Disclaimer: Ningún personaje me pertenece, todos son propiedad de Rumiko Takahashi.

Este fic esta basado en la "Tabla de la Infancia" de la comunidad de Livejounal, fandom_insano.

Los capítulos serán drabbles o viñetas, dependiendo del tema

¡Disfruten!

Era un día soleado, el cielo estaba despejado. Una joven de cabellos castaños, ondulados, y grandes e inocentes ojos café; caminaba con un joven de cabello plateado y ojos dorados.

Las mujeres miraban con envidia la muchacha y los hombres admiraban su belleza. Sin embargo, ellos y ellas, se decepcionaban, al ver su blanca mano entrelazada con la del muchacho.

—No me gusta como te miran. — susurró Inuyasha. Fruncía el entrecejo y les lanzaba amenazantes miradas a los hombres.

—Solo ignóralos. — le dijo Kagome. Sonriéndole con dulzura a su novio.

Hace seis meses, habían derrotado a Naraku. Desde ese momento eran pareja.

Miroku y Sango, se habían casado y esperaban a su primer hijo. Según la anciana Kaede, pronto tendrían entre sus brazos, a una saludable niñita.

Inuyasha y Kagome caminaban por el parque central y hablaban de cosas triviales, mientras observaban los hermosos arboles de sakura.

—Mira Inuyasha. — dijo con emoción Kagome, señalando a un hombre que regalaba cosas esponjosas de diversos colores. — ¡Vamos!— le dijo, lo sujetó de la muñeca y trotó hacia el hombre.

— ¿Y eso que es?— preguntó Inuyasha, mirando desconfiado, el algodón rosado que el viejo sostenía en su mano.

—Es algodón de azúcar. Es dulce y tiene un tacto parecido al algodón. ¿Quieres probarlo?— le preguntó Kagome.

—Como sea. — murmuró Inuyasha, encogiéndose de hombros.

—Dos, por favor. —pidió Kagome.

El anciano asintió e introdujo dos palillos blancos, dentro de la maquina. Los palillos, empezaron a rodearse de un algodón rosado, sobrepasando el tamaño de la cabeza de Inuyasha.

— ¿Me veré como un afeminado comiendo eso?— preguntó el susodicho, mirando con desconfianza su rosado color.

—Claro que no. — le aseguró Kagome, sujetando los dos palillos. — Arigato. (1)—dijo la joven.

Ambos se sentaron en unas bancas de piedra y devoraron los algodones de azúcar.

— ¡Que rico!— dijo Kagome, aún disfrutando el sabor de la golosina en su boca.

Inuyasha miraba embelesado su rostro. De pronto, observó unos pequeños residuos de algodón en la comisura de sus suaves labios.

Acercó lentamente sus dedos y los retiró con cuidado. Observó las partículas que habían quedado en su dedo y las introdujo en su boca.

Cerró los ojos, disfrutando el sabor de los labios de Kagome.

— ¿Qué…que… te pareció?— le preguntó ella. Sonrojada hasta la raíz de sus cabellos.

Inuyasha sujetó su barbilla con delicadeza y la obligó a mirarlo. Se fue acercando con lentitud.

Exquisito. — le susurró en su oído.

La sujetó por la cintura, acortó la distancia y la besó.

Besó sus labios, más dulces que cualquier otra golosina.

Arigato: Gracias.

Espero que les haya gustado.

Bye