Advertencia: Los personajes de K-ON! le pertenecen a Kakifly.


Festividades

Declaración

10 de diciembre

Residencia Tainaka

¿Cuándo fue que se enamoro?

Podría decirse que fue en el mismo momento que la vio por primera vez, cuando eran niñas y cursaban la primaria. Pero en ese entonces, ¿era amor lo que realmente sentía? ¿O era simplemente admiración? No lo supo contestar, porque ni ella misma entendía las cosas en ese momento, pero ahora era diferente. Y para variar la situación, ella no era romántica ni cursi, como su amiga. Nunca le llamo la atención aquello.

Giro su cuerpo sobre la cama, quedando boca arriba mirando el techo. Ya han pasado varios años que ha estado a lado de ella, en las buenas y en las malas; en sus respectivos cumpleaños, navidades y año nuevo. En cada faceta de sus cortos dieciocho años, ambas han vivido intensamente, tal es así, que desde hace tres años que tienen una banda llamada Houkago Tea Time, que se formo cuando eran estudiantes de la preparatoria Sakura.

Sus ojos se perdían en la oscuridad de su habitación. Estaba acostumbrada después de todo. Un suspiro salió de sus labios, y la melancolía la invadió. Ahora, desgraciadamente tarde, se daba cuenta que sentía algo más por su mejor amiga. Y el miedo a perderla ha provocado que tomara la decisión más tonta del mundo: aparentar que aún siente por ella sólo amistad. Y duele, lo sabe. Otro suspiro sale de sus labios, y cierra los ojos, queriendo olvidar ese sentimiento.

Esta consciente que dentro de poco es navidad, y aún no ha salido a comprar los regalos. Aunque ese día se iban a juntar para hacerlo. De las chicas de la banda sabía que podía darles, de su familia también, pero de su mejor amiga, no. Y eso que la conoce desde hace años. Y eso la frustra más. No, a decir verdad, no es porque no sepa que darle, sino que le ha dado tantas cosas, que ya las ideas y objetos se le han terminado.

¡Maldición!

Gruño fastidiada.

Miro el reloj que tenía encima de su velador, y vio que eran las cinco y medio de la mañana. ¡Es demasiado temprano! No, cuando se tiene a cierta niña de cabello negro, largo, sedoso y ojos grises en su mente. Suspiro frustrada. Ella siempre se burlaba del amor, que era cosa de niños e inocencia, que ella jamás estaría colada por alguien. ¡Y termino estando detrás de su mejor amiga de la infancia!

—Es mejor que me dé un baño, me vista y baje hacer el desayuno. Mis padres tuvieron la gentileza de irse de viaje justo ahora —susurro la castaña, para sí misma.

Si. Ese día sería tan "divertido."

Residencia Akiyama

Abrió sus hermosos ojos grises. Lo único que veía era oscuridad, y trato de acoplar su vista a la penumbra que había en su habitación. Se quedó pensando por un momento, y lo único que le venía a la mente era el rostro de cierta castaña, de ojos dorados, mirada intensa, enérgica y bromista. Últimamente ha estado pensando en ella más de lo normal. Eso se debía a que por fin acepto sus sentimientos hacia su mejor amiga, pero tenía miedo a perderla.

Ese día quedaron de acuerdo para salir a comprar los regalos, y ella no sabía que darle a esa niña que la volvía loca. Suspiro. Puso su brazo derecho encima de sus ojos, tapándolos para que pudiera pensar un poco mejor. A veces le daba resultados. Necesitaba aclarar muchas ideas, y no sabía por cual empezar, a decir verdad. Se sorprendía bastante, porque ella no era así. Se levanto de la cama, prendió la lámpara que tenía en el velador, espero unos minutos a que su vista se acostumbrara a la luz tenue de la habitación y enseguida se fue a sentar al escritorio.

Todas las canciones, sin excepción alguna, iban dirigidas para ella, pero dudaba mucho que se haya dado cuenta. A decir verdad, Mio Akiyama fue la primera en darse cuenta de sus sentimientos hacia Ritsu Tainaka, pero no lo quiso aceptar, sino ahora, después de una conversación larga con Mugi, su otra mejor amiga. Conocía a la castaña como a la palma de su mano, y entendía que ella jamás se daría cuenta de sus sentimientos, y eso la ponía un poco decaída. De verdad quería algo con ella. Algo más que una simple amistad.

Hace tres días habían hablado para salir juntas a comprar las cosas para navidad, y también los regalos. Sabía que le iba a comprar a Ritsu, pero tenía sus dudas, como siempre. No podía creer que ya teniendo dieciocho años, aún siga siendo miedosa y tímida. Pero no la podían culpar, esa era su naturaleza, era parte de su personalidad. Se quiera o no, así enamoraba a más de una persona, tanto así, que sin darse cuenta llamaba la atención sin pensarlo.

Miro la hora, era las seis de la mañana, ya tenía que estar dándose una ducha, arreglándose, preparar el desayuno y salir. El punto de encuentro sería en el centro comercial, a las nueve de la mañana. Pero como siempre, y gracias al atraso de cierta castaña despreocupada, de seguro llegarían, como mucho, diez de la mañana. Por eso decidió quedarse un rato más en su habitación, pensando en todo lo que ha vivido.

Miro su escritorio, tenía tantas ganas de escribir una nueva canción, pero sentía que de un momento a otro, su inspiración se fue de vacaciones hacia algún lugar del mundo. Sin embargo, decidió prender su laptop y entrar al facebook. Quería ver que había de nuevo, y ver si actualizaba un poco su perfil, sentía que desde hace días o meses, dependiendo, se había distanciado un poco de la red social. ¡Pero tenía tantas cosas que hacer!

Al entrar se percato que había pocas personas conectadas, no le tomo importancia. Se puso a revisar su propio perfil, y sin darse cuenta fue a parar al perfil de la chica que tanto suspiro le roba. Ritsu Tainaka. Vio que ha actualizado su perfil, hace pocos minutos. Busco la ventana del chat del facebook, y la vio ahí, conectada. Pero ¿Tan temprano? Ritsu no es de madrugar, de hecho, de las dos, ella se levanta un poco más tarde. Ni se diga de Yui. Ella es un caso perdido.

—¡Hey Ritsu! ¿Cómo así despierta a estas horas? Tú nunca madrugas —le escribió Akiyama, entre curiosa y divertida. Daba gracias a los cielos que estaba detrás de un computador.

—Pues me desperté hace media hora. Seguro se me fue el sueño… —no le iba a decir que era porque estaba pensando en ella.

—¡Ah! Vi que actualizaste tu perfil…

—Si. No tenía nada más que hacer. Aunque estaba pensando, hace cinco minutos, en tocar la batería haciendo covers de artistas que me gustan y subirlos a mi canal de Youtube.

—¿Estás loca?

—¿Por qué Mio? Sería genial que hiciera eso, porque así me doy a conocer en otros géneros…

—O sea que prefieres tocar Rock y dejarnos botadas a nosotras. ¿Es eso Ritsu Tainaka? —la llamo por su nombre completo. Estaba enojada.

—No. No es eso, Mio. Sólo como hobbie, nada más.

Por un momento, la joven bajista cerró los ojos tratando de tranquilizarse ante las palabras dichas por su mejor amiga. Tal vez Ritsu se canso de tocar canciones "dulces y románticas" y desee experimentar el mundo del rock. A ella le gusta ese estilo, y no le podía culpar. Así la conoció. Abrió los ojos y vio que le había escrito, suspiro y se enfrentaría de la mejor manera posible a su mejor amiga. Hablando se llega a un arreglo, ¿no?

—Mio… —le escribió la joven Tainaka. Estaba preocupada. Y ella lo sabía.

—Dime…

Y vio que alguien más le había escrito.

No podía ser… ¿Acaso es el fin del mundo?

Residencia Hirasawa

Seis y media de la mañana.

Un suspiro sale de sus labios. No había dormido nada en toda la noche, y para pasarse dando vueltas en la cama, decidió prender la laptop y ponerse a diseñar. Sonrió con tristeza. Ya estaba cursando primer año de universidad, y sentía que estaba sola a pesar de estar con sus amigas de la banda. Fue un milagro que las cuatro fueran a la misma universidad, y un sueño imposible que jamás nadie lo hubiese podido imaginar, verla a ella siendo aplicada en su carrera.

No entendía porque escogió diseño gráfico. A veces pensaba que era porque dibujaba, aunque lo hacía muy mal, pero era algo que le gustaba hacer en su época de preparatoria. Lo que la tenía así, era que no sabía que darle de regalo a Azu-nyan. Y para rematar la cosa, ella sentía que en cualquier momento explotaría revelando sus sentimientos, aquellos que los guardo en lo más profundo de su ser.

Recordaba cuando Azusa entro a la preparatoria, y posteriormente a la banda. Cuando la vio, quedó prendida totalmente de ella, y en ese tiempo no le dio mucha importancia a sus sentimientos. Ella era ingenua, despreocupada, cariñosa, pero el tiempo y las circunstancias, provocaron que la castaña cambiara de a poco. Fue un proceso lento, casi desapercibido por los que estaban a su alrededor, excepto una persona: su hermana.

