridículo, y debería empujarlo lejos, para después salir corriendo al salón y llegar de una vez por todas.

Pero mis pensamientos volvieron a ser interrumpidos con él abrazándome y llorando en mi hombro.

¿Por qué nadie me deja pensar tranquilo?

Ok, concéntrate.

—Por favor Kurt —sollozó —Déjame ser tu amigo otra vez,¡POR FAVOR!— terminó gritando como si fuera una niña de cinco años a la que no le quieren comprar una Barbie.

—Esta bien , esta bien, volveremos a ser amiguis, BFF, Maps, lo que sea, pero cállate—dije mirando para todos lados. Comenzábamos a llamar la atención de algunos.

—¡Yayyyyyyy!—dijo alargando la "y", mientras me abrazaba más fuerte.

Oh no, qué acabo de hacer.

Bueno, lo hecho, hecho está.

Y si me equivoco otra vez.

Deberé lidiar con ello.

—Oye, querido mejor amigo, no me respondiste, ¿Qué te toca ahora? —dijo mientras se separaba y limpiaba las dos lágrimas que se le habían caído.

Milagrosamente el timbre todavía no sonaba, asi que podía llegar a tiempo.

—Matemáticas—dije volviendo a caminar.

—¡Ay!, no puede ser, ¡a mi también!, ves estamos destinados a estar juntos—

Eso no sonó muy bien, pero no me importó.

Él volvió a enganchar su brazo con el mío y prácticamente me arrastró al salón. Quise volver a alejarlo, pero como estamos "empezando de nuevo" eso no se vería bien.

—Aunque para mí sigues siendo una zorra —le dije, no quería que pensara que todo estaba olvidado, mis pensamientos sobre él seguían siendo los mismos, pero quizás esta vez nuestra relación pueda funcionar con nuestras renovadas personalidades.

O al menos la mía.

Él simplemente rió y al fin entramos al salón.


Después de las aburridas clases que vinieron después de matemáticas, por fin llegó el almuerzo.

—¡Kurtie!, ¡Por aquí!—me llamó la zorra con S desde su puesto con el resto de los populares.

¿Qué? Les dije que nunca me cansaría de ese nombre, y por más que ahora seamos "amiguis", aún no confío en él. Además, el nombre me gusta.

Fui a buscar una bandeja para servirme un poco de comida, luego me dirigí a donde se encontraba él.

—Kurtie, querido, siéntate con nosotros —me dijo con esa sonrisa, que juro que es falsa, y se corrió un poco para que me sentara a su lado.

—Em, no, Bye—me dí la vuelta y caminé a una mesa vacía, para luego sentarme.

No me sentiría cómodo con ellos.

¿Y por qué una mesa vacía?

Bueno, si no les dije, no tengo amigos.

Y no, la zorra no cuenta.

Comencé a comer, mientras revisaba algo en mi celular, cuando sentí que alguien se sentó enfrente mío.

Levanté la vista y me sorprendí un poco al encontrar a Sebastian comenzando a comer.

—¿Qué haces aquí?—le dije.

—Estoy comiendo con mi mejor amigo —dijo como si fuera lo más obvio del mundo. Lo miré por unos segundos.

—¿Y los otros?—dije refiriéndome a las personas con quien se había sentado antes.

—Ellos se sentaron conmigo sólo porque soy popular, en vez que tú lo hiciste porque te caigo bien—me respondió mirándome con cariño.

Bueno, cariño de amigos.

—Primero, tú te sentaste aquí, y segundo, no me caes bien— le dije mientras comenzaba a comer de nuevo.

Él me miró entre sorprendido y preocupado.

—¿No te caigo bien?—dijo como si estuviera apunto de llorar.

Oh no.

—No, eres la persona que más odio en el mundo—respondí con naturalidad mientras volví mi atención al celular.

—Pero... Pero... Dijiste que podíamos volver a ser amigos, y los amigos no se odian—esta vez estaba llorando.

Suspiré.

Pero que persona más dramática.

—Mira, dije que podíamos ser amiguis, porque uno—comencé a enumerar con mis dedos — hiciste un escándalo en medio del pasillo hoy en la mañana, y dos— volví a suspirar—quisiera intentarlo de nuevo, quizás con el tiempo me caigas un poquito mejor—terminé con una sonrisa que no acostumbro mostrar.

Pero. Qué. Me. Está. Pasando.

Creo que algo le pasó a mi cerebro al entrar al instituto hoy en la mañana.

Sebastian, que hasta ese momento lloraba como adolescente que rompió con su novio de un mes, levantó la vista, se paró y me abrazó.

—Gracias—me susurró.

—Si, si, como sea—le dí unas palmaditas en la espalda y lo empujé —ahora come.

Se volvió a sentar, y comenzó a preguntarme sobre lo que hice en nuestras vacaciones.

En algún momento dirigí mi mirada hacia la entrada del comedor y justo estaba entrando el chico que vi en la mañana.

—Oye ¿Ese es el chico nuevo?— le pregunté, ya que habíamos permanecido callados por un momento.

