— No, no me retrates —Declaró Chloé posando sus manos en el cuaderno blanco en la que estaban dibujadas algunas líneas de su rostro— ¡No lo hagas! —Pidió muy alarmada.

Nathaniel levantó la mirada y con sus ojos de color turquesa miró a Chloé, quien estaba descalza con su remera; solo con su remera, su cabello rubio suelto, ligeramente despeinado y nada de maquillaje.

Hermosa. Sencillamente preciosa.

— Te ves linda —Le dijo— Seria un desperdicio no poder retratarse así.

— ¡No! —Gritó— ¡No! ¡Ni se te ocurra!

— ¿Por qué no?

— Porque recién me levanto. No estoy ni un poco arreglada. No me peine, no me maquille y ni siquiera me lave los dientes— Explicó la razón de su negativa— Y no me bañe —Añadió ocasionando que riera Nathaniel.

— Estás hermosa con o sin maquillaje.

— ¡No! ¡Me voy a bañar! ¡Me voy a arreglar! Y en ese momento si quieres me retratas, antes no.

El rió más fuerte. No podía creer como era Chloé en ese asunto ¿Por qué no podía entender que era linda naturalmente?

— ¡No te rías! —Exclamó ahora quitándole el cuaderno donde la estaba dibujando— ¡No voy a dejar que me dibujes así!

Yéndose para el baño y encerrandose con el cuaderno en mano.

...

Unas horas después...

...

— Ahora si me puedes retratar —Le dijo devolviéndole el cuaderno. Nathaniel estaba en la cocina preparando fideos con salsa. Dejó de revolver y lo aceptó.

— Gracias, pero no quiero —Viendo como ella estaba maquillada. Ahora era una belleza artificial.

Ella torció la mandíbula en un gesto de desagrado.

— Siempre es lo mismo ¿Por qué no quieres retratarme cuando me maquillo? —Espetó con los dos brazos puesto en su cintura.

—¿Por qué no quieres que te retrate sin nada de maquillaje? —Contraatacó.

— Porque me veo horrible. Debo admitir que es mejor que me dibujes a que me saques fotos, pero aun si detesto verme en esas condiciones.

— ¡Te ves hermosa! —Refutó— Eres hermosa sin necesidad de una gota de maquillaje ¿Por qué no lo puedes entender?

Las mejillas de Chloé ya se habían puestas rojas. Sin saber que contestarle, se dió la vuelta y salió de la cocina.

...

Ya era de noche, Chloé dormía plácidamente en la cama que compartían. Nathaniel se levantó de la misma y con pasos silenciosos se dirigió a donde estaba su cuaderno de dibujo. Regreso con los instrumentos y corriendo la cortina que cubría la ventana para que entre más luz. Se sentó en el borde de la cama y comenzó a retratarla...

Su rostro, uno que estaba ligeramente bronceado, su nariz, sus labios entreabiertos. Sus pestañas, las cuales naturalmente estaban arqueadas. Y principalmente su largo cabello rubio ese que estaba desparramado sobre la almohada.

Al terminar de dibujar, lo dejó en la mesita de noche. Esperando que cuando se despierte lo viera.

...

Y lo vió. Y no podía creer lo que veía.

¿Era ella? ¡No! ¡No puede ser! ¡Había usado Photoshop! ¡Se veía hermosa! ¡Estaba segura que si le hubiera sacado una fotografía era un fiasco! ¡Este dibujo esta ultrajado! ¡Eso debía ser!

— ¿Te gustó? —Le preguntó Nathaniel llegando hacia ella.

— ¡Te dije que no me retrates! —Le gritó— ¡No me hiciste caso! ¡Y si! ¡Si me gusto! —El dibujante rió ante lo último. Viendo como sus ojos brillaban maravillada por el dibujo que no podía dejar de ver.

— Te dije que te eres hermosa... despierta. Dormida. Con maquillaje. Sin maquillaje. Peinada. Despeinada. Arreglada. Desarreglada.

Ella bufó ante esos halagos que sonaban tan falsos.

— ¿Me dejarías continuar retratándote?

— Aun si no te dejo, lo seguirías haciendo a escondidas —Repuso— ¡Haz lo que quieras! ¡Pero esto no sale de aquí!

Llevandose su retrato y mientras le daba la espalda al pintor, ella, con la cara colorada sonría enormemente.