Capítulo 1

John Leight se había levantado temprano de su dura cama. Hizo todo lo que debía hacer, salió de su cueva, se despidió de su pequeño wyrm, regalo de su señor, y se encaminó a la tienda de su líder.

Mientras pasaba, miró a todos esos ponies zombies, todos los cuales dormían en enormes fardos de paja gris; al menos debía contentarse, pensó, el tenía su propio hogar gracias a su líder.

El lugar era oscuro; quizá la luz del sol llegaba con fuerza a ese lugar, pero no quitaba la enorme oscuridad del suelo infestado, donde no crecía nada, obligando a los que vivían allí, a sacar la madera y algunos alimentos, de otros lugares, esto debido a la orden del Lich de no matar a nadie todavía.

Cuando llegó donde vivía el Lich, una tienda grande y espaciosa, se identificó a los esqueléticos guardias y entró.

El lugar estaba bastante amueblado; casi todo el lugar estaba alfombrado, habían cojines y almohadas en todas partes, y un trono de huesos en el centro. Aquella no era la única habitación en la tienda, pero todas las demás eran solo para el Lich.

John se acercó al trono, y, esperando pacientemente, apareció el Lich, quien se sentó en su trono. El Lich tenía forma humana, llevaba una enorme capa, que le llegaba desde el cuello hasta el suelo. No tenía pies, sino que levitaba, y no tenía cara, sino un cráneo, de donde emanaba un aliento fuertemente frío.

- Me alegra que vinieras, John –dijo el Lich con su voz aguda y ronca-. La verdad es que quería que vinieras por diversos motivos.

- ¿De verdad? – respondió John, quien se levantó.

- Sí – respondió serio el Lich -. Para empezar, quiero felicitarte por el primer ataque a través del desierto.

- Es un honor. Pero, ¿para qué era ese ataque?

- Era sólo para probar este Ejército Gris, quienes por cierto, son muy útiles y buenos.

- Pero... perdimos una gran cantidad de zombies, y yo que creía que era...

- ¿Para obtener una posición? ¿¡Que disparate estás hablando!?- dijo sin enojarse mucho el Lich-. Ya averigue, y ví que su posición dista bastante del pueblo más cercano. Nos quedaremos acá, y nos entrenaremos.

- ¿Nos entrenaremos?

- De eso quería hablarte ahora. Verás, mientras tú no estabas, mandé a algunos a fabricar garras y lanzas, las cuales serán nuestras armas. Quiero que tú entrenes a los zombies con las garras ya repartidas, de la misma forma que yo lo hice contigo. Ah, y dile a Gargoile que haga lo mismo con los pegasos. Este es el momento de mejorar, y lo haremos al máximo, logrando así la gloria.

- ... Muy bien señor...

- ¡Ah! Quería preguntarte una última cosa.

- Lo que usted quiera señor.

- Quizá sea un poco extraño... pero, ¿por qué te uniste a mí tan rápido?

- Bueno... - respondió John muy nervioso-. Donde yo vivía, se burlaban de mí... por ser homosexual...

- Ok - interrumpió otra vez el Lich-. Ahora sal y has lo que tengas que hacer.

John salió de muy mala gana de la tienda. Quería seguir hablando, pero los deberes eran lo primero, supuso. No pudo seguir pensando más, pues se le apareció al frente de él su División. No le quedó más remedio que sacar sus garras y enfrentar su deber, pues dominar Ecuestria era su prioridad.