Mon Sauvage Lapin
Sumary: Ante situaciones desesperadas, remedios desesperados. Eso piensa Inglaterra de sus problemas con Francia y Estados Unidos. Pena que sus remedios suelan ser peores que la enfermedad. Pirata UK. Violencia y violación. Continuación de Mon Petit Lapin.
Disclaimer:Anarchy in the UK! ¡En este fic no vamos a decir que los personajes son de Himaruya!
01. Piratas y bucaneros, borrachos y pendencieros
Inglaterra despierta asustado y desorientado (porque al final había poca belladona) sin saber dónde está. Ahora tiene aspecto de tener unos dieciocho años y efectivamente, ser un pirata.
Sacude la cabeza viéndolo todo medio extrañado, sigue sin saber para qué sirven la mitad de las cosas, pero lo achaca todo a increíbles alucinaciones debidas al alcohol. Hasta que encuentra a Francia, su peor enemigo al que ahora sí DETESTA, en la cocina.
Toma lo primero que encuentra para cubrir su desnudez en el armario del pasillo, un poco sonrojado por que si el francés hubiera estado despierto le habría visto completamente. Se lo carga al hombro y lo echa sobre una de las camas, atándole las manos y los pies cada uno a un extremo, manteniéndoselos abiertos para que no pueda moverse.
Francia abre los ojos tras unos segundos (o lo que él cree han sido unos cuantos minutos a lo mucho) y lo primero que ve es un techo. Vuelve a cerrar los ojos durmiéndose un par de minutos más porque a Francia SIEMPRE le cuesta un rato despertarse.
Cuando el inglés le tiene lo bastante atado y asegurado para estar tranquilo... Se va a explorar la casa y a buscar ropa.
Francia abre los ojos de nuevo e intenta acurrucarse un poco porque tiene frío pero algo en su posición hace que tenga las manos dormidas, y... honestamente esta posición es demasiado incómoda. En cuanto intenta moverse y descubre que no puede abre los ojos ahora si como platos.
Mira una mano y la otra, e intenta moverse de nuevo y descubre que definitivamente no puede y que no solo no puede de las manos sino tampoco de los pies. Tiene las cuatro extremidades dormidas, al igual que las piernas, y le duele el cuello y...
―ANGLETERRE!―grita nervioso porque además no le ha esperado para tomar la poción y no sabe si ha ido mal o qué como para que se despierte así.
Inglaterra ha encontrado el armario con las cosas del siglo XVI en el desván, por que Inglaterra siempre lo guarda todo. Se viste con sus botas, su chaqueta larga, su pañuelo en el cuello, su sombrero de tres picos... Y su espada de medio metro. Sonríe al oír el grito y le da un trago más a la botella que huele a whiskey que ha encontrado en el comedor, mientras abre otra caja sin preocuparse demasiado.
El francés levanta la cabeza y mira a su alrededor tratando de saber en dónde coño está. Es uno de los cuartos de visitas. Uno de esos que tienen las paredes azules aún y que no ha remodelado (es decir, no se le ha incendiado), al parecer en unos cien años.
Trata de entender qué mierda es lo que debe haber pasado. Estaban rezando por la estúpida poción y luego ¿se ha quedado dormido? ¿Cómo no iba a quedarse dormido con esa letanía en latín?
Finalmente, el británico se cuelga la espada del cinturón y se lleva la botella, bajando del desván con cierto aire de aburrimiento.
Francia se recuesta otra vez en la cama e intenta nuevamente quitarse las cuerdas que lo están amarrando, honestamente no con tanto interés como la primera vez a sabiendas claras de que en realidad es una actividad bastante imbécil. Se requería un buen rato, una superficie afilada, la pequeña daguita que solía llevar escondida en el cinturón y... mucha mucha suerte, para lograr desamarrarse de los nudos que eran inconfundiblemente, nudos ingleses.
―ANGLETERREEEEEEEEEEEEEE―vuelve a gritar pensando que esto es el ABSOLUTO colmo y que cómo coño es posible que haya terminado aquí. Pero sea como sea, no es la manera de tratar a alguien que sólo le ha ayudado en las últimas malditas horas.
¿Habrá sido todo una trampa? se pregunta a sí mismo, aunque sabe de antemano cual es la respuesta. Es decir, Inglaterra no pondría a todo su pueblo en peligro sólo para amarrarle a una cama; además, hacía años que Inglaterra podía únicamente PEDIRLE amablemente que quería sexo amarrado, rojo como un tomate si quieres, pero en general eso era suficiente para que jugaran a amarrarse.
El inglés abre la puerta del cuarto lentamente y sonríe apoyándose en el marco.
―Parece que he pescado una rana tratando de colarse en la madriguera de los lobos ―comenta.
