Una pequeña niña regresaba corriendo desde el prado en donde había estado jugando, su pequeño vestido de seda rosa revoloteando en el aire mientras saltaba pasando su mano por los olivos, su padre un hombre no muy viejo pero si muy buen comerciante, la esperaba la final de camino con una niña unos siete años mayor que ella, que un paso a tras miraba con una cara muy seria como la niña se acercaba.

-Papá- grito la pequeña casi arrojándose a sus brazos, tenía casi un mes de no verlo, sus muchos negocios le impedían estar en casa tanto como él quisiera y después de que su esposa murió hace algunos años le costaba más dejar a su pequeña.

-Adara- respondió con el mismo entusiasmo de la niña levantándola en el aire y dando pequeños besos en su mejía. –Te tengo una sorpresa.-dijo bajándola y extendiendo la mano hacia la otra muchacha que se acercó los dos pasos que había estado apartada. –esta es Tisífone.

La niña la miro con curiosidad para luego sonreírle y acercarse más a ella para saludarla, haciendo una pequeña inclinación de la cabeza.

-ella será tu nueva acompañante-prosiguió el padre sonriendo complacido por la predisposición de la niña- ahora no estarás tan sola cuando yo me vaya

-gracias Papá- dijo la niña emocionada de tener una amiga con quien jugar.

-bien ahora vamos adentro a prepararnos para la cena, Tisífone por favor.

La chica asintió y tomo de la mano a la niña. Su cara no reflejaba la verdadera inquietud que sentía al haber aceptado este trabajo, no era una esclava ni mucho menos pero su familia ya no podía mantenerla a sus catorce años y en su posición tendría que haber encontrado marido hace un año pero como no tuvo suerte prefirió tomar el trabajo de ser la niñera de la hija de un comerciante rico antes que morirse de hambre en la calle.

Este le había comprado vestidos nuevos y le había dado una habitación contigua a la de la pequeña que con solo unas semanas ya se había ganado su corazón. El comerciante ya no temía dejar a su hija sola pues sabía que había elegido bien y que Tisífone sentía mucho aprecio por la pequeña Adara, cosa que se reforzaba cada vez que las miraba correr por el prado riendo y recogiendo flores.

Con el paso de los años las dos se volvieron mejore amigas y la diferencia de edad parecía no ser importante. cuando Adara cumplió los catorce años ya tenía varios pretendientes haciendo cola en la puerta para entregarle sonetos y flores, algunos otros más osados le enviaban joyas y vestidos.

-deberás a elegir alguno antes que se maten en un duelo haya fuera- decía Tisífone una tarde mientras le cepillaba el cabello a Adara que la miraba con cara de indecisión por el espejo.

-es que no se, el joven Glauco es muy diestro en sus versos, pero Sosiano me ha enviado un collar con unas perlas de un gusto exquisito.

-guíate por el corazón Adara no te dejes engañar por las apariencias o podrías terminar en las manos de un tirano.

-lo sé- se quedaron en silencio mientras el largo cabello rubio de Adara se deslizaba por las manos de Tisífone como si fuera seda- y tu cuando te dejaras arrullar por los cantos de los poetas Tisífone sé que hay más de un joven que suspira cada vez que te paseas por el mercado.

-y seguirán suspirando, me encuentro bien donde estoy.

-eres una mujer terca- respondió la más joven negando con la cabeza. –algún día me regocijare al saber que has encontrado a alguien más testarudo que tú.

-ya termine- dijo como repuesta Tisífone apartándose para que ella pudiera ver mejor su trabajo.

-gracias es perfecto, ahora porque no me acompañas a recoger algunas flores antes de que papá regrese, quiero que vea las hermosas rosas blancas que encontramos el otro día.

-pero eso está lejos Adara.

-pero si nos vamos ahora y nos apuramos, regresaremos a tiempo para recibirlo.

-bien pero solo vamos las cortamos y regresamos ¿está bien?

-tienes mi palabra.

Las dos salieron bajo los últimos y anaranjados rayos de sol a toda prisa hacia la parte más alejada de la pradera justo del otro lado donde los arboles eran más juntos. El vestido de seda blanca que lleva Adara se había teñido de rosa gracias al atardecer y el azul de Tisífone ahora parecía negro.

-estaba por aquí- dijo Adara mientras buscaba entre los yerbajos el rosal que había visto apenas ayer.

Pero Tisífone estaba preocupada por algo más, saben esa sensación en el cuello, ese cosquilleo de anticipación que te da la idea de que alguien te está observando, bueno pues Tisífone la sentía en ese momento todos sus instintos le gritaban que tomara a Adara y que las dos salieran de ahí, pero sus pequeños reflejos humanos fueron demasiado lentos y pronto el lugar en el que estaban se inundó de un aroma que era mezcla de rosas y durazno, las hojas de los árboles se agitaron por una fuerza invisible y ahí está frente a ella una mujer alta y de cabellos pelirrojos recogidos en un trenza que hace un momento no estaba ahí.