Él se dió vuelta y siguió mi mirada.

—Oh Por Dios, ¡sí es él!, lo presentaron hoy en la clase de francés, le diré que se siente con nosotros—comenzó a pararse pero lo detuve.

—No, quédate sentado—le dije en un tono quizás no muy amable.

Él me miró confundido, pero se volvió a sentar.

No quería que se le acercara, porque número uno, ya les conté lo que pasaba cuando se acercaba a alguien, y segundo, quiero ver si este chico había hecho algunos amigos durante las clases, o si estaba completamente sólo.

Ahora que lo pienso, Sebastian dijo que ya lo conocía.

¿Lo habrá hecho ya?

Espero que no.

Blaine, como había dicho Sebastian que se llamaba, fue a servirse algo para comer, y luego observó las mesas para buscar donde sentarse.

Nadie levantó la mano.

Nadie lo llamó.

Nadie hizo nada.

Todos siguieron con sus vidas, ignorando al pobre chico nuevo, que al parecer, no había hecho amigos.

Idiotas.

Su mirada llegó a nuestra mesa y Sebastian lo saludó con la mano, iba a comenzar a caminar hacia nuestro lugar, pero luego se percató de mi presencia y siguió caminado a un lugar más lejos que estaba vacío.

Suspiré.

Otra persona que ni siquiera me conoce y ya me tiene miedo.

Yay


Las clases terminaron.

Por suerte Sebastian dijo que debía verse con su novio o algo así. Por lo que ahora estoy libre.

Iba camino a mi casillero cuando escuché unas voces.

—Así que éste es el nuevo, y al parecer otro marica, creo que debemos darle una bienvenida como corresponde, ahora que no hay muchos testigos.

Como si eso importara, los "testigos" siempre se quedaban callados.

—Estoy de acuerdo contigo Dave, en la mañana no tuvimos tiempo de recibirlo apropiadamente.

Asi que era Karofsky, y por la voz del otro podría decir que era Azimio.

Caminé rápido, pero con la precaución de no hacer ruido. Estoy seguro que al que estaban intimidando era a Blaine.

—Por favor, no me hagan daño, no les he hecho nada—podía sentir el temblor en la voz del que supongo es Blaine.

—En eso te equivocas, si has hecho algo, existir.

Doblé el pasillo justo en el momento en el que Karofsky le aventaba un slushie en la cara, estaba a punto de tirarle otro cuando me acerqué hasta quedar a tan sólo unos pasos de ellos.

—¡Oigan par de imbéciles, dejen al chico nuevo en paz!

—Oh, pero si no es Hummel el que viene a defender a los de su especie, la especie de los maricas—dijo con una sonrisa Karofsky.

Marica.

Como odio esa palabra.

—¡Cállate idiota!—le grité mientras rápidamente le quitaba el slushie de la mano y se lo tiraba sobre la cabeza.

Azimio comenzó a acercarse mientras Karofsky estaba congelado por el impacto del frío jugo.

—Me tocas y les daré una repetición de lo que pasó el año pasado—dije con tono de amenaza.

Ambos se pusieron pálidos y comenzaron a correr hacia quién sabe donde.

Y no, no les contaré lo que pasó el año pasado.

Al menos por ahora.

Me quedé viendo por donde se habían ido hasta que me percaté del cuerpo de Blaine hecho un ovillo en suelo.

Me agaché hasta su altura para poder limpiarle un poco la cara con mis manos. Tenía los ojos cerrados, pero los abrió cuando sintió mi toque.

—¿Estás bien?—le pregunté con suavidad. Él simplemente asintió y comenzó a pararse lentamente.

—Soy Kurt— le dije.

Este pobre chico había estado todo el día solo, pero ya no más. Ahora me tiene a mí.

¿Por qué?

Porque no quiero que le pase lo mismo que a mí cuando llegué aquí.

Y sí, esa es otra historia que no contaré en este momento.

Él me miró por unos segundos hasta que lentamente estiró su mano.

—Blaine.

Suavemente la tomé y le di un pequeño apretón. Lentamente nos soltamos y nos quedamos unos segundos viendo al otro.

Al percatarme de una pequeña gota que caía por su cabello, recordé que estaba completamente empapado por esa cosa llamada slushie.

—¿Quieres que te ayude a limpiarte?—dije señalando su cabello y su cara. Él pestañeó, al parecer se había quedado pensando en quien sabe qué, y miró hacia su cuerpo.

—Bueno—respondió simplemente.

Y con eso, nos dirigimos al baño más cercano.


Hola seres humanos que se aventuraron a leer la primera parte de "Confident".

Soy Camila,y soy algo asi como nueva en Fanfiction,y digo "algo asi" ,porque ya he publicado otra historia hace un tiempo, y porque he pasado casi dos años leyendo fanfics aquí.

Bueno, no se me ocurre que más decir.

Espero que esta historia sea de su agrado, y nos "vemos" en la próxima actualización.

Byes! :D