Prefacio:

Todo se había acabado, en mi corazón ya no quedaba nada, tan solo dolor y pérdida. ¿Cómo había llegado a esta situación? Nunca fui el tipo de persona de las que se disgustan y lloran, como tampoco fui una persona a la que se le pudiera romper el corazón fácilmente, porque nunca se lo abrí por completo a nadie. Pero esta vez yo era la víctima, mi mente está girando sin rumbo, no encuentra donde agarrarse para lograr mantener la cordura. Levante la mirada y allí estaba, sentí como se desgarraba parte de mí, no debía estar allí pero aun así estaba, nunca debí dejar que me abrazara, él me había robado mi vida. Paso la primera vez que le bese, sentí la perdida cuando tenía que decirle adiós cada día, aquello dolía, quizá también por pensar en todo el tiempo que desperdicie, pero si hubiera sabido lo que se ahora, nunca habría vuelto a Fork, nunca le habría dirigido la palabra y muchos menos me hubiera enamorado de él. Era una estúpida por pensar que él algún día me quiso, él me hirió, me hirió muy hondo, hasta dejarme sin rumbo y sin vida. Lo único que me quedaba por hacer era aquello que siempre fue mi patrón de vida, sobrevivir. Recogería los pedazos de mí que él había esparcido y los recompondría con aquella nueva esperanza que crecía dentro de mí.

Me di la vuelta y me dispuse a salir, me pare en el marco de la puerta.

Hasta siempre Edward. – me fui para no volver a verle jamás.

Capitulo 1:

Bella Pvo

Mike newton caminaba por el pasillo, era capaz de diferenciar aquellos pasos tan molestos. Yo me encontraba sentada en mi mesa terminando de escribir unos archivos. Dos golpes en la puerta me interrumpieron.

Buenos días cielo ¿qué tal estamos hoy? – me saludo con su habitual tono de suficiencia mientras se sentaba en la silla de enfrente.

Mike te he dicho mil veces que no me llames cielo ¿de acuerdo?- me tenia harta que se pasara el día intentando flirtear conmigo.

Vale, vale solo venia a traerte este sobre, me lo han dado los de arriba para ti.

Según dijo aquellas palabras, salió de la habitación no sin antes devorarme con la mirada. ¡Dios como odiaba aquello! Mike era un autentico pesado, desde que entre a trabajar aquí no ha dejado de acosarme y yo ya estaba bastante harta de darle evasivas, sobre todo porque era mi jefe y mi trabajo dependía de él.

Estuve distraída casi toda la mañana, tenía un millón de papeles que rellenar, cuando estaba por irme a casa vi aquel sobre que me había dejado Mike por la mañana. ¡Había estado tan distraída que ni me había acordado! Lo abrí, en efecto, era de los jefes, comencé a leerlo:

Estimada señorita Isabella Swan:

Debido a los cambios producidos en la plantilla de la empresa nos complace informarle que a día 15 de enero de 2009, se le concede el traslado de sucursal que fue solicitado el 24 de octubre de 2008. Su nuevo destino se encuentra en Fork, allí usted realizara las mismas funciones que ha realizado aquí hasta el momento. La esperan el lunes 19 del mes actual.

Un cordial saludo.

¡No podía ser! Me concedían el traslado. Ya ni me acordaba que lo había pedido, la verdad es que lo pedí porque el acoso de Mike ya era demasiado y no podía soportarlo más.

Llegue a mi casa y me senté en la cama, debía de pensar en aquello, ¿Qué era lo que iba a hacer? Sabía que tenía que irme, no podría estar más tiempo junto a Mike. Pero era todo tan repentino, cambiarlo todo de la noche a la mañana, volver a Fork. Cursé allí mis años de instituto pero me marche en cuanto los termine, por otra parte allí vivía mi padre, aquel era mi sitio. No lo pensé mas, total siempre ganaría más de lo que perdía, mi estancia en Florida no había sido precisamente agradable, desde siempre he sido una persona con una suerte pésima, pero en Florida se agravó bastante sobre todo cuando... ¡no! no debía de pensar en ello y detuve mis recuerdos en seco. Decidí que iría, asique me puse en pie y comencé a organizarlo todo, llame al servicio de mudanzas y me puse a empaquetar todas mis cosas. Me llevó todo el fin de semana preparar mi marcha pero el domingo por la noche estaba ya todo listo. Puse el despertador a las cinco de la mañana pues debía de coger el avión a las siete. Ya no había vuelta atrás, solo esperaba que mi suerte cambiase a partir de ahora.

