Cap1: Contrastes
Buenas! Ya que tengo Asqueroso baka hentai a dos capitulos de terminar y Fjaka a tres/cuatro, creo que puedo permitirme empezar un proyecto más. El Satsuki Shinden.
Confesaré por aquí que, en ciertos momentos de la serie, veía posible que acabasen haciendo un yaoi con Naruto y Sasuke (y de paso, haciendo historia en el mundo del anime... oportunidad perdida kishimoto...). En serio, ¿no os parecía que a veces esa persecución de Naruto y esa obsesión de Sasuke excedían de la razón de todo que se nos había dado, una amistad y una promesa al amor de tu vida? Así que he pensado en desarrollar esa idea. Por desgracia, soy incapaz de plantear una relación yaoi de manera realista (hay mil detalles y formas de interactuar que a mí, como heterosexual, se me escapan), así que me decidí por un gender bender. Primero, un NaruSatsuki. Después haré un SasuNaruko para contrastar. Y ambos centrados en el/la pelinegro, de Naruto como protagonista principal ya hemos leído mucho no os parece?
El personaje de Satsuki siempre me ha llamado la atención en fanfiction: tiene mil posibilidades, para mi gusto es la única que puede competir con Sakura por el amor del rubio. El problema está en el enfoque: siempre se la plantea a Satsuki como buena. En serio, como si la razón de la traicion de Sasuke fuese ser un hombre, y no todo lo que vivió por culpa de su hermano y por ser la reencarnación de indra. Así que aquí intentare solucionar ese problema planteando a Satsuki con una forma de actuar muy cercana al Sasuke canónico, con las obvias modificaciones por ser mujer.
PAIRING: Naruto y FEM Sasuke contrastando con un narusaku. Si, enfrentaré a esas dos por el corazón del rubio, pero el rubio no va a hacerse un harem. No estará al mismo tiempo con las dos: en un momento estará con una, en otro con otra... todo depende del momento de la obra.
En fin, espero que os guste, preveo unas 80000 palabras y unos 15 capitulos más epílogo. Sin más que adelantar, nos leemos!
-aaaaaaaaaaaa- personaje hablando
-aaaaaaaaaaaa- personaje pensando
-aaaaaaaaaaaa- ser sobrenatural hablando
-aaaaaaaaaaaa- ser sobrenatural pensando
RENUNCIA DE DERECHOS: Algunas veces me pregunto, ¿y si nosotros somos un fic de un grupo de escritores aficionados? Si es así, no nos quieren nada si nos tienen leyendo esto XD sea como sea, obviamente el mundo Naruto pertenece a masashi kishimoto, mientras que Satsuki es una creación del fandom. Yo solo aportó esta historia.
La humanidad vive en un mundo nuevo, un mundo de oportunidades, un mundo de poder... la era del chakra. El continente shinobi, tras recibir el legado de la mágica energía del legendario hagoromo ototsuki, se convirtió en un lugar de contrastes, un terreno donde el rey pasaba a mendigar en el arroyo y el vagabundo mostraba el poder de un dios. Y, ahondando dentro de estos contrastes, destacaba una aldea sobre el resto: konohagakure no sato, la aldea oculta de la hoja. Fundada por dos shinobi contrapuestos: hashirama senju, el shinobi no kami (Dios shinobi), un hombre de corazón generoso y gran poder que creía en unir lazos, fiel a la idea de que "dos personas unidas siempre harán más que dos separadas"; y Uchiha madara, lord del susanoo perfecto, un guerrero de mente de hielo y oscura esencia que creía en el poder como único medio de gobernar al ser humano, siguiendo la lógica de "el poder dará unidad, la unidad traerá progreso". Ambos encontraron un objetivo común, y de esa union nació la aldea más poderosa del mundo shinobi, un baluarte de poder y unidad durante más de un siglo.
Pero esa unidad no eliminó los grandes defectos del ser humano: ni eliminó las guerras, que continuaron asolando el continente; ni impidió que el negro corazón del uchiha le hiciese traicionar a su amigo, marcando a sus descendientes como sospechosos de rebelión para el resto de los ninja; ni por supuesto eliminó la maldad que vive en cada ser humano. Una maldad que se cebó cruelmente en el último gran contraste de la hoja: un niño hecho de luz que portaba la oscuridad en su interior, y una niña hecha de oscuridad que todavía conservaba un poso de luz en lo mas profundo de su ser. Naruto uzumaki, un niño de cabello rubio y ojos azules, huérfano antes de alcanzar la hora de vida y jinchuriki sin saberlo del terrorífico kiuby; y Satsuki uchiha, una niña de cabello y ojos negros, princesa uchiha y última portadora del legendario sharingan dentro de konoha.
