Disclaimer: Nada nadita nada de esto es mio, yo solo me aburro en verano y paso de estar tirada en el sofa siendo totalmente improductiva...y como no me han dado trabajo en la perfumeria ni en los hoteles (¬¬), me dedico a alimentar y fortalecer un poquito mis neuronas. Todo esto es de J.K. Rowling, la warner y asociados o lo que sea. Y no gano ni un euro por esto (este verano estoy senteciada a vivir de limosnillas).
Capitulo Uno: "Uno de Septiembre de 1977"
Era 1 de septiembre de 1977, y una joven pelirroja, alta y de buena figura, con unos ojos verde esmeralda brillantes y una tez nacarada, que rondaría los 17 años se abría paso dificultosamente entre la muchedumbre que entraba y salía de la majestuosa estación de King´s Cross. Dificultosamente sobre todo porque cargaba con un gran baúl caoba en un carrito metálico y una jaula con un ruidoso inquilino: Verny, su odiosa lechuza y cuyo apodo había puesto cariñosamente en honor del "maravilloso" novio de su hermana. A Lily no le gustaba ni la estúpida ni arrogante lechuza ni el estúpido y arrogante novio de Petunia, y no se explicaba como su hermana podía salir y disfrutar de la compañía de aquel joven obeso machista ultraconservador. A Vernon Lily nunca le cayó bien, y eso que ella intentó ser agradable, pero resultó que la antipatía era mutua.
Aquella agradable mañana del primero de septiembre Petunia había llevado en coche a Lily a la estación una hora antes de que el Expresso de Hogwarts partiera hacia su destino, porque tenía "otras cosas más interesantes que hacer que llevar a su hermana rara a la estación para ir a un estúpido colegio de chiflados que no hacían más que vivir del cuento".
Lily suspiró abrumada al recordar el desagrado, la antipatía y los celos que transmitían los ojos de su hermana mayor. Su relación de pequeñas siempre había sido buena, Petunia cuidaba de Lily y ambas se divertían juntas, pero fue demasiado para la hermana mayor el verse desplazada por la pelirroja, que había resultado ser bruja, y cuyos padres se sentían plenamente orgullosas de ello. Lily se enteró por casualidad de que Petunia había escrito a Dumbledore, que fue a visitarla la primera vez para explicarle su mágico don, para que la dejase entrar al colegio. Sabía que su hermana no la odiaba por lo que era, la odiaba porque era algo que ella jamás llegaría a ser, y que deseaba fervientemente.
Un fuerte golpe en el costado la hizo regresar a la tierra y alejar sus cavilaciones de la estación. Miró con desagrado la espalda de un joven ejecutivo, que la había golpeado con un maletín y que ni siquiera se había dignado a pedir perdón.
"Idiota…" pensó sin darse cuenta de que lo había dicho en voz alta.
-¿Lo decías por mí, Lily?- preguntó una seductora voz masculina…
Lily se giró desviando la vista de la espalda del joven ejecutivo con los ojos más abiertos de lo normal por la sorpresa y lamentó que aquel maravilloso día comenzara tan mal…
-Tú no, tan temprano no por favor…-se lamentó llevándose una mano a la pesarosa a la cabeza.
Delante suya, a apenas un par de metros, sonreía abiertamente como si un anuncio de dentífrico se tratara un joven alto, delgado y musculoso, con el pelo completamente alborotado y unos ojos dulces y pícaros, castaños, enmarcados en unas gafas torcidas de forma estudiada. Era el famoso y codiciado merodeador James Potter.
Yasmine Ailann Roberts deseaba ser en ese momento cualquier persona menos ella misma. Era una joven alta, de piel bastante morena y rostro ovalado, de labios carnosos y ojos cafés. Su cabello era largo (le llegaba a la mitad de la espalda) y liso, de un color castaño oscuro que no llegaba a ser negro, y que al sol adquiría un color rojo fuego. Siempre había sido curvilínea, delgada pero de anchas caderas y piernas torneadas y firmes, pero con el paso de los años había pasado a adquirir una silueta femenina y estilizada. Sobra decir que a ella no le gustaban nada sus curvas, sobre todo porque consideraba que no tenía demasiado pecho para compensarla, pero sus amigas en Hogwarts se metían con ella porque a pesar de sus quejas era una de las jóvenes más solicitadas del castillo. Sin embargo, en la actualidad sus críticas a su cuerpo habían pasado a la historia al ganar seguridad en sí misma.
