Estaba nerviosa y asustada porque sabía que estaba jugándome el todo por el todo, porque sabía que después de hacer una pregunta como la que tenía que hacer las cosas no volverían a ser lo mismo, pero era una pregunta que necesitaba hacerse...

Desde que nos conocimos Takeru y yo hemos compartido de manera permanente en el tiempo, y puede que haya empezado como costumbre que siempre estuviéramos juntos, porque caminábamos más lento que nuestros amigos y hermanos, al ser los más pequeños… pero a medida que crecíamos y podíamos caminar al ritmo de los demás, aún así siempre preferíamos caminar más atrás... En esas largas caminatas en el Digimundo nos contamos muchas cosas y comenzamos a conocernos sin siquiera preguntarnos nada. A veces hablaba yo… a veces hablaba él… y lo escuchaba atentamente, me contó sobre cómo conoció a Angemon, la relación de sus padres, lo que era para él vivir lejos de su hermano y fue como supe que en realidad él había pasado por muchas cosas duras.

Cuando nuestro viaje llegó a su fin, tuvimos que separarnos porque él vivía en otra ciudad, no perdimos nunca contacto por eso, cuando me dijo que viviría en Odaiba, me puse muy contenta, y fui mucho más feliz aún cuando se presentó en la sala de clases a la que yo asistía; seríamos compañeros... Su apariencia había cambiado, ya no era el más pequeño, era mucho más alto que yo y por primera vez pensé que Takeru era muy atractivo.

Así fue como comenzó a pasar el tiempo, y cada uno de nuestros amigos eligieron sus caminos. Algunos iniciaron una relación, como lo hicieron Yamato y Sora y luego les siguieron Miyako y Ken, los demás con personas que conocieron en sus respectivos trabajos, universidades o lugares que solían frecuentar... Ante mis ojos veía como la vida personal de todos comenzaba a separarnos... Observaba pasivamente pasar el tiempo y paulatinamente las reuniones se fueron haciendo menos regulares, hasta que en algún momento, la sagrada fecha del primero de agosto, era la única en la que nos encontrábamos todos. Extrañamente a Takeru se le estaba haciendo igual de difícil que a mí el conseguir una vida ajena a la del grupo, por lo que una vez más nos veíamos caminando al mismo ritmo, más lento que el resto y no puedo negarlo, hacía que me sintiera un poco menos presionada ver que no era la única e incluso bromeábamos al respecto.

En particular no me molestaba aquello, pero no fue hasta que mi hermano me pidió que cuidara de mi sobrino que no me había dado cuenta de algo… yo quería tener un bebé también…

La idea rondó por mucho tiempo en mi cabeza y después de analizarlo con cuidado decidí que no porque no tuviera pareja no podría ser madre. Tenía todo, una casa, ahorros, trabajo estable… por lo que un día, sin más preámbulos, me dirigí a una clínica especializada en fertilización.

Fue algo incomoda la entrevista, hablar de los métodos, posibilidades y estadísticas y aunque me costara aceptarlo, había sido un poco -bastante, de hecho- frívolo todo, pero soportable, hasta que la pregunta más delicada de todas fue hecha: "¿tiene algún donador en mente o quisiera ver algunos de nuestros donantes de la base de datos?" Me sonrojé, porque por absurdo que sonara, había pensado en el bebé y en todo a lo que concerniera a eso… pero no había pensado en la segunda parte del aporte genético necesario para crear un bebé… no respondí y el médico pareció notar algo extraño, porque me dijo que podía pensarlo, pero que por el momento podíamos empezar con mis exámenes físicos para saber si todo andaba en orden conmigo.

