DISCLAIMER: Frozen no me pertenece, derechos reservados a Disney. Historia de mi autoría prohibido su plagio.
Caja de Plata
Summary
¿Qué es lo que guarda con tanto aprecio su Majestad en esa caja de plata? Memorias del amor de su vida.
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I
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¿Cómo fue que pasó? Ya lo había olvidado. A sus 87 años, Elsa de Arendelle, su Majestad, había olvidado los hechos acontecidos hace más de 50 años, cuando su reino tuvo que enfrentarse al reino de Weselton; ahora los recuerdos son fotografías borrosas en su mente.
-¡Abuela!-
Una pequeña de cabellos castaños y ojos verdes entró a la habitación real donde la legendaria Reina de las Nieves reposaba de la última recaída que había tenido hace dos días.
-Alexa, cariño. ¿Qué haces aquí? - Preguntó dulcemente Elsa, con una voz algo ronca por el paso del tiempo y por las enfermedades que tuvo que enfrentar a partir de los 70 años.
-Quería saber cómo estabas, y para mostrarte que…- La pequeña de ocho años pausó para mover sus manos con gran delicadeza y formar un copo de nieve de hielo. Elsa quedó maravillada.
-Pequeña, lo lograste. Estoy orgullosa de ti. - Una leve sonrisa se formó en el rostro de la hermosa reina. Las arrugas en el rostro de la soberana no eran muy notorias, pues la dieta y ejercicio que había practicado a lo largo de los años le fue beneficioso a su tercera edad.
-¿Algún día podré ser como tú?- Con su vestido de seda lila ondeando al caminar, la pequeña se acercó a la cama de la soberana y tomo asiento muy cerca del rostro de su abuela.
Elsa acercó con mucha lentitud su mano al rostro níveo de su nieta para acariciarla mirando esos grandes ojos verdes que le recordaban a dos personitas. A una en especial
-Como yo no, Alexa. Alguien mejor.- La niña sonrió.
La puerta se abrió dejando ver a un hombre adulto con canas semejantes a las de Elsa. Portaba un el traje real del rey de Arendelle, color rojo con un pantalón blanco y botas cafés, sus ojos color miel resplandecían con la luz de la lampara en el escritorio. Aunque estricto, cuando lo conocías era una persona cálida, para los demás, porque para la familia real era un ser vil. Gabriel Leblanc rey de Arendelle.
-¿Qué haces aquí Alexa? Tu abuela debe descansar. - Regañó de manera leve el rey, la niña bajó la cabeza apenada. De un salto salió de la cama y se despidió de un beso en la mejilla de su abuela.
-Nos vemos después, mamá Elsa.- Alexa se dirigió a su abuelo también para darle un beso en la mejilla, el soberano se hincó como pudo para recibir la muestra de afecto de su nieta.
Cuando la niña salió, Elsa volvió a su mirada celeste hacía la ventana de manera triste.
-¿Cómo te sientes?- Preguntó Gabriel sentándose en la orilla de la cama como la niña.
-Cansada. - Respondió cortante, como siempre desde los últimos 50 años.
-Ya estás muy vieja para ser tan fría, Elsa.- Espetó el monarca. -¿Cuándo lo vas a superar? El imbécil se lo merecía.-
La Reina de las Nieves se volvió a él con una expresión furiosa. ¿Cómo se atrevía?
-¿Y tú cuando entenderás de que no te expreses así de él?
-Hasta que muera. - Contestó seco.
-Pues ahí tienes la respuesta a tu pregunta. – La reina le dio la espalda para seguir mirando la ventana.
Gabriel negó con la cabeza, se puso de pie no sin antes echar un vistazo al otro lado de la cama donde la luz de la luna hacía resplandecer la famosa caja de plata de la Reina de las Nieves.
No era muy grande, cabía en su mesa de noche. Tenía pequeños detalles de las flores que representaban al reino nórdico y algunos copos de nieve en las orillas con un cerrojo en forma de corazón.
