El universo mágico en que se desarrolla esta historia y algunos de sus personajes son propiedad intelectual de J. K. Rowling
MI QUERIDO GALÁN
Sé mo laoch mo Ghile Mear/'Sé mo Shaesar, Ghile Mear/Suan ná séan ní bhfuaireas féin/Ó chuaigh i gcéin mo Ghile Mear.
-Séan Clárach Mac Domhnaill-
1. Coincidencias
I
A todos pasó desapercibida la lechuza gris moteada que sobrevolaba a plena luz del día la granja de la familia Brady, en Ballysadare. La luz matinal se reflejaba en sus grandes alas, extendidas para aprovechar las corrientes de aire y descender en espiral, poco a poco. El ave se fue a posar precisamente en el alfeizar de la ventana del segundo piso, la que daba a la pequeña habitación de madera en la que la impaciente Úna Brady se cepillaba la melena cobriza delante del tocador. En el espejo, sus pequeños ojos azules ya no brillaban como antaño, como en el día en que regresara de Gran Bretaña, ni como durante aquel delicioso verano que había terminado de forma brusca y repentina. Sin embargo, su expresión mudó por completo al escuchar el picoteo en el cristal. Dejó caer el cepillo al suelo y se volvió hacia la ventana, expectante. Saltó del asiento y corrió al encuentro de la lechuza con el corazón desbocado. Se abrió la puerta tras ella mientras abría la ventana y dejaba pasar a la lechuza, que le dejó en la mano un sobre sin remite. A Úna le temblaron las manos de la emoción.
—¿De quién es? —preguntó Máire, su hermana pequeña, desde la puerta, con curiosidad. A ella nunca nadie le enviaba lechuzas.
Úna no se lo pensó más, sino que rasgó el sobre, ansiosa, y sacó el pergamino de cuajo para leer la firma al final de la misiva.
—De Shanon —suspiró decepcionada.
—¿Y no te alegras?
—Tenía la esperanza de que…
—Séan no es un mago, Úna —Máire puso los ojos en blanco—. Si te escribiera, te enviaría la carta por correo postal…
Úna se sintió terriblemente estúpida, incluso después de que Máire se fuera dando un portazo (en los últimos dos meses, se había vuelto insoportable) y se quedara sola. Es más, le entraron unas ganas horribles de llorar. Se aguantó porque había jurado no derramar una lágrima más por Séan Finnigan. Al fin y al cabo, había sido ella la que había roto la relación, así que nada de manifestaciones de tristeza. Incluso si lo echaba de menos. Mucho. Todos los días.
¡Había sido tan tonta!
En ocasiones, repasaba en sus pensamientos todo aquello que se habían dicho en aquella noche espantosa de finales de agosto, cuando habían peleado por primera —y última— vez en los jardines de Sally Murphy. Él estaba enfadado y la había tratado con dureza y ella había reaccionado de forma demasiado impulsiva; el orgullo había terminado por estropearlo todo. Sin embargo, lo cierto era que no se podía sacar a Séan de la cabeza. Y más ahora que llegaban noticias de muertes de muggles en todas partes… No, no debía pensar en eso. Le daba tantas vueltas a todo, que a veces creía estar volviéndose loca, pero… ¿Quién le aseguraba que Séan no habría encontrado a otra joven mucho más guapa y lista (y católica) que ella en la capital? ¡Maldita muggle repelente!
Úna sacudió la cabeza para apartar aquellas ridículas paranoias de la mente e intentó centrarse en leer la carta de Shanon, que ahora se encontraba precisamente en Dublín, en la Oficina de Aurores del Ministerio de Magia.
Queridísima y loquísima Úna:
No te echo de nada de menos. No haberte visto en todo el verano ha sido una bendición. Qué vida tan tranquila y pacífica de lucha contra las Artes Oscuras llevo sin tus líos, repipi. ¿En cuántos te has metido desde que volviste de Hogwarts, si puede saberse? ¡Que no me has escrito en cinco meses y medio desde que volviste a casa! Te parecerá bonito. Comprendo que papá te haya tenido ocupada y más ahora en la época de la cosecha, pero… ¡Cinco meses y medio! Que sepas que te odio.
Y como no te soporto, no te pienso contar que me han ascendido y que ahora soy la jefa del Departamento que coordina las misiones de protección muggle en la gran ciudad. Supongo que mamá te diría que Liam, Pat y yo entramos en el cuerpo en Limmerik, pero yo he nacido con estrella y me destinaron en seguida a Dublín. Nóra me ha hecho un huequito en su apartamento y no me deja llamarle doña Perfecta en público, pero sigue siendo un ángel redentor. En cuanto a Liam (que sé que no os va a contar nada para que no os preocupéis), le van a enviar ahora a Galway y no le apetece mucho, pero yo me alegro de que haya sido él y no Pat, al que le costaría mucho más habituarse solo a un sitio nuevo, ¿no?
