Hace mucho tiempo, cuando el mar ya se había separado de la tierra. El hombre ya no era una criatura fangosa con su andar erguido y pretensioso en la tierra.
Pero aún con su creciente soberbia y el vacío en su alma, tenía miedo de descubrir más allá de su limitado terreno, quedándose en la seca tierra y sus criaturas tan variopintas seas reales o poco creíbles.
Pero nuestra historia comienza en el otro extremo. En las profundas aguas de los mares...
Las criaturas del mar no tenían nada que envidiar a los seres vivos de la tierra y el cielo. Ellos son enteramente felices en su vasto y sustentable hogar. Todo en un hermoso equilibrio y entre esos seres llenos de vida, estaba las irreales. Aquellas que el hombre teme por mitos y realidades. Desde el terrible kraken hasta tiburones de tamaño de barcos inmensos. pero en esta ocasión, nuestra leyenda inicia con aquellas criaturas mitad pez, mitad humano.
Nacida para acompañar a una diosa y maldita por otra, aquella agraciada mujer de hermosos ojos curiosos miraba el cielo nocturno, donde sus rosados casi fantasmales cabellos largos y rizados tocaban su espalda desnuda, así como su larga cola blanca con brillo de perla de mar que jugueteaba perezosa con el agua estancada entre unas rocas.
Aquella doncella del mar miraba con atención a la inmensa perla nocturna arriba de su cabeza, lejos de su alcance al igual que los destellantes puntos a su alrededor.
Artemisa y las constelaciones recordó que se llamaban.
La criatura marina con rostro de hermosa mujer conversaba en silencio con aquella discreta diosa nocturna.
A diferecia de sus otras hermanas que estaban en otros lares del mundo. Ella se quedó en esa península por su bello clima y la paz que podía respirar lejos del curioso terrestre.
Tras minutos de comunicación no verbal entre ese astro y el ser vivo. La luna le pidió algo osado que hizo estremecer a la doncella del océano al grado de hacer enrojecer sus pálidas mejillas. La hija del mar miro las ahora oscuras aguas de su padre y no evito sentirse sola aún en su inmensidad. Sus hermanas contrayeron nupcias con otros marinos de otros orígenes, incluso escucho que una se animo a casarse con un terrestre. Además la oferta que le daba aquella eminencia es demasiado poderosa para ignorarla.
Artemisa le propuso casarse con uno de sus herederos. Un señor de las sombras y la muerte.
La gentil criatura femenina de cabello rosa acepto con tímida respuesta. La muerte no le es ajena y la oscuridad podía adaptarse a ella.
Pasaron muchos años más donde la muerte y ella aún con su extraña relación, formaron un vínculo de amor. Ella lo veía cada vez que un terrestre o una criatura del mar moría, siempre de luto sea de blanco o negro con su rostro impasible pero amable. pero lejos de molestarse por sus intervenciones, le ayudaba guiar estas almas y las conducia a su señor para que el no se perdiera en la inmensidad de su padre.
El señor de la muerte cada vez más cautivado por ella, decidió protegerla de si mismo ofreciéndole melocotón fresco cada vez que podía, además de la inmunidad a la muerte cuando el se encontraba cerca.
Poco a poco la doncella del mar paso de ser una criatura maldita a la reina del océano. Amada por la muerte y querida por su padre el mar así como sus habitantes. Aprendiendo sus costumbres tanto de los terrestres como de los marinos y adaptandolos a su capacidad para guardar respeto a las otras criaturas marinas sea de corales, profundidades o aguas dulces cuando se animo a subir más allá donde desembocaba los ríos.
Paso mucho para que ella y su esposo tuvieran hijos. Sus bellos vástagos nadaban con típica torpeza de infantes mientras ella cuida de ellos con claro temor por ser primeriza. Si no fuera por Artemisa y otras madres del mar que la aconsejaron sabiamente, quizá se hubiera equivocado severamente en cuidar a sus crías.
Pero todas las madres aconsejaban severamente que no acercara a sus vástagos al "hombre"
La doncella del mar no entendía su claro repudio a esa criatura terrestre. Las había visto desde las costas, son criaturas ingeniosas y torpes, incluso ella se confundió en como determinar su valor. Son osados o estúpidos en querer pasar a su padre océano cuando su furia es abrumadora.
Así que decidió mantener un sano respeto a estas criaturas terrestres pero no enseñarles a sus hijos a temer o odiar por dichas características.