-Pronto te reunirás con el amor de tu vida Elsa, tu fin se acerca. - Dijo antes de salir de la habitación azotando la puerta.
Elsa suspiró, pues esperaba con ansias ese día.
Nuevamente llaman a la puerta.
-¿Mamá?- Escuchó del otro lado.
-Adelante, Hanna.- La puerta de roble blanca se abrió dejando ver a una jovencita de unos treinta años aproximadamente. Llevaba un vestido azul marino con detalles brillantes, como hielo. Efectivamente, es hielo.
Hanna Westergaard de Arendelle era la viva imagen de su padre, el príncipe de las Islas del Sur y Almirante Hans Westergaard. Su cabello rojizo estaba recogido en un moño alto como el que solía utilizar su madre en eventos importantes.
La princesa de Arendelle, y heredera al trono se acercó lentamente a su progenitora.
-¿Cómo estás?- Elsa no puedo evitar soltar una pequeña lágrima que su hija no dudó en borrar rápidamente.
-Perdona a esta vieja sentimental.- Dijo Elsa con un nudo en la garganta. – Estoy cansada, es todo. Solo quiero estar en paz.-
Hanna tomó asiento en la cama, y acarició la mejilla de su madre, no le gustaba verla así. No desde que supo la razón de sus lágrimas en la noche y las pesadillas al dormir.
-Pronto estarás bien, mamá. Verás que ya todo pasará.
-Perdóname por no ser una madre ejemplar.- La pelirroja negó con la cabeza.
-Eres la mejor madre del mundo, me enseñaste todo lo que sé- Hanna se puso de pie para besar la frente de Elsa. – Verás que todo mejorará.
La monarca con dificultad se acercó a su mesa de noche donde abrió un cajón sacando una llave en forma de corazón.
-¿Eso es…?
-Sí. La llave de mi Caja de Plata.- Elsa se volvió a recostar mientras le estiraba la llave a su hija. –Quiero que te la quedes, y que cuando muera…
-¡No! No mamá, tú no puedes morir. No me puedes abandonar, no estoy lista.- Confesó Hanna mientras sus ojos verdes se anegaban de lágrimas.
-Lo estás cariño, siempre lo estuviste.- Tomó la mano nívea de su hija apretándola lo más fuerte que podía.- Estoy segura que con el carácter que heredaste de tu padre lograras cualquier cosa.
-Mamá… ¿Cuándo me mostrarás la foto de mi padre?
-Tú lo descubrirás muy pronto. Lo prometo.- Elsa tosió, Hanna le acercó un vaso de agua de la mesa. – Gracias, linda. Todas las preguntas que me has hecho a lo largo de tu vida están aquí.- Explicó mientras tomaba la caja de plata.
-Mamá…
- Solo espera un poco más, mi pequeña.- La chica asintió – Y quiero que no olvides esto. Tu padre y yo te amamos con todo el corazón.
-Yo también mamá, yo también.
N/A:
Pues que les digo, odio la Universidad.
¡Hola! Vengo del más allá para publicar esta historia que apenas se me acaba de ocurrir :v Ok, no. O más o menos; necesito empezar a volver a escribir porque siento que ya perdí el toque y los hiatus del fandom no ayudan. No sé si será una historia larga o corta, pero espero terminarla.
Mis proyectos para Frozen están levemente pausados, pero eso no significa que no los vaya actualizar o publicar. Tengo como propósito acabar True Love y publicar el OS Queen on ICE antes de terminar el año.
Me pondré al corriente en responder comentarios y leer historias. Si encuentran horrores ortográficos o incoherencias no duden en avisarme. Mis historias están en edición.
Esta historia está inspirada en la canción Boîte en Argent (Caja de Plata) de Indila. Por su gustan escucharla para conocer de qué va la historia.
¡Muchos saludos!
-La FanFicker