Satsuki atravesó los árboles del bosque de konoha entre lágrimas, a la carrera, sin importarle a donde iba o lo que dejaba atrás. Su pelo negro y sus lágrimas contrastaban con la blanca nieve que cubría el paisaje, como si un borrón oscuro huyese de un terrible depredador pero fuese incapaz de esconderse de él. Satsuki huía, y lo hacía tanto en el espacio, como en el tiempo. Huía de las miradas de lastima, de las condolencias vacías, de los aduladores oportunistas y de los juicios de valor. Y huía de sus recuerdos sobre todo. Su hermano mayor, su ídolo, su ejemplo a seguir, aquella persona que significaba para ella todo lo bueno del mundo, había cometido un pecado imperdonable. Itachi uchiha, el anbu mas joven del mundo, el shinobi mas prometedor de la aldea, futuro hokage para muchos incluso, había exterminado a todo su clan en una noche de locura y espanto. Y a sangre fría... hombres, mujeres... niños. Uno a uno, sin piedad. Incluso a sus propios padres.
Pero había dejado a un único superviviente... su hermana menor. A satsuki la había dejado con vida... y a su pesar. La supervivencia no quitaba el sufrimiento, y satsuki estaba experimentándolo en su máximo nivel. Su hermano le había obligado a experimentar en un cruel tsukuyomi la muerte de cada uno de sus conocidos, todo al máximo detalle, sin omitir nada. Toda la sangre, las vísceras, los gritos suplicando piedad… la muerte del niño con el que jugaba en el parque, del vendedor de pan de la esquina… de sus propios padres, degollados por la espalda… Una visión tan espeluznante que la joven había tardado días en poder tan siquiera reaccionar a los estímulos de los médicos. Una herida incurable en su psique, una cicatriz imborrable en su alma. Una y otra vez se repetía en su mente las ultimas palabras de su hermano, como un mantra.
-¿Quieres vengarte? Pues ódiame... no dejes nunca de odiarme. Céntrate en ese odio, máscalo, duerme con él, haz que te mantenga con vida. Haz lo que sea necesario para ello, que el poder sea tu meta. Y, cuando tengas mis mismos ojos... búscame. Y te daré la oportunidad de acabar con todo.- anunció itachi uchiha a su hermana pequeña, de tan solo seis años, que lloraba y gimoteaba en el suelo mientras miraba el cuerpo degollado de su madre. Y en los ojos del primogénito uchiha se dibujo la señal maldita del clan de los tres tomoes. El mangekyo sharingan.
Desde ese instante, en la mente de satsuki solo había sitio para esos terroríficos ojos rojos y esas palabras envenenadas. Se había convertido en el leitmotiv de su vida, su razón de ser y de existir. Porque fuera de ellas solo quedaba lastima y soledad. Nada más. Recordando esas palabras, sentía a su hermano cerca, aunque la doliese el pecho al hacerlo. Recordando esas palabras, el inmenso abismo en que se convirtió su vida tras esa fatídica noche presentaba un camino a seguir. Recordando esas palabras otorgaba sentido a algo que incluso su mente infantil sabía que no tenía. La permitía seguir respirando... aunque fuese un aire denso y tóxico, el aire del odio. Y, durante el sepelio de sus padres, estando sola con su vestido negro, recibiendo esas miradas que solo la recordaban lo que había perdido y no la ofrecían nada más, sintió ese veneno aferrarse a su garganta con tal potencia que no podía ni respirar. Huyó de allí, dejándolo todo atrás. Porque deseaba estar sola... y a la vez no lo deseaba.