Pero el motivo por el que no deseaba ser ella misma en ese momento no era ni mucho menos su físico. Se encontraba en la parte trasera de un todoterreno gris que su padre conducía con torpeza entre el ajetreado tráfico de las calles londinenses. El coche no había sido ampliado por magia ("algunas cosas muggles hay que dejarlas tal cual las crearon" había dicho su padre, amante de los coches) y se encontraba encogida entre su hermano pequeño, Owen Roberts, de 13 años, un jovencito de pelo negro y puntiagudo y piel aún más morena que su hermana, que empezaba su tercer curso en Hogwarts, y que para Yasmine era su peor pesadilla, y entre Michelle Abigail Roberts, su otra hermana de 15 años, una joven de cara preciosa y pelo largo, rubio oscuro y lleno de pequeños y graciosos bucles que era la niña mimada, por ser la más pequeña de sus padres. El cuerpo de Michelle era muy parecido al de su hermana, y ambas solían llevarse bastante bien normalmente. Normalmente era cuando a la joven quinceañera no le daban sus neuras adolescentes con altas dosis de hormonas y dejaba de hablar a Yasmine, en palabras de la chica, o cuando a Yasmine no le daban sus ataques de ira inexplicables y decidía asesinar con la mirada a todo el que se le ponía por delante, en palabras de Michelle.
El caso es que la pobre chica se hallaba a punto de sufrir un colapso nervioso mientras oía a su madre regañarla por lo ceñido de sus vaqueros y a su hermana por el amplio de su escote, mientras su hermano Owen discutía con su padre sobre lo que podía o no podía hacer con las calabazas de las huertas del colegio y mientras su gata, Ada, la volvía loca de angustia con sus intensos maullidos de protesta por ir encerrada en aquel transportin de mimbre que olía a cerrado.
"Será un viaje de lo más entretenido" pensó la joven mientras intentaba abstraerse de todo el ruido que la rodeaba por unos segundos.
No había sido un verano fantástico para Estelle Simons. Seis días de trabajo a la semana, 10 horas diarias, en aquel bar cutre y mugriento del Callejón Diagon, aguantando a toda clase de magos y seres mágicos desagradables que no hacían más que mirarla de forma…"ughh!" Una joven de rizados cabellos pelirrojos se estremeció al recordar su trabajo de verano…"al menos he conseguido dinero" pensó para consolarse mientras observaba el tráfico de la ciudad y deseaba fervientemente llegar a Hogwarts y olvidarse de todo… La vida de Estelle no había sido fácil. Cuando contaba tan solo con 13 años su padre, de origen muggle había contraído una usual enfermedad muggle, cáncer, que lo había ido debilitando poco a poco, hasta que, como era de esperar para todos, murió. Fue un golpe duro, pero no la afectó tanto como ella se pensaba que lo haría, o tal vez se sentía demasiado culpable como para no darse cuenta de lo rota y dolida que estaba. Culpable por no estar a su lado, porque sentía demasiado miedo como para abandonar el colegio e ir a su lado, porque se sentía incapaz de verlo morir poco a poco. Su madre, Lise, era una bruja alegre y joven, y seguía siéndolo tras la muerte de su marido, a pesar de lo enamorada que estaba el matrimonio. Estelle la admiraba por su fuerza y su valor para seguir adelante con su vida, por seguir dándole apoyo y fuerza y por seguir queriéndola pese a haberla dejado prácticamente sola durante la convalecencia de su padre.
Ahora su madre trabajaba en el ministerio como ayudante de la ayudante de la ayudante de un cargo importante del ministerio, ni siquiera sabía cual, y Estelle había tenido que trabajar para poder seguir cursando sus estudios en Hogwarts. En realidad no le importaba, sabía que se lo debía y además había aprendido mucho a lo largo de esos veranos de trabajo en trabajo mal pagados. La joven pelirroja tenía un hermano mayor, de 23 años, que trabajaba en San Mungo como sanador y las ayudaba como podía. Pero acababa de terminar sus estudios y su salario era inferior al mínimo. Estelle quería y admiraba también a su hermano, era su ejemplo a seguir.
Recorrió con una mirada azulada a los demás pasajeros, que de vez en cuando le lanzaban indiscretas miradas de censura. Seguramente se preguntarían que hacía una joven muchacha con un baúl de gran tamaño y una lechuza de profundos ojos ambarinos que miraba con insolencia a los pasajeros.
Estelle sonrió y sacó una chuche para Aymerick, pues así se llamaba el ave, mientras pensaba que era mucho más divertido alarmar a todos los muggles que llevar el baúl minimizado en el bolsillo del pantalón.
