Esta canción me gusta mucho particularmente y quería escribir algo sobre ella. El fanfic tendrá dos partes más.
Espero que os guste y dejadle amor
Boku no hero no me pertence
En el pasillo lleno de alumnos despistados, una chica de primer año corría apurada mientras intentaba ver por encima de su enorme y pesada pila de papeles. Debía entregarlos antes de que la sirena indicase el final del recreo y la gente no se lo estaba poniendo nada fácil.
Izumi se quejó mientras miraba de reojo al chico que había chocado con ella y ni se había disculpado, empezaba a irritarse enormemente y encima iba a ser regañada… Hoy no era su día de suerte -Ah… Deja que te ayude con eso-. La mitad del peso que cargaba desapareció en un instante
Sorprendida levantó la vista para encontrarse con la sonrisa más bonita que jamás había visto en su vida. Se quedó embobada unos eternos segundos para después parpadear y enrojecer hasta las orejas por su despiste -¡M…Muchas gracias, soy Midoriya Izuku!-. Ambas empezaron su recorrido hasta la oficina de Aizawa, esta vez de forma más calmada.
-Uraraka Ochako, el placer es mío-. La chica parecía un ángel con su pelo castaño y sus enormes y expresivos ojos. Tenía el rostro ovalado enmarcado por un flequillo por encima de las cejas. Vestía el uniforme reglamentario y medias negras debajo.
Por su parte, la salvadora improvisada también observaba a su compañera. Era realmente adorable con sus trenzas y su pelo teñido de verde, se le hacía muy tierno sus raíces negras descuidadas. También se había fijado en esos impresionantes iris verdes que podrían enamorar a cualquiera -Que pequeña es, seguro que es de primer año. Quiero protegerla-. Pensó Uraraka mientras llegaban frente a la puerta, justo cuando el timbre sonaba.
Tras recibir el correspondiente permiso, la pareja entró y entregó los papeles. El hombre abrió la boca para regañar a la más pequeña, por llegar tarde y molestar a sus superiores, pero la cerró al ver el ambiente tan… rosa que rodeaba a ambas jóvenes. Con un suspiro las mandó a clase, sin querer meterse en asuntos relacionados con el amor.
Pocos días después las dos chicas eran muy amigas y no era raro ver a Ochako por los pasillos de los de primer año a la hora del recreo, solían pasar mucho tiempo juntas -Midoriya-san-. Llamó su atención mientras se balanceaba juguetonamente en sus zapatos -te voy a presentar a un amigo mío-. Entrelazaron sus brazos y marcharon hacia su zona asignada no oficialmente.
-¿U…Un chico?-. Izumi se tapó el rostro con la mano que tenía libre, sintiéndose muy avergonzada. Nunca había sido buena con los hombres o con la gente en general, el hecho de tener que socializar con alguien podía llegar a provocarle mucha ansiedad.
-¡Te va a gustar!-. Uraraka prácticamente arrastró a la otra hasta un chico bastante alto de pelo azul oscuro y con gafas, a primera vista resultaba bastante intimidante.
-¡Iida!-. Al ser la menor el foco de atención del otro, hizo un pequeño sonido de terror y se escondió detrás de su senpai -¡Kawaii!-. La castaña gritó en su mente mientras trataba de controlarse y no hacer algo que la pusiese en ridículo.
Aunque ahora que lo miraba bien y mientras era ligeramente ignorada por ambos, no creía que fuese tan buena idea presentarles. Esos dos habían encajado demasiado rápidamente para su gusto, por supuesto que Uraraka Ochako no estaba celosa claro que no.
En contraposición Izumi la invitó a su casa para que conociese a su amigo de la infancia, un tal Bakugo Katsuki. Se sorprendió al llegar, pues podía oía a un chico gritar bastante enfadado. Tras dudar un par de segundos tocó el timbre y rápidamente se arregló la ropa para asegurarse que luciese perfecta.
-K…Kacchan, por favor no grites…-. Escuchó más maldiciones cuando Izumi abrió la puerta con una sonrisa avergonzada -Lo siento… Por Kacchan-. La invitó a entrar mientras se iba a calmar al agresivo adolescente. Después de varios minutos los tres consiguieron instalar una relativa paz en el salón y ver una película los tres juntos, con la castaña en el medio.
El rubio miraba a las chicas de reojo, notando la clara atracción que ambas se procesaban. Una sonrisa traviesa se extendió por su rostro mientras pasaba un brazo por encima de los hombros de la nueva extra, disfrutando de la sorpresa de ambas.
A las siete Ochako se había ido e Izumi estaba de morros en la cocina, fregando todo lo que habían ensuciado. Bakugo se apoyó en la marco de la puerta con los brazos cruzados -Deku, no seas estúpida. Dentro de poco os estaréis comiendo el coño mutuamente-. El rubio huyó a tiempo para evitar que un vaso de plástico se estrellase contra su cabeza.
Cuanto más tiempo pasaban juntas, más descubrían la una de la otra. A veces eran cosas tristes, la mayoría felices y muy pocas preocupantes; como por ejemplo que cuando Izumi estaba sola era intimidada por un molesto grupo de chicos.
Debido a esto se decidió que Iida, quien era cinturón negro de kárate, junto a Uraraka enseñarían a Midoriya a defenderse de sus agresores. A pesar de que la chica odiaba la violencia, accedió rápidamente pues le gustaba mucho hacer ejercicio y necesitaba ponerse en forma.
Los tres quedaban después de la escuela para ayudar a que Izumi cogiese la resistencia necesaria y practicar técnicas básicas de la modalidad de lucha. Muchas veces volvieron con la chica agotada y en la espalda de Tenya, medio dormida.
A pesar del cansancio la de pelo verde podía decir que tenía unos tutores geniales que la animaban a esforzarse y dar lo mejor de si misma. En un par de meses empezaría a notar los cambios en su cuerpo, según las palabras del chico.
Por la propia torpeza de Midoriya pasó por un par de accidentes bochornosos, aunque siempre recordaría uno en específico. Las dos chicas corrían por el paseo cuando un perro grande apareció de pronto, asustando a la menor y provocando que tropezase con sus pies y cayese sobre la castaña.
Todavía se sonrojaba al recordarlo, pues había estado muy cerca de dar su primer beso y aunque Ochako le había asegurado que no pasaba nada malo, Izumi no pudo evitar ser una bola de estrés en los próximos días. Realmente se sentía como una persona horrible por tener esa clase de deseos y más hacia otra mujer.
Esto la tenía realmente confundida, pues no tenía a absolutamente nadie con quien hablar de ese tema. Le temía a la reacción de su mamá, Bakugo era un enorme NO con sus últimas burlas e Iida sería demasiado extraño. Frustrada consigo misma se llevó la almohada a la cara y dejó salir toda su frustración.
En otra parte de la ciudad, una chica de cabellos marrones intentaba conciliar el sueño sin conseguirlo, su mente estaba invadida por cierta estudiante de primer año -Esto es muy raro… Yo solo quiero que ella y yo… ¡Agh!-. Gritó contra su mano para no despertar a sus padres.
Sin poder dormir, ambas se levantaron de la cama y miraron hacia la luna, preguntándose internamente lo mismo -¿Es raro que siento algo por otra chica?-. Realmente no podían para verse mañana.