En su carrera, la uchiha pisó mal, y cayó al suelo. Y, entre la fría nieve, gritó. Gritó con todas sus fuerzas, deseando que todo acabase. Deseaba que sus padres apareciesen con vida y la volviesen a abrazar. Deseaba que su hermano mayor la dijese que no ocurría nada y que todo fue una pesadilla. Lo que fuese. Solo quería tener un respiro. Y de pronto, sintió unas pisadas frente a ella. Levantó su mirada y vio a alguien delante suyo. Se trataba de un niño de su edad, un niño que le resultaba... llamativo. Primero por sus ropas, harapos consistentes en unos pantalones blancos sucios, una camiseta amarilla roída y una bufanda naranja hecha jirones. Y luego por su apariencia, con esas marcas extrañas en las mejillas, ese pelo del color del sol que nunca había visto, y esos ojos como dos océanos, oscuros pero a la vez brillantes... aunque no fue nada de eso lo que más la llamó la atención.
-¿estás bien?- preguntó el niño, tendiéndole la mano. Y satsuki dejó de llorar por un momento, observando esos ojos. Porque esos zafiros no la ofrecían lastima. La ofrecían una sincera preocupación y calidez. Lo que ella tenía cuando su familia vivía. La niña asintió en silencio, todavía hipnotizada, mientras el ojiazul le tendía la mano.- ¿te ayudo a levantarte?- la joven volvió a asentir mientras esa mano cálida, con ese calor que contrastaba en el frío invernal del ambiente, la ayudaba a volver a ponerse en pie.
-Gra... gracias...- contestó la joven, intentando decir algo, lo que fuese. Volver a tener voz para hablar con ese niño tan raro. Sobre todo tras ver su reacción de sorpresa al recibir el agradecimiento de la fémina.
-No... no es molestia, dattebayo...- satsuki incluso dibujó una mueca de mas sorpresa ante esa coletilla, sonriendo ligeramente. Y, sorprendiéndola de nuevo, el niño se sonrojó. Aunque su expresión volvió a ese agradable interés cuando reparó en su mejilla.- te has hecho daño, déjame ayudarte.- se ofreció, palpándose instintivamente la fémina la mejilla con su mano derecha. Sintió el cálido tacto de la sangre de inmediato. Al parecer, en su carrera, alguna rama la había cortado la mejilla. El rubio se arrancó un jirón de su camiseta, y con el trozo de tela comenzó a limpiarla la herida. Satsuki se sorprendió más, incluso notó una calidez invadir sus mejillas: no sabía nada de ese niño, pero no tenía pinta de tener muchas cosas. Apostaría a que sólo tenía esa ropa. Y no le había importado romper su camiseta para ayudarla. La voz del niño volvió a despertarla de sus pensamientos.- Me... me llamo Naruto uzumaki... dattebayo...
-Yo... yo... Satsuki...- la pelinegra omitió su apellido, deseosa de seguir hablando con esos ojos azules que no la compadecían. Que solo la miraban.
-Y dime Satsuki... ¿por qué corrías?- preguntó inocentemente el rubio, tensándose de inmediato la uchiha. No quería hablar de eso, quería hablar de cualquier otra cosa. No sentirse sola, pero no volver a lo mismo. Miró al suelo con tristeza, y el chico de inmediato volvió a hablar.- ¿Te persiguen unos matones o algo?
-N... no...- repuso la ojinegra, captando un nuevo detalle del uzumaki que llamó su atención: la piel ligeramente bronceada del niño presentaba muchos cortes y moretones. Satsuki ya los había visto en su hermano mayor alguna vez cuando volvía de misiones, y sabía su origen. Y, sin apartar la vista de esas heridas, se aventuró a hacer algo que no solía hacer... preguntar y mostrar interés. El interés que la provocaba.- ¿y a ti?
-¿Lo... lo dices por esto?- pregunto un, por primera vez, incómodo ojiazul, pero el asentimiento de la ojinegra le dio valor para continuar.- Me... me lo hicieron un grupo de aldeanos esta mañana...
-¿qué pasó?- continuó la niña, agradeciendo el momento. No estaba pensando en más que en ese niño.
-No lo sé dattebayo... yo estaba sin hacer nada y vinieron a golpearme...- reveló con frustración el uzumaki, mientras Satsuki arqueaba una ceja.- En serio... nunca sé por qué me golpean...- esto último le reveló otro detalle: no era su primera paliza.
-Y tus papás... ¿no hacen nada?- cuestionó con un toque de indignación la niña. Todavía recordaba cuando un niño se había atrevido a pegarla en el parque... su madre casi lo mata... pero el gesto de profunda tristeza del niño la hizo maldecir internamente su falta de tacto.
