Disclaimer: nada me pertenece, ya que todo es de George Martin. Escribe Vientos de una maldita vez.

Este fic participa en el especial navideño del foro Alas Negras, Palabras Negras, tu mejor foro de Canción de Hielo y Fuego en español.

"Todos morimos. El objetivo no es vivir eternamente sino crear algo que permanezca para siempre." Jack Valeriu.

Regalo atrasado de Reyes. Con mucho cariño para una persona constante, siempre amable con todos en el foro, a la que es raro no ver en un reto, para un peso pesado de los drabbles. Para Ita.


Daydream

Fantasías y emociones vertiginosas. Un rugido que amenazaba con enmudecerlo de por vida y el familiar peso de la espada en sus manos, como una prolongación de su brazo.

Si alguien le preguntase a Jaime cómo describiría el momento en el que la Hermandad del Bosque Real saltó sobre ellos con intención de matarlos, sería así. Fantasías. Resulta extraño que la palabra fantasía sea adecuada para reseñar la sensación que provoca una alabarda tras otra al silbar por encima de tu cabeza, por tu derecha, cerca del pecho y rozando tus piernas. Pero Jaime diría, simple —y extrañamente—, fantasías.

Conoce el significado de esa palabra. Fantasías son esas imágenes, esas ideas, diálogos, situaciones y personas, ocurrencias de todo tipo, usualmente poco o nada realistas, y esos sueños que cruzan tu mente. No es lo mismo que soñar. Se sueña cuando se duerme, y lo que ocurre en los sueños puede tener muy escaso sentido o lógica; cuando se fantasea —cosa que hace con regularidad— se está despierto. Soñar despierto, esa sería la definición.

Ha fantaseado con ese día desde que le pusieron una espada en la mano por primera vez. No era consciente de ello, pero ya fantaseaba con cruzar espadas con el Caballero Sonriente. Era ese oponente misterioso de rasgos desdibujados que le daba tantos problemas en combate singular. Habrá otros como él, futuros adversarios a los que vencer, este solo ha sido el primero de una larga lista. Y Jaime está exhausto. Cumplir tus fantasías te reconforta, sí, y también te deja hecho polvo, sobre todo después de esquivar las alabardas de Ben Barrigas, una detrás de otra desde la orilla del río.

—La próxima vez no descuidaréis ningún flanco —resopló Arthur Dayne, la Espada del Amanecer—. Buen trabajo, Lannister. Creo que pronto nos volveremos a ver.