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-No me importa lo que quieras darme, Padfoot, no le pienso meter esa bolsita de semillas malolientes a Bonnie Katlemore en la túnica, así que deja de insistir porque no vas a conseguir nada- un paciente Remus Lupin intentaba ignorar las súplicas de su joven amigo mientras rodaba unos impresionantes ojos dorados.
-Moony, tío, me has defraudado…-Sirius Black, alto y atractivo, miraba con desdén a la diana de su broma- es que es tan estirada…uf no puedo con ella.
-Ya… y lo que Anaïs te dijo de ella no tiene nada que ver- Remus se ganó una reprobatoria mirada por parte del animago de ojos grises esta ocasión.
-¡Es que yo no soy ningún cretino egocéntrico ni mucho menos! – se quejó el joven.
-Olvídalo, Sirius- le aconsejó Remus, que si que pensaba que su amigo era algo egocéntrico pero que no tenía ganas de discutir- es hora de que vayas aprendiendo a aceptar las críticas y a madurar.
-No me hables más así por favor- Sirius se fingió asustado- además, yo soy perfecto, no tengo que aceptar ninguna crítica- bromeó. El licántropo, muy a su pesar, sonrió ante el comentario.
Avanzaron entre la multitud de estudiantes y de repente, entre el blanco vapor del tren, se abrió un pequeño claro en el que vislumbraron a James y a Lily juntos, hablando animadamente, sobra decir que a ambos se les descolgó la mandíbula medio metro, ya que la relación entre los dos jóvenes nunca había sido precisamente de cordialidad.
-¿Pero que ven mis ojos, Remus?- preguntó Sirius pasmado.
-Eeeh, ¿y los míos?-preguntó el licántropo mientras se los frotaba insistentemente.- dame un pellizco Pad.
-¿Ein?- preguntó extrañado.
-Tú dámelo, anda- pidió el chico de pelo castaño claro.
El pellizco llegó en forma de colleja que echó al licántropo unos pasos hacia delante.
-Pero serás desgr…¡Peter!- exclamó al ver al personaje que le había dado la colleja. El chico bajito y regordete le sonrió de forma algo pomposa.
-Hola Remus, Sirius…espera un momento…-interrumpió la sesión de "amistosos" saludos al fijarse en la estampa James-Lily sin sangre ni heridos de por medio- Debo de estar soñado…¡Auch! ¡Remus!
-Era para comprobarlo- replicó el joven de ojos dorados mientras Sirius se carcajeaba de la colleja que el licántropo le había dado a Peter en venganza.
Sirius agarró a ambos de la manga de las camisas y se acercaron entonces a James y Lily, que se volvió del color de su pelo al ver al resto de los merodeadores acercándose…
-Hola James! Lily! ¡que alegría verte!, ¿Qué tal el verano?- preguntó Sirius alegremente mientras Lily se escabullía discretamente…- ¿Lily?
-La has espantado tío…- se quejó James con una sonrisa. Sirius alzó una ceja extrañado, el año pasado si hubiera arruinado una de sus escasas conversaciones civilizadas con la pelirroja lo habría capado directamente.
-¿Cómo es que…?
-¡Ah! Ni siquiera me ha gritado, hemos estado hablando tranquilamente, relajados, cómodos…
-¿De qué?- preguntó Peter con interés.
-Del tiempo- respondió James orgullosísimo de su tema conversación con la pelirroja.- ¿qué? ¡es un avance!- se defendió al ver a sus tres amigos por los suelos, muertos de la risa…
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Lily había huido literalmente nada más ver aparecer a los amigos de James, lo último que le faltaba era una sesión de bromas que durarían semanas. Si le hubieran dicho que iba a tener una conversación civilizada con James hace un par de meses ella se hubiera reído como una loca, pero la cuestión es que aquella hora hablando con James había pasado de lo más rápido y ni siquiera había sentido deseos de apuñalar al joven cuando este había utilizado su mirada de corderito degollado ante el recibimiento de la pelirroja… La verdad es que se había pasado todo el verano pensando en aquellos profundos ojos marrones, ¿Qué le estaba pasando?
Sacudió su larga melena rojo oscuro para despejar sus pensamientos y saltó con agilidad al tren portando su baúl y la jaula de Verny, en busca de un compartimento vacío en el que esperar a sus amigas, que estarían a punto de llegar.
-¡Quedan 5 minutos para que el dichoso tren salga y nos quedemos en tierra!- gritó Yasmine exasperada mientras sus padres y sus hermanos seguían discutiendo a la vez que avanzaban rápidamente entre la muchedumbre del andén de la estación.