Aun recordaba los días previos a su graduación:

Todo estaba listo para la ceremonia. Las cuatro integrantes del club de música ligera se encontraban fuera del auditorio, esperando para ingresar y tomar sus respectivos puestos. Nunca había estado tan nerviosa como en ese momento. Sabía que una vez recibiera el diploma, ya estaría fuera de la preparatoria, y tenía temor. No por crecer, sino porque no sabría cómo enfrentarse al mundo despiadado y cruel que veía.

Y ella escucho, antes de ese día, las duras palabras de su Kouhai.

Estaba harta de fingir que todo estaba bien. De sonreír de manera despreocupada, como si las cosas que pasaran a su alrededor no le afectaran. Quería gritar, pero no podía. Asustaría a las demás. Y ella no quería estar sola, como ya lo estaba. Las palabras de Azusa la marcaron para siempre: no sé cómo pudo entrar a la universidad, si ni siquiera es aplicada. Es una pérdida de tiempo. Aunque debería dar las gracias de haber entrado junto con ustedes.

Escucho aquello cuando llego al club, y antes de que abriera la puerta, las palabras de Azusa sonaron ante el silencio de las demás. Fue clara. Aguanto las ganas de llorar, y mostrando esa sonrisa despreocupada que tanto le había caracterizado, entro al club. Las chicas se voltearon a ver quien entraba, y se sorprendieron de ver a Yui con una expresión de dolor en su rostro, aunque tenía la sonrisa. Por más que le preguntaron qué le ocurría, ella afirmo sentirse bien. Sólo que estaba preocupada por unos asuntos familiares.

Después de eso, vino la ceremonia de graduación. Mientras el director daba sus palabras de aliento para las chicas que salían de la preparatoria y daban un paso importante ingresando a la universidad, Yui Hirasawa se prometió a si misma ser una estudiante aplicada. Aunque sabía que no podría conseguir las notas más altas como Mio o Mugi; o en su defecto, ser la número uno de su clase, por lo menos les demostraría que ella era capaz de lograr cualquier cosa.

Y estaba dispuesta a pagar un precio.

Sin darse cuenta, había ingresado a su perfil de facebook. Miro algunas cosas, y vio que su perfil estaba casi vacío. No tenía muchas fotos, y tampoco había subido sus diseños. No le nacía hacerlo. De hecho, en ocasiones se preguntaba el porqué había creado una cuenta en esa red social. Yui era más de andar en Twitter. Y como ninguna de las chicas tenía cuenta ahí, al menos eso creía, era libre de poner lo que sentía o pensaba.

Se sorprendió de ver conectadas a Mio y a Ritsu. Dudo un momento en escribirles, pero tenía que hacerlo, puesto que había prometido salir con ellas a comprar las cosas para navidad y los regalos. Aunque más bien sólo sería compañía, porque en lo que paso despierta en la madrugada, y entre diseño y diseño, se escapaba por momentos a la página de Amazon para ver los artículos correspondientes, y aprovechar las ofertas que había por la época navideña.

Termino comprando todo por internet. Incluso el regalo de la gatita.

—Hey Mio-chan, ¿Cómo así por aquí tan temprano?

Sonó la alarma del chat del facebook, y vio que era su otra amiga.

—Yui, ¿estás bien? ¿Acaso se adelanto el fin del mundo? —esa era Ritsu, con sus clásicas frases.

—Nada de eso. Tenía que terminar unos bosquejos para la universidad.

—Ah. Oye, Yui…

—Dime, Ritsu

La llamo Ritsu, por primera vez en su vida. Siempre era Ricchan, pero ahora era diferente. No entendía muy bien que le pasaba, pero tampoco quería ponerse a pensar en las cosas. Ya tenía suficiente con lo de Azusa, sus padres, su hermana menor, para aumentar más cosas. Retiro su mirada de la pantalla de la laptop y la poso sobre su Gitah. Suspiro. Su guitarra necesitaba mantenimiento, y ese día la llevaría para que le hagan. El sonido de que le llego un mensaje sonó, atrayendo su atención.

—¿Seguro que está todo bien, Yui? Te noto diferente. De hecho, todas nosotras lo hemos hecho, pero preferimos darte espacio y tiempo.

—Si, Ritsu. Estoy bien. Te dejo. Me voy a bañar.

Y cerró la sesión del facebook sin esperar respuesta. Mio no le respondió a su saludo, pero trataría de no pensar mal. Tal vez se quedo dormida con la sesión abierta, o tuvo que hacer algo en la casa. Cerró todos los programas, no sin antes dejar guardados algunos dibujos hechos en Adobe Illustrator. Cada vez que lo miraba, le entraba nostalgia. Ya no era dibujos de niños donde estaba la familia unida, esto era otra clase de dibujos. Unos más realistas… y dolorosos.

Salió de su habitación para dirigirse a la de su hermana menor. Entro sin hacer mucho ruido, y la vio ahí, acostada en su cama, durmiendo plácidamente. Una triste sonrisa se asomo en su rostro. ¿Cuántas cosas pueden cambiar en un año? Salió de ahí para ir a la cocina. Prepararía el desayuno para las dos, luego tomaría un baño y posteriormente saldría al centro comercial. Si no llegaba a la hora pactada, tal vez la maten.

Residencia Nakano

Desde que sus senpais se graduaron, ella se sintió sola. No era lo mismo estar con ellas, tocar con ellas, que hacerlo con sus nuevas compañeras. A pesar de que ya conocía a Jun y a Ui, porque habían sido, y siguen siendo, compañeras de clases, y amigas; el sentimiento que llevaba en su corazón era diferente. No podía negar que extrañaba la banda Houkago Tea Time. Esa banda que la hizo vibrar desde lo más profundo de su corazón.

Sin darse cuenta, había ingresado al facebook, y se había puesto como "fuera de línea" en el chat del mismo. Navego en los diferentes perfiles de sus amigos, incluidas sus senpais. Noto que Yui no había actualizado su perfil. Era raro. Iba a cambiar de página, cuando se percato en la biografía de ella que tenía puesta tres direcciones: su blog personal, su canal de Youtube y su Twitter.

Por curiosidad, dio click con el botón derecho sobre el enlace, y pulso click con el botón izquierdo en donde decía "abrir enlace en una pestaña nueva". Automáticamente se abrió el perfil del Twitter de Yui. Lo mismo hizo con el canal de Youtube y el blog personal de la castaña. Primero reviso el twitter. Ella también tenía una cuenta ahí, pero casi no la usaba, y tenía planeado reactivarla. Sus ojos café rojizo se abrieron de par en par al ver lo que había puesto la castaña ahí.

¿Dolor?

¿Angustia?

¿Qué le pasaba?

"Sometimes it lasts in love, but sometimes it hurts instead"

—Me pregunto quien será la persona afortunada de tener el amor de Yui-senpai —susurro mientras sus ojos seguían leyendo el time line del twitter de la castaña.

A medida que revisaba el Time Line de la castaña, se iba sorprendiendo con cada frase o pensamiento que estaba escrito. "De verdad que Yui-senpai ya no es la misma de antes." Ahora escribía en inglés, cuando ella ni bola le paraba a esa asignatura cuando estaba en la preparatoria. Bueno, eso fue antes de que salieran de vacaciones de verano. A veces pensaba que Yui-senpai era toda una caja de sorpresas.

Extrañaba los abrazos de su senpai, así como los intentos de besarla, en donde ella la detenía o se mostraba fría. No es que no le gustara, pero para la niña de cabellos negros y de coletas, las demostraciones en público eran un poco vergonzosas. Ella era tímida, seria, responsable, aplicada, y una guitarrista que esperaba llegar a lo más alto. Adoraba tocar con el resto de sus senpais, pero ellas se graduaron, y ella le toco asumir el liderato del club en la preparatoria Sakuragaoka ese último año.

Sus amigas, Jun y Ui, decidieron unirse. Luego llegaría Sumire y Nao. Ahora eran otra banda, y era posible que ellas siguieran tocando juntas, y el antiguo club de música ligera, Houkago Tea Time, se quedaran con las cuatro fundadoras. Todavía nada estaba dicho, y había que esperar. Por lo pronto se concentro en que regalar a sus amigas y senpais. Miro el reloj de la laptop, y se percato que ya era un poco tarde. Las 7:15 a.m. Decidió cerrar todo, pero antes de eso, y por curiosidad, vio rápidamente el blog de Yui-senpai.

Lo que leyó ahí la dejo pensando. Ella de verdad había cambiado, y no sabía desde cuando.

Cerró el navegador, sin revisar el canal de Youtube de la castaña, no por mala, sino porque no quería llevarse más sorpresas de las que ya se estaba llevando. Apago la laptop, y se dirigió al baño a darse una ducha, que la necesitaba. Sabía que ese día iba a ser algo estresante. Al menos hizo algo bueno mientras estuvo revisando el perfil de la castaña: reactivo su cuenta en twitter, y la empezó a seguir.

No era acoso. Para nada.

Residencia Kotobuki

Un suspiro salio de sus labios.

No podía creer que las cuatro hayan podido entrar en la misma universidad, a pesar de que siguen en carreras distintas. No podía creer que, en los años de estudiante de preparatoria, no haya podido cumplir su objetivo: unir a la baterista con la bajista; y hacer que las dos guitarristas, al menos, se llevaran un poco mejor. Pero Yui-chan era un caso perdido. En ese entonces. No podría decir lo mismo ahora.

