Disclaimer: Saint Seiya no me pertenece si no a sus respectivos autores Masami Kurumada, por ser el creador original y Shiori, creadora de SS The Lost Canvas.
Género: Drama, Romance (eso pretende).
Ubicado en la línea temporal del gaiden de Manigoldo, inspirado en el video de Cinco centímetros por segundo y el tema "One more time, One more chance" de Yamasaki Masayoshi
2017: Razones para no editar y/o borrar esta historia.
Nostalgia
Respeto a los seis reviews y cinco favoritos que tiene.
Con el participé en un concurso de Fanfics y ganó el primer lugar. El fic se merece un poco de consideración de mi parte.
Tan cerca pero a la vez tan lejos.
Albafika y Manigoldo se encontraban en la hermosa ciudad de Venecia, buscando indicios de Nero, o cualquier pista que les ayudara a dar con los Caballeros negros, pero parecía que el Carnaval que se estaba celebrando en ese momento no les ayudaba a averiguar lo que necesitaban, habían muchas personas lo cual les dificultaba el trabajo, bueno quizás solo a uno: a Albafika. Su total aberración al contacto con las personas le complicaba el avanzar entre tanta gente, le molestaba el ruido que estos provocaban y se encontraba muy incómodo, de la manera más diplomática que podía apartaba a las personas que se le acercaban demasiado, era una situación muy problemática, estuvo varias veces a punto de perder la paciencia pero no lo hizo, respiraba profundo para calmarse ya que no quería lastimar a esas personas, después de salir de ahí se vengaría de cierto cangrejo que lo había dejado ahí abandonado. El recordar como hace unos minutos lo había dejado "plantado ahí" lo hacía hervir de rabia.
Anduvo un rato más apartando a las personas y tratando de salir del tumulto de gente, por un instante la escena de sí mismo le pareció cómica, y se sonrió a sí mismo, en ese momento su vista se desvió a un par de niños que a lo lejos tomados de la mano cruzaban un puente, se trataba de un niño y una niña, iban vestidos de forma normal, al verlos Albafika recordó cuando de niño él y Ariel siempre iban tomados de la mano, donde quiera que fueran siempre juntos y de la mano, su rostro se tornó nostálgico al recordar esos momentos, también recordó con tristeza como un día Ariel tratando de tomarle de la mano él la rechazo con rudeza, esa había sido la primera vez en su vida que la había hecho llorar.
"...Ariel y Albafika caminaban rumbo a la Cámara del Patriarca, ya que este último había recibido un llamado del Pontífice, Ariel lo acompañaba detrás de él y se mantenía callada, estaban cruzando la casa de Piscis. Ariel llevaba rato mirando detalladamente la mano de Albafika que se mantenía abierta, vestida con la armadura de piscis al igual que su cuerpo entero y en un acto de impulso ella estiró la mano para tomarla, apenas sintió el rose Albafika apartó su mano con un manotazo usando su capa, se giró hacia ella que se había quedado sorprendida por el gesto y la miro con enojo y frialdad:
—¡¿Qué haces?, ¿estás loca?! ¡No me toques! En tu vida vuelvas a tomarme de la mano, no quiero que lo vuelvas a hacer, nunca, ¿entendiste? ¡NUNCA! —exclamó Albafika, furioso.
Ella solamente lo miró entristecida y con los ojos llorosos, estaba a punto de llorar lo cual lo hizo enojar aún más, así que simplemente le dio la espalda y siguió caminando, apenas pudo escuchar los sollozos que Ariel comenzó a emitir, la miró de reojo y vio que había bajado la cabeza y apretaba los puños, también vio como las lágrimas caían al suelo, sintió una amarga culpa, la había hecho llorar, pero simplemente siguió su camino dejándola atrás…"
Su mente se había ido hacia aquel recuerdo que no notó como un hombre, con una guitarra en la espalda se hallaba a dos metros de donde él estaba y lo miraba con detenimiento. El hombre era joven, alto, de cabello castaño oscuro, vestía una camisa blanca manga larga de botones abrochados hasta el antepenúltimo que revelaba una playera verde que estaba debajo de dicha manga larga y pantalones marrón claro.
Albafika salió de sus pensamientos y se topó con la mirada del hombre, se miraron por unos segundos, lo miró con recelo y el otro con tristeza, como si supiera de sus sufrimientos; recostado en una pared, el hombre saco su guitarra y comenzó a tocar:
¿Cuánto más tengo que perder,
para poder perdonarme
y hacer que mi corazón sea perdonado?