Francia pega un bote enorme en cuanto le ve y le escucha hablar otra vez como... espera, espera. Entrecierra los ojos, le mira y traga saliva.
―Parece que tienes que desamarrarme, cher... ―responde en automático.
―Parece que no eres consciente de la situación ―replica.
―Angleterre,yo creo que... ―empieza en tono bastante más dulce, intentando deducir cuanto años es que tiene, fastidiándose porque se haya tomado la poción sin que él estuviera. El sombrero de picos es inconfundible―... creo que tienes una idea errónea de la situación ―agrega con seriedad, intentando eliminar CUALQUIER traza de burla de lo que dice.
―Y yo creo que eso es lo que a ti te gustaría ―replica él sí con burla, acercándose.
―Entré CONTIGO a esta casa y estaba aquí para AYUDARTE... lo recuerdes o no.
―Ayudarme ―se ríe―. ¿Así le llamas ahora? ―levanta las cejas sin dejar de sonreír. Francia frunce el ceño dándose cuenta de a lo que se refiere.
―Hablo de ayudarte. Tomaste una poción con la que pretendías olvidarme que te convirtió en un niño.
Inglaterra toma un trago de whiskey. Francia mira la espada en el cinto de Inglaterra y tiene un escalofrío
―A-Angleterre...
―Please, sigue. Un cuento muy inspirador, no querría perderme el final ―suelta con sarcasmo. Francia entrecierra los ojos y le mira a lo suyos.
―Desátame ―pide/ordena, el británico le aguanta la mirada y sonríe.
―No ―susurra. Francia se pasa la lengua por los labios.
―¿Por qué no? ―pregunta en el tono más seductor que logra conseguir, dadas las circunstancias.
―Porque eso es lo que quieres que haga ―se encoge de hombros.
―Quiero que me desates para hacer lo que TU quieres que haga, Angleterre... ¿te he dicho ya lo bien que te ves con ese sombrero? ―cierra los ojos y se arriesga, evidentemente, porque eso... seguramente no va a funcionar. Inglaterra levanta las cejas.
―Lo que yo quiero que hagas es que te quedes aquí, atado ―se quita el sombrero y se lo pone sobre la cara a Francia, porque esos tonos y esas expresiones le ponen nervioso y le hacen sonrojarse y no quiere que eso pase y mucho menos que Francia lo vea.
―Entonces largo pues. Déjame aquí atado y LARGATE de la casa. Ya sabía yo que eso sería lo que harías. Siempre tan predecible, Angleterre... siempre tan avergonzado.
―Tienes una oportunidad para seguir teniendo el privilegio de poder hablar ―amenaza irritado.
―S'il vous plait... no me hagas daño ―susurra suplicante. El inglés vuelve a sonreír al oír ese tono y se sube a la cama, sentándose sobre su abdomen y Francia cierra los ojos preocupado.
Inglaterra levanta el sombrero mirándole.
―¿Así que voy a poder oír el resto de la sarta de mentiras que has planeado para convencerme de lo que haces aquí?
―Quizás la pregunta sería mejor... qué haces tú aquí. ¿Recuerdas cómo has llegado?
―Oh, sabes que disfruto como nadie las buenas historias, así que dímelo tú, ¿cómo he llegado?
Francia cierra los ojos sabiendo que esto no va a funcionar
―¿Qué planeas hacer, Angleterre?
―Darte lo que te mereces, una excelente bienvenida al siglo dieciocho ―el británico sonríe como sonríe Rusia.
―Estaríamos, sin lugar a dudas, todos más cómodos si te quitaras esa espada de la cint... ―traga saliva―. Espera, espera... Espera... ―susurra―. Esto es el siglo veintiuno, Angleterre. El año es dos mil doce ―explica a sabiendas de que... evidentemente, eso TAMPOCO va a funcionar.
―Oh... ¿Te incomoda mi espada en el cinto? Disculpa, que falta de educación por mi parte ―se la saca y la sujeta con la punta en su cuello―. Al parecer ahora también se te ha olvidado contar.
Al ver la espada en su cuello, Francia traga saliva y echa la cabeza hacia atrás, soltando una risa ahogada, pensando que no puede ser que esto esté pasando. Tiene un escalofrío.
―... Angleterre...
―France ―asiente con la cabeza a modo de saludo.
―Creo que no he hecho nada hoy merecedor de esto, cher...―susurra el francés―. Ni siquiera he llegado armado ―lloriquea y luego suspira apretando los puños, echando la cabeza un poco más hacia atrás―. Anda pues... hazlo.
―¿Que haga qué? ―Inglaterra se pone nervioso un instante.