Hasta que un rumor se esparció entre los hombres a causa de un hermano celoso de la suerte del esposo de la sirena.
"las sirenas poseen el secreto de la inmortalidad en su carne"
Era su octava generación tras 300 años de la última. La hermosa madre de cabello rosa veía a sus pequeños nadar alegremente en las aguas más tranquilas que su padre le ofrecía, acompañada de sus hijos mayores de la sexta y séptima generación, quienes también les enseñaban sus costumbres y formas de protegerse de otros marinos y la fuerza inclemente de su padre.
Eran 15 pequeños y pequeñas con sus inocentes sonrisas revoloteando en el agua y jugando entre las piedras y corales. Hasta que las mando a llamar con amabilidad así también hizo venir a sus hijos mayores que aún no se animaban a irse a otros mares. Los hermosos niños del mar se acercaron a su amorosa madre. Los cuales se acercaron y todos amontonados pegaron sus frentes en una suave caricia contra la de su progenitora como signo de afecto.
Asique mediante ademanes y gesticulaciones faciales la sirena proclamada reina del mar les dijo a sus niños que al cumplir 150 años, podrían subir a la superficie acompañados de sus hermanos mayores para conocer a las criaturas terrestres desde la distancia.
Todos los 15 niños de animaron ante esta noticia, otros ansiosos por crecer y otros por conocer el mundo de la superficie.
...
60 años después.
Era un atardecer calmado, la reina tomaba una siesta en un lecho de coral y algas mientras sus hijos mayores cuidaban a sus niños. Pero en un descuido a causa por un delfin bastante juguetón. Los inocentes niños del mar aprovecharon para escabullirse de sus hermanos mayores y conocer la superficie antes de tiempo. No tenían nada que temer, sólo darían un vistazo y regresarian, su madre no se daría cuenta.
Encabezados por un niño marino de cola azul con tornasol y ojos rojos como granate, solo 10 pequeños y pequeñas fueron. El resto se quedo por estar jugando con el delfin.
Al llegar, lo primero que los deslumbró fue la luz del sol. Hermoso y brillante atardecer que no evito que desearan conocer más. Así que nadando con sus tiernas aletas fueron mirando las cayadas de rocas donde sus hermanos mayores y madre descansaban para salir a tomar el sol y mirar el cielo nocturno. Conocieron las aves marinas y zonas donde el hombre habitaba desde la seguridad de unas rocas. Mirando ir y venir a los hombres y mujeres de la tierra andar en dos piernas.
De vez en cuando los pequeños vástagos del mar bromeaban por lo raros que se veían andar y lo bulliciosos que son.
Todo era diversión y risas hasta que ven algo largo, inmenso y de madera rodearles de forma extraña. Lo recordaban como "barco". Lo habían visto en las profundidades de su hogar, según su hermana mayor de cabello rosa con gris e iris rosa, era una forma de como se movían los hombres en las aguas de su padre.
Las inocentes criaturas escucharon mucho ruido provenir se ahí y el ajetreo de los hombres se comparaba al banco de peces siendo perseguidos por depredadores mayores.
Todo cambio en segundos. Las risas infantiles cedieron cuando un terrestre arrojó algo puntiagudo y de metal que hirió gravemente el bracito de uno de ellos. Asustados, empezaron a nadar lejos de ese barco pero siendo tan jovenes no tenían la fuerza suficiente para huir más rápido.
Aquellos terrestres arrojaron algo extenso y largo que los atrapó, sus tiernas colas así como sus bracitos se atascaron contra esta extraña tela, el pánico creció cuando sintieron que eran arrastrados hacia ese barco de madera clara, donde el bullicio aumento en el momento que los 10 niños del mar tocaron la húmeda madera del barco. La densa tela que los inmovilizaba así como las risas extrañadas y victoriosas, los asustaban más.
Entonces, un hombre de duras manos tomó de los rubios cabellos a una niña de cola verde brillante, la pequeña lucho como pudo entre chillidos y golpes con sus delgados brazos y removia su cola para escapar pero fue en balde.
Siendo infantes de apenas 60 años, no tenían suficiente fuerza en su cola para golpear y escapar.
Los niños desde aquella prisión vieron como a punta de golpes con cuchillos de largo tamaño y palos con afilados picos de hierro hermana era desmembrada en vida, los niños veían como la madera se apestaba en olor a hierro y se teñida en carmín espeso y caliente. Manchando sus mejillas y cabellos. Intentaron huir pero esa tela prisionera no lo permitía. Lloraban y gritaban al ver como uno a uno pasaban a ese círculo de muerte donde incluso un hombre de barba extraña levantó la cabeza chorreante en sangre de uno de ellos en gesto de victoria importandole poco si su cuerpo se llenaba de sangre.