¿Cuánto dolor tengo que vivir,
para encontrarte nuevamente
y poder estar contigo de nuevo?
¿Cuánto he de seguir así?
Para volver a verte.
La melodía se escuchaba tranquila pero a la vez muy triste y Albafika aunque no sabía mucho de música pensó que era muy hermosa pero melancólica, no sería una canción que Ariel escucharía, su mente divagó en ella por unos momentos.
Una vez más, nos encontramos perdidos tú y yo.
Una vez más, recuerdo el día en que me enamore de ti.
Y cuando perdíamos el tiempo en tonterías.
Cada vez que peleábamos
siempre era el primero en ceder,
tu naturaleza egoísta
me hacía amarte aún mas
Una oportunidad más, mis recuerdos me retienen aquí.
Una oportunidad más, no sé a dónde ir y así.
No puedo elegir mi siguiente destino.
Muchas personas lo voltearon a ver y se acercaron para escuchar la canción, mientras le arrojaban al estuche monedas, dejándole el camino libre al peli celeste, quien dio la media vuelta para salir de ahí. La canción le trajo muchos recuerdos y sentimientos que lo abordaron con mucha fuerza ya que recordó a su querida Ariel que llevaba tiempo de desaparecida y sin saber de ella, y la canción describía a la perfección los sentimientos que le hacían sentir la ausencia de su querida amiga.
Siempre estoy buscando
ver tu silueta en algún lugar,
en las ventanas de las casas,
a lo largo del sendero;
aunque soy consciente
de que no tienes por qué estar aquí,
aun sabiendo que juntos no podremos estar.
Si mi deseo se hiciera realidad,
estaría contigo en estos momentos
no habría nada que no pudiera hacer,
lo dejaría todo por ti.
Te abrazaría con todo mí ser
La música se empezaba a sonar cada vez más lejana pero la letra seguía escuchándose haciéndolo sufrir más y pensar aún más en ella, al dar un par de pasos más, aun andando en la luna no vio como un joven de cabellos negros hasta los hombros, que caminaba acompañado de otra encapuchada con un manto gris claro.
Pasaron junto a él en dirección contraria, haciendo que el brazo del pelinegro y el de Albafika se rozaran lo suficiente como para sentir una especie de descarga eléctrica que recorrió todo su cuerpo y el de él, el músico miró la escena, sonrió con suficiencia y siguió cantando.
Si tan solo quisiera evitar la soledad…
…estaría bien con cualquiera.
Pero así como en esta noche,
en que Las estrellas parecen caer…
…no puedo mentirme a mí mismo.
Y una vez más, a estación cambia junto con el viento.
Y una vez más, nos encontramos perdidos tú y yo.
Albafika se paró en seco, totalmente desconcertado, sintió su presencia y el aroma de ella, así como esa descarga en su cuerpo, sensación que solo Ariel hacía sentir al pisciano, lentamente se giró para verla detenidamente, la joven vestía un sobretodo negro, pantalones del mismo color y botas parecidas a las que el usaba de color café; además de que la otra joven encapuchada la tomaba por el brazo como si fueran pareja, lo cual le hizo pensar que quizá la chica fuera un hombre, pero seguía dudando ya que el aroma era idéntico al de Ariel.
Confirmó sus dudas cuando se detuvieron a escuchar la canción, la joven encapuchada le arrojo una moneda pero la otra tomando una rosa blanca en mano, la olfateo y la depositó en el estuche del músico, con lo cual Albafika dedujo que realmente se trataba de ella, cuando los jóvenes reanudaron su camino dirigiéndose hacia el puente, al también inició su camino. Mientras tanto el músico con júbilo seguía cantando:
Siempre estoy buscando
que tu figura aparezca en algún lado
al caminar por las calles,
en medio de mis sueños
aunque estoy consciente
de que nunca te encontrare ahí.
Si un milagro sucediera,
quisiera mostrártelo
mostrarte un nuevo mañana
y decirte el "te amo" que
nunca pude decirte.
Al decir esta última frase el músico le dedicó una mirada significativa al peliceleste quien se percató de ello y vio al músico hacer una seña hacia donde la joven estaba, Albafika sintió como si le dijera que era Ariel y acelero el paso para alcanzarlas.
Recuerdos de aquellos años
giran y dan vueltas en mi cabeza.
Latidos que desaparecen
y mi corazón se detiene.
Siempre te estoy buscando
y que tu figura aparezca en algún lado,
en el amanecer de esta ciudad,
donde yo te conocí.
aunque soy consciente
de que yo nunca te encontrare ahí.
