Era cosa de todos los días; algo que no sucedía muy a menudo.

Le comprimía los pulmones con sus fuertes brazos; hasta el punto de escuchar sus corazones latir al unísono. Una que otra lágrima se ocultaba en un sollozo.

Tan apático como lo era por fuera, Norge lo tomo por el rostro apretándolo entre sus manos. Llamándolo tonto, idiota, testarudo; alimentando el destrozado ego de Denmark con besos. Pegando los trozos de su destrozado corazón después de la derrota.