...
Solo quedaban 3: una pequeña de cabellos azules y cola azul grisaseo con blanco. Dos niños: un peliblanco con mechas rojas con cola un poco más larga color amarillo con rojo y blanco. El otro, un poco más joven de cola verde tornasol con amarillo y cabellos azules con mechitas rosas. Sus tiernos cuerpos llenos de sangre de sus hermanitos, temblando en silencio, aferrendo sus manitas entre ellos para defenderse aunque sabían que quizá no podrían hacer nada.
Un hombre tomó el brazo de este último para llevarlo al mismo destino de sus hermanos.
Pero los hombres se detuvieron al momento que un canto los distrajo.
Olvidándose momentáneamente de los niños del mar. Se acercaron al barandal del barco donde vieron a una sirena de cola blanca y brillante como una perla y cabello rosa que tapaba sus pechos y figura, sentada en una roca frete al barco.
Los hombres si no habían quedado hipnotizados por su belleza, lo hicieron por su voz. Que poco a poco se volvía hermoso y celestial, llevando sus mentes a un estado de paz hasta que las facciones delicadas de la sirena cambiaron a furiosas y su canto se volvió más distorsionado y crudo. Los hombres del barco sin voluntad o sentido común empezaron a atacarse entre sí en una inmensa masacre entre iguales. Mientras los hombres se golpeaban del mismo modo que asesinaron a los pequeños, los hijos mayores de la reina del mar treparon al barco y liberaron a los menores de aquella tela mortal, los hicieron volver al océano llevándoselos al fondo marino para consolarlos y ofrecerles confort.
La furiosa madre seguia cantando mientras manejaba con hilos invisibles a esos hombres que le dieron muerte a sus niños, no dejó de hacerlo hasta que el último verdugo cayó al suelo de madera. Entonces la mujer con cola de pez, bajó de la roca y nado hasta llegar al barco ahora siniestramente silencioso. Salto para subir al barco y apenas tocó la madera del navío. Su cola se fue perdiendo hasta formar una delicada tela trasparente y dejar ver un par de piernas fuertes.
Se puso de pie con un andar torpe por la falta de costumbre, pasando por alto los cuerpos de los hombres y la sangre esparcida hasta llegar a una especie de cofre donde metieron los cuerpos de sus tiernos niños. Ahí, la madre dejó salir sus lágrimas y el llanto se intensifico cuando tomó la cabeza casi intacta de uno de sus pequeños y cerró sus ojos y boca para hacerle parecer que estaba durmiendo. La madre mientras abrazaba aquella cabeza siguió llorando intensamente por la pérdida de sus niños, sus lagrimas se volvían hermosas perlas que chocaban contra la madera en un discreto sonido húmedo.
Solo ocho, de quince niños y niñas del mar que despertaron con el amanecer. Quince niños que estaban en su tierna infancia e inocencia, quedaron ocho.
Había visto morir a sus hijos más grandes pero ya luchaban y podían escapar con sus propios medios pero estos eran criaturas tan jóvenes. La madre siguió llorando hasta que escucho pasos acercándose a ella. Inmediatamente se puso a la defensiva al ver que se trataba de un hombre muy joven de cabellos como los rayos del sol manchados con rojo carmín provenir de sus cabeza y ojos oscuros que brillaban con verdadera pena.
El muchacho se arrodillo ante la mujer del mar.
-perdóneme mi señora del mar. Intenté detenerlos, les dije que era un acto demasiado monstruoso pero me dejaron inconcente y ya no pude ayudar- el joven terrestre lloro también. Sentía la pena de la mujer sirena, porque ella es madre como la propia y lo último que deseaba era ver a su madre sufrir.
La sirena de rosados cabellos miro al joven. Podía sentir su arrepentir y pena por su perdida. Así que relajo sus facciones y miro al niño convirtiéndose en hombre.
-toma mis lágrimas y huye de esta península junto con sus amados. En el momento que mi esposo se entere de esto, solo habrá muerte. - la voz de sirena era suave y aterciopelada pero sus frías palabras hicieron estremecer al muchacho que no dudo en obedecer a la sirena. Mientras el niño de la tierra tomaba con los dedos temblorosos las lágrimas hechas joyas, La mujer por su parte arrojó el cofre al mar dejando que se hunda despacio y salto a sus aguas tras asegurar que no se perdía ninguna parte de alguno de sus hijos. El joven marinero sólo vio como la sirena de cabello rosa de alejaba del barco llevándose el cofre.
