— ¡Oh! ¡Mira! ¡Mira! —Exaltada Bridgette apuntaba en un vivero un cactus mientras tenia entrelazado su brazo con el de Félix— Siempre cuando lo miro me recuerda a ti —Le dijo ahora posando sus ojos azules en esos celestes, esbozando una tierna sonrisa.

— ¿A mí? ¿Dime en qué carajo yo me parezco a un cactus? —Pregunto con el ceño fruncido. Ella hizo un mohín.

— En que están cubierto de espinas. Obvio es en sentido figurado.

— ¿Qué significa eso? —Cuestiono— ¿Entonces cuándo me regalaste un cactus en mi cumpleaños era una indirecta?

— Puede ser —Añadió riéndose— ¡Oh! Félix, no te enojes —Le dijo al verlo con esa expresión malhumorada en su rostro— Más bien, eso era antes.

— Pero aun piensas en mí como un cactus.

— Es que me recuerda lo que eras antes, era muy difícil llegar a ti, era como si estuvieras rodeado de espinas, era doloroso estar a tu lado. En varias ocasiones me lastimabas.

— Bridgette —La llamo haciendo una expresión dolorosa al recordar esos momentos.

— Pero eso era antes —Repuso inmediatamente al verlo así— Me alegro, haberme decidido aferrarme a ti, abrazándote sin dejarte ir. Todo se logra con la perseverancia —Dijo muy contenta apretujándose más a su brazo— Sabes... dolía estar junto a ti por tu indiferencia y frialdad, pero...

— ¿Así que siempre te sentías así? —Le interrumpió, sintiendo como su corazón se oprimía al oír tales palabras por su ahora novia Bridgette.

—Pero por alguna razón, dolía mucho más cuando estabas lejos. Al menos yo me sentía así...—Continuo—Pero, ya olvídalo. Ahora eres un cactus sin espinas.

Sonrió y Félix suspiro diciéndose en su mente: Pero sigo siendo un cactus.