Disclaimer aplicado/ Sailor Moon© Naoko Takeuchi.
MAGIA
│Drabble
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De pronto te vi sentado con un ramo de rosas rojas en tu regazo.
El suelo comenzó a moverse ¿Un sismo? No, son mis rodillas que se debilitan, y, fuera de mis sentidos razonables me dejo llevar.
¿Sabes que me tienes entre tus manos? Podría ser tu juguete favorito, tu capricho por las noches; podrías intentar robarte todo lo malo —para ti sexy— que poseo. E incluso sería el consuelo a tus desvaríos de amor.
Sin embargo, a pesar de las miles de cavilaciones que circulan por mi mente, e intentan mantenerme alerta, hoy estás aquí, junto a mí.
Esbozo una cálida sonrisa, e intento borrar toda sensación de extrañez.
Entreabres la boca al mismo tiempo que decido hacerlo yo.
La cierras.
Sonrío.
Me imitas.
El silencio nos abraza; las ganas por abrazarte me inquietan, pero no desea apresurar el tiempo. Por el contrario, deseo que los segundos que pasas lejos -en realidad a centímetros- de mí, te asfixien y quieras correr a mi lado y besarme.
No despego mis ojos azules de ti, y sé, que tomas una bocanada de aire, porque tu amplio pecho se comprime. Aunque hay algo raro en el aire; será la tensión a flor de piel y que le da ese tono carmesí a tus mejillas.
¡Un momento! Lo veo y no lo creo.
Tú, Yaten... ¿sonrojado?
Ahora sé que algo mágico puede suceder; o eso es lo que deseo.
Tu pie derecho se aproxima unos centímetros más, siguiéndole el otro, pero con mayor rapidez. Tomas entre tus manos el ramo, abres la boca, y vacilas. Cuando creo que soy demasiado ingenua para soñar, y tú, sobrado en presunción, sueltas:
—Minako —dices, y tragas saliva; puedo verlo—, ¿quieres ser mi San Valentín?
Automáticamente… muero.
Bueno, en sentido figurado; porque no me siento para nada así, al contrario, mis pies parecen cobrar más y más vida. Ellos avanzan hacia ti con tanta vehemencia, guiados por mi apasionado corazón.
Enredo mis manos alrededor de tu cuello; me pongo en puntitas de pie y te beso.
«Gracias» Sé que dices aún con tus labios pegados a los míos.
Porque escuchaste cuando en silencio te respondí: «Sí»
Hubo magia, nuestros corazones hablaron.