Desde entonces a la reina del mar se le conoce también como la bruja del océano.
La península cayó en desgracia tal como la sirena madre advirtió al marino. Los peces escazeaban y la gente moría de enfermedades terribles. El señor de la muerte estando furioso por su osadía y decidió maldecir los a todos, que sus primogénitos jamás llegarían a vivir más de 25 años de edad y sus hijas se volvieran estériles tras el primer hijo convencido. Y la única que podía parar su maldición era la reina del mar si llegaban a encontrarla.
...
Pasaron muchos años después de ese evento que marcó las vidas las sirenas y merrows (sirenas macho) las cuales al enterarse de semejante barbarie varias se volvieron hostiles a los hombres y mujeres de la tierra. Cada vez que podían ahogaban a los marinos de los barcos sean con sus cantos o hermosos rostros. Incluso en aguas dulces como ríos o lagos cuando estas criaturas se sentían osadas en cambiar de hogar radicalmente.
En su nuevo hogar en una costa escondida entre rocas y neblina con su décima generación de niños, la reina del mar veía a sus pequeños volver a jugar entre las rocas y pececitos incluso focas que les empujaban con sus hocicos. Entonces, sintió detrás suyo la presencia de uno de sus hijos de la octava generación. Al darse la vuelta, se percató que se trataba del merrow de cabello azul con mechas rosas y ojos de vibrantes esmeraldas que nadaba tranquilamente hacia unas rocas.
La reina le miro con extrañeza y lo siguió con movimientos agraciados.
Ignorante de que su madre iba tras el, El joven del mar de cortos cabellos azules se detuvo en un coral y de una especie de bolso de cuero gastado que se encontró en el fondo de un abismo marino saco una especie de pinza de cangrejo aplanado de un extraño material distinto al metal o madera que podía flotar en el agua de forma peculiar. De forma curiosa lo soltó y empezó a jugar con el con sus dedos viendo como se balanceaba en el agua hasta que siente a su madre acercarse.
La reina del mar floto cerca de donde estaba reposando su hijo de hermosos ojos verdes y le miro con curiosidad. Preguntandole con la mirada sobre su ausencia y la falta de respeto en no presentarse ante ella para avisarle que esta bien. El joven guarda su juguete y se disculpo con la mirada pero sus ojos delataban otra cosa. Siendo una madre con muchos años de experiencia sospecho de esto y tomo sus manos para examinarlas aún cuando el muchacho de vigorosa cola verde tornasol con amarillo lucho para evitarlo.
Entonces la reina de cabello rosa vio las manos de su vástago. Estaban las uñas teñidas en un suave color rosa y había pequeños rastros de carne. La mujer soltó sus manos y levantó el rostro de su hijo hasta que sus ojos chocarán. Ahí supo su hijo estuvo asesinando a hombres.
Otra vez
La mujer reina del mar entendía perfectamente el odio de su hijo hacia los terrestres, así como las acciónes del resto de sus descendientes. Por más que les insistía que no lo hicieran, que corrían más peligro en ser atrapados y asesinados era imposible detener sus acciones, así que les daba tareas para distraerlos: sea coleccionando objetos curiosos que pillaban en el mar, cuidar alguna criatura marina como leones marinos, tiburones, otros en el cultivo de coral pero su hijo de cola verde tornasol no respondia positivamente a estas distracciones.
La mujer tocó el rostro de su hijo con cuidado, trasmitiendo calma y comprension pero también una nada amable reprimenda.
Desgraciadamente su niño de cabellos azules se volvió muy hábil en asesinar terrestres, porque aún siendo macho, sus facciones son tan delicadas como una de sus hijas, así que podía hacerse pasar por una de ellas, además su manipulación con sus ojos presiosos y mirada de inocente, lo volvía un ser letal.
La reina sabía que su hijo necesitaba un pasatiempo de larga duración. Hasta que se le ocurrió algo que cambiaría la vida de su niño para siempre.
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Como se dieron cuenta mis amores, verán otra faceta de mi escritura, les aviso ser aún fick un tanto oscuro e incluso querrán reclamarme por ciertas incongruencias pero como avise al inicio es un AU.
Bueno. Ojalá les haya gustado este hermoso primer capitulo.