Ahora, en serio, aquí las cosas se ponen cada vez más feas. He perdido ya dos compañeros. No éramos muy cercanos, pero ha sido un golpe muy duro para todos. Además, tuvimos que ir a dar la noticia y el pésame a la familia… Sin embargo, creo que es por eso que sigo aquí, ¿sabes? Porque alguien tiene que plantar cara a esos desalmados; si nadie lo hace… sería mucho, mucho peor.
Me gustaría explicarte mejor, pero en realidad, no te puedo contar mucho porque alguien podría interceptar la lechuza. En cualquier caso, pronto podré ponerte al corriente de todo. Los cuatro regresamos por Navidad.
Con cariño,
Shanon
p.d. ¿Sabes? La otra noche me pareció ver a un antiguo vecino del pueblo en un pub. ¿Te acuerdas de ese monstuito muggle que me pegaba sustos por la calle? Pues ahora está de muy buen ver. Si es que era él, claro.
Úna releyó la postdata cinco veces, sin poder creérselo. ¡Lo había visto! ¡Shanon lo había visto! Tenía que ser él. Podía imaginarse perfectamente al terrible Finnigan intentando asustar a su hermana mayor por la calle y el último comentario encajaba perfectamente con su descripción... Úna abrazó la carta contra su pecho, conmocionada. Séan estaba vivo en alguna parte. Estaba a salvo.
En ese momento, volvió a irrumpir Máire en la estancia, con sus trenzas pelirrojas, sus ojos azules y un pequeño tazón con agua. Echo un vistazo alrededor hasta encontrar a la lechuza que descansaba en una esquina y dejó a su lado el tazón. Obtuvo un suave ulular en señal de agradecimiento y la adolescente sonrió; siempre le habían gustado mucho los animales, pero la sonrisa se esfumó en cuanto volvió a dirigirse a Úna:
—Bueno, ¿qué dice?
—Que ella, Nóra, Pat y Liam vuelven por Navidad —contestó la otra y le tendió el pergamino—. ¿Quieres leerla?
—No. —replicó con sequedad.
Máire le dio la espalda y volvió a salir, dejando a Úna con el brazo extendido y expresión desconcertada. Era cierto que la pequeña de los Brady y ella, pese a la cercanía de edad, nunca habían sido uña y carne, pero aquella hostilidad tampoco era normal. La suya había sido siempre una relación de respeto y afecto moderado. Ni siquiera recordaba haber peleado nunca con Máire porque, desde que Úna empezó a asistir a Hogwarts, no había tenido trato con su hermana squib más que en verano y Máire, aunque era algo olvidadiza y caótica, siempre se había caracterizado por un temperamento dócil y amable, nunca brusco o impulsivo, como el de la misma Úna. Es más, el día que la bruja volvió a casa, Máire la había recibido con cariño y alegría. Así que, ¿a qué se debía aquel súbito y desagradable cambio de actitud?
II
Había caminado como un autómata por las callejuelas, sin pararse a pensar ni por un momento, solo con su vacío y aquel ridículo trébol de cuatro hojas en el ojal del chaleco. Curiosamente, parecía no marchitarse nunca.
Muchos le habían preguntado por el secreto de aquel amuleto que llevaba siempre a todas partes, pero él no había sabido dar respuesta; cada vez que intentaba hablar del amasijo de fortuna en el tronco del sauce del jardín de Sally Murphy allá lejos, en Ballysadare, la boca se le quedaba seca y no conseguía articular una sola palabra... Como si pesaran algún encantamiento sobre el trébol del que, de todas maneras, no quería deshacerse. Había dejado de creer que pudiera tráele suerte el día que dejara el condado de Sligo; sin embargo, era lo único que le quedaba de Úna.
Podría decir que no tenía la más remota idea de por qué los pies lo habían vuelto a llevar solos a aquel tugurio, siempre lleno hasta las topes, una noche de sábado, pero mentiría y a Séan Finnigan no le gustaba nada mentir. Hacía un mes que le había parecido verla de espaldas entre la masa de gentes, humos y bulla de ese mismo pub, con su melena rubia cobriza, sus prominentes caderas y la fina cintura por la que la había abrazado tantas veces antes… Un grupo de hombres cantaba Cockles and Mussels en una esquina y ella daba palmas, con entusiasmo. Él apartó a un muchacho para acercarse cautelosamente a la señorita, sintiendo vibrar el ritmo constante del Bodhrán en cada uno de sus pasos. La rodeó y se sentó en una mesa distante para poder mirarla bien y comprobar si…
No era ella.