Su madre le lanzó una mirada de advertencia y la joven giró el rostro mientras avanzaba decididamente hasta la barrera mágica y la atravesaba. De inmediato apareció ante ella la imagen de un andén cubierto de una neblina plateada repleto de padres y alumnos dándose el último adiós. La joven, enfurruñada, se giró y se despidió con la manos de sus padres, ya les enviaría alguna carta excusándose. Entró en el tren y suspiró aliviada. Odiaba llegar tarde a todos lados.
Empezó a caminar a lo largo de los pasillos ocupados por estudiantes que, como ella, buscaba a sus amigos
-¡Yasmine!- la joven se giró rápidamente al oír su nombre y se encontró cara a cara con una joven morena, de pelo corto y ojos astutos, que le sonreía mostrándole todos los dientes y sin un ápice de alegría brillando en su mirada.
-Anaïs… - contestó la joven con mucho menos entusiasmo-¿ que tal el verano?
-¡Ha sido fantástico! He estado en Grecia, Turquía…. Buahh, no sabes lo emocionante que es todo aquello, me lo he pasado en grande, además había cada bombón…- señaló guiñándole un ojo de forma cómplice. Yasmine sintió ganas de vomitar nada más ver el guiño de la joven.
-Fantástico…yo también me lo he pasado genial- le contestó animando la voz un poco y pese que ella no le había preguntado…
-Me alegro por ti, a ver si quedamos algún día y nos tomamos algo por ahí, en Hogsmeade, hace muchísimo tiempo que no hablamos- respondió la joven a modo de despedida.
-Si, estaría bien- Yasmine pensó que ojala no llegara ese día jamás. No entendía las ansias de Anaïs por seguir queriendo mantener el contacto con ella, ya que ella misma había sido la que lo había roto. A comienzos del curso pasado Anaïs y Yasmine eran uña y carne, las mejores amigas. Yasmine pensó que jamás volvería a conectar con alguien así. La morena de pelo corto pertenecía a Ravenclaw, y siempre se habían llevado muy bien, pero a finales de quinto se unieron aún más y ese verano ambas lo pasaron juntas en un campamento en el norte del país. Todo iba sobre ruedas, ambas se entendían y se divertían juntas, hasta que, por culpa de un chico, se vio la verdadera cara oculta de la ravenclaw.
Ese chico resultó ser nada más y nada menos que el galán de la escuela Sirius Black, que empezó a interesarse por una asombrada Yasmine que no hacía mucho caso porque no se fiaba del joven. Se lo contaba todo, absolutamente todo, a Anaïs, incluidas sus dudas y miedos ante las propuestas amorosas del chico. Y, entonces, justo y cuando Yasmine se había decidido a darle una oportunidad al animago, su amiga del alma intercedió y nadie sabe como acabó en la cama del joven de ojos grises.
Por supuesto, Yasmine dejó de confiar en Anaïs, pero al contrario de lo que habría hecho cualquier persona normal, ella ni siquiera le recriminó a la ravenclaw aquella deslealtad, simplemente dejó de contarle cosas, y previniéndose del futuro distanciamiento, Anaïs se las arregló para hacer creer a todo Hogwarts que Yasmine era una chica extremadamente celosa y que habían discutido por culpa de Sirius. Por desgracia para ella, Anaïs era una joven popular e influyente en Hogwarts y no fue fácil para ella adaptarse a su nueva vida de "miradas que matan" por parte de gente con la que ella siempre se había llevado bien.
Yasmine perdió contacto total con ambos, a él lo ignoraba completamente, pese a que ya no tenía ninguna clase de relación amorosa con Anaïs, pero eran muy buenos amigos, y ésta trataba de volver a acercarse a la joven, que no tenía ganas de volver a pasarlo tan mal como lo pasó.
Sin darse cuenta había llegado al compartimento ocupado por Lily y la pelirroja de pelo rizado, Estelle, que la miraban sonrientes y la abrazaron entre lágrimas de alegría.
-Este verano casi ni nos hemos visto, y esto no puede suceder más- aseguró Estelle con una sonrisa en el rostro.
-Descuida, no pienso tener un verano tan aburrido como éste en mi vida, os he necesitado cada día- Yasmine sonrió tristemente
-¡Vamos! Hace un día maravilloso, volvemos a Hogwarts, estamos otra vez juntas…. –Lily presumía de una sonrisa demasiado ancha para ser normal
-Y has hablado con James- terminó Estelle ante la sorprendida mirada de la pelirroja- os vi hablando en el andén, no me acerqué para no molestar.
-Y sí, he hablado con Potter, y todo sigue tan normal como siempre. Nos toleramos, pero somos totalmente incompatibles- replicó sonando más segura de lo que se sentía.