-No... no tengo a nadie...- confesó el uzumaki, mientras satsuki dibujaba una mueca de asombro. Ese niño... estaba como ella. Estaba solo.
-¿qué... qué les pasó?
-No lo sé... nunca he tenido padres... según la encargada del orfanato, me abandonaron en un cubo de basura al nacer porque es a donde pertenecía… no creo esto último, pero… siempre he estado sólo.- dijo el rubio, mientras la niña se sorprendía aún más. Nunca... ¿nunca había estado con una familia? ¿Nunca una madre como la suya le había arropado, un padre como el suyo protegido? ¿Era posible estar toda la infancia como ella estaba ahora y sobrevivir? Llevada por la curiosidad, por la imperiosa necesidad de respuestas, continuó su interrogatorio.
-Y... y... ¿los odias?- cuestionó, refiriéndose a esa aldea que lo golpeaba e insultaba. Quizás ese niño la explicase lo que le había querido decir su hermano, le mostrase el siguiente paso a dar... pero, como si hubiese preguntado una auténtica tontería, esos ojos azules se clavaron en los suyos.
-No.- repuso con una suave sonrisa Naruto.
-¿cómo?- contraatacó Satsuki, totalmente sorprendida.- Te... te han hecho daño, son malos... ¿por qué no les odias?
-No lo sé...- contestó el uzumaki, mientras se tomaba la barbilla para pensar.- Supongo... supongo que, si lo hiciese, seria estúpido... si yo también les odiase, ¿qué me diferenciaría de ellos?- preguntó de vuelta el rubio, y la uchiha pensó con detenimiento. ¿Había una opción a parte de la que le dio su hermano itachi? Podía... ¿no odiar? Se imaginó desprendiéndose de esas palabras de su hermano, abandonando esa vía. ¿Significaría que su hermano no tenía razón? Parecía tan simple... pero a la vez la aterraba. ¿Podría vivir en el mismo mundo que el asesino de sus padres? Sentía que, optase por lo que optase, no sería feliz, y pudo ver su cruda realidad. El fracaso conllevaba el abismo oscuro de la soledad. Su mayor terror. No quería acabar cayendo allí...
-Ti... tienes suerte...- se quejó amargamente la ojinegra, mientras Naruto la miraba con una ceja arqueada. Era la primera persona en toda su vida que le decía eso, junto con ese extraño zorro que se le quería comer cuando dormía… no quería pensar en ese zorro, le daba escalofríos con esos gigantescos ojos rojos de pupila rasgada observándole desde el interior de una alcantarilla.- tú tienes elección... nunca has tenido nada... ni papá ni mamá... si no te lo han quitado, no lo entiendes... Sin odiar... no... no me queda nada...
-Satsuki chan...- la interrumpió el rubio, sonrojándose ligeramente la ojinegra por el sufijo... solo su hermano la llamaba así. Aunque el ceño fruncido del rubio la hizo centrar toda su atención en esos zafiros azules, como si fuese atraída por la misma gravedad. Bajo esos ojos sentía algo raro, algo... diferente.- Todo lo que has dicho es una tontería, dattebayo.- Acuso Naruto. La joven iba a intervenir, pero el rubio volvió a la carga, incluso tomándola ambas manos.- Siempre tendrás algo mejor que el odio. Siempre podrás ser mejor que aquellos que te hacen daño.- la niña miró al suelo, sin dejarse convencer, y entonces el ojiazul continuó su ataque.- ¿Dices que si no odias no te queda nada? Pues toma esto, dattebayo. Lo hice yo, siempre me ha hecho compañía... jiji sarutobi me dice que es el símbolo de mi clan, de mis raíces, así que con él nunca me siento solo... creo que tú lo agradecerás más que yo- ofreció el niño, quitándose un colgante que llevaba y tendiéndoselo a Satsuki.
-Co... ¿como? Pero... si es... lo único que tienes...- contestó una impactada satsuki, observando ese colgante con los ojos totalmente abiertos. ¿Como algo tan irrisorio podía significar tanto? Para él parecía importante... ¿Sería mágico? ¿A ella también la ayudaría?
-No me hará falta si quieres ser mi amiga...- dejó caer Naruto, mirando al suelo con vergüenza.