Se parecía, sin duda: tenía la misma altura aproximada o el mismo color de pelo, incluso los mismos iris azules grisáceos, como el del cielo cuando las nubes no lo asediaban demasiado y, sin embargo, Úna tenía la nariz respingona y el labio inferior un poco más grueso que el inferior, tenía los pómulos menos marcados y los ojos más pequeños. La desconocida era hermosa, sí, (probablemente más que Úna a los ojos de un hombre menos enamorado que Séan), pero carecía de la sonrisa electrizante de su petulante Brady. La sonrisa que él se maldecía por haber olvidado. Sometido a las inclemencias del paso del tiempo y la distancia, Séan ya no recordaba con claridad el rostro de la mujer que le había robado el corazón. Y se maldecía por ello.
Decidió marcharse de allí cuando la mujer se dio cuenta de que la estaba mirando. Y se fue.
Aquello había sucedido a principios de octubre, pero aquel espejismo sin nombre lo había torturado durante casi un mes y lo había traído de vuelta a Bonnie Prince Charlie. Aunque la chica rubia que había confundido con Úna ya no estaba en el pub, él se sentó en la misma mesa de todas maneras y pidió una cerveza con voz apagada. Ahora cantaban algo muy diferente a la famosa oda a Molly Malone. No era otra que Home Boys Home, con su melodía alegre y divertida, pero su mensaje triste y nostálgico.
Él no se sentía con ganas de cantar. Últimamente no hacía otra cosa que estudiar para olvidar. Estudiar y estudiar a todas horas, además. Sus compañeros de clase habían intentado animarlo y sacarlo fuera a que echara una cana al aire, pero no le apetecía. Ni siquiera quería seguir en Dublín y le resultaba muy frustrante porque sabía que era su lugar, que él tenía que acabar sus estudios. No obstante, sentía que no vivía, sino que sobrevivía al curso de los días, con una angustia permanente porque se había dejado algo a medias en el camino, porque había dejado cabos sin atar, asuntos pendientes…
Volvió a prestar oído a la canción cuando alguien empezó a entonar una estrofa que no conocía. Contaba la historia de un marinero que había dejado a su amada en tierra después de prometerle que regresaría; sin embargo, después de que pasaran muchos años, él seguía lejos. La última frase le caló profundamente:
—I know that she's a fond true love and waiting for the day.
«Sé que ella es mi verdadero amor y aguarda el día de mi regreso», meditó Séan antes de volver a escuchar el estribillo que volvía incitarlo a volver a casa. «Sé que ella es mi verdadero amor y aguarda el día de mi regreso». Los ecos de aquella frase le acompañaron hasta la puerta después de pagar la cerveza que no le habían servido y salir a la oscuridad de la ciudad. Vagó por las calles desiertas, con su bufanda por debajo de la nariz helada y las orejas resguardadas por una boina. Hacía frío, pero, inconsciente, había salido de la residencia sin abrigo. En realidad, le daba igual porque tenía la cabeza en otra parte. Una corazonada se había apoderado de él. Tenía que regresar a…
¡Pum! Un golpe seco en un callejón.
Séan retrocedió para echar un vistazo. Había un par de hombres estrafalarios con capas oscuras de espaldas a él. No notaron su presencia porque estaban demasiado ocupados en amenazar a un chico joven con un traje de la misma guisa: una especie de túnica color verde botella. Daba la sensación de que lo acaban de empujar contra la pared. Se imaginaba que sería algún tipo de novatada contra un estudiante que hubiera querido ingresar en un club de costura raro o algo por el estilo. De todas formas, Séan se sintió hervir de rabia: aquello no era, ni mucho menos, una lucha justa o en igualdad de condiciones y las palabras extrañas de aquellos canallas no le gustaban ni pizca.
—Antes de morir vas a saber lo que es el dolor, escoria sangresucia, ¡Cru…!
Sin embargo, Séan no dejó terminar aquella frase al abusón porque le tomó del hombro y le volvió con fuerza. Lamentó tener que pegarle el puñetazo en el estómago en vez de en la cara, pero aquel lunático llevaba puesta una máscara escalofriante. Tumbó al sinvergüenza con una patada en la entrepierna tan solo un segundo después.