Estelle y Yasmine intercambiaron miradas cómplices. Ya sabían ellas que no todo era tan normal, pues la pelirroja no había parado de nombrar a James en sus cartas durante todo el verano, e incluso sospechaban que ambos podían haberse carteado alguna que otra vez (opción que Lily negaba una y otra vez cada vez que se la preguntaban, demasiado insistentemente).
-Bueno, ¿y qué tal todo? Menudo verano te has pegado Yas- dijo Lily cambiando descaradamente de tema.
-Si te refieres a mi viaje a Ibiza genial, pero solo fueron dos semanas, el resto lo pasé mortalmente aburrida sin hacer más que estar tumbada en la cama oyendo protestar a mi madre todo el día- respondió la joven haciendo un ademán para restar importancia al asunto.
-En realidad nos referíamos a que no te has estado precisamente quieta, pillina- aclaró Estelle con una sonrisa divertida en la boca…- ¿o es que ese tal morenazo ibérico llamado Carlos no era lo suficiente bueno en la cama?- rió la joven ante el sonrojo de Yasmine.
-Carlos… - la joven sonrió soñadoramente- es fantástico, creo que si no viviera tan lejos sería una bonita historia de amor- repuso en un suspiro…
-¿¡Carlos?! ¿¡quién diantres es Carlos!?- Sirius Black escuchaba atentamente con la oreja pegada al compartimento de las jóvenes al lado de un James Potter que se tapaba la boca con la mano para ahogar la risa y que no les descubrieran. Ambos habían ido a "averiguar" que ideas tenía la pelirroja de su conversación matutina, aunque no había sacado nada claro. Remus se había quedado leyendo y Peter comiendo, no tenían ganas de follones tan temprano.
-Está claro, un potente amante español de tu querida Yasmine- replicó James ganándose una mirada de censura de un cabreado Sirius.
-Vámonos Prongs, ya has visto que a tu pelirroja la situación le parece tan normal como siempre- refunfuñó el animago de ojos grises malhumorado.
James siguió a su amigo por el pasillo sonriendo y negando con la cabeza sin que su amigo lo viera.
-Si hace casi un año no la hubieras cagado con Yasmine, ahora estaríais juntos y felices, pero lo de Anaïs fue…
-Por favor, Prongs…ya tengo bastante con haberme enterado de que ha estado con otro. Y además yo no quiero estar con nadie en plan serio ahora- replicó Sirius dando un fuerte golpe a la puerta de un compartimento. Al momento salió de él una joven morena de pelo corto.
-¡Anaïs!- gritó efusivamente Sirius mientras le daba un abrazo a la joven, que sonrió abiertamente halagada por el recibimiento.
-¡Sirius! ¡Cuánto tiempo! Apenas hemos hablado este verano, solo un par de cartas y un par de copas. Además no deberías ir por ahí dando golpes en las puertas de los demás- se quejó la joven haciendo círculos en el pecho del joven con el anular.
Desde la posición de Sirius, que había quedado de espaldas al pasillo, no pudo ver la mirada de reprobación y tristeza de la joven de ojos marrones que tenía detrás.
-Disculpadme, necesito ir al lavabo- dijo Yasmine fríamente.
-¡Yas! – Sirius se sobresaltó y se alejó un paso de Anaïs que frunció levemente el entrecejo apenas un segundo, luego dibujó una sonrisa falsa en sus labios y lanzó una calculadora mirada a la joven. A todos los presentes les pasó desapercibidos el gesto, ya que Sirius estaba demasiado ocupado mirando apreciativamente a la joven de pelo largo, que había cambiado aún más para mejor si cabía ese verano, y la susodicha estaba demasiado ocupada mirando con desagrado al animago. A todos excepto a James, que jamás le había gustado Anaïs y nunca le había transmitido demasiada confianza y al que el leve gesto de la joven le había producido cierto recelo.
-Yasmine, estábamos aquí, hablando del verano, ¿Qué tal te ha ido? ¿Has conocido a algún amor veraniego?- preguntó Anaïs de forma casual. Sirius se tensó a su lado.
-Pues la verdad es que sí, y puede que se pase por aquí alguna vez para verme, a Hogwarts digo- mintió Yasmine comprobando el gesto de ira que había atravesado las bellas facciones del animago.- nos vemos luego- y con un elegante gesto esquivó a los tres jóvenes y avanzó con paso decidido por el estrecho pasillo.
-¿No es genial Sirius? Ojalá que venga algún día y nos lo presente. A lo mejor son novios y todo- aventuró Anaïs observando el rostro impasible que presentaba Sirius en ese momento.