―Lo que sea que vayas a hacer con esa espada... ―agrega arqueando la espalda más, haciendo que su cuello se acerque un poco más hacia la punta de la espada y sintiendo el filo de la misma hundirse un poquito en su piel.
―Ah, no, no voy a matarte sin que firmes una cesión de tus tierras y gentes en mi favor, ¿crees que sería tan imbécil como para dejar todas las tierras galas sumidas en el caos a merced de Spain o Germany?
Francia suelta el aire un poquitín aliviado.
―Cesión de tierras y gentes... ―susurra―. Entonces quítame la espada del cuello, s'il vous plait...
―Plenos derecho de conquista ―susurra subiéndola hasta la parte baja de la barbilla―. Además, que tengas una salvaguarda no significa que no pueda herirte un poco.
―Derecho de invasión, querrás decir... esto tiene más esa pinta ―admite intentando jugar un poco con el doble sentido―. Siempre tan sanguinario, mon amour...cualquiera diría que estás compensando algo ―agrega de nuevo de manera bastante arriesgada.
―Juegas con fuego para tener una espada en el cuello ―protesta con los dientes apretados.
―D'accord...―sisea, empezando a sudar un poco, pese a todo―, creo que es la falta de práctica. Quizás si quitaras la espada de mi cuello, las cosas fluyeran un poco mejor y yo empezaría a recordar si en realidad estás o no compensando ―aprieta los ojos.
―Quizás podría recordártelo de una forma más efectiva ―aparta la espada del cuello y le corta la camisa, poniéndole la espada en el pecho.
―Mi camisa... ―protesta Francia estúpidamente antes de olvidar la camisa al sentir la punta de la espada clavada en el pecho―... no me lastimes, s'il vous plait... ―susurra. Inglaterra levanta las cejas un poco sorprendido de tanta súplica.
―Entonces habla―exige.
―Contrario a tus creencias, no disfruto que me golpees ―agrega más para sí que para el inglés―. Bien, bien... no estás compensando nada...
―Shut up―ordena irritado.
―¡Me acabas de pedir que hable! ―protesta antes siquiera de poder pensar que no es una buena idea temiendo que el británico le rompa la boca de un golpe.
―No de esa mierda, no me interesa tu palabrería insulsa ―sigue clavándole más la espada en el pecho, seguramente haciéndole un corte―. Quiero saber como has logrado entrar aquí.
Francia sisea porque sí le ha hecho un corte, en efecto.
―Por la puerta, con una llave. Vine a verte porque te echaba de menos ―agrega en un susurro, completamente serio―. Sé que me odias...
―Echarme de menos, que emotivo ―se burla―. ¿De dónde has sacado la bloody llave?
―Te la he robado como te he robado todas y cada una de las llaves que has tenido de tu casa desde que existen las chapas ―confiesa con sinceridad y de manera absolutamente cínica. Inglaterra aparta un poco la espada.
―¿A qué has venido?
―A verte. Si hubiera venido a robar algo, no me habrías encontrado aquí.
―¡Y una mierda! ―le abofetea―. ¿A qué has venido?
―A verte ―repite notando el escozor de la cachetada en la mejilla y aguantándoselo
―Tu no vienes a verme, ¿a qué coño has venido? ―repite otra vez con rabia.
―Lo siento... ―susurra.
―¿Cuántas veces tengo que preguntarte lo mismo, wine bastard?
―Bien, bien... he venido... he... venido por...
―¿No tienes una excusa más creíble preparada que "he venido a verte"? Eres patético.
―Es muy probable que lo sea, he terminado amarrado a la cama por un garçon―admite―. He venido por sexo, ¿vale? ―le mira a la cara.
―Un garçon...―se lo piensa y al oír eso se sonroja sin poder evitarlo y le abofetea otra vez, nervioso.
―Mon dieu...―protesta―. ¿No has entendido que NO me gusta que me golpees? Suéltame... ―pide de nuevo.
―A mi no me gustas tu, no veo porque iba a cumplir tus peticiones ―replica―. ¿Por qué te ves tan viejo?
―Porque lo soy. La pregunta del siglo es por qué merdees que tú te ves tan joven. ¡SUELTAME!
―No ―responde de nuevo.
―Tengo las manos dormidas y los pies también ―le explica cual si fuera a servir de algo.
―Bien por ti ―replica.
―¿Qué quieres, Angleterre? ¿Para qué me has amarrado aquí?
―Veremos cuanto tarda Luisito en echarte de menos.
―No me quieres matar, no quieres tener sexo conmigo, quieres mis tierras, pero no veo en ningún lad... ―frunce el ceño―. JODER... Luis XIV murió en Versaillesen 1715.
―¿Ahora eres adivino? ―levanta las cejas.
―Es un hecho absoluto que lo hizo...