Su vestido rojo y su piel blanca contrastaban con sus carnosos y rojos labios que se contorsionaban en una sonrisa.

-¡Afrodita! – murmuró Tisífone siendo esto lo primero que se le vino a la mente al ver a la hermosa mujer que lanzo una carcajada fría que les helo la sangre a las dos muchachas que ahora estaban muy juntas, Adara tomando la mano de Tisífone fuertemente a causa del miedo.

-no bonita, aunque me siento alagada. Y sé que su deliciosa y dulce sangre me hará más hermosa y joven.

Las dos muchachas estaban paralizadas por el miedo y no entendían a lo que se refería, pero no tuvieron tiempo para pensar porque en un parpadeo la mujer estaba muchísimo más cerca, solo un paso la separaba.

-bien, bien, bien- dijo alargando una mano y tomando uno de los mechones del rubio pelo de Adara. –tu querida hueles particularmente deliciosa no puedo esperar a probarte.

Y al siguiente minuto ya tenía el indefenso cuerpo de la chica entre sus brazos mientras que sus despiadados dientes se clavan una y otra vez en la delicada garganta y sin dejar escapar ni una sola gota de sangre, Adara luchaba por quitársela de encima pero la herida era cada vez más grande y estaba perdiendo sus fuerza, mientras tanto Tisífone había logrado conseguir una rama grande y se disponía a golpear con ella a la letal criatura, pero antes de que esta impactara con la cabeza de la mujer su mano ya la había sujeto y mientras reía con los dientes aun manchados de sangre le arranco el tronco de las manos a Tisífone y se abalanzo sobre ella. El dolor era todo en lo que la joven de cabello castaño podía pensar mientras los filosos colmillos partían su carne y los ávidos labios succionaban su sangre. Pero de repente el dolor paro, uno de los sirvientes de la casa había visto a las dos muchachas salir y luego había escuchado sus gritos así que tomo a dos sirvientes más y a tres esclavos para salir en ayuda de las muchachas, el ruido de los pasos había alertado a la vampira y había dejado a Tisífone entre la vida y la muerte para ella poder acabar con los recién llegados.

El silencio de la noche había caído sobre la casita de campo. Era una noche despejada de las que eran comunes en la Grecia antigua, quien viera el escenario jamás podría imaginar que en aquel pacifico lugar hace tan solo unas horas una masacre se había llevado a cabo, mas sin embargo los cuerpos de seis hombres estaban desperdigados por el patio trasero y dentro de la casa yacían las mucamas cocinaras y la ahora en ruinas habitación principal que había servido de ataúd al comerciante dueño de la propiedad. Mas haya después de pasar el pequeño prado que servía de patio trasero se encontraba un pequeño cuerpo la piel pálida el vestido blanco y el cabello rubio hacían al cadáver brillar por la luz de la luna y junto a él una pequeña criatura luchaba por sobrevivir, se había sentido tan débil tan… somnolienta cuando la oscuridad se había apoderado de ella se sintió volar, el dolor físico y emocional se había ido dejándola con solo una sensación de paz pudieron pasar años o minutos o segundos no lo sabía lo que si sabía era que lo que le siguió a esa sensación de paz era como haber caído de cabeza en el inframundo, como si el mismo Hades hubiese venido por ella y la hubiera abrazado en un dolor tan mortal, rogo y rezo a todos los dioses para que se apiadaran de ella que le dijeran el crimen por el cual la estaban condenando a tan horrible agonía luego pensó que quizá y las mismísimas Erinias había venido a vengarse de ella, del nombre que su madre había elegido y que para muchos era un augurio de mala suerte, muerte y desastre.

Envuelta en esos pensamientos siguió consumiéndose por ese fuego maldito que la hacía retorcerse y gritar hasta que su garganta empezó a quemar también y tuvo que dejar de gritar con la esperanza de que el dolor pasara, y paso primero en sus manos y pies y el alivio se fue extendiendo por su cuerpo excepto en la garganta esa horrible quemazón seguía ahí amenazando con volverla loca se levantó, todo ese tiempo había estado tirada en la hierba y lo primero que vio hizo salir un gemido de angustia de su adolorida garganta.

Todo paso muy rápido y cuando el pensamiento de querer tomar el cuerpo de su mejor amiga cruzo su mente su cuerpo lo obedeció de inmediato y segundos después ya estaba sosteniendo a Adara mientras sollozaba sin poder derramar una lagrima, intento recordar que era lo que había pasado pero sus recuerdos estaban todos nublados como si alguien hubiese corrido un velo sobre ellos.