Ella siempre se caracterizo por ser observadora, dulce, analítica, servicial y sobre todo, tener un corazón bondadoso. En todos sus años de juventud, ha sido una chica tranquila, pero cuando se enojaba, en verdad que sacaba su lado frío. Demostraba porqué era todo una Ojou-sama. Dejo de ver el cielo, y entro a su habitación. Había estado parada en el balcón de su dormitorio recordando viejos momentos, entre esos, su graduación.

Una sonrisa amarga apareció en su rostro angelical.

En el escritorio tenía una foto enmarcada. Era la banda junto con su profesora-consejera Sawako Yamanaka. Nunca se atrevió a decirle de frente que le gustaba, tenía miedo a ser rechazada. De niña, la encerraron en la mansión, y sólo podía hacer las cosas que sus padres le ordenaban que hiciera. Incluso le prohibieron que lea manga, de cualquier tipo, porque según ellos: eso es una pérdida de tiempo y no la forma como una señorita. Pero todo cambio cuando cumplió los catorce años.

Otosan, Okasan, tengo algo que comunicarles.

¿Qué es? —pregunto la señora Kotobuki con cierto desinterés.

Soy lesbiana…

Silencio.

Más silencio.

Tsumugi Kotobuki miraba impasible a sus padres. Nadie decía nada, y la taza de té que reposaba en la mano de la señora Kotobuki, quedo en el piso hecha pedazos al escuchar la orientación sexual de su única hija. La joven heredera no decía nada, y miraba hacia un punto fijo. Sus ojos, azules profundos llenos de ternura y bondad, ahora demostraba que estaban vacíos, y gélidos.

Los sirvientes se quedaron todos dentro de la cocina, sabían que en cualquier momento estallaría una discusión grave, pues los señores Kotobuki se caracterizaron por ser tradicionales y por querer tener, al menos, un futuro heredero de la mano de su hija. Pero ella era otro cantar, y lo ocultaba muy bien. El ambiente estaba cargado de mucha energía negativa, y se podía sentir la insatisfacción de los señores de la casa.

Di que es una broma, Tsumugi.

¿Tengo cara de contar un chiste?

No me vengas…

¿Qué cosa, Otosan? —el señor Kotobuki se tuvo que quedar quieto y callado. La voz de su hija los dejo helados. No daba a replica y era firme, sin perder la suavidad y elegancia —Es mejor que lo vayan aceptando, o se quedan si la única heredera de los Kotobuki… al menos, claro esta, que tengas una carta debajo de la manga.

Tsumugi lo miro a los ojos retándolo, y él comprendió en ese momento que su única hija sabía la verdad acerca de Sumire Saito. En ese momento, los esposos Kotobuki pensaban si habían hecho un bien el suprimirle varias cosas a su única hija, y privarle de que sea una niña "normal".

Eso había quedado atrás. Era un pasado en el cual quería enterrar para siempre. Cuando se unió a la banda, su vida cambio por completo. En un momento dado, se enamoro de una chica menor a ella con un año, pero esta la rechazo porque ella era una Kotobuki. Con su mejor sonrisa falsa, la cual nadie se dio cuenta, aceptaba aquel argumento, y demostró que ella era fuerte. Había aprendido la lección.

—Ojou-sama…

—Te he dicho mil veces que no me llames así, Sumire.

—Lo siento, Onee-chan. Sabes bien que yo no estoy…

—¡No lo digas! —rugió con furia Mugi. Sus ojos azules, que hasta hace unos minutos atrás enseñaban tranquilidad y bondad, ahora demostraban fuego —. No vuelvas a decir semejante estupidez, Sumire. Te quiero por quien eres, eres mi mejor amiga desde la infancia, hemos compartido muchas cosas como para que me vengas a decir aquello.

—Gomen, Mugi —Sumire desvió su mirada. De verdad que esta vez la hizo grande ante su "hermana mayor". Pero no era su culpa, últimamente le invadía cierto sentimiento de intranquilidad, porque ambas no eran iguales ni tenían el mismo estatus social. Dudaba de sí misma.

—No importa. Sólo no vuelvas a decirlo —se percato de que Sumire no estaba arreglada, y se suponía que iban a salir los dos grupos — ¿Todavía no te arreglas?

— Iba hacerlo, pero primero vine a verte. Otosan quiere saber si vas a usar esta casa para navidad.

Mugi alzo una ceja. Si, su sarcasmo empezaba asomar.

—¿Para que pregunta aquello? No le he dicho nada.

—No sé. Sólo me pidió que te preguntara.

—Dile que no usaré esta casa, pero si quiero la casa que esta en Osaka.

Sumire le hizo una breve inclinación, cosa que exaspero a Mugi. La rubia mayor se acerco hasta su "hermana menor" con paso decidido, la agarro del brazo y la estampo contra la pared, juntando la frente de ella con la de Sumire, obligándola a que le mirara sus ojos azules. Ahora que se daba cuenta, los ojos de Saito no eran tan azules como los de ella, más bien, eran como unos celestes profundos. Como si imitase al cielo, cuando esta de buen humor.

Saito nunca le había tenido miedo a su Ojou-sama, esta era su primera vez. Eso se debía a que era la primera vez que Mugi se enojaba, y en sus ojos azules, echaba fuego de la furia. Una furia contenida por mucho tiempo. Siempre ocultándose detrás de esa sonrisa afable y bondadosa, pero que ahora, ha salido a la luz su parte oscura, y todo porque se había enamorado de Sawako Yamanaka. Su ex profesora y consejera del antiguo club de música.

Kotobuki cerró los ojos por un momento, empezó por tranquilizar su respiración, quería calmarse. Nunca había visto a Sumire, su pupila, con esa inseguridad a flor de piel. Cuando la escucho por primera vez tocar la batería, supo que ella tenía talento para la música. Aunque no supiese mucho de los tiempos, de ritmos, sabía que ella podría aprender rápido de la mano de Sawako y de Azusa. Por eso ideo el plan de decirle que vaya al club de música ligera a retirar el juego de té, el cual había pertenecido cuando ella era estudiante de la preparatoria.

Y el camino se abría a paso mesurado, cumpliendo sus objetivos.

Abrió lentamente sus ojos, mirando detenidamente a su imouto. Se percato de otra cosa: su pelo era rubio, pero era un rubio más claro que el de ella. Suspiro. Mugi le tenía un cariño especial a Sumire, porque no sólo fue su amiga de verdad desde la infancia, hasta que conociera al grupo de Houkago Tea Time, sino que también, fue la primera en aceptarla por lo que ella era, y aceptaba su orientación sexual. Porque ella misma, también lo era.

—No vuelvas hacerme ese gesto, Sumire. Sabes que lo odio.

—Pero Onee-chan…

—No quiero oír un "pero" de tus labios. Si quieres hacerlo delante de Otosan y Okasan, hazlo. Pero cuando estemos solas, no lo hagas.

Sumire le rodeo el cuello de su Onee-chan, y la abrazo. Ella tenía razón. Mugi siempre la trato como una hermana menor, como si fuese de sangre, aunque sabía que ella era hija de sirvientes que brindaba servicio domestico a la familia Kotobuki. Fue ella, Tsumugi, que intervino para que ella estudiara en la preparatoria y fue ella, quien bajo el pretexto de retirar las tazas de té, provoco que se uniera al grupo del club de la música ligera.

Mugi siempre había estado ahí, para ella.

Saito se retiro con un ligero rubor en sus mejillas.

Mugi se quedo ahí parada viendo partir a su imouto. Ella era la única que sabia que esa niña era de verdad su hermana, por parte de padre. Fue un desliz de él, pero que nadie se podía enterar, porque la sociedad entera condenaría la infidelidad del señor Kotobuki con una austriaca, y encima, sirviente. No. Ellos, los Kotobuki, eran personas que se dejaban influenciar del "porqué dirán" del resto de personas y tenían una imagen intachable la cual mantener. No. No querían escándalos de ningún tipo.

Cogio la foto. La miro por n-ésima vez, y pasó sus dedos sobre la figura de Sawako. Si. Ella estaba enamorada de su profesora y no lo podía negar. Pero no estaba dispuesta a sufrir otro rechazo de parte de nadie. Miro el reloj que estaba encima de su velador, que se encontraba a lado de la cama, y vio la hora: 7:45 a.m. Aún tenía tiempo para revisar algunas cosas, antes de salir. Además, tenía que esperar a su imouto a que se arreglara.

Si. Ese día sería diferente. Lo presentía.

9:30 a.m. Centro comercial.

En la puerta principal del centro comercial se encontraban las chicas de la antigua promoción del club de música ligera y de la nueva: Wakaba Girls y Houkago Tea Time. De este último grupo, sólo estaba dos integrantes de cuatro. Era un poco extraño, si se podía decir. Se suponía que tanto Yui como Ritsu, ya deberían estar ahí porque ellas habían madrugado, bueno, sólo la baterista. Pero no había ni rastro de ninguna de las dos.

Las chicas conversaban muy amenamente, mientras que Mio miraba hacia todos lados esperando encontrarse con la niña de ojos dorados. Mugi se percato de eso, y sonrió como siempre suele hacerlo. Poso sus ojos azules en las chicas de la preparatoria, percatándose de que Azusa se la veía confundida, Sumire estaba distraída, Ui preocupada, Nao escribiendo en un papel, y Jun tomando un refresco. Cada una estaba perdida en su mundo.