-Ojalá…- murmuró el animago como si deseara totalmente lo contrario.
-Bueno cariño, luego nos vemos- le dio un beso en la mejilla a un sorprendido Sirius y se perdió en el interior de su compartimento con una malévola sonrisa en el rostro que quedó oculta a los dos gryffindors.
-¿Ves a lo que me refería, Padfoot?- James negaba con reprobación observando a Sirius, que se mesaba el cabello incómodo.
-Anaïs es una buena amiga, James, no voy a dejarla de lado solo por un capricho de Yasmine- declaró el joven con pesadumbre.
-Me parece que Anaïs quiere verte como algo más que un simple amigo- y dejó al animago solo en mitad del pasillo mientras se dirigía en busca de Remus y Peter.
Por su parte, Yasmine había aguantado las ganas de llorar que le habían entrado con entereza, se lavó la cara con agua fresca y se observó en el espejo del baño del tren. Una joven de tez morena y ojos grandes y expresivos le devolvió una lánguida mirada. Hacía tiempo que no se encontraba bien, y no estaba segura de que ese año fuera a traer nada bueno, era como un mal presentimiento…después de lo que había pasado.
El resto del viaje transcurrió sin ningún inconveniente, cuando el cielo ya estaba completamente oscuro y estrellado, notaron como el tren reducía notablemente la velocidad y las tres jóvenes cambiaron sus ropas muggles por las túnicas de Hogwarts, y bajaron no sin dificultad del tren cargadas con su equipaje.
-Me parece a mí que alguien necesita una mano- dijo una alegre voz masculina mientras una gran mano le quitaba cuidadosamente el baúl a Estelle y lo cargaba sin dificultad.
-¡Connor!- la joven pelirroja abrazó al alto y robusto muchacho de pelo rizado y ojos claros que le sonreía a su lado. Estelle le dio un gran abrazo y entre risas las tres muchachas le saludaron.
-El mismo, y ¿por qué nadie me saluda a mí?- protestó un muchacho de piel blanca y delgado, de ojos color verdi-marrones.
-¡Axel! Me alegro de verte- saludó Lily dándole un efusivo abrazo al joven.
Axel Stump y Connor Arthur Brent siempre habían sido amigos. Prácticamente nacieron juntos. Axel un par de días antes que Connor, y eran inseparables.
Connor era un joven alto y robusto, y su familia siempre había pertenecido a la clase alta del mundo mágico. Su padre era un magnífico juez del Wizengamot y su madre realizaba importantes donaciones a instituciones mágicas para ayudar a los desvalidos y pobres. Ambos tenían una importante fama en el mundo mágico y eran muy queridos por todo el mundo. Connor disfrutaba humildemente de la importancia de sus padres y era también bastante reconocido en Hogwarts. Su prima era Anaïs, y ambos se llevaban de maravilla, y a causa de ello Yasmine había visto su relación amistosa con el joven perjudicada, a pesar de que eran muy buenos amigos. Era uno de los motivos por los que no quería ver a Anaïs ni en pintura.
Axel, al contrario que Connor, era un joven procedente de familia humilde. Sus padres no tenían importantes trabajos, pero se llevaban bien con todo el mundo, de modo que Axel se pasaba casi todo el verano en casa de Connor. Ambos habían caído en Gryffindor, y compartían habitación con los Merodeadores, con los que tenían una buena relación de compañerismo pero no eran grandes amigos.
-¿Nos acompañáis al carruaje? Esto está empezando a humedecerse- observó Lily mientras unas tímidas gotas de lluvia comenzaban a filtrarse entre el repentinamente nubloso cielo.
-Mi prima me está esperando- se excusó Connor, lanzando una breve mirada a Yasmine, que miraba hacia otro lugar.- En el banquete nos vemos- se despidió rápidamente.
Axel se encogió de hombros y lo siguió tras despedirse de las chicas con un gesto de incomprensión.
-Es todo por mi culpa- se lamentó Yasmine con gesto agotado.- desde que ocurrió aquello con Anaïs y Sirius soy como una enfermedad, una plaga, y todo el mundo me evita.
-Eso no es así cariño- Estelle se acercó a ella y la abrazó para consolarla, pero la joven se soltó suavemente del abrazo y emprendió cabizbaja el camino a uno de los carruajes que había vacíos. Lily y Estelle intercambiaron miradas de preocupación y la siguieron.
Las tres chicas compartieron su carruaje con Bonnie Katlemore (la diana de las bromas de Sirius en la estación) y con Jane Elisabeth Grey. Bonnie pertenecía a Hufflepuff mientras que Jane era una rubia ravenclaw. Las dos jóvenes se llevaban muy bien con las gryffindor, y charlaron animadamente del verano durante su trayecto al castillo.