—Estúpido muggle… —murmuró el siniestro compañero del enmascarado detrás de una careta igual de lóbrega y apuntándole con un palito fino y alargado, como si se tratara de un sable. Aquella gente estaba de atar—. ¡Avada…!
—¡Desmaius! —fue más rápida una voz que venía del fondo del callejón—. ¡Desmaius!
Una rayo rojo impactó en aquel loco que lo había llamado estúpido y el tipo cayó desmayado a sus pies de repente. El otro pirado también perdió el conocimiento. Séan, atónito, ya solo podía mirar al niño pelirrojo, que esgrimía una vara idéntica a la que ya había visto y parecía realmente asustado…
—¿Qué…?
Sin embargo, alguien apareció de la nada justo delante de él y le silenció tocándole los labios con el dedo. Era una mujer rubia, con curvas voluptuosas ceñidas en lo que parecía un extraño disfraz de Robin Hood. Nariz afilada, labios carnosos…
—Tranquilo, guapo, ha llegado la caballería —Ella le guiñó un ojo y él la reconoció, aunque tardó en reaccionar porque un montón de hombres con el mismo uniforme ridículo se aparecieron en el callejón como por arte de magia. Ella le echó una ojeada mientras tanto hasta fijarse en su chaleco y ver el trébol—. Desde luego, eres un chico con suerte.
—¡Usted estuvo en el Bonnie Prince Charlie! —gritó él—. ¿Qué está pasando?
—Brady —la llamó uno de sus extraños hombres de verde—. Lynch está a salvo.
—¿Brady? —susurró Séan, anonadado.
—También me llaman Torbellino —sonrió ella—. ¿Con quién tengo el placer?
—Finnigan. Séan Finnigan.
—Pues sepa, señor Finnigan, Séan, que nos ha hecho usted un gran favor —prosiguió Torbellino Brady—. Y me encantaría invitarle a una copa para agradecérselo, de verdad; está usted para mojar pan, pero… —se encogió de hombros—. Me temo que no le conviene acordarse de mí ni de esta noche. ¿Me entiende?
—¿Có-có-cómo?
La misteriosa dama se sacó del cinto otro de esos extraños palitos que tenían todas las papeletas de ser armas altamente peligrosas y Séan retrocedió automáticamente.
—No sabe cuanto lo siento, cariño —añadió ella—, pero es por su propio bien. Y no se preocupe, le dejaremos en su casa. Por las molestias. Será como si... como si nunca hubiera salido esta noche.
—Pero…
—¡Oblibiate!
N.d.a.
Bueno, por fin traigo por estos lugares mi longfic sobre los Finnigan. Espero que este primer capítulo os haya dejado, por lo menos, con ganas de más.
En cuanto a la música, comento por encima canciones que he mencionado. En primer lugar, Mo Guile Mear, (en gaélico, "Mi querido galán") le da nombre a la historia. Se trata de una canción preciosa (escuchad la versión de Orla Fallon en youtube y me diréis si tengo o no razón) escrita por Séan Clárach Mac Domhnaill que pretende ser el lamento de la diosa Éire (y quien siga Draco dormiens nunquam titillandus sabrá que Eire también es el nombre celta de Irlanda) porque su amado Bonnie Prince Charlie (un príncipe) está en el exilio. Y, bueno, ya sabéis lo que disfruto yo con estas cosas de los nombres, las canciones y los líos, ¿no? La cita al comienzo del capítulo dice así: Es mi campeón, mi querido galán/ Él es mi César, mi querido galán/ No encuentro descanso y fortuna/desde que mi querido galán partió lejos. Es una de esas canciones perfectas.
Por otro lado, he hablado de la famosísima Cockles and Mussels (Berberechos y mejillones) que es una canción que cuenta la historia de la prostituta Molly Malone. Tenía que ponerla porque la suelo cantar con mis amigos y, en fin, es mítica xD. En cuanto a Home Boys Home, os traigo la estrofa de la que habla Séan: Well I left my love behind me and I sailed across the tide/I said that I'd be back again and take her for my bride/But many years have passed and gone, and still I'm far away/I know she is a fond true-love and waiting for the day.(Bueno, dejé a mi amor atrás y me fui a navegar por los mares/ Dije que volvería otra vez y la convertiría en mi esposa/ Sin embargo, muchos años han pasado y se han ido, y yo sigo muy lejos/Sé que ella es mi verdadero amor y espera el día de mi regreso. En fin, es una traducción mía, así que no es todo lo precisa que debería, seguramente.)
Bueno, espero que os haya gustado :)