¿Cuándo fue que todo cambio para las chicas?

—Es raro… —susurro Ui, mirando para todos lados.

—¿Qué es raro, Ui-chan? —pregunto Mugi, quien alcanzo a escuchar. Todas estaban expectantes a lo que dijera.

—Onee-chan salio de casa a las 8:45 a.m. Y no la veo por aquí.

Todas se sorprendieron.

¿Qué tanto había cambiado Yui?

A lo lejos vieron que se acercaba un chico de cabellos achocolatados. Mio se dio cuenta que se trataba de Satoshi, el hermano menor de Ritsu. Los hermanos Tainaka eran conocidos por ser un tanto especiales, cada uno a su manera de ser. Eran unidos, pero cuando estaban en público, cada uno tomaba su camino. Akiyama los conocía muy bien, desde la tierna infancia, cuando se hizo amiga de Ritsu.

—Hola, Satoshi —saludo amigablemente Mio.

—Hola, Mio-san. ¿Van a comprar los regalos, verdad?

—Si. ¿Conoces a las chicas, verdad? —el joven asintió, saludando cordialmente al resto — Por cierto, ¿Qué es de Ritsu? ¿Se quedo dormida?

—¿Qué? ¿No está aquí? —las chicas movieron la cabeza en negación —Que raro. Nee-chan salió de casa como a las 8:40 a.m. Dijo que tenía que hacer unas cosas. Y como la vez pasada comento en casa que iba a salir con ustedes hoy para comprar los regalos, supuse que estaría ya aquí.

Todas estaban sorprendidas. Satoshi explico brevemente que estaba ahí comprando unas cosas para la casa, y que como las vio, paso a saludarlas. No tenía idea donde podría estar metida su hermana mayor. Ni siquiera tenía una pista, nada. Se despidió muy cordialmente, y siguió su camino.

Mio suspiro.

¿Qué sucede con Ritsu?

¿Qué es lo que realmente está pasando?

Las dos castañas del grupo estaban raras desde hace algún tiempo atrás. La primera en mostrar los signos de cambio, fue la guitarrista principal; días posteriores, la baterista. Cuando Mio le preguntaba a Ritsu si todo estaba bien, ella muy tajantemente le decía que sí. Tenía miedo que la banda se desintegrará por algún motivo desconocido por ellas. No debían sacar conclusiones apresuradas, tal vez sea que ambas estén preparando una sorpresa para el resto y no quiere decirlo.

Mio estaba preocupada. Azusa también.

—Esperemos una media hora más. De seguro están haciendo alguna diligencia personal y les ha tomado más tiempo de lo esperado —sugirió Mugi con su habitual tranquilidad.

Todas asintieron. Y siguieron conversando.


—Gracias Ricchan por acompañarme hacer el mantenimiento a Gitah.

—No hay de que, Yui. Es un placer. De paso, veo que hay de nuevo.

Yui le mando un mensaje de texto a Ritsu eso de las ocho de la mañana pidiéndole de favor que la acompañase al local de música para hacer el mantenimiento a su guitarra. Ritsu acepto gustosa. Quería despejar su mente, quería tratar de olvidar a cierta bajista. Si le decía algo, probablemente su amistad de años se vería afectada. No quería perderla, por nada del mundo. ¿Nobleza? Puede ser.

Hey, Ricchan, ¿Cómo te sentirías si alguien que te gusta no puedes decírselo por miedo a perderla?

Nunca supo responder esa pregunta. Porque ni ella misma lo sabía. Sólo sentía que si eso pasaba, su mundo se vendría abajo. Nada sería igual. Inconscientemente, miraba a Yui que estaba absorta mirando las guitarras. ¿Ella siente lo mismo? En ese momento pensaba que en algún momento, todos los sentimientos saldrían a flote, pero no se imagino que la persona a quien ella apreciaba más que su vida, estaría involucrada ahí. Suspiro.

—Me gusta, Ricchan —dijo la guitarrista principal, tomando por sorpresa a la baterista.

—¿Qué dices?

—Me gusta ella, y no sé que hacer.

—¿Quién te gusta? —pregunto al ambarina con cierto miedo, pensando que tal vez esa persona que tanto habla su amiga, sea Mio.

—Azusa…

No era sorpresa.

Y eso alivio a Tainaka.

Ritsu fue la única del grupo que supo del porqué Yui había cambiado. Todo lo hacía para llamar la atención de la gatita. Aquellas palabras, días antes de la graduación, la habían dejado marcada. Incluso logro conseguir un trabajo de medio tiempo en una pequeña agencia de publicidad. De verdad que Yui era buena con los diseños y esas cosas. Ritsu no podía estar más orgullosa de su amiga, si tan sólo ella fuera como Yui. Pero ambas eran distintas, pero con el mismo sentimiento y pensamiento.

Miro su reloj muñequera Lacross negro, y vio que eran las 9:50 a.m. ¡Diablos! Las chicas deben estar enojadas con ellas por no haberse aparecido. Ni siquiera les mando un mensaje, así que era mejor irse preparando para un regaño por parte de Mio, porqué de las otras no habría tanto problema. Miro de nuevo el lugar y sin percatarse, empezó a recordar cosas de la infancia, incluso cuando conoció a su mejor amiga y la introdujo al mundo de la música.

—Ricchan, vamos.

La ambarina miro a su otra mejor amiga, y vio como había cambiado. Seguía siendo dulce, y cariñosa, pero era más que evidente que se controlaba, y su mirada era opaca, ya no brillaba. ¿Tanto le afecto las palabras de la Koneko-chan? Salieron del local, y caminaron hasta donde supuestamente sería el encuentro. No sabía porqué, pero ese día sería diferente a los demás. Y en el fondo, no quería que llegara navidad, por primera vez en su vida.

20 de diciembre

Residencia Tainaka

Habían pasado diez días desde aquel encuentro en el centro comercial. Como se lo esperaba, Mio le dio el sermón de su vida, aunque ella seguía empeñada en quedarse callada y no revelar nada. Las chicas hicieron las compras necesarias de los regalos para sus seres queridos, y se percato que sólo Yui no había hecho una sola compra. Hasta donde sabía, la guitarrista principal de la banda, tenía tarjeta de crédito, cortesía de su padre. Eso fue el regalo por la graduación.

En ese momento, no supo si el resto de las chicas se percataron o no, de que la mayor de las hermanas Hirasawa no había hecho las compras; había despertado cierta curiosidad por saber porqué no lo hizo. Pero lo pensó mejor, y no le pareció prudente preguntarle aquello en ese momento. Ella había comprado algunas cosas para cada una, incluida su familia. Pero con Mio fue otro cantar y no le compro nada. En el fondo de su corazón sentía que debía ser especial el regalo, pero no encontraba uno. Así que le pidió ayuda a Yui.

Se levanto de la cama, se tomo una ducha, se preparo un desayuno sencillo y se sentó frente a la laptop a esperar a que su amiga castaña llegara. Últimamente Yui estaba llegando temprano a toda parte que se le decía que vaya. Suspiro. Que diferente eran ambas. Ella no podía dejar el sarcasmo e ironía de un lado, era parte de ella, como su firma. En realidad, aquello significaba un escudo protector. Así era como se protegía de los demás.

Tanto Ritsu como Yui, eran populares dentro del grupo de fans. Mio y Mugi no se quedaban atrás. Siempre fue así, desde que formaron la banda HTT en la preparatoria. Ahora que estaban en la universidad, más personas se han unido al club de fans, y van a cada concierto que ellas brindan. Si, son populares, pero había algo que no dejaba que su corazón estuviese feliz. Mio Akiyama. Esa niña si que supo como calarse dentro de su mente y de su corazón.

El timbre la hizo reaccionar. De seguro era su amiga. Bajo las escaleras, y al abrir la puerta principal de la residencia, se encontró con los ojos achocolatados de la guitarrista. Noto que no llevaba consigo a Gitah, eso era novedad. La dejo entrar y subieron de nuevo a la habitación de la baterista. Estaba hecha un manojo de nervios, porque no sabía exactamente para que le había pedido que vaya.

—¿Ya compraste el regalo de Mio-chan, Ricchan?

—No. No sé que darle.

—Mientras nazca de tu corazón, cualquier cosa que le des le va a gustar.

—¿Tú crees?

—Claro. ¿Por qué dudas, Ricchan? Es la primera vez que te veo así…

La baterista y líder de la banda se sonrojo. Y no era cualquier sonrojo. Aquello no paso por desapercibido de la guitarrista principal, es más, eso le confirmaba sus sospechas: Ritsu Tainaka estaba enamorada de su mejor amiga de la infancia, Mio Akiyama. Yui la entendía, porque ella misma estaba enamorada de la gatita, pero era más que evidente, que tanto Ritsu como Yui, no querían por nada del mundo que la banda se quiebre por aquel sentimiento poderoso hacia las pelinegras del grupo.

Ritsu observo a su amiga y cómplice de juegos. Ella había cambiado por amor hacia la Koneko-chan, pero no estaba segura si fue por las palabras que escucho ese día, o porqué en realidad ella quería algo serio con la gatita. Eso no lo tenía claro. Miro la laptop, se percato que dejo abierta la sesión del twitter. No le dio mayor importancia. Cada una de las chicas, tanto las WG como las HTT, reactivaron sus cuentas personales de la famosa red social. Empezaron a seguirse mutuamente.

Y Yui al verse atrapada en eso, no tuvo otra alternativa que empezar a seguirlas.

—Yui, hay algo que quiero preguntarte desde el otro día.

—Dime…

—¿Por qué no compraste los regalos con nosotras?

—Ah, era eso. Es que lo hice por medio de Amazon, mientras hacia los bosquejos para la universidad y revisaba una que otra cosa para la oficina.

Eso la dejo perpleja.

—Pero, ¿Y el regalo para Azusa?

—También se lo compre por Amazon. Pero ayer que salí, le compre otro regalo más. No quería hacerlo delante de ella, sentí que era mucho compromiso.

Suspiraron.

Yui estaba sentada frente a la laptop. Miraba con atención y concentración algo en el Internet, cosa que despertó curiosidad en la ambarina. Se acerco hasta su amiga y se puso atrás, para ver que hacía. Estaba en Amazon, ¿acaso para la mayor de las Hirasawa toda solución estaba en esa página de ventas de artículos? Pareciera que si.

—Regálale un collar.

—¿Qué cosa?

—A Mio-chan le gusta las cadenas, ¿no te has percatado de eso?

Era verdad. Las veces que salían al centro comercial, Mio se dirigía hacia el local de ventas de alhajas. Pero, ¿qué clases de collar le podría comprar a su mejor amiga? Tenía que ser uno especial, uno el cual vaya con la personalidad de la bajista. A veces se preguntaba si en verdad ella conocía bien a Mio. Era la primera vez que se sentía tan abrumada, y todo porque descubrió sus verdaderos sentimientos.

—Deberías ser menos sarcástica, Ricchan —la voz de su amiga la despertó de sus pensamientos.

—No… no puedo —desvió la mirada hacia la pared.

—Si puedes hacerlo, Ricchan. Sólo tienes que demostrar tu lado tierno a Mio-chan.

—No tengo lado tierno, Yui.

—Ricchan: tú usas el sarcasmo como medida de defensa. Además, ¿Quién va a ver tu lado tierno y dulce? Nadie, excepto Mio-chan.

Tainaka estaba sorprendida por las palabras de su amiga castaña. Tenía razón. Sólo ella conocería ese lado que tiene, que lo había ocultado hace mucho tiempo. Miro que su amiga apagaba la laptop, y se giraba para verla a los ojos. Tenía miedo que le leyera la mente… y el corazón. Aunque a decir verdad, era más que seguro que todas se deben haber dado cuenta hace rato lo que ella sentía por su mejor amiga.

—Vamos a comprarle el regalo a Mio-chan, Ricchan.

Ambas salieron de la residencia rumbo al centro comercial. Estaba decidida en darle lo mejor a Mio. Estaba decidida que ese veinticuatro de diciembre, ella, Ritsu Tainaka, se le declararía así Mio no le corresponda. Porque ya no podía seguir negando que la amaba más que una amiga. No podía seguir ocultando que la necesitaba a su lado, no sólo en la banda, sino como pareja, como mujer.

Y una duda se le presento.

—¿Qué vas hacer con Azusa, Yui?

—Le daré el regalo y me le declarare. Si me corresponde, seré feliz. Si no lo hace, al menos estaré tranquila que hice mi mejor esfuerzo.

Residencia Akiyama

—¿Desde cuando Mio-senpai? —pregunto la menor de las chicas.

—No lo sé., Azusa. Tal vez fue desde siempre, pero no lo quise aceptar.

Azusa Nakano había ido a visitar a su senpai porque necesitaba un consejo. Hace no mucho había descubierto que se sentía atraída por la guitarrista principal de la banda. Al principio quiso negarlo, y no lo aceptaba, pero mientras más lo hacia, más se daba cuenta que sentía algo por ella. No podía negar que Yui había cambiado mucho, que ahora es más seria y responsable.

Y eso le atraía, bastante.

Pero tampoco podía negar que le gustaba la antigua Yui: la despreocupada, dulce, tierna e inocente. Con ella, aprendió a abrirse un poco, a perder un poco su timidez y su vergüenza, pero aún así no podía hacerlo tan abiertamente. No había sido educada de esa manera. Siempre responsable, aplicada, le costaba aflojarse un poco, y ser, de vez en cuando, una niña rebelde.

Cuando conoció a las chicas del club de música ligera, no comprendía como es que ellas, sin tomar horas de ensayo, podían tocar tan bien. Aquella salida que tuvieron de integración, le había preguntado a Mio porqué no tenía otra banda. La respuesta es sencilla: ellas eran amigas. Cuando tocaban juntas, se sentía tan cómoda, que podía abrirse sin ningún problema, olvidando por esa vez, todo rastro de pudor y timidez.

Se sorprendió cuando Mio le confeso que fue Ritsu quien la introdujo en el mundo de la música. Esa niña hiperactiva, irresponsable, pero de gran corazón, había visto en ella todo el potencial para tocar un instrumento. Para pertenecer a una banda. Mio podía lograr muchas cosas si se proponía dejar de un lado su timidez. Para Azusa, no era extraño que la baterista sintiera algo por la bajista. Aún recordaba cuando en segundo año de preparatoria, Ritsu se puso celosa de Nodoka, sólo porque esta era compañera de curso de Mio. Y la forma en que la seguía, viendo si no pasaba algo más entre ellas dos.

Sonrió con melancolía.

Quería regresar a esa etapa, pero sabía que no podía.

—¿Desde cuando, Azusa? —la voz de Mio la despertó de sus recuerdos.

—No lo sé, Mio-senpai — en sus ojos café rojizo se podía leer la confusión que tenía.

Mio comprendió el sentimiento de Azusa. Ella misma estuvo así cuando descubrió que sentía algo más por la baterista. También comprendía, que estaba en juego la banda y que si se declaraba, la banda podría termina separándose. Ella no quería eso. Si no lo intentas, no sabrás el resultado, Mio-chan. Le había dicho Mugi, el día que hablaron y ella expuso sus miedos. En ese momento cayó en cuenta, que nada se le podía ocultar a esos ojos azules.

Pero también se percato de que la tecladista de la banda ocultaba el mismo sentimiento que tenía ella y Azusa. ¿Quién sería la afortunada? Ahora que lo recordaba, los Kotobuki eran una familia de mucho poder y de mucho dinero, y que la infancia de Mugi no había sido de la más alegre, que se diga. Siempre encerrada, siempre restringida, siguiendo órdenes por su condición social, no era de extrañarse que en algún momento estallaría.

Ahora entendía porqué la rubia se emocionaba con cada cosa simple u ordinaria. Porque ella no lo había visto nunca. No lo había vivido. Miro a Azusa que tenía la mirada perdida, tal vez pensando en algún motivo que la haya impulsado a sentir algo más sobre la guitarrista principal de la banda. Ahora que ya no tocaban juntas, y ella era la nueva líder y guitarra principal de la nueva banda, sentía que Nakano estaba presionada para demostrar que era la mejor, y que, por consiguiente, era la indicada para seguir el legado de la antigua banda del club de música ligera.

El sonido de un móvil hizo que ambas pelinegras se sobresaltaran. Era el de Mio.

Pasaremos Navidad en Osaka. Ya esta separada la casa de Mugi para esa fecha. Ritsu.

—¿Qué es, Mio-senpai?

—Es un mensaje de Ritsu. Dice que pasaremos la navidad en Osaka. Ya Mugi separo la casa para esa fecha.

—Que bien. Siempre quise conocer Osaka.

Y de nuevo se sumergieron en el silencio.

Está demás decir, que ambas pelinegras ya tenían los regalos hechos para cada una de las integrantes de las bandas WG y HTT, así como también, un regalo especial para la persona que más aman.

24 de diciembre

10:00 a.m.

Residencia Kotobuki en Osaka.

Las chicas habían llegado a la residencia Kotobuki hace aproximadamente media hora atrás. Los regalos reposaban debajo del árbol navideño. Mugi tuvo la gentil idea de comunicarles a las demás que fueran a Osaka a dejar los regalos, para que ese día, veinticuatro de diciembre, no viajaran con tanta cosa encima. La idea fue bien recibida y es así, como el día anterior, las chicas viajaron con los regalos para dejarlos ya listos en la residencia.

Mugi siempre había sido sencilla y servicial. Era algo que llamaba la atención. Incluso Sumire tenía ciertas características de la rubia mayor. Si todo salía bien, era probable que ese día ya hubiera parejitas declaradas, porque ya había otras, aunque no habían sido confirmadas, y sería algo hermoso de ver. Es obvio que aquello le afectaría en lo más profundo de su corazón, pero si sus amigas eran felices, ella también podría serlo, así no tenga a nadie a su lado. Después de todo, ¿qué perdería por estar sola? Posiblemente nada.

Mugi. No habría problema si voy yo a la reunión navideña.

Claro que no, sensei. La estaremos esperando.

Entonces, ahí estaré. No les digas nada, por favor. Que sea una sorpresa.

Mugi recordó esa llamada telefónica que recibió la noche anterior de Sawako. Era extraño que la llamara para pedirle algo como eso, cuando era costumbre de ella aparecerse así de sorpresa. La amaba y no podía negarlo. Pero también tenía miedo a ser rechazada como aquella vez, sólo por ser una Kotobuki. No estaba preparada para recibir otra desilusión. No quería sufrir más de lo que ya lo estaba haciendo.