El Gran Salón estaba tan lleno como siempre, y los hambrientos estudiantes esperaron pacientemente a que se terminara la ceremonia de selección de casas de unos asustados jovencitos mientras Estelle repetía una y otra vez que cada vez venían en tamaño más pequeño y se preguntaba como era posible.
La comida fue suculenta y abundante. Los Merodeadores estaban sentados a unos metros de las tres jóvenes, y Lily no cesaba de mandar discretas miradas hacia un James que reía alegremente los chistes de dos jovencitas quinceañeras, Michelle Roberts, la hermana de Yasmine, y Norah Jones, su mejor amiga. Ambas parecían gemelas por su aspecto y porque nunca se las veía a la una sin la otra y podían presumir de tener un alocado y excéntrico sentido del humor. Sirius acompañaba a su amigo en las risas y al poco se les unió Remus y un Peter embobado con la joven Michelle.
-Podrías decirle a tu hermana que se andara con cuidado- aconsejó una Lily que estaba empezando a sentir un doloroso pinchazo de…¿celos?¿celos porque James Potter se reía junto a una chica divertida, guapa y joven, y hermana de su mejor amiga? ¡imposible!- es por Peter claro, mira como la está mirando- se apresuró en contestar reprimiendo una mueca de disgusto.
-Mi hermana tiene gusto Lily, y además novio- le aclaró Yasmine poniendo los ojos en blanco- es Byron Stone, el de Hufflepuff, y no creáis, se parece bastante al galán de Black. Ya he tenido alguna que otra charla con ella pero no me hace caso.
-Tal vez no sea así, deberías darle alguna oportunidad, podría ser tu futuro cuñado- le dijo Martha Valec, una gryffindor de sexto curso y amiga de Yasmine que había escuchado la conversación- no es mal chico, yo lo conozco. Es un poco irresponsable y un poco inmaduro pero no malo.
La joven hizo un gesto con la mano que dio a entender que no le apetecía seguir hablando del tema, no llevaba una buena racha y sus amigas ya empezaban a darse cuenta del mal humor de la joven.
La cena terminó a la hora y media de haber terminado la selección, y los alumnos estaban empezando a notar el cansancio y adormilamiento producido por la comida. En ese momento, una campanilla sonó y Dumbledore se levantó de su asiento.
Murmuro un "sonorus" y su voz retumbó en todo el Salón.
-Bienvenidos un año más a Hogwarts. El colegio os abre las puertas a vosotros, los que estáis a punto de terminar, y los que aún no habéis empezado.
-Odio estos discursos aburridos- se lamentó Sirius en su mesa, cruzando los brazos y jugando con un tenedor.
-Comienzan años difíciles- pero el inicio del discurso parecía prometedor, ya que una nube de comentarios en voz baja recorrió el comedor.- todos sabemos que durante este verano, un temible mago en contra del mestizaje y el avance entre muggles y magos ha aparecido y nos amenaza con mayor fuerza que nunca- afirmó el anciano mago con voz firme, todos los alumnos escuchaban atentamente- ya hemos sufrido duras bajas, pero nada en comparación con lo que nos espera. Y ahora, más que nunca, es cuando debemos permanecer unidos a favor de la amistad, la igualdad y el amor. Sin estos tres ingredientes, nunca podremos vencer a los miedos ni la guerra que nos acecha. Recordad, permanecer unidos significa el triunfo de la verdad y de la amistad por encima de todas las cosas.- el discurso parecía finalizado, pero entonces, en el serio semblante del mago, apareció una jovial sonrisa que relajó el ambiente y a los alumnos.- y ahora procedamos al nombramiento de las dos personas de cada casa, chico y chica, que serán nuestros Premios Anuales este año.
Se escuchó un murmullo de aplausos poco entusiastas y nerviosos. Todos los alumnos de séptimo curso se miraban preocupados entre sí.
-De la casa de los astutos, Slytherin, los premios anuales serán: ¡Gladys Rise!- una joven alta y delgada, de prominente busto y rostro bello pero serpentino se alzó sacudiendo su larga y castaña melena con arrogancia, y permaneció en pie unos segundos.- y Severus Snape- un joven de pelo largo a la altura de los hombros y con pinta de no saber qué era un champú se levantó entre sorprendido y ofuscado por la noticia. Su compañera le mandó una mirada de desagrado que él ignoró por completo. Ambos jóvenes se dirigieron a la mesa de los profesores donde Horace Slughorn, jefe de la casa Slytherin y profesor de pociones, les adornó el uniforme con una insignia verde y plateada con las inciales PA.