Edward Pvo

¿Qué viene otra nueva?- me preguntó sobresaltado Emmet.

Emmet era el novio de mi hermana Rosalie, estudiamos juntos en la universidad, se conocieron y ahora están con planes de boda, menudos locos meterse en un matrimonio. Emmet antes era como yo, libre, sin ataduras, aun recuerdo las fiestas que nos pasábamos juntos, eran una locura.

Sí, por lo visto viene de Florida, asique espero que esté a la altura de mis referencias sobre el lugar. – una sonrisa malévola se extendió por mi rostro al pronunciar aquellas palabras.

¿Pero es que tú nunca vas a cambiar? Ya es hora de que sientes la cabeza hermano, lo de ir de una en una cada noche está empezando a ser demasiado.

Sí y me encanta, es la vida Emmet, disfrutando de un placer efímero pero intenso, cada noche un nuevo cuerpo que degustar.

Tienes la mente retorcida Edward – me dijo Emmet con desaprobación.- algún día encontrarás a una mujer y te enamorarás perdidamente y tus días de libertinaje llegarán a su fin.- solté una gran risotada por su comentario.

Eso no pasará nunca Emmet, nunca me verás siendo un imbécil babeando detrás de una de mujer, para mi ellas son mi juguete nada más, las relaciones serias no son lo mío, me gustan demasiado los cambios como para atarme a una sola.

Emmet estaba a punto de replicar mi respuesta cuando sonó su teléfono, era Rosalie que quería que fuera a recogerla asique Salí de allí con Emmet y me dirigí a mi despacho.

Una vez en soledad tuve tiempo para pensar mi conversación con Emmet, me reía sólo de pensarlo. ¿Cómo pretendía que yo le fuera fiel a una mujer? Para mí eso era pedir demasiado. Ninguna de ellas me atraía, no lo suficiente, para mi eran todas iguales, todas me seguían allá donde iba, se les quedaba la boca abierta cada vez que me miraban, podía manejarlas a mi antojo y hacer de ellas lo que quisiera por lo que ¿Para qué atarme a una sola cuando podía tener a todas? No era muy difícil resolver la ecuación.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por la llegada de un fax,- Umm interesante- pensé, eran los datos de nuestra nueva directora, Isabella Swan, 22 años. Sonaba bien, además estaba en la edad perfecta, empecé a fantasear sobre el aspecto de mi nueva conquista. ¿Sería rubia o tal vez morena? Seguramente rubia, siendo de Florida. Y como la mayoría de modelos de esa zona que había visto, supuse que tendría unos atributos impresionantes, esto me llevó a pensar en mi conquista de la pasada noche, Tanya.

Ay, Tanya, Tanya como me gustaba pasar la noche con esa mujer, era tan ardiente, hacia cosas realmente increíbles, la manera que tenia de acariciarte, besarte y de moverse en la cama te hacían tener ganas de repetir, por suerte tanto ella como yo sólo buscábamos sexo, nada más.

El fin de semana pasó volando como siempre, entré el lunes a primera hora de la mañana y ya estaba Emmet.

¿Qué tal ese fin de semana? ¿has probado alguna cama nueva?- dijo riéndose, algo raro ya que siempre hablaba de mis actividades con recelo.

Ni te lo imaginas, conocí a una rubia impresionante, era una autentica fiera, y luego una pelirroja que…

Edward, ¿te acuerdas alguna vez del nombre de alguna?- esta vez sí lo dijo con su habitual tono.

No suelo ¿pero qué más da? No las voy a volver a ver.

Eran las diez en punto, la nueva debería estar por llegar, me coloqué el pelo y me di un aspecto más casual, debería salir al rellano para ser el primero en verla, lo cierto es que la curiosidad me había tenido inquieto todo el fin de semana.

De pronto la vi entrar y me quedé pasmado en el sitio. Eso no era lo que yo esperaba ¿Dónde estaba mi rubia imponente? En lugar de eso había una chica morena, bastante delgada y sin gracia de movimientos. Notaba las risas de Emmet a mi espalda, seguro que él ya estaría al tanto. De repente nuestras miradas se encontraron, y vi aquellos enormes ojos marrones chocolate, ella bajó la mirada y siguió como si nada. ¿Pero qué hacia? Como norma general cuando una chica me miraba su mandíbula quedaba colgando y sus ojos fijos en mí, pero ella no, ella siguió a lo suyo aunque algo ruborizada. Lo primero que pensé es que se estaba haciendo de rogar. Sí, seria eso, solo una táctica, ella era como el resto, solo una más.