Es posible que eso la haya motivado a que le diera consejos a Mio y Azusa, para que dijeran abiertamente sus sentimientos. Ella quería verlas felices. Quería ver como disfrutaban de su amor correspondido, y que, al fin y al cabo, podían por fin disfrutar de estar juntas. Mugi miraba distraídamente hacia la playa desde el balcón de su habitación. Ella dormiría sola, como siempre lo ha hecho.

Las habitaciones de la residencia ya estaban asignadas, todas quedaban en el segundo y tercer piso. En el segundo estaría así: En una habitación dormiría Mio con Ritsu; en la de al lado, Yui con Azusa y en la última, Mugi. En el tercero quedaba de la siguiente manera: en la primera habitación dormiría Ui con Jun y en la siguiente, Nao con Sumire. Sólo faltaba Sawako, pero no decidía nada, porque no sabía si ella se quedaba hasta el veinticinco o se retiraba el mismo día.

Para la rubia de ojos azules, Sumire tenía algo más con Nao que una simple amistad, pero no quería presionarla para que le dijera las cosas. También se percato que Ui, la hermana menor de Yui, tenía algo con Jun. Por algún raro motivo, ninguna dijo nada. Pero tampoco estaba en ella presionarlas para que hablasen. Todo debía llegar de manera natural. Tal vez se animarían si sus senpais hablaran primero.

Por otro lado, mientras el tren viajaba a velocidad moderada, Sawako iba pensado en Mugi. Desde hace meses que la rubia no se le iba de la mente. Ella también empezó a sentir algo por ella, cuando ya estaba en el último año escolar. Pero se reprimió, debido a que ella era profesora y Mugi estudiante. Aunque algo le decía que no habría problema por parte de la tecladista, pero tenía miedo. No quería tener problemas, y en el último de los casos, perderla.

También porque era una Kotobuki. Pero eso no le deba mayor importancia, porque estaba decidida a luchar por ella. Porque al final acepto sus sentimientos, y quería pasar la navidad junto con ella. No negaría que también quería pasar la navidad con sus ex pupilas, y sus nuevas pupilas, pero en realidad estaba ansiosa por disfrutar de la cercanía de la rubia. Ella era especial, y estaba en Sawako, hacer despertar ese sentimiento que la rubia lo ocultaba muy bien.

La llamada de la noche anterior fue sólo pretexto para escuchar la voz de ella. Hace ya tiempo que no hablaba con ella, excepto a principio de año, cuando le pidió de favor que guiara y ayudara a Sumire con la música. Aún ella era inexperta con la batería, pero si tenía cierta habilidad con ella. Le hubiese pedido de ayuda a Ritsu, pero la universidad les quitaba un poco de tiempo, aparte de los ensayos que tenían ellas cuando no tenían clases.

Nunca se imagino que estaría enamorada de su ex alumna. Cuando la conoció, le había llamado mucho su atención: tanto física como emocional. Mugi era diferente de la mayoría de las chicas que Sawako había conocido en sus años de juventud. Mugi había sido la primera, sería la última, que le haría sentir emociones que nunca antes las había sentido. Le nacía el deseo de amarla, protegerla, de estar a su lado.

Miro de nuevo la ventana, y se percato que ya estaba próxima a llegar a su destino.

La residencia Kotobuki se podía respirar cierto aire de navideño, y de amor. Las chicas estaban compartiendo un momento agradable todas juntas. Mugi miraba como Ritsu y Yui hablaban, como si aguardarán un secreto. Mio y Azusa compartían cierto momento de reflexión, mientras que Ui con Jun se las veía muy pegadas. Sumire y Nao estaban en la cocina. Estaban terminando de preparar ciertos detalles de la cena.

—Mugi, ¿estas bien? —la voz de Yui la saco de sus pensamientos.

—Claro que sí, Yui-chan.

Yui la cogió de la cintura, abrazándola. Ese acto no paso por desapercibido por el resto de las muchachas, cogiendo a la rubia de sorpresa. Se acerco al oído de la rubia y le susurro —deja de estar mintiendo. Deja la sonrisa falsa que no te queda para nada.

Y se alejo hacia los jardines.

Azusa se fue atrás de su senpai.

Mugi se quedó parada ahí, mirando partir a su amiga.

—Vaya. Yui ha cambiado demasiado. Ahora es hasta observadora, ¿no lo crees, Mio?

—Pues si.

Ritsu le cogio la mano a Mio con ternura. Los ojos grises de la bajista buscaron rápidamente los ojos dorados de la baterista, haciéndole una pregunta en silencio. La cual tuvo respuesta enseguida:

—Quiero hablar contigo. En privado.

Y se fueron para el cuarto, el cual lo compartían las dos.

Jardines, mansión Kotobuki

Yui estaba sentada en una de las bancas del hermoso jardín de la residencia de Mugi. Quería pensar en los sucesos que había vivido durante ese año. Como siempre, sus padres estaban en Alemania pasando las fiestas allá, y ella se quedaba en Japón junto con su hermana menor. No es que se quejara ni nada por el estilo, pero a veces sentía la necesidad de estar junto con sus padres, pero sabía que no se podía. Que era mucho pedir aquel deseo.

Sus ojos achocolatados miraron con tristeza el árbol Sakura que había en el jardín. Se imaginaba que mantener una casa como esa, se requerirá de mucho tiempo y dinero. A veces se sentía sola, a pesar de estar con las demás, pero no las culpaba. Ella había elegido la soledad, por su propio bien. No sería la primera navidad con sus amigas, pero si la primera junto con las chicas de la banda de Azusa. Como extrañaba a la gatita.

Desde hace tiempo que se había reprimido de lanzarse hacia ella para abrazarla o quererla besar. Entendió que aquello le incomodaba mucho a la niña de coletas, porque ella era tímida y vergonzosa. Era parte de su naturaleza, no se la podía cambiar. Además, Azusa se había criado prácticamente sola debido a que sus padres viajaban por las presentaciones que hacían con la banda. No era de sorprenderse que Nakano fuera así, de responsable.

Sintió que alguien la estaba observando, y giro la cabeza para ver de donde provenía la dueña de esa mirada. Se sorprendió de ver Azusa ahí, parada, mirándole. No podía descifrar que era lo que pensaba, quisiera ser adivina para poder hacerlo, pero no, eso le quitaría la gracia. Además que no estaría nada bien hacerlo. Tal vez se encontraría con pensamientos que no le gustasen, y prefiere evitar aquello.

Se levanto de la banca, camino hasta donde estaba la gatita y se quedaron frente a frente, mirándose. La gatita quería decir algo, pero sentía un nudo en la garganta. Su corazón palpitaba demasiado rápido, tanto así, que pensó que se le iba a salir en cualquier momento. No era como las otras veces que estaba frente a su senpai. Esta vez era diferente. Porque sus sentimientos eran diferentes.

Yui alargo la mano, y con la yema de los dedos, empezó acariciar el rostro de Azusa. Su piel era suave. Siempre tuvo curiosidad por saber como era la piel de Azusa. Con el dedo pulgar, acaricio los labios de la pequeña. Su curiosidad iba de aumento, quería saber más, quería probarlos, pero sabía que no podía hacerlo. Y ella no quería asustarla. Ambas se miraban, queriendo decir tantas cosas, pero algo se lo impedían.

Yui no aguanto más, era todo o nada en ese momento. Con la mano derecha, acerco el rostro de Azusa hasta ponerla a su altura. Con la mano izquierda, cogio la cintura, y acerco su rostro hasta rozar sus labios con los de la gatita. Nakano cerró los ojos, esperando por ese momento. Cuando sintió los labios de su senpai sobre los suyo, los abrió invitándola a que siguiera. Yui entendió el mensaje y así lo hizo. Fue un beso suave, tierno y delicado. Ambas se estaban entregando; se comunicaban todo lo que querían decir.

—¿Desde cuando, Yui-senpai? —Azusa fue la primera en hablar, después del beso.

—Desde que entraste por la puerta del club, diciendo que querías pertenecer a la banda, Azu-nyan.

Azusa rodeo el cuello de Yui, abrazándola. La mayor de las hermanas Hirasawa, le devolvió el abrazo, poniendo sus brazos alrededor de la cintura de la menor. Se quedaron así por varios minutos. No querían perder ese momento mágico que se había creado, que ambas lo habían creado. Azusa, mostrándose un poco mas atrevida, le busco los labios a su senpai. Quería volver a besarla, quería volver a sentir esa descarga eléctrica que sólo Yui le provocaba.

—Te amo, Yui-senpai.

—Yo también te amo, Azu-nyan. No sabes cuanto te amo.

—¿Por qué te alejaste de nosotras? No entiendo tu cambio.

—Aquel día, antes de la graduación te escuche lo que decías sobre mi —Yui sintió como Azusa se tensaba. Le acariciaba con ternura la espalda —Eso hizo que abriera los ojos, y empezara a ser un poco más responsable con lo que hacía. Todo lo que hice, todo lo que hago, es por ti. Porque te amo.

—Yui-senpai…

—Quería demostrarte que podía llegar a ti, si cambiaba un poco. Si era diferente. Cada vez que te escuchaba, mi corazón se encogía, pero me armaba de valor para enfrentar el cambio. Y lo hice. Todo por ti. Porque te amo, porque te necesito a mi lado, Azusa.

