Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, son de Masashi Kishimoto. Este fic participa en el reto de "Amor y otras tribulaciones" del Foro De la aldea oculta entre las hojas.

Palabras: 3.949

Género: Horror. ¿Qué es el horror para mí? Pues esto me remonta a todas las novelas de horror de Stephen King de las que me alimenté en mi adolescencia, en especial de "Misery" creo que esa me marcó mucho por la cantidad de horror psicologico del protagonista, si bien intenté plasmar algo parecido aquí no creo haberlo ni logrado! jajaja.

Adevertencia: AU del universo ninja o What if... no sé como se clasifica, pero cumple con estar ambientado en el universo ninja, tambien quizas OoC de un personaje.

Si se lee con cursiva -son recuerdos.

Si se lee así -es el momento actual.


Para la posteridad.

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Negro comenzaba a ser algo mas que un color, tomaba forma, era palpable, invadía todos sus sentidos, era visión, sonidos, gusto y tacto, una suerte de sinestesia amplificada y arrolladora.

Es por eso que cuando la luz blanca y artificial de los tubos fluorescentes en el techo le llego a los ojos, le lagrimearon y desobedecieron a su cerebro, cerrándose cada vez que intento mirar, impidiendo darle forma al espacio que ocupaba. Pero negro dejó de ser tacto y comenzó a sentir la sensación cálida de un líquido en su cuerpo, le llegaba quizás hasta la altura del cuello porque podía sentir el cosquilleo que la tensión superficial del fluido causaba contra su piel

Cuando los ojos de Hinata se acostumbraron a la intensa luz de la estancia, supo de inmediato que la misión del equipo ocho había fallado por completo, es mas, había caído víctima del objetivo a quién rastreaban. Estaba en manos de ese hombre.

Le sorprendió gratamente ver el despacho del Kazekage adornado por al menos una docena de pequeños maceteros con cactus en ellos, algunos estaban en flor, como si Sabaku no Gaara quisiera tener algo de color en aquellas cuatro paredes en que pasaba la mayoría de sus días dedicando sus horas a la aldea. Hinata pensó que el verde agua de sus ojos le daba mas luminosidad a la habitación que cualquier flor color fucsia de los pequeñas plantas crasas.

Gaara le dedicó una mirada gentil, como queriendo decir "me alegro que alguien al fin se fije la belleza de estas flores". En contraste a eso Kiba Inuzuka gruñía palabras casi ininteligibles sobre lo odioso que era el calor de Sunagakure.

Era trece de febrero y tenían una misión en Suna, pasarían allí al menos dos o tres días más, de ser cualquier otra chica ella se hubiese quejado, pero no tenía porqué, realmente no tenía a nadie a quien regalar un chocolate el día siguiente, o al menos nadie que lo hubiese aceptado con un vistoso rubor en las mejillas. Pasar aquel día persiguiendo a un criminal no sonaba tan malo, menos romance más acción.

Bien —comenzó Gaara con voz queda y ronca —. Sé que ustedes son los mejores rastreadores de Konoha —el trío asintió con la cabeza —. Entonces iré directo al grano: ha habido una serie de desapariciones en pequeñas aldeas diseminadas en el País del viento.

¿Secuestros? —preguntó Kiba un poco mas interesado que minutos atrás.

El Kazekage negó con la cabeza. —Las personas que desaparecen no son especialmente ricos, pertenecen a familias humildes también —explicó —, tampoco se ha pedido rescate por ellos.

¿Algún patrón en particular? —inquirió Shino, que hasta ese momento se había mantenido atento pero en silencio.

Shinobis muy fuertes —respondió el Kazekage. —También Kunoichis especialmente bellas.

Los labios de Hinata temblaron levemente, las palabras bailaron en su boca antes siquiera que su cerebro procesara la próxima acción. —¿Qué clase de criminal es? —y no se refería precisamente al rango, desde hace mucho que ellos estaban calificados para realizar misiones rango "S".

El joven pelirrojo apoyó los codos en su escritorio repleto de papeles, entrecruzó sus delgados dedos justo frente a sus labios, Hinata pudo notar como se habían transformado en una perfecta línea recta. —Eso es mejor que lo vean ustedes mismos —dijo al fin, luego incorporándose sobre su asiento llamó a su hermana Temari.

La cabeza le daba vueltas, junto con eso sus sentidos estaban regresando de a poquito y sus oídos se empeñaban en transmitirle un agudo pitido que probablemente ni siquiera era real, no al menos en aquella habitación. Había un olor dulzón y empalagoso en el ambiente, pensó, un tanto aturdida, que Kiba se habría vuelto loco ahí.

Afortunadamente –e irónicamente –se encontraba sola ahí, Kiba no estaba.

Se removió incómoda en su lugar, de inmediato una fuerte punzada de dolor surgió entre sus costillas haciéndola boquear exageradamente en busca de que el aire volviera a entrar en sus pulmones. Observó con detenimiento el lugar de donde el dolor había surgido y en un acto masoquista lo presionó levemente con sus dedos, como resultado una nueva oleada le impidió respirar de nuevo. Eso no estaba nada bien, probablemente tenía unas cuantas costillas rotas que amenazaban con perforar muy hondo uno de sus pulmones.

Cuando el molesto silbido fantasma se desvaneció, pudo al fin incorporarse a medias con el fin de analizar el lugar en que se encontraba. De inmediato cayó en la cuenta de que el líquido que inundaba aquella especie de bañera en la que se encontraba y bañaba su cuerpo casi por completo, no se trataba de agua, era más bien una especie de aceite, de este provenía el aroma dulce en el aire. Acarició la yema de su pulgar con la de su dedo índice, sintiendo aquella textura aceitosa y resbaladiza, con sumo cuidado olfateó el líquido, su nariz se arrugó instintivamente y sus sentidos se despertaron de sopetón al recordar aquel perfume.

Rápidamente se puso de pie, aguantando una nueva punzada de dolor en su costado, salió de aquella especie de bañera enfrentándose a la pequeña habitación inundada de blanco, en busca de la puerta. No reparó demasiado en su desnudez.

Una arcada de Kiba resonó en la fría habitación que hacía de frigorífico en la morgue de Suna. Temari los había conducido ahí para mostrarles "las evidencias" que habían conseguido en sus investigaciones iniciales, a pesar de ni siquiera haber podido ver el rostro del criminal pudieron confiscar tres cadáveres, los tres pertenecientes a chicas.

Hinata sabía que la reacción de su amigo se debía al olor circundante, no era olor a la podredumbre de un cuerpo en descomposición, porque de hecho el frío no habría permitido eso, pero los cadáveres se encontraban impregnados de una esencia dulce y empalagosa que resultaba ser desagradable, no se asimilaba ni al dulce del caramelo o el aroma florar de un buen perfume.

—El olor nos ayudará a identificarlo —comentó Shino.

Kiba gruñó y habló con voz nasal, se había apretado la nariz para evitar respirar —Jamás podría olvidar ese jodido olor.

Los labios de la joven Hyuga se abrieron despacio y formaron una "O" casi perfecta. Pletórica de curiosidad había activado el byakugan para espiar bajo las blancas sábanas, y si bien era una kunoichi que se había ganado tal nombre por todo su esfuerzo, su mente no estaba preparado para eso, no supo si fue el ambiente frío o la pálida belleza de aquellas jóvenes y el hecho de que todos sus órganos habían desaparecido de sus cavidades vitales quedando solo restos del peritoneo que ya no cumplían su función, pero sus hombros temblaron sin poder contenerse. El cerebro tampoco estaba ahí a pesar de que no existía alguna apertura en el cráneo.

¿P-para q-qué? —musitó Hinata en una profunda y temblorosa exhalación que dejó salir volutas de vapor.

Temari se encogió de hombros como toda respuesta. —Realmente no sabemos, "esto" lo encontró el equipo de reconocimiento de Suna en una especie de… taller subterráneo, pero no fueron capaces de seguirle la pista…

Por eso estamos acá —completó Kiba, quien ya se veía más calmado. Con un movimiento brusco quitó las sábanas que cubrían los cadáveres de las tres chicas, su única reacción fue arrugar su expresión un poco al ver las marcas de sutura que recorrían el abdomen de las mujeres, Inuzuka no experimentó ni la sombra del terror que sintió Hinata.

Esa no es la autopsia —murmuró más para sí misma que para los demás, pero pudo notar como la expresión de Kiba se crispaba y Shino se ajustaba las gafas en un gesto de inquietud.

No, no lo es —dijo Temari —Realmente no sabemos porqué.

¿Porque qué? —masculló Inuzuka evidentemente molesto de estar excluido de la conversación.

Están vacías —le respondió Shino con voz plana, pero Hinata pudo notar la arruga de su entrecejo incluso bajo sus gafas negras. Estuvo a punto de preguntarle como es que lo sabía cuando vio uno de los Kikais de su compañero salir por la nariz de una de las chicas. Intentó no procesar demasiado aquella imagen.

¿Vacías?

No tienen ningún órgano —le explicó Hinata. —Ni siquiera el cerebro.

Pero que mierda… —la voz de Kiba sonó inusualmente trémula.

La kunoichi de Suna volvió a cubrir los cuerpos sin vida, luego con su mano hizo ademán para que todos se retiraran del frigorífico.

Hinata seguía temblando como la hoja de un árbol agitada por la brisa, mientras seguían a la rubia por el edificio, la imagen de los labios morados de las chicas invadían su mente, los párpados estaban cerrados pero ella había visto, gracias a su barrera de sangre, las cuencas vacías en sus cráneos… y ese asqueroso olor dulzón que había revuelto su estómago por completo.

Tenían casi nuestra edad —susurró bajito. No bien terminó de pronunciar su frase cuando sintió una suave presión sobre su hombro derecho que la sobresaltó, volteó su mirada rápidamente para encontrarse con una pálida mano casi completamente oculta por la manga color verde.

Shino.

Le miró el rostro pero realmente no tenía nada que analizar ahí, después de tanto tiempo junto a su compañero de equipo cualquiera pensaría que sabía leer las insípidas expresiones de Aburame, y eso era relativamente cierto, no obstante aún había una parte desconocida de Shino para ella, y en ese momento aquella parte estuvo presente en él, oculta por su chubasquero verde, tras el cuello alto su chaqueta negra, no dejaban ver, lo convertían en un enigma… sin embargo aquel leve gesto impropio de Shino Aburame le había traspasado calma tal como le había traspasado un tibio calor.

El Byakugan solo pudo revelar un montón de pasadizos que formaban casi un laberinto, Hinata maldijo en voz baja, al parecer estaba en una especie de lugar subterráneo, como había dicho Temari. Había tantos pasillos y paredes que conformaban habitaciones vacías que no sabía donde enfocar el máximo alcance de su Dojutsu.

Aún con su cuerpo completamente untado en aquel extraño aceite abrió lentamente la puerta, se sorprendió de que estuviera abierta, miró con precaución hacia el pasillo a pesar de tener el Byakugan activo. A diferencia de la habitación en la que había despertado, los pasillos eran grises y mohosos y no de un inmaculado color blanco, las luces no eran brillantes y cegadoras, se trataba mas bien de antorchas ancladas en la pared que esparcían una luz amarillenta y sucia por el estrecho pasaje.

Le temblaban las piernas como gelatina y el corazón le latía como accionado por motores nucleares, a pesar de tener todos los sentidos alerta se sentía sumergida en una pesada bruma, sus movimientos en cámara lenta y las articulaciones le chirriaban con cada movimiento que daba. Le pesaban las piernas como si llevase puesta las pesas de Rock Lee y todo su cuerpo temblaba y mandaba punzadas de dolor mientras avanzaba con pasos indecisos por el sucio suelo.

Vomitaría en cualquier momento.

Había avanzado y doblado ya por al menos tres esquinas entre esos pasadizos, no quería pensar realmente que estaba caminando sin rumbo a paso lento y dudoso ¡por Kami! Era una kunoichi y avanzaba como una tonta niñita asustada, porque sí estaba asustada ¡estaba dentro de la base de aquel sujeto enfermo! Se suponía que debía estar allí, pero no así, no desnuda y expuesta a la muerte de una manera tan humillante. Kiba y Shino deberían haber estado ahí también.

Como deseaba que estuviera ahí, con su mano sobre su hombro para que cesaran sus temblores.

Cuando estuvo a punto de reprenderse mentalmente por tener esos pensamientos, su pie resbaló debido al aceite, fue tan violento y rápido que no tuvo tiempo de amortiguar el golpe en su cabeza, la cual se azotó contra el mugriento piso con un estruendo seco.

Reprimió cualquier gemido de dolor, pero enterró las uñas contra las palmas de sus manos con frustración. Estaba "infiltrada" en la guarida del enemigo, ella como kunoichi debía hacer algo para revertir esa situación, debía tomar ventaja de su posición y lo único que había conseguido era resbalar y caer.

Ahí tendida aún, con su cuerpo desnudo y sucio iluminado bajo la amarillenta luz de las antorchas, Hinata solo pudo murmurar una palabra que le dio esperanzas. —Shino.

Lo primero que Kiba hizo al entrar en la habitación fue buscar el baño, corrió a grandes y torpes zancadas seguido por un agitado Akamaru, segundos después de que sus compañeros lo perdieran de vista pudieron escuchar sus arcadas y el inconfundible sonido de los jugos gástricos mezclados con la cena chocar contra el agua del lavabo. Hinata hizo una mueca entre divertida y asco, arrugando la nariz teatralmente. Shino permaneció impasible.

—Hay algo que me inquieta mucho, Shino-kun —admitió Hinata mientras paseaba por la habitación que le habían dado a los tres –Temari se excusó en que la tormenta de arena que se avecinaba esa noche hizo que todas las posadas fuesen ocupadas, Kiba dijo que era pura tacañería.

¿Tiene que ver con la misión?

Es… desconcertante. —explicó ella tímidamente.

¿Tienes miedo? —inquirió Shino con aparente voz plana, aún así Hinata pudo notar el cambio en su postura corporal.

No, es solo que no quiero fallar… —su mirada se dirigió a la nada —Es tan aberrante, no puedo pensar en quien pueda hacer eso.

Hinata —dijo él —. Debemos trabajar con la cabeza fría, no podemos sucumbir ante nuestra indignación, cuando lo capturemos será entregado a la Ley de Sunagakure.

L-o sé… —levantó su mirada hasta su compañero —¿También te molesta?

Hubo una pausa en la que Shino ni siquiera se movió pero al parecer su mente estaba trabajando mucho. —Me inquieta un poco —admitió.

Hinata sonrió levemente, se paseó por la habitación y con voz suave le preguntó a Kiba si necesitaba ayuda, como toda respuesta recibió un gruñido bastante animal. Probó una de las camas, no eran la quinta maravilla del mundo pero había tenido misiones donde había dormido toda la noche con alguna piedra muy bien enterrada en su espalda, comparado con eso hasta el suelo de aquel dormitorio se veía cómodo.

De pronto giró su vista hacia su otro compañero ahí, Shino permanecía en el mismo lugar que antes con la diferencia de que se había volteado hacia ella, de nuevo aquella enigmática expresión se apoderó de la poca piel que mostraba, de su siempre derecha e imponente postura. Dio un paso hacia ella, Hinata lo miró con expectación, con ojos bien abiertos.

¿Si, Shino-kun? —se atrevió a preguntar, y en un parpadeo tuvo a Shino frente a ella.

Todo estará bien —dicho eso, con voz grave y cargada, extendió su mano hasta casi rozar el rostro de Hinata.

Ella pensó por un momento que le tocaría la mejilla, que sus dedos le rozarían la piel y eso le causó ansiedad, nunca había tocado a Shino, su piel parecía tan blanca y fría… no obstante fue solo un simple acercamiento porque luego desde el dorso de su mano se abrieron dos pequeños poros, lo suficientemente grandes como para dejar salir a dos Kikais, uno de ellos voló lejos de ellos dos, el otro caminó hasta acomodarse en el protector de frente que ella llevaba en su cuello.

Lentamente Shino retiró su mano, volviéndola a embutir en su bolsillo.

Hinata comprendió que Shino los estaba marcando, a Kiba y a ella, porque realmente estaba preocupado con aquella misión. Pero no era del todo necesario ese súbito acercamiento para entregarle uno de sus Kikais ¿Cierto?

Volvió a barrer la zona con su Dojutsu, ahora en busca del pequeño chakra del insecto de Shino, si encontraba sus pertenencias volvería a estar en el rango de búsqueda del maestro de los insectos y bien el pequeño bichito podría llevarla hasta su compañero. Siguiendo un camino así ellos podrían volver a reencontrarse y retomar la misión para cumplirla en su totalidad.

Ciertos pensamientos pesimistas invadieron fugazmente su mente, pero los desechó, sus amigos eran más fuerte que ella y no podían haber caído en una trampa, por otro lado ella no detectaba sus chakras en aquel subterráneo.

Sacando su cuerpo de aquel estado de aturdimiento, Hinata caminó con paso decidido hasta donde percibió a los insectos de Shino, no mucho más lejos de donde estaba.

Fue imposible, de todas maneras, reprimir aquella manera en que su corazón caía bajo un ataque de taquicardia mientras avanzaba más y más por aquellos pasillos malolientes.

La puerta de aquella habitación tampoco estaba abierta, esta vez Hinata confió en su Byakugan y entró rápidamente a la habitación que también se encontraba mal iluminada.

Casi perdió el equilibrio y cayó cuando chochó contra alguien. Con el corazón en la garganta adoptó rápidamente su posición de combate estilo Juken. No obstante, sus ojos se abrieron desmesuradamente cuando se dio cuenta que no era nadie en especial con quien había chocado. El sonido como de madera chocando entre sí le hizo darse cuenta que su tropiezo había sido solo contra una marioneta de tamaño humano.

Tragó saliva pesadamente mientras paseaba la mirada por aquella habitación, no era realmente grande, había un mesón al fondo de ésta y colgados y amontonados por la orilla de la estancia, un montón de marionetas sin rostro ni ropa. Su postura de Juken se suavizó a medida que sus ojos analizaban toda la habitación. La pequeña concentración de chakra que percibió en una de las esquinas de la habitación le hizo impulsarse rápidamente hacia allá.

Apiladas desordenadamente encontró su ropa junto a su protector de frente, el pequeño Kikai seguía aferrado a él. Sin pensárselo demasiado comenzó a ponerse los pantalones rápidamente, luego la chaqueta. Finalmente se quedó mirando al Kikai posado en su protector de frente ¿Cómo le transmitiría su deseo de que la condujera hasta Shino? Ella no era una maestra de los insectos, luego consideró que lo mejor sería salir de ahí primero.

Su cuerpo se giró bruscamente cuando sintió aquella presencia de poderoso chakra, se maldijo a sí misma por haberse distraído y no haber notado la cercanía antes. Con su Byakugan pudo notar, horrorizada, que quien se ocultaba en la oscuridad del marco de la puerta no distaba mucho de las chicas muertas que habían visto en la morgue de Suna, con la diferencia de que el cuerpo de aquel hombre se encontraba dividido en pequeños compartimientos repletos de armas. Su poderoso chakra se concentraba justo a la altura de su pecho.

Con horror comprendió que él no era completamente humano, e inmediatamente después entendió el destino de aquellos vacíos cadáveres, pero aquel horror no se comparó a la aplastante y paralizante comprensión que le llegó de golpe: ella estaba ahí para un destino similar al de todas sus víctimas.

Muchas gracias Hinata —dijo Kiba con la boca rebosante de chocolate —Es jodido pasar un día de San Valentín en una misión, pero es agradable saber que incluso ahora no nos haz fallado con tus chocolates.

Como todos los años —añadió Shino. Se llevó un pequeño pedazo chocolate hasta la boca y se lo comió, ocultando los movimientos de su mandíbula tras su oscura campera.

Hinata sonrió dulcemente mientras lo miraba, Shino nunca se comía el chocolate delante de ellos. —Es mejor que partamos para la misión —sugirió y todos asintieron.

¿Quién pensaría que aquel día, catalogado como el día del amor, sería el día en que el equipo ocho cayera en desgracia? Parecía un mal chiste, incluso para ellos que eran ninjas y debían estar preparados mentalmente para las peores desgracias.

Pero la teoría es mucho más fácil que la práctica, y para Hinata era difícil controlar el creciente miedo que crecía en su interior, acrecentado por el pequeño y doloroso recordatorio de que se encontraba herida y en desventaja frente a aquel criminal.

Volvió a adoptar su postura de pelea, ignorando la punzada dolorosa que invadió todo su tronco. El sujeto frente a ella ni siquiera se inmutó, seguramente pagado de si mismo de que su sistema de chakra no fuera fácilmente alterable contra el puño suave, Hinata ya lo había notado pero no denotó expresiones frente a ese descubrimiento. El cuerpo de él no era del todo humano, por lo que intentar sellar tenketsus no tenía ningún cometido y llegar a alcanzar aquel cumulo de chakra en su pecho sería mucho más difícil.