Edward, ¿puedes venir por favor?- me llamo mi jefe, el señor Banner.

Me aproximé a ellos, ésta se iba a enterar de lo que es bueno. Entonces, cuando estuve frente a ella volví a ver sus ojos, y por un segundo me perdí dentro.

Edward, te presento a nuestra nueva jefa de personal, la señorita Isabella Swan.

Me acerqué a ella para estrecharle la mano, estaba totalmente ruborizada, resultaba adorable y esos ojos eran tan… ¡ya basta! Es otra más Edward, no hagas tonterías. Me dije a mí mismo.

Buenos días señorita Swan, me llamo Edward Cullen, y soy el que coordina todo esto, bienvenida al equipo.- le dije con una pícara sonrisa.

Eee… Muchas gracias señor Cullen- dijo trabándose en cada palabra.- yo también estoy encantada de conocerle.- aquello sonó bien, demasiado bien.

Solo Edward por favor, tanta formalidad me hace sentir mayor, ¿le importaría si yo también la tuteo señorita Swan? – empleé al máximo mi persuasión.

Sí, claro, está bien.- me dijo con una gran confusión.

En ese caso ya nos conocemos, bueno Isabella vamos a que te enseñe todo esto.- sin decir nada más el señor Banner se la llevó.

Cuando se marchaban pude oír que no le gustaba que la llamaran Isabella y pidió que por favor la llamáramos solo Bella. Bella, aquel nombre se quedó en mi cabeza. Mirándola bien, mientras avanzaba por el pasillo, fui capaz de apreciar aquellas sutiles curvas que formaban su cuerpo y unas larguísimas piernas que le producía el llevar unos tacones tan altos. Me sorprendí a mi mismo pensando en aquello, cuando volví a la realidad vi a Emmet mirándome extrañado, asique corrí a mi despacho no fuera a ser que se diera cuenta de algo.

Bella Pvo

Estaba nerviosísima, me temblaban las piernas y me sudaban las manos, entré por la puerta de mi nuevo trabajo, lo cierto es que el temblor, los enormes tacones que me había puesto y aquella falda apretada que me llegaba hasta las rodillas, no ayudaban mucho a mi ya por si precario equilibrio, por lo que me tropecé nada más subir el primer escalón desparramando todos mis papeles por el suelo, empecé a recogerlos cuando dos oscuras manos me ayudaron, levanté la mirada.

Tenga más cuidado la próxima vez señorita – me dijo aquel extraño de piel oscura.

Muchas gracias – le conteste sin saber que mas decir.

Por cierto, mi nombre es Jacob Black, pero mis amigos me llaman Jake.

Encantada Jacob, yo soy Isabella Swan pero mis amigos me llaman Bella.- dije recalcando lo que él había dicho.

En ese momento un hombre reclamo mi atención supuse que sería el señor Banner, mi nuevo jefe, me despedí de Jacob y le seguí, tras las pertinentes presentaciones me llevo a un gran rellano, miraba nerviosa a todos lados mientras él me explicaba todo, entonces vi unos ojos verdes que me miraban con recelo, lo cierto es que me miraban todos pero aquellos ojos eran como si estuvieran ¿decepcionados? Baje la mirada automáticamente. Entonces el señor Banner llamo su atención y se acerco.

Edward, te presento a nuestra nueva jefa de personal, la señorita Isabella Swan.

Me presento el señor banner, no me había percatado lo imponente que era. Me estrecho la mano mirándome extrañado, hizo un gesto rápido y dijo.

Buenos días señorita Swan, me llamo Edward Cullen, y soy el que coordina todo esto, bienvenida al equipo.- su sonrisa al decir aquello me quito el aliento.

Eee… Muchas gracias señor Cullen-fue lo único que pude contestar, estaba demasiado confundida.- yo también estoy encantada de conocerle.-

Solo Edward por favor, tanta formalidad me hace sentir mayor, ¿le importaría si yo también la tuteo señorita Swan? – me quede mirándole pero ¿Qué pretendía? Sus palabras me decían una cosa, pero sus ojos otra.

Si claro está bien.- eso era lo único coherente para contestar en aquella situación.

En ese caso ya nos conocemos, bueno Isabella vamos a que te enseñe todo esto.

Me aleje con el señor Banner, sintiendo unos ojos clavados en mi espalda, que deseaba que no fueran los de aquel ser tan escalofriante. Llegamos a mi despacho no era muy grande pero estaba bien, además tenía unas ventanas que daban al bosque lo cual me encanto.