Los exámenes físicos resultaron ser más incómodos y vergonzosos de lo que me gusta admitir, pero habían sido satisfactorios, por lo que harían un seguimiento de mis ciclos y, en cuanto tuviera el donante, comenzaría el proceso, por lo que pedí ver a los posibles candidatos preexistentes y dispuestos. Leía los antecedentes y todos estaban escogidos con los más estrictos "controles de calidad", salían sus antecedentes genéticos, logros académicos, sus gustos exageradamente refinados en algunos casos y todo parecía realmente elaborado... ¿de verdad le gustaba a alguien una dieta estricta en rábanos y arroz?... y por primera vez pensé en que tal vez no estaba haciendo las cosas bien, que probablemente me estaba apresurando… pero aplaqué ese pensamientos y decidí escoger al que me pareció menos presuntuoso y el más atractivo a su vez, tenía el pelo castaño, ojos verdes y en su descripción se destacaba su gusto por los animales y no ostentaba de ninguna rareza o deporte extremo casi impronunciable o físicamente imposible, por lo que me pareció el más adecuado.

Esa noche soñé con un niño, quise creer que era el niño que tendría… si era niña era perfecto para mí también, pero esa noche fue un niño el que apareció, un niño rubio y pequeño que caminaba con alguien más, un hombre, y cuando traté de acercarme noté que la distancia no se hacía más corta, me estaba empezando a desesperar cuando a causa de Gatomon, desperté.

—Hikari, ¿estás bien?

—Si, sólo tuve un mal sueño.

Ella no me preguntó más, pero la acerqué a mí la abracé, posteriormente seguí durmiendo, esta vez sin pesadillas…

Estaba a poco de concretar la inseminación artificial, cuando de pronto, de la nada, pensé en mis amigos… en Takeru… en qué me diría cuando supiera que había decidido ser madre de esa manera… ¿Se sentiría decepcionado de mi? No es que no me importaran los demás… o mi hermano, por otro lado… pero era con Takeru con quién más compartía, ya que mis vacaciones eran las más prolongadas y debido a su profesión de escritor no tenía horarios, y definitivamente a quién de alguna u otra forma mi decisión afectaría más…

Mi inseminación estaba ya programada, la fecha había sido hace dos días… y no había sido capaz de ir. Miraba la pantalla del móvil y salía el número de la clínica. Era ya el tercer llamado ¿por qué me estaba pasando esto?. El móvil sonó nuevamente y no era la cuarta llamada, como supuse, sino que era Takeru…

—Hikari…- sonaba cansado y aliviado de escucharme.

—Takeru…-le respondí

—¿Estás ocupada?-preguntó con aquel tono que yo bien sabía que no era una pregunta como tal, sino una llamada de auxilio.

—No, la verdad- le contesté, después de todo, no lo estaba.

—¿Podrías venir?- consultó anhelante.

Simplemente le contesté que sí, que pronto estaría ahí, cuando escuche un niño llorar al otro lado de la línea. Ya sabía el por qué me estaba buscando, dado que no era la primera vez que sucedía. Así que me duché, me vestí y tome mi carro para ir en su ayuda.

Al llegar pude apreciar el tamaño del desastre y el por qué el llamado de auxilio; su sobrino pequeño estaba al cuidado de él. El pequeño era adorable, a decir verdad, pero él prefería la compañía femenina y por lo mismo, cuando estaba al cuidado de su tío, le hacía las cosas difíciles, aunque yo sabía que en realidad lo quería porque el pequeño Tetsuo era mi alumno y siempre dibujaba a un Takeru muy grande junto a sus padres y hermano mayor.

Tetsuo, al verme se arrojó a mis brazos y yo lo tomé, Takeru me miró con los ojos entrecerrados y comenzó a ordenar mientras mascullaba cosas que me hacían reír… Ver a Takeru cocinar tan concienzudamente para su sobrino, hervir todo con sumo cuidado para que los alimentos no perdieran su sabor, propiedades y nutrientes no hizo más que hacerme sentir nostálgica acerca de si era muy egoísta mi deseo de ser madre soltera… y cuando finalmente terminó sus tareas culinarias, Takeru se acercó para despertar a su sobrino, arrebatándomelo de los brazos, besándolo y haciéndole cosquillas… y fue cuando obtuve mi respuesta; lo que yo quería era un hijo, si… pero quería un hijo de mi mejor amigo… no quería el hijo del sujeto que escogí por descarte, porque independiente de lo que saliera en su ficha yo no sabía cómo era su carácter, qué olores le desagradaban, o qué le gustaba… no sabía los valores que les habían sido inculcados… y si mi bebé tuviera tan sólo una de las muchas virtudes de Takeru…

Después de comer y jugar, Yamato y Sora pasaron a buscar al pequeño, que ignoró por completo a su padre y corrió hacia Sora, dejando a Yamato con los brazos estirados y un poco avergonzado, lo que nos causó mucha risa a todos.