—Pensé que estabas muriendo —habló el sujeto al fin, avanzando unos pasos hacia ella, pudo notar entonces la expresión en blanco que guardaba el bello rostro del hombre, sus cabellos rojizos lucían levemente opacos bajo la luz de las antorchas, sus párpados caídos le daban un aire de aburrimiento e impaciencia. —No estuviste el tiempo suficiente para que el aroma se impregnara por completo.

Le costó unos segundos comprenderlo, pero supuso que la bañera en la que había despertado había sido ocupada ya antes por todos los cadáveres de los que era culpable aquel criminal, probablemente aquel aceite aromático se impregnaba en sus cuerpos muertos y no era nada más que alguna especie de fetiche de aquel sujeto.

Con horror se dio cuenta que el haber despertado ahí no era si no la clara evidencia de que su destino ahí sería ser asesinada y vaciada al igual que las jóvenes que yacían en Suna.

—Una marioneta con el Byakugan es una idea realmente emocionante —a pesar de sus palabras su tono de voz no expresaba nada. —Pero ya que estás viva, quizás te gustaría preservar tu poder y belleza junto conmigo.

—¿U-una ma-marioneta rellena de a-armas? No-no gr-gracias —se maldijo internamente por su balbuceo, pero no lo pensó mucho más. Con sus palmas brillando por el chakra embistió contra el enemigo, directo hacia su pecho.

En un movimiento realmente rápido que su byakugan incluso predijo tardíamente, él ya se encontraba justo detrás de ella, y aprisionándola con sus brazos la lanzó contra la pared.

El sonido de su cuerpo chocando contra la pared fue seco, esta vez quizás sus costillas habían perforado sus pulmones y el dolor se volvió agudo en su pecho, haciéndole exhalar todo su oxígeno de golpe.

Su conciencia quería apagarse y mitigar su dolor pero se negó rotundamente a morir de esa manera.

Pudo ver los pies del pelirrojo acercarse hasta ella, lentamente dirigió su mirada hasta él. Quiso hablarle, insultarle, decirle que Shino y Kiba estarían allí pronto, que Shino la encontraría por la señal de su Kikai hembra. Pero nada salió, hablar hubiese sido demasiado doloroso y su cuerpo se lo negó a pesar de ferocidad que se había anidado en su voluntad.

—¿Sabes qué? No creo que necesites tus piernas, las reemplazaré de todas formas —murmuró él.

Luego de sus palabras vino un dolor sordo, seguido de un estruendo aterrador de sus huesos quebrándose, probablemente justo en sus articulaciones, las astillas introduciéndose en su carne. Hinata soltó un chillido mudo a causa del dolor que la invadió, mitigando incluso el de las costillas rotas.

Fue enloquecedor, aquel dolor, aquel sonido, la marearon, le nublaron la vista, todo fue negro nuevamente.

Negro no, de nuevo no por favor.

Su cerebro le ordenó la inconsciencia, mas un resquicio de su mente se negaba, se aferraba a la esperanza ciega de que ese no podía ser su destino, de que Shino llegaría siguiendo la señal del Kikai que descansaba cerca de su cuello. Una articulación destrozada no era tanto.

Habrían otros San Valentín y ella haría chocolates para todo su equipo. Y Shino lo probaría delante de Kiba y ella nuevamente.

—Una marioneta de un maestro de los insectos y una hermosa usuaria del Byakugan, este es mi día de suerte.

Entonces el dolor la invadió por completo y la esperanza se convirtió en negro.

—Tu belleza será guardada para la posteridad, deberías agradacérmelo.


Esto quizás tiene que ver con la inquietud que me causó Sasori la primera vez que lo vi en Naruto, sus marionetas humanas eran realmente espeluznantes, el haberse convertido en una él mismo creo que fue para mí algo digno de una novela o película de horror, por eso decidí usarlo aquí. También ese pensamiento de Sasori de que el arte y su belleza debe guardarse para la posteridad, muy diferente al punto de vista de Deidara xD En fin.

No sé si habré cumplido el cometido de horror pero no sé realmente si esto es lo mío.

Gracias por leer.