Okay, mi primer Thramsay!Longfic.

Descripción (era muy larga para el jodido summary¬¬):

El orgulloso y lujurioso Theon Greyjoy, un pirata reconocido alrededor de los siete mares por sus saqueos en conjunto con Robb Stark, en busca de la confianza de su padre se embarca en busca de oro. Juzgando su suerte, decide asaltar el primer barcoluengo cercano, sin saber que fue la peor elección que hizo en su vida.

En el Sangre, junto a Ramsay Bolton, aprenderá lo que es vivir en la oscuridad.


Parejas: Ramsay Bolton/Theon Greyjoy; Theon Greyjoy/Robb Stark.

Categorías/Advertencias (nunca las coloco, pero tal vez sean necesarias por los temas que se tocaran y el público sensible): Universo Alternativo—Pirata; Humillación Pública; Castigos Corporales; Memorias de la Infancia; Amor no Correspondido; Abuso Psicológico de las Emociones; Tortura; Violaciones; Angustia; Síndrome de Estocolmo; Prostitución; Sexo Oral y Masturbