Capítulo I

El olor a huevos revueltos y bacon recién hechos hizo despertar a Kate. Abrió los ojos y echó su mano hacia el otro lado de la cama, quizás buscando al hombre que le había llevado a estar allí, pero no le encontró. Supuso que él estaría haciendo el desayuno. Se incorporó y se llevó las manos a la cabeza, pensando en lo que pasó la noche anterior. En ese momento le salió una sonrisa de oreja a oreja. "Qué tonta eres, Kate" pensó. Se levantó de la cama, se puso las zapatillas y se dirigió a la cocina.

Allí estaba, Richard Castle. Apenas llevaban un mes saliendo, pero ella se sentía como el primer día. Se podría decir que estaba realmente enamorada, como nunca antes lo había estado de ningún otro hombre.

− Buenos días princesa.

− Por favor Rick, sabes que no me gusta que me llames así, me hace parecer una niña pequeña.

− Bueno, pero eres mi niña pequeña. − dijo él. Entonces Kate le miró, una mirada llena de ternura y de pasión. Se acercó a él y le cogió de la cintura.

− Buenos días, escritor. − se fundieron en un beso, un beso repleto de amor, se podría decir que un beso de película.

− Mira Kate, he hecho huevos revueltos con bacon, como a ti te gustan.

− ¿Has hecho un corazón en mi café? No tenías por qué... ¿Cuánto has tardado?

− Claro que tenía que hacerlo, el día empieza mucho mejor con un corazón en el café. Y por el tiempo, he tardado como unos 6 minutos, pero el tiempo no importa.

− Qué detalle Rick, muchas gracias. − Kate saboreó el café mientras Richard la observaba, pensaba en cuánta suerte tuvo de que se decidiera a aparecer aquella noche, empapada por la lluvia, para demostrarle que verdaderamente le necesitaba.

Entonces Kate le miró y, al ver que él la estaba mirando fijamente, se sonrojó. Pensaba que era la persona más estúpida del mundo por sonrojarse con cosas así, pero en realidad era adorable. De repente, mientras ambos se miraban sin decir nada, el móvil de Beckett sonó, interrumpiendo ese momento tan especial que estaban viviendo. Era de la comisaría.

− Beckett… ¿Otro caso? Vale, voy para allá. Gracias Espo, ahora nos vemos.

− ¿Otro caso? Pero si ayer resolvisteis uno.

− Castle, te recuerdo que los asesinos no descansan.

− Pero… pero yo te quiero un poquito más para mí.

Kate se dio cuenta de que al decir eso Castle parecía un niño pequeño, y era extremadamente irresistible.

− Bueno Rick. − Se acercó poco a poco a él. Cuando estuvieron juntos, y sus cuerpos se amoldaron perfectamente el uno con el otro, Kate susurró a su oído:

− Señor Castle, le prometo que esta noche seré toda suya, o bueno… Usted será todo mío. − Kate se mordió el labio inferior, quedando super sexy. − Castle, no llego, me voy corriendo, ¿nos vemos en la comisaría vale?

− ¡Pero no has terminado de desayunar! − Kate volvió y, para sorpresa de Castle, le dio un beso que lo dejó asombrado. − Ahora sí he terminado de desayunar, Rick.