Nakano quería llorar de felicidad. Miro los ojos achocolatados de su senpai con infinita ternura. Le acaricio el rostro. No había necesidad de decir más cosas, porque todo estaba dicho. Desde ese momento, ambas empezaban una nueva vida, y aunque sabían que iba a ser un poco complicado tener una relación a distancia, eso no sería impedimento para que se amaran como lo hacen. Yui vería como sacaba tiempo para estar con la gatita, y Azusa vería como se las arreglaba para estar con su senpai.

Habitación de Akiyama y Tainaka

Ritsu y Mio llegaban a la habitación, la cual compartirían esa noche buena. Mio entró primero, seguida por Ritsu. La castaña cerró la puerta con seguro, y se quedo viendo la espalda de su mejor amiga. Había crecido, porque ahora la miraba de arriba hacia abajo. Aunque no era mucha la diferencia de estatura, además que eso no debería ser impedimento para amarse.

Mio se giro quedando de frente a su amiga de la infancia. Ambas se miraban, pero no pronunciaban ni una sola palabra. Querían decir algo, pero no podían. Ambas estaban nerviosas, porque sentía que si decían algo, el ambiente se rompería, y con ellos, posiblemente, las promesas antes hechas. Pero también sabían que no podían seguir reprimiéndose como lo estaban haciendo ahora.

Ritsu se acerco con paso tranquilo, sin despejar sus ojos dorados de los de su amiga. Finalmente se quedaron frente a frente, en una batalla silenciosa. Tainaka sabía que ella debería dar el primer paso, porque Mio no lo haría. Ella era demasiado tímida para tomar las riendas. Pero se equivocaba. Akiyama le rodeo el cuello con sus brazos, invitándola a que ella hiciera lo mismo. Ritsu no espero más, y la abrazo por la cintura, pegándola hacia su cuerpo.

Mio acerco sus labios hasta rozar los labios de su mejor amiga. Ritsu, hábilmente, los atrapo encerrándolos en un apasionado, pero tierno beso. No sabía que tan bien besaba la bajista. Y si besaba así de bien, no se imaginaba como sería cuando hicieran el amor. Porque si, Tainaka quería hacer el amor con ella, no con otra persona. Ella lo era todo para la baterista. Ambas se complementaban de alguna forma, a pesar de ser tan diferentes.

—¿Desde cuando, Ritsu? —pregunto la bajista, cuando termino el beso.

—Desde siempre. Sólo que me di cuenta ahora último. ¿Tú?

—Desde siempre.

—Ahora entiendo a quien iba dirigidas esas canciones. Perdona por ser tan lenta y no haberme dado cuenta antes, Mio.

Mio sólo se acurruco en los brazos de su mejor amiga. Se quedaron en silencio por varios minutos. Estaba feliz. Ahora compartían algo más que una amistad. Ritsu pensaba que Yui había tenido razón al decirle que ella usaba el sarcasmo como medida de defensa, y que, muy en el fondo de su corazón, era tierna y romántica como Mio. Sólo Mio-chan conocerá ese lado tuyo, nadie más lo hará, Ricchan. Le había dicho su amiga, el día anterior, cuando fueron a dejar los regalos a la residencia Kotobuki en Osaka.

Mejor dicho, le volvió a repetir esas palabras.

Siempre fuiste tú, Mio.

Siempre fuiste tú, Ritsu.

Habitación de Mugi

La joven Kotobuki miraba a través del ventanal de su habitación, el jardín que poseía. Ya para ese momento, Yui y Azusa no se encontraban ahí, pero tampoco iba a preguntar donde estaban sus dos amigas. No le interesaba. Sus ojos azules mostraban una mirada triste, melancólica, porque sin querer, empezó a recordar viejas cosas que no quería. Cerró los ojos, reprimiendo que salieran las lágrimas, que amenazaban con salir y mojar sus mejillas sonrosadas.

Era feliz por sus amigas, por su Imouto, pero ella no lo era. Le faltaba algo, pero sabía que no podía tenerlo. Sabía que estaba condenada a vivir una vida llena de obligaciones, y hacer cosas que no quisiera, pero que no le quedaba otra alternativa, sólo porque era la última heredera de los Kotobuki. Hace un par de años, sus padres se mostraron más interesados en ella, y en su progreso, pero sentía que lo hacían por obligación, porque no querían perder. Porque no querían que la sociedad los señalará con el dedo por tener una hija lesbiana.

Sintió unos brazos alrededor de su cintura, envolviéndola de manera protectora. Tensó su cuerpo, pero enseguida se relajo cuando percibió el aroma que tanto conoce. Ella estaba ahí, abrazándola. Se giro sobre sus talones para quedar frente a la persona que la estaba abrazando. Vio como la dueña de esos ojos café la miraba con ternura y amor. Mugi puso la frente sobre el hombro de su ex profesora, dejándose llevar por el momento. No quería pensar si estaba bien o mal, sólo sabía que quería estar ahí, en los brazos de Sawako.

—¿Cómo llegaste hasta aquí?

—Sumire-chan me indico.

—Esa Sumire…

—No la culpes, por favor.

Y se quedaron en silencio. Haciéndose promesas, que tal vez se cumplan, como tal vez no.

8:30 p.m.

Todas estaban sentadas en la mesa del comedor de la residencia. Ahora compartían un momento agradable. Mugi estaba sentada en la cabecera, a su mano derecha estaba Sawako y a su mano izquierda Sumire. Al lado de Sumire estaba Nao, Ui y Jun; mientras que al lado de Sawako se encontraba Yui, Azusa, Ritsu y Mio. El ambiente era festivo, las chicas conversaban amenamente, mientras hacían tiempo para servirse la cena.

—¿A qué hora llegaste, Sawa-chan? —preguntó Yui.

—En la tarde.

Azusa había puesto la mano izquierda sobre el muslo de la castaña, por debajo de la mesa, y le acariciaba de manera tierna. Me gusta esta nueva Yui, pero la que me enamoro, fue la antigua. Quiero a la antigua Yui. Le dijo la pequeña gatita con cariño. Y es que, la antigua Yui hacia que ella pudiera abrirse un poco más sin estar cuestionándose por cada cosa. Esa manera despreocupada que tenía, que no le importaba nada, provoco que Azusa se fuera enamorando de a poco.

Ui se percato del cambio de su hermana mayor. Se la veía más relajada, y más animada. A pesar de que no era la primera navidad que pasaban juntas, si era la primera navidad en que compartían un momento más intimo y serio. Las chicas se reían de las ocurrencias de Ritsu y Yui, porque como siempre, esas dos no podían faltar haciendo sus comentarios bromistas y a veces hasta sarcásticos. No por nada, las castañas son buenas amigas.

—Bien. Vamos a servirnos la cena. Ya es hora —anunció Mugi, muy gentilmente.

Yui, Ritsu, Ui, Sumire y Sawako se levantaron a servir la comida. Cada una llevaría dos platos. La de ellas y la de su pareja. Cuando llegaron, cada una se sumergió en un silencio profundo, hasta que Sawako, levantando la copa de vino tinto, dijo unas palabras. Por primera vez en la vida de las chicas, veían a su consejera seria y decidida. Todas levantaron sus respectivas copas, y agradecieron por estar juntas ese día.

La cena fue relativamente tranquila, entre anécdotas y bromas, contadas por las chicas del HTT. Cuando terminaron de cenar, llegó la hora del postre. Claro, no podía faltar, eso era lo más sagrado para las chicas, tanto las Houkago Tea Time, como las Wakaba Girls. Cada una se sirvió su pedazo favorito, mientras que Mugi y Sumire servían el té. No podía quejarse, para nada. Era una fecha especial, y muy en el fondo, adoraba que fuese navidad.

Entre cuentos, historias, y chistes, el tiempo paso rápido; era el momento de la entrega de regalos. Se levantaron de la mesa, y se dirigieron hacia el árbol de navidad, que estaba encendido. Cada una cogía su regalo y se lo entregaba a la persona que le correspondía. Cuando les toco el turno a las hermanas Hirasawa, la primera en dar el regalo fue Ui.

—Espero te guste, Onee-chan —le entrego una cajita rectangular.

Yui lo abrió y se quedo de una sola pieza. Era la replica exacta de Gitah, y en la base estaba escrito su nombre con una excelente caligrafía. Yui no tardo en abrazar a su Imouto. Ella se dirigió al árbol, tomo el estuche negro, mientras las demás la miraban de manera incrédula. ¿Te pondrás a tocar aquí, Yui? Fue la pregunta que se hizo Azusa. Pero grande fue la sorpresa, que el estuche negro se lo entrego a Ui.

—Ábrelo.

Ui lo abrió con sumo cuidado. Grande fue la sorpresa al ver que era una guitarra Les Paul Studio azul marino, y en la base, estaba escrito su nombre con letras negras. La guitarra iba acorde a la personalidad de Ui, y su hermana mayor lo sabía. Yui la miraba con una sonrisa, mientras que Ui, luchaba por no dejar salir unas cuantas lágrimas. Esa era la guitarra que siempre había querido.

—Onee-chan…

Ui la abrazo con fuerza a Yui, y esta le devolvió el abrazo. Le susurro al oído —siempre has estado para mi, deja que yo este para ti, también. Eres mi hermana menor, y soy yo la que debe cuidar de ti.