Aun con el cuerpo de su amiga en brazos se levantó y se dio cuenta de que ya no era tan pesada, salió de entre los árboles, podía olor todo a su alrededor así como escuchar el entorno por completo fue así como se dio cuenta de que habían más cadáveres tirados en la yerba, temiendo lo peor se preguntó si podría correr con Adara en brazos, flexiono los músculos y los encontró más que dispuestos, empezó a correr y en un parpadeo ya se encontraba entrando por la puerta trasera, su mente aún estaba concentrada en encontrar a alguien con vida aun así su cerebro registro el hecho de que ahora era más rápida por instinto olfateo el aire y se encontró con un olor que solo podía significar una cosa: no había nadie con vida en la casa.

Reviso habitación por habitación y sintió un dolor en el pecho al encontrar al padre de Adara con la garganta completamente desgarrada tirado en el suelo de la habitación principal dejo a Adara junto a él, tenía que avisarle a alguien. Con mucho pesar salió de nuevo de la casa y se encamino hacia el pueblo tenía que pedir ayuda, le pareció extraño que por más que caminara no se sentía cansada en absoluto sino que al contrario sus músculos parecían como despertarse, el ardor en su garganta había alcanzado un nuevo nivel de dolor pero estaba demasiado ocupada pensando en Adara he intentado recordar que fue lo que las ataco.

El sonido de las ruedas crujiendo bajo el peso de un hombre robusto la hizo voltear tan rápido que no bien lo había pensado ya se encontraba frente a la carreta. Entonces sus instintos la dominaron y no pudo hacer más que tirarse sobre el hombre que conducía la carreta llena de vasijas mordió y bebió rápidamente ese líquido que punzaba dentro de la garganta del hombre cantando, haciendo promesas de alivio.

Ya no era Tisífone eso era seguro y mientras volvía a la realidad y alejaba de si el cuerpo sin vida del hombre se fijó por primera vez en ella toco su piel, dura pero suave, su cabello brillaba aun en la oscuridad de la noche, vio sus manos, blancas espectrales.

Se asustó y un vago recuerdo de una voz y una cara tan pálida como sus manos que se acercaba a ella susurrando. Y lo comprendió ella ya no era mortal pero tampoco era una elegida por los dioses había sido condenada, condenada a vagar por el mundo sola.

...

Nada quedaba para ella en Tebas, por eso esa misma noche después de haber rezado frente a la que había sido su hogar los últimos años y quemar la casa se marchó de allí sin ver atrás, vago por las costas, escondiéndose durante el día y cazando durante la noche, no tenía ninguna compañía ningún alma condenada que compartiera su pesar o aliviara la pesada carga que los dioses le habían impuesto. Con el tiempo olvido cosas sobre su pasado el único recuerdo real eran el fuego y la muerte.

Su vida se reducía a alimentarse y deambular por Grecia, simplemente se limitaba a existir.

Esto cambio una noche mientras se alimentaba de un esclavo que había escogido el lugar incorrecto para recoger agua, su mano toco la piel desnuda del esclavo mandando una descarga de recuerdos y memorias.

Estaba extática mientras revivía los recuerdos del esclavo, recordaba cada nombre, cada fecha y cada cara.

Repitió el mismo procedimiento la semana siguiente esta vez su objetivo era simplemente tocar a una joven que pasaba por la calle pero al sentir el calor y el ritmo de su corazón tan hipnotizantes como los ojos de afrodita pudieron más que ella y acabo matando a la muchacha, pero su experimento había funcionado, se dio cuenta que no solo los recuerdos se transferían a ella también las habilidades, la joven sabia como tocar el arpa y Tisífone se encontró a ella misma repasando unos acordes en su mente que es su vida había escuchado.

Un nuevo mundo de posibilidades se abrió ante ella, el mundo era su biblioteca y ella podía tomar el conocimiento que quisiera.

Bajo esta nueva determinación se trasladó a Italia, donde solo falto con tocar a uno de los lugareños para entender perfectamente lo que los demás decían y no solo eso, era capaz de responder en un perfecto italiano, se dio cuenta de esto cuando sus sed dejo de ser la dominante y ahora hablaba con sus víctimas, las engañaba y robaba antes de acabar con ellas.

Su vida había dado varios giros poniéndose de cabeza y luego volviendo a su lugar ya no era la misma y nunca volvería a serlo al salir de Grecia se había prometido dejar todo atrás y no lamentarse nunca más.

Había estudiado averiguado y releído todas las leyendas posibles que le guiaran para saber lo que era ahora y solo había llegado a una conclusión era un Vrykolake la criatura que se arrastraba por las sombras robando la esencia de cualquier insensato que se hubiera aventurado a cruzarse en su camino.