Las chicas vieron de reojo como Albafika las seguía, decidieron salir de inmediato de ahí y aceleraron el paso, a lo cual el pisciano salió disparado dispuesto a alcanzarlas. Ambas estaban en el puente intentando cruzar pero fueron detenidas por unas personas disfrazadas que cruzaban y les impidieron el paso, la encapuchada vio como Albafika se acercaba peligrosamente hacia donde ellas estaban. El músico se irguió y con la guitarra en mano siguió tocando, dirigiéndose hacia el puente para ver lo que iba a suceder:
Si mis sueños se hicieran realidad
ahora mismo estaría en donde tu estas;
lo dejaría todo solo por... volverte a ver
Siempre estoy buscando
fragmentos tuyos en algún lado:
en las tiendas, en las posadas,
aunque sé perfectamente,
que nunca estarás ahí.
Por acto de milagro las jóvenes cruzaron el puente y dieron unos pasos de ventaja. Albafika estaba cerca pero fue detenido por un grupo de personas que cruzaban en dirección apuesta y se detuvo por unos instantes, vio como las jóvenes se alejaban, al verse atrapado y muy desesperado, no pudo evitar gritar el nombre de la persona que tanto anhelaba ver.
El músico seguía tocando y miró con alegría como la pelinegra se detuvo unos segundos ante la mirada expectante de la otra y de los que estaban también ahí, el músico pensó que quizás ahora podrían reencontrarse.
Si lo milagros existieran
ahora mismo te podría ver,
te mostraría un nuevo amanecer,
la persona en la que me he convertido
y te diría lo mucho que te amo.
Siempre término buscando que tu sonrisa,
se aparezca en algún lugar,
aunque soy consciente
de que nunca te voy a encontrar ahí;
aun sabiendo que tu y yo
juntos nunca podremos estar.
La joven escuchaba la canción con detenimiento y pudo sentir que las letras expresaban con exactitud los sentimientos de ella y los de Albafika. Ante tales emociones que se apoderaron de ella apretó los puños y trato de luchar contra ellos, pero perdió y no pudo contenerse, con lentitud comenzó a voltear el rostro, estaba a punto de girarlo por completo.
Un grupo de gente se atravesó con máscaras, atuendos del carnaval, carretas enormes adornadas de telas y con figuras de rostros enigmáticos típicos de la celebración. Caminaban en silencio ya que solo transportaban las carretas para llevarlos a la plaza al evento principal. Lo que solo fue un par de minutos se hicieron eternos para Albafika y el músico que miraba la escena seguía tocando.
Si nuestras vidas se pudieran repetir
créeme que a tu lado por siempre estaría.
No deseo nada más, solo poder estar contigo
y decirte lo mucho que te amo,
porque mi vida, para mí no existe nada más importante, que tú.
El tumulto de gente se comenzaba a ir y Albafika esperaba que ella siguiera ahí, con las manos en forma de puños se paró en el centro del puente a esperarla pero, desafortunadamente, ella y la otra chica ya se habían ido. Con gran decepción y tristeza bajo la cabeza ahogando las lágrimas que pidieron salir de sus ojos pero las reprimió con todas sus fuerzas, luego colocó sus manos en los bolsillos y dio media vuelta para irse, mostrando una sonrisa cálida en el rostro se giró para mirar el espacio vacío donde estuvo Ariel.
El músico tocaba las notas finales dirigiéndose de nuevo a su lugar para recoger su ganancia, tomó la rosa entre sus manos y Albafika se volteó a verlo, este lo miró muy abatido. El joven sacó una rosa roja de su bolsillo, depósito la rosa en el estuche, le sonrió al músico.
—Gracias —agradecimiento que el músico, devolvió con un asentimiento.
—Esta no será la última vez que la veas, eso te lo aseguro —con una sonrisa cargada de sorna que le recordó al cangrejo y las cuentas pendientes que tenía con él.
Sin decir más partió, dejando al músico solo, quien guardó su guitarra, el dinero y tomó ambas rosas en su mano derecha para olerlas y emprender su camino de regreso. Cavilando en cada paso, quizás por fin había encontrado a la persona a quien le había escrito aquella canción, que una noche sin más surgió de su mente así como la imagen de esos dos jóvenes.
—Creo que esta canción es para ustedes y no la cantare para nadie más —dijo mientras caminaba por las calles de Venecia, con las rosas en mano, perdiéndose entre las personas.