Después del momento emotivo entre las hermanas Hirasawa, Ui tomo otro regalo, y se lo dio a Jun con un beso suave en los labios. Yui alzo una ceja, como pidiendo algún tipo de explicación. La menor de las Hirasawa se había olvidado que nadie sabía que ella y Jun estaban saliendo como pareja, y que habían dejado de ser simplemente amigas. Se sonrojo, cosa que la hacia ver adorable.

—Jun y yo estamos saliendo desde hace tiempo. Perdón por no decírtelo, Onee-chan.

—No te preocupes, Imouto. Yo también tengo que dar una noticia —miro a su novia, pidiéndole permiso para dar la noticia. Azusa se levanto y entrelazo los dedos con los de su senpai —. Azu-nyan y yo estamos saliendo.

Las chicas se alegraron, y se levantaron a felicitar a la nueva pareja. Mugi estaba feliz, y en su mirada demostraba todo lo que sentía. ¡Como quisiera yo estar así! Pensó. Pero no dejo que esos pensamientos le arruine el momento alegre que estaba sintiendo. Yui se acerco al árbol y cogio dos regalos. Ambos se los dio a su novia. Azusa los cogió con cierta timidez, característica en ella, y los abrió. El primero era un CD de Jazz, el último del concierto de sus padres, y el otro era una cadena fina de plata con una A y una aureola encima. Si, ella era un ángel.

Azusa le dio un beso en los labios a su senpai, corto pero cargado de emociones. Yui le puso la cadena con suma delicadeza alrededor del cuello. Le quedaba bien. La abrazó, transmitiendo todo lo que en su corazón guardaba. Porque ella era única, y ella era la mujer la cual había elegido casi sin darse cuenta.

—Bueno, ya que estamos en la hora de las confesiones, yo también tengo algo que decir —dijo Ritsu de manera solemne mientras entrelazaba los dedos con los de la bajista. Todas pusieron atención —. Mio y yo también estamos saliendo.

Otra alegría más se desataba en la mansión. Las chicas, incluso Sawako, se acercaron a felicitar a la nueva pareja. Ritsu se hizo de un lado, para coger el regalo de su, ahora, novia. Se le tendió y Mio lo cogio con cierta timidez. No podía negar que tenía miedo de que pudiera ser otra de las crueles bromas de Ritsu, pero algo le decía que en ese momento, la baterista estaba siendo sincera. Nada de bromas.

Lo abrió con sumo cuidado. Sus ojos se abrieron a más no poder al ver el regalo de Ritsu. Era un collar, donde el dije era la letra M, adornada de piedras grises brillantes. Era fino y bañada en plata. De seguro le ha de haber costado su buen dinero. Ahora entendía, cuando Ritsu la invitaba a salir. Ella costeaba todo los gastos, no le importaba si era dinero de ella o prestado, Ritsu siempre buscaba la manera de que ella fuese feliz.

Sin poder evitar la emoción del momento, se lanzo a los brazos de su novia, dándole un beso tierno, pero apasionado. No le importaba si estaba delante de las demás, quería demostrarle lo mucho que la amaba. Porque siempre lo había hecho. Ahora entendía porque Mugi le animaba a que confesara sus sentimientos. Ella se había dado cuenta que eran correspondido, sin perjudicar a la banda.

—Aún falta otro regalo. Espera aquí —le susurro la baterista a su novia. Mientras se dirigía hacia la parte de atrás del árbol.

Cuando regreso, traía consigo un estuche negro, como el de Yui. Mio se percato enseguida de que iba el regalo. Se sorprendió, y su corazón brinco de alegría y admiración. Que Ritsu haya hecho eso, significaba que ella era importante para la baterista. Que la castaña de ojos dorados, estaría dispuesta hacer lo que sea por ella, así tenga que pelearse con medio mundo. Tal cual la recordaba, cuando apenas eran unas niñas.

Mio abrió el estuche y vio que era un bajo Ibanez SR300L-IPT LH para zurdos color negro en su totalidad, y estaba escrito su nombre con letras plomas. Mio no pudo más y se lanzo a los brazos de su baterista. Gracias, le susurro. Ritsu lo único que hizo fue abrazarla más hacia ella. Sabía que aquel regalo la haría feliz. Hace días le había dicho que deseaba tener otro bajo, para cambiar de aires, aunque siempre estaría encariñada con su Elizabeth.

Cada una abrió los regalos, pasaron un momento agradable, y en la mente de cada una de las chicas, quedaría guardada ese momento especial. Si, era una navidad diferente, en donde el amor se sentía en el ambiente. Yui y Ritsu se percataron que la única que faltaba de dar la noticia era Mugi, pero si no lo había hecho, es porque no había nada certero. Esperaban, de todo corazón, que la rubia del grupo encontrara el amor y la felicidad, como lo habían hecho ellas.

Ya pasada la media noche, las chicas empezaron a sentir cansancio. Y es que el viaje hacia Osaka, luego la declaración, la cena y los regalos, las habían dejado agotadas. A pesar de que aún seguían hablando, ya una que otra mostraba signos de querer dormir. La primera en levantarse fue Ritsu, le tendió la mano a su novia, ayudándola a pararse. Por un momento, ambas se quedaron viendo los ojos, perdiéndose sólo ellas dos, dentro de la otra. El resto dejo de existir.

—Bueno, esta princesita esta cansada, así que me la llevo a dormir —anuncio la baterista solemnemente.

—Te sigo, Ricchan. La mía también esta cansada y mañana será un día muy activo, ¿no crees?

Todas estuvieron de acuerdo. Cada pareja se dirigió a sus respectivas habitaciones. Al día siguiente saldrían a tomar un poco de sol en la playa, y de seguro harían juegos, parrilladas y demás cosas. Pasarían un día agradable, como siempre que iban a cualquier mansión de los Kotobuki. Si no, pregúntenles cuando fueron las dos veces de campamento. Hicieron de todo, menos ensayar.

Ya en la habitación de Ritsu y Mio, la bajista se dirigió al baño para cambiarse de ropa, mientras que la castaña se cambiaba ahí mismo en la habitación. Había sido un día cansado, no lo negaba, pero su recompensa fue la mejor. Se puso un calentador de dormir, y se quedo con el torso descubierto, sólo con el sostén que cubría sus pechos. Se metió en la cama, y puso las manos detrás de la cabeza. Miraba el techo, tratando de asimilar las cosas.

Sabía que ya nada sería igual a partir de ese día, pero tampoco quería sentir el cambio de manera drástica. Así que iría de la mejor manera posible, tanto para ella como para su novia. No la presionaría, hasta que ella no le diga que esta lista para dar el siguiente paso. Por el momento, disfrutaría de la compañía, y de estar junto a ella como mejor se pueda. Sabía que la Universidad sería algo problemática, pero si arreglan de la mejor manera la agenda, encontrarían el hueco preciso para estar juntas.

Mio salio del baño vestida con babydoll negro transparente, y una tanga que hacia juego. Ritsu se la quedo viendo embobada. De verdad que Mio tenía un bonito cuerpo, eso nunca se lo negó. Agradecía a la madre naturaleza por haberla dotado de esa manera. Cuando la mirada de Akiyama se poso en la de Tainaka, se dijeron todo lo que tenía que decirse, y de paso, hizo la pregunta que tenía en mente, cuando la vio vestida así.

—Me siento más cómoda para dormir.

La bajista se metió en la cama, abrazando a la baterista, apoyando la cabeza en el pecho de ella. Ritsu la envolvió con sus brazos, abrazándola por la cintura. Todas ya tenían pareja y eran felices, sólo faltaba Mugi. Esperaba que ella fuese feliz con la persona que elija su corazón. Porque se lo merece. Mio cayó rendida en el sueño de Morfeo, Ritsu se quedo pensando unos minutos más, mientras la miraba dormir. Se la veía hermosa, como un ángel. Si, se sentía con dicha de que ella sea su novia, y la mimaría como Kami-Sama manda.

Porque después de todo, en las navidades se producen los milagros, ¿no?

To be Continue


Notas de la Autora:

¡Feliz navidad!

Espero que en esta época de fiestas navideñas, todos hayan podido disfrutar del amor y de la alegría de compartir los mejores momentos junto a sus familias y amigos.

Aquí les traigo esta pequeña historia dividida en dos capítulos: La una que es la declaración en navidad y el siguiente que va a relatar sobre el viaje que van a realizar por año nuevo.

Se suponía que debí publicarlo el 24, pero comprenderán que las reuniones familiares y el problema con el Internet no ayudaron mucho y recién, en estos momentos, he podido subirla. La segunda parte estará publicada el 31 de diciembre, y sino, como mucho el primero de enero del 2013 (voy a rezar para que el Internet no se me caiga). Ah, sin contar que también le ha dado su ataque cucu de no ayudarme a cargar la historia, así que espero poder subir en esa fecha.

Como ven, es una historia ligera, y abarque a las cinco integrantes de la banda HTT, con sus problemas sentimentales. En el siguiente, también va a ser ligero, pero con una sorpresa extra que sé que les puede gustar.

Sin más que decir, espero que les agrade la historia, que la disfruten y que pasen unas hermosas fiestas.

¿Me podrían dejar un REVIEW? Eso me ayudaría a saber que tal les pareció la historia. Acepto toda clase de sugerencias.

Hasta la próxima.