Más tarde, después de lavar los platos, Takeru me invitó a salir a caminar, lo que acepté no de muy buenos ánimos porque después de que admití de cuáles eran mis verdaderos pensamientos al respecto a lo que quería, me sentía avergonzada de mirarlo a los ojos y creo que él se dio cuenta y mientras caminábamos, me armé de coraje y comencé a hablar.

—Takeru hay algo que quisiera preguntarte, o más bien pedirte… no sé cómo explicarlo… quiero decir…- estaba nerviosa pero sabía que si no se lo preguntaba en ese minuto, nunca más tendría el valor de hacerlo.

—¿Tiene que ver la clínica de fertilidad que has estado frecuentando? – su tono fue serio y apagado.

—¿Cómo lo sabes? – no sabía cómo pudo haberse enterado.

—La primera vez te vi por casualidad y la segunda vez te vio Sora y me hizo el comentario… la tercera vez te volví a ver yo… y ver que te han estado llamado y no has contestado, hay algo que sé que no me estás diciendo.

—Tienes razón, hay algo que no te he contado.

—Hikari si estás saliendo con alguien no es algo que tengas que ocultarme, si te hice pensar eso de algún modo, discúlpame, no era mi intención hacerte sentir mal.

—No es nada lo que estás pensando.

—¿No? – preguntó curioso- ¿Y qué es entonces?

—Takeru, voy a ser madre.

Takeru dejó de caminar a mi lado y se quedó estático. Definitivamente eso no lo vio venir y no fue capaz de disimularlo.

—¿Y cuándo pensabas decirme? – cuestionó en un tono de voz bajo y brusco.

—Hay otra cosa más- dije mientras todo mi cuerpo tiritaba de anticipación.

—¿Te casaste y no me contaste? – dijo muy mordaz y me dolió un poco la cizaña con la que soltó el comentario, pero era ahora o nunca.

—Quiero que tú seas el padre.

Él que en algún minuto había retomado la marcha nuevamente se detuvo y me miró directo a los ojos, había algo que no estaba entiendiendo.

—¿Qué estás diciendo? ¿No estás embarazada? ¿Yo?

—Takeru, la razón por la que estoy yendo al lugar en el cual me viste es porque quiero ser madre. No tengo novio y a decir verdad no es algo que me moleste, sin embargo… yo quiero…- comencé a hablar pero él me cortó.

—No encuentras que es todo esto muy extraño, Hikari

—No es mi intención ponerte en una mala posición, es algo que por supuesto debes pensar si es que quieres, independientemente de tu respuesta todo seguirá como hasta ahora entre nosotros. Yo ya tomé la decisión…

—No me malinterpretes… es sólo que no lo había pensado… me siento halagado, pero no me siento preparado…

—Está bien, Takeru. Es demasiado lo que te estoy pidiendo, lo sé y comprendo totalmente. No te preocupes.

—Lo siento, en verdad lo siento.

—No te preocupes, en serio.

El regreso fue incomodo, por decirlo menos. Él caminaba dos metros atrás de mi y ambos estábamos sumidos en el silencio. Yo estaba profundamente decepcionada, había surgido en mi la esperanza de que él aceptaría… pero lamentablemente las cosas no son como uno las espera.

Antes de subir al carro Takeru me preguntó inseguro algo que no esperé.

—Ya lo decidiste, ¿verdad? Si no soy yo… será cualquiera otro.- dijo sin ser capaz de mirarme directo a los ojos.

—Bueno, no cualquiera ¿por quién me tomas? – traté de bromear, pero no le resulto gracioso en lo absoluto.

Le sonreí, le dije que ya nos veríamos pronto y me marché, olvidando por completo que mi móvil aún estaba en su mesa de centro.