―Entonces tienes aún quince años ―se burla.
―Angleterre...baja las escaleras y en la planta baja, ve a una puerta que está al fondo de la sala, del lado izquierdo. Sal por ella. Vas a ver unos carros que no se mueven por caballos. Vuelve luego y asegúrame que no estamos en el siglo XXI. Ve a la cocina y verás una estufa, ve a tu recámara y verás una televisión. Si crees en tu propia magia, entenderás que es posible. Asómate a la ventana y verás que el mundo no es el mundo que te estás imaginando. Mira mis ropas... mira mi barba...
―Ve, haz, tráeme, suéltame ―sonríe de lado―. Me parece que sigues sin ser consciente de tu situación.
―¿Cuál maldita situación? ¡Claro que estoy consciente! ME tienes atado de manos y malditos pies cuando yo solamente estaba ayudándote ―protesta―. Tienes una espada y estás en la época que más me odias... ¿Qué supones que intento, Angleterre? ¿Cuántas veces he venido a tu casa desarmado, eh? ¿Cuántas?
―No deja de ser curioso que sigas llamándolo ayudar, quizás debería dejar que pienses en ello ―se levanta de encima suyo.
―Non! ¡Desátame! Venga, Angleterre, s'il vous plait,desátame...
―Lo que me sorprende es que te quedaras dormido tan tranquilo ―admite con una risotada y sale del cuarto.
―¡NO SALGAS DE LA CASA! ―grita Francia pero no recibe respuesta―. Debí suponer esto cuando me dejaste afuera de la casa de merde para buscar en el interior... eres un maldito TRAIDOR! ―grita frustrado, sabiendo además que bien puede gritar toda la vida, no vendrá a sacarle hasta que crezca―. ANGLETERREEEEEEEEE!
Inglaterra disfruta con los gritos desde abajo, con la botella de whiskey y Francia sigue gritándole un rato más, sólo para descargar su frustración en realidad.
El británico no sube otra vez hasta al cabo de al menos dos horas, dos horas tras las cuales Francia tiene un dolor de cabeza FUEEEEEERTE.
El inglés se queda en la puerta, mirándole con los ojos entrecerrados, bastante borracho. Francia le huele y abre los ojos.
―Ya podrías darme un poco de whiskey.
―Me sorprende que pienses que pedir cosas va a funcionar en alguna medida ―vuelve a acercarse y a subirse en la cama.
―Al menos me da esperanza... ―admite mirándole a los ojos.
Inglaterra se pone de rodillas entre sus piernas abiertas mientras Francia se vuelve a humedecer los labios, a la espera de lo que va a hacer.
El inglés saca un cuchillo y le corta los pantalones y los calzoncillos, quitándoselos. Francia le mira, viendo venir lo que va a ocurrir... con absoluta claridad así que se le seca la boca y respira un poco agitado.
Acto seguido el británico se abre los suyos bajándoselos y Francia cierra los ojos, porque en realidad este ha sido un día muy muy largo y no es como... no es como debía acabar.
―A-Angleterrepodrías... ―se vuelve a humedecer los labios mientras Inglaterra le ignora y, por supuesto, empieza a violarle violentamente. Cosa que no vamos a describir.
Francia cierra los ojos y si hay alguna vez en que el inglés le haya violado, que se ha sentido violado en verdad, es esta, mientras piensa que estas son las razones por las que Francia nunca, nunca, se ofrece a ayudarle.
En fin... Francia aguanta como los machos, haciendo un enorme esfuerzo por relajarse, por pasarla lo menos mal que se puede y porque le lastime lo menos posible, porque Inglaterra no ha tenido alguna consideración mientras se pregunta en varias ocasiones qué coño le va a decir a España cuando le pregunte "¿qué tal te ha ido de vacaciones?"
Cuando Inglaterra acaba, llorando de rabia y con los dientes apretados, simplemente se vuelve a largar del mismo modo que ha venido.
Y Francia llora también, un poco asustado absolutamente confundido y fastidiado con TODO, odiando a Inglaterra por hacer esto... no violarle, sino complicar la vida de ESTA manera al tomarse la estúpida poción.
ESTO... esto era de otros tiempos. Tiempos peores, tiempos complicados, tiempos cansados y olvidados y no... no tenían por qué revivir sus peores y más decadentes momentos. Al final, termina durmiéndose con la cabeza hecha un lío.
El inglés se tira en la cama del otro cuarto y llora por culpa de alcohol hasta quedarse dormido.
Y por fin, el primer capítulo la segunda parte de Mon petit Lapin... los viernes es el día de los niños. Con un Inglaterra en, creo yo una de sus épocas más sexys... cada uno tiene sus fetiches, aunque no me gustaría estar en el lugar de Francia.