-Prosigamos- dijo entonces Dumbledore cuando los tenues aplausos poco entusiastas cesaron.- De la casa de los trabajadores, Hufflepuff, los premios anuales de este año serán: Bonnie Katlemore- la joven de pelo largo y rizado de color cobre y nariz parecida a la de un cerdito se levantó coquetamente de su asiento con una amplia sonrisa en su rostro, los aplausos no fueron en esta ocasión muy efusivos tampoco.- Y Peter Grace- un joven delgado y con una amplia boca, amigo de los merodeadores y también seductor nato, se levantó con una sonrisa incómoda en el rostro y repitieron la operación de sus otros dos compañeros.
De la casa Ravenclaw fueron elegidos, Anaïs Martin, entre un bufido de insatisfacción de Yasmine, y Adrien Wilkinson, un joven de tez blanca y ojos verdes que bebía, al parecer, los vientos por Estelle, y ambos recogieron sus insignias azul-plateadas entre aplausos en esta ocasión más calurosos.
Yasmine observó como Sirius prefería un largo silbido a la joven ravenclaw y giró rápidamente la cabeza para no observar como ésta le devolvía el cumplido con un beso volador. Lily le apretó la mano por debajo de la mesa y ella sonrió agradecida.
-Y por último, Gryffindor, casa de los valientes y leales- todos pudieron apreciar una sonrisa de orgullo en el anciano director-este año los beneficiados de este premio serán Lilian Evans y James Potter- esta vez un aullido de vítores y aplausos se extendió por la mesa de Gryffindor, seguida de suspiros de las jóvenes enamoradas del merodeador al dedicarles éste una amplia sonrisa que hizo cabrear a una sorprendida Lily. Ambos recogieron sus insignias rojiamarillas y se sentaron en la mesa, Lily con la cara del color de su pelo.
-Solo decir que este año los encargados de realizar la preparación de los eventos y las fiestas, y colaborar con los prefectos, son los premios anuales, que trabajarán juntos y en armonía para la estabilidad de las casas y de todos nosotros…y ahora, ¡a dormir!
Unos pocos aplausos cansados se extendieron por la sala y el arrastrar de sillas y los bostezos de cansancio fueron extendiéndose paulatinamente por el Gran Comedor. Los prefectos conducían a los recién llegados a sus casas con rapidez.
La habitación de las chicas de séptimo se encontraba en la zona más alta de la torre de Gryffindor. Era redonda y en ella había cinco camas con doseles rojos colocadas en círculos. Entre cada cama había una ventana, excepto en tres huecos ocupados por grandes armarios de roble y una puerta con forma de arco que daba a un baño con una gran bañera y varios lavabos, con espejos ovalados por encima de éstos.
-Hogar, dulce hogar- canturreó Estelle mientras se tumbaba en su cama sin desvestir.
Lily ya se había puesto su camisón y Yasmine la imitaba, cuando entraron por la puerta dos alegres chicas entre risas. Eran sus compañeras de cuarto.
-¡Iona, Kate!- gritó efusivamente Yasmine. Eran sus compañeras de cuarto desde siempre, y aunque eran buenas amigas no tenían la estrecha relación que tan pronto habían ganado Lily, Estelle y Yasmine.
-¡Yasmine! Menudo moreno, estás preciosa- dijo Iona, una joven morena de pelo rizado y nariz puntiaguda mirándola con aprecio y dándole un fuerte abrazo.
Kate la abrazó también y entre las cinco intercambiaron saludos.
-Buenos, chicas, creo que es hora de acostarse, mañana va a ser un día eterno- propuso Lily ahogando un bostezo.
-A sus órdenes, señorita Premio Anual- se burlo Kate mientras recibía un cojinazo de Lily- ¡era broma!
Y entre risas, cada chica fue quedándose lentamente dormida, sin sospechar que iba a comenzar su último y más ajetreado año en Hogwarts, y también el más peligroso…
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Bueno bueno bueno...soy novata en esta página y hace millones de años que no escribo (desde los quince, tres añitos exactamente). En fin, espero que este capitulo no haya decepcionado, sé que es el primero y no es gran cosa ni tiene gran interés, pero en fin, se trata de una introduccióncilla para ir haciendo boca. Peeero necesito opiniones, críticas (a ser posible constructivas) y nada más, que espero que os guste aunque sea un poquito y me lo digáis (si no también claro). El segundo cap lo subiré prontito...
un KisS muy grandee
¨¨RoXy¨¨