Ese gesto arrancó un potente sonrojo en Satsuki. Era un gesto tierno que significaba mucho, muchísimo para ella. Un... amigo. ¿Tenía alguno realmente? Antes de la masacre tenía decenas, era una niña bastante abierta, y su posición en el clan la hizo conocer a la práctica totalidad del clan uchiha. Prefería pasar el tiempo con su adorado hermano mayor, pero Itachi solía tener trabajo y misiones, así que era común verla jugando con otros niños en el parque uchiha. Pero ahora, tras matar itachi a todo el clan, no sólo había perdido a su familia... también a sus amigos. Observó el colgante: se trataba de un trozo circular de madera blanca tallada, una especie de remolino. No era una obra de especial artesanía, se notaba que lo había hecho él, pero debía de ser su única pertenencia preciada. Y se la estaba ofreciendo sin reservas, sin problemas... ¿por qué lo hacía? ¿Sería consciente de que ella, como heredera de un gran clan, podría conseguir mil colgantes mejores?
Pero contempló ese trozo de madera con una fina cuerda, ese regalo que acababa de recibir, y, sin saber por qué, ese abismo oscuro que sentía se fue alejando cada vez un poco más. Ese presente era un regalo de luz blanca contrastando en el negro futuro que parecía acecharla. Un hilo de esperanza. La demostración de que había algo más. Con el colgante todavía en la mano, miró a Naruto. Y este la regalo algo mas: una sonrisa inmensa, sincera. Pudo ver esas divertidas marcas de sus mejillas estirarse, esa dentadura blanca perfecta brillar... no era una de esas sonrisas que la regalaban los últimos días, falsas y cargadas de segundas intenciones. Era una sonrisa cálida, sincera, como las que la regalaban su madre y su hermano…. Su hermano. La imagen de itachi volvió a su mente: primero la del pelinegro sonriendo. Veía su sonrisa natural, sus ojos cerrados con amabilidad mientras hablaban de cómo le había ido el día a la pequeña uchiha… Luego esa imagen se deformó en otra terrorífica. Su rostro bañado en la sangre de sus padres. Su gesto serio, y esos ojos con el mangekyo sharingan activado. Ese niño también la sonreía, y la última vez que confió en una sonrisa amable pasó la peor noche de su vida. No, frente a ella tenía a otro itachi, una falsa amabilidad disfrazada. Y lo iba a cortar de raíz.
-Escúchame…- cortó a Naruto, mientras este abandonaba su sonrisa y dibujaba un gesto asustado. De pronto, esa niña tan guapa había cambiado de ese sonrojo tan adorable a una expresión fría, gélida… aterradora.- No creo que te encontrasen en un vertedero, pero ahí vas a acabar si sigues siendo tan… dobe (tonto). No eres igual a los que te golpean, pero no eres mejor por ello. Te golpean porque eres débil, y mientras lo sigas siendo seguirán golpeándote. Estas estupideces sobre perdonar díselas a otro.- dijo Satsuki con todo el veneno de su voz. Naruto frunció el ceño con rabia, asimilando esas palabras. Otra vez le intentaban hacer daño sin merecerlo. Pero esta vez era distinto, si lo analizaba bien: no veía ese odio con el que le miraban las personas que querían hacerle la vida imposible… no, en ella veía dolor. En esos ojos oscuros, casi negros, no veía mandad. Veía dolor. Veía miedo. Y eso le empujaba aún más a actuar.
-No son estupideces… es la verdad. Me lo dice mi jiji: los medios violentos tienen fines violentos…- contestó secamente el uzumaki. Si ella quería atacar, él no se iba a achantar. Le pasaba siempre, no rendirse era su camino ninja, pero con esta chica sintió un inmenso fuego al recibir ese desafío. No sabía por qué, pero no podía quedarse callado.
-…- Satsuki usó todo su esfuerzo para no mostrar sorpresa. Ese niño, ese don nadie… ¿retándola? Recordaba perfectamente a los niños como el, esos niños civiles que se creían que podían rebatirla algo. Bastaba una mirada para hacerlos callarse. Pero este chico no retrocedía, todo lo contrario… contraatacaba. Y eso la encendía. Se descubrió cerrando los puños, apretando los dientes.- ya, por eso te golpean y tú no te defiendes…
-Cuando sea hokage me defenderé… y a ellos también, dattebayo.- repuso Naruto con un gesto de enfado.