Habiendo perdido su humanidad y con ello la inocencia del alma comprendió que los dioses no la habían castigado, al contrario, esto era un regalo y debía disfrutarlo al máximo.

Y así los años pasaron y con el tiempo aprendió más se había trasladado de isla en isla de ciudad en ciudad de pueblo en pueblo y ahora se encontraba de vuelta en Grecia había querido volver no había una razón coherente simplemente una corazonada repentina, su primera noche la paso cazando hasta la saciedad para luego esconderse bajo tierra en un bosque cercano. Para la segunda noche algo extraordinario sucedió.

Paseaba por la ciudad que se iba quedando poco a poco en silencio, cuando lo sintió eran sin duda otro Vrykolake, el miedo remplazo a la sorpresa inicial y puso todos sus sentidos en alerta mientras tensaba sus músculos, nunca había visto a alguien mas como ella y eso podía resultar peligroso.

Los vio aparecer, aun cuando estaban lejos, como ella tenían cautela en su mirada, ambos, una hembra y un macho, se pararon a unos cuantos metros dejando casi media cuadra entre ellos.

-No queremos problemas- dijo la mujer, era menuda no tendría más de diecinueve años. Sus palabras fueron un susurro, Tisífone los observo por un momento, había algo en la mirada de esa mujer que no dejaba dudar de sus palabras.

-Yo tampoco- dijo al fin. La mujer relajo su posición pero el vampiro no, miraba a Tisífone de arriba abajo, era más alto que cualquiera de ellas dos.

La mujer extendió su mano para tomar la del mientras Tisífone no perdía detalle, pronto el vampiro se relajó y dio a Tisífone una especie de sonrisa.

-mi nombre es Aro y esta es mi hermana Didyme no vinimos a molestar solo estamos de paso- el parecía esperar que la joven frente a él se lanzara a su cuello en cualquier momento.

Tisífone relajo su posición notando esto y asintió con la cabeza. –yo también estoy de paso.

Los dos vampiros asintieron y empezaron a alejarse sin darle la espalda, pero la curiosidad de Tisífone pudo más que su sentido de supervivencia. – ¿hay más como ustedes, perdón nosotros?

-por supuesto que los hay-dijo Didyme, un aura de tranquilidad parecía emanar de ella y esto hizo pensar a Tisífone que podría parar a un ejército furioso solo con su mera presencia.

Las dos fueron acortando la distancia y Aro aunque cauteloso siguió los pasos de su hermana.

-yo nunca había visto a alguien más, pensé…-en realidad se sentía tonta admitiendo esto. –pensé que era la única.

-¿Quién te transformo no te explico lo que eras?- pregunto Didyme sorprendida y Aro negó con la cabeza.

Mire hacia otro lado mi cara se había descompuesto por la ira que sentía hacia mi creadora. –fue un accidente, yo era la cena, pero algo la distrajo, ni siquiera sé porque no termino su trabajo

Una oleada de lo que parecía felicidad pura llego a mi como si fuera una brisa de verano y de repente lo que me había pasado esa tarde ya no parecía tan malo, me volví a fijar en los dos vampiros frente que estaban tomados de la mano y se miraban a los ojos ella con mirada suplicante y el negando con la cabeza casi imperceptiblemente, el desconcierto cruzo mi mente, ¿era esto un gesto romántico? ¿Qué no acababan de decirme que eran hermanos? Pero antes de que pudiera formular esta pregunta Aro suspiro resignado y soltó la mano de su hermana con delicadeza.

-si quieres saber más sobre nosotros, acompáñanos será un placer iluminarte.

Los mire por unos segundo eran perfectos desconocidos más sin embargo había algo en ellos que me hacía confiar.

-¿ir a dónde?-pregunte para ganar tiempo y porque realmente quería saber.

-a las afueras de la ciudad este no es el lugar para ese tipo de conversación-

Mire a mi alrededor Aro tenía razón cualquiera podría asomarse por la venta o la puerta y vernos ahí parados en mitad de la calle aunque tal vez tuviera problemas escuchándonos.

-no te preocupes querida, no tienes que decidir ahora- Ambos, Aro y yo la vimos con desconcierto, él iba a decir algo pero ella volvió a sujetar su mano de nuevo. –si así lo decides puedes reunirte con nosotros al atardecer mañana cerca del camino que conduce a Atenas. Te esperaremos hasta la media noche.

Asentí aun pensando en esa posibilidad y luego de un asentimiento de cabeza los dos desaparecieron dejando una única ráfaga de viento como testigo de su presencia en la calle, yo me quede un poco más, pero el alba estaba cerca y yo no quería morir calcinada así que corrí de regreso a mi guarida subterránea en el bosque.