Cuando me instale por completo y me explico mi cometido comencé mi jornada. Lo primero que debía hacer era una entrevista personal a todos los empleados. Saque un expediente al azar. No podía ser, aquello era una broma, el primero seria: Edward Cullen.

Edward Pvo

Me senté en mi mesa, ¿Qué acababa de pasar? Por primera vez en muchos años había perdido el control, había dejado que aquellos ojos me perdieran. Ella no era mi tipo, a mi me gustaban las mujeres con curvas no los pichones desgarbados, eso era lo único que me decía aunque no pude dejar de recordarla.

Mi teléfono sonó, era Ángela por lo visto la señorita Swan había empezado con su trabajo, y que casualidad que el primero era yo, mis sospechas se confirmaron, lo único que intentaba era ponérmelo difícil. Avance por el pasillo como una bala, lo cierto es que quería llegar y estar con ella, teniéndola cerca me sería más fácil saber qué pretendía, se me daba muy bien interpretar los gestos de las personas.

Llamé a su puerta, entré y me senté en la silla que tenía enfrente. Me puse a observarla con detenimiento, esperando que así encontrara en ella aquello que me desagradara y me hiciera alejarme, pero sucedió todo lo contrario. Empecé por su rostro, no era nada especial, no era una belleza, pero su piel natural, sin un ápice de maquillaje se veía muy suave, tuve la necesidad de acercar mi mano y acariciar ese pómulo rosado, necesitaba comprobar si era tan aterciopelado como parecía. Y luego estaban aquellos ojos enmarcados en aquellas largas y gruesas pestañas, ese color chocolate era precioso. Desvié mi mirada de su rostro, definitivamente había sido una mala idea, asique fui bajando por su cuerpo, me detuve en su escote, la camisa ligeramente desabotonada, tan solo dejaba ver una pequeña franja de piel blanca. Era demasiado tentador, ella en sí lo era, la quería, necesitaba hacerla mía, solo así se acabaría toda esta tontería.

Buenos días señor Cullen.- me saludo demasiado nerviosa.

Encantado de verla de nuevo Bella, y por favor ya le he dicho que me llame Edward.- le puse mi mejor sonrisa mirándola directamente a los ojos, ella agacho la mirada.

Bueno si le parece empecemos, he leído su curriculum, y veo que tiene mucha experiencia. – no levanto la mirada ni un segundo

Si, al menos eso es lo que pone.- puso los ojos en blanco. La tenia donde quería.

Emm… si así es. Bueno debo hacerle una entrevista personal.

Claro, será un placer para mi contestar a sus preguntas.- se removió nerviosa en su silla.

En primer lugar ¿Cuál es su estado civil?.

Soltero y sin compromiso.- mi juego había empezado, la caza era inminente.

De acuerdo, ¿tiene familia?- contestaba demasiado nerviosa, y ni siquiera me miraba.

Por supuesto, mis padres y dos hermanos. – esas preguntas ya no me gustaban tanto.

¿Ha estado casado? – se le cayó un papel al decir aquello, parecía un autentico flan.

No, ni lo he estado ni creo que lo haga.

¿Nunca ha tenido ninguna relación estable? –esta vez levanto la cabeza, y la pregunta fue más curiosidad que cualquier otra cosa.

Una vez tuve una, duro un año, pero la cosa no salió demasiado bien. –mi tono se volvió algo agrio, no me gustaba hablar de aquello con Bella.

¿qué paso? – su tono adquirió un matiz preocupado.

¿eres bastante curiosa no? Haces demasiadas preguntas. – hable con un tono divertido.

Sí, disculpe me estoy metiendo donde no me llaman.- sonaba muy avergonzada.

No te preocupes, no me importa hablar del asunto. – ya me había pillado asique debía contárselo.- la cosa fue que me pilló engañándola con otra y el resto te lo podrás imaginar. Bueno miento, con esa me pillo en nuestra cama, lo cierto es que creo que nunca se entero de las otras diez.

La recopilación de sentimientos que cruzó el rostro de Bella en aquel instante fue demasiado intensa como para pasar inadvertida. Vi la ira, la furia y la molestia, no lo entendía ¿Qué era lo que había dicho? Con un simple – ya tengo todo lo que necesitaba, gracias señor Cullen.- me saco de su despacho casi a patadas.

Esto me pasaba por imbécil, intentar hablar con una mujer era imposible y no me sirvió sino para complicarme la vida, debería limitarme a lo que sabia y dejar de intentar acercarme tanto a Bella. -Era una más,- no paraba de repetírmelo en mi cabeza.