-¿tú hokage? Con lo pequeño que eres no llegaras ni a ninja…- continuó despreciando Satsuki.
-cuando te defienda a ti también no dirás lo mismo…
-E… eres patético, con razón te pegan…- Podría parecer que ambos estaban teniendo un momento desagradable, pero con un poco de observación se vería que ocurría lo contrario. Naruto mostraba algo de enojo, pero tenía que reconocer que se estaba divirtiendo. Si no no hubiese hablado más y se habría ido. Y en cuanto a Satsuki… un ligero sonrojo en sus mejillas indicaba que ese detalle de que Naruto la fuese a defender la había pillado a contra pie. Como lo que vino después.
-si soy tan patético, ¿por qué sigues hablando conmigo?- preguntó con acidez. Y Satsuki tuvo que contener las ganas de golpearle.
-Te odio…
-Yo a ti no…- golpeó con elegancia el ojiazul. Y Satsuki se vio al limite de su aguante. Y avergonzada, ¿Por qué estaban sus mejillas tan calientes? Por suerte, o por desgracia, Satsuki se lo preguntó más tarde, unas voces se oyeron de fondo...
-¡Uchiha sama!- exclamaron un grupo de jounin entre la vegetación.
Seguramente habían sido enviados a buscarla. Satsuki dibujó una mueca de frustración al ver que tendría que irse, dejando a ese rubio impertinente con la última palabra. Naruto también dibujó una mueca seria, le habían interrumpido en el mejor momento… esa niña volvía a tener ese color rojo tan bonito en sus mejillas. Satsuki se imaginaba que no podía quedarse allí, si los aldeanos le golpeaban sin motivo, seguramente los jounin lo harían con más ganas si le veían molestándola. El uzumaki hizo el amago de darse la vuelta, pero la niña le agarró la mano antes de que se fuese. Con un rápido movimiento, Satsuki le dio un beso en la mejilla a Naruto, y se fue con rapidez rumbo hacia sus "rescatadores". Naruto se palpó la mejilla mientras tanto, confuso… ¿no se suponía que le odiaba? Entonces… ¿Por qué el beso? No lo sabía, pero tampoco se iba a quejar… le… le había gustado. Mientras su escolta la acompañaba hacia la civilización, Satsuki volvió a mirar ese colgante. Su primer regalo sincero desde fuera de su familia... y su primer amigo no uchiha. Se sonrojó mientras pensaba en esos ojos azules, contrastando esas mejillas con la blanca nieve. Naruto uzumaki... le parecía un dobe… y a la vez, muy interesante.
Y fin por ahora, un pequeño capítulo de introducción para ver cómo van a ir las cosas.
Trabajaré mucho la personalidad de Satsuki, aquí habéis podido ver un adelanto. Una chica que sería normal y feliz si no fuese por lo que hizo su hermano. El acto de itachi la ha traumatizado profundamente (como para no) y ha creado en ella una necesidad de seguir esas palabras sobre el poder, una especie de síndrome de Estocolmo. Lo odia, con toda su alma, y lo quiere con toda su alma. Como el Sasuke canónico si lo pensáis bien. Que todos sabemos la razón real de esas palabras pero... Satsuki no. Es como si hubiese dos Satsuki: la inocente niña y la vengadora
Y, en medio de todo ello, ha aparecido Naruto: un niño que le ha parecido guapo a Satsuki, y con un discurso radicalmente contrario al de su hermano. No te vengues, sigue adelante y sé feliz. Con mil razones para odiar tanto o más que Satsuki, y que no odia. Y eso encaja a la perfección con la Satsuki pre matanza uchiha... pero con la vengadora no. Es más, a una parte la enamora eso y quiere seguirla, a la otra la espanta y le hace tener ganas de matarlo. Hay una palabra casi perfecta para definir como se relacionarán estos dos: YANDERE. Más que tsundere incluso. Esta será la tónica de la relación, Naruto influyendo en ella siendo solamente Naruto, ella luchando contra ese influjo para vengarse... y todavía no ha entrado la pelirrosa en juego...
en fin, espero que os haya gustado, tardaré un par de semanas en seguir, primero quiero avanzar en Fjaka y acabar Asqueroso baka hentai, pero en cuanto lo haga será común ver dos/tres episodios por mes de esto. Hasta entonces me despido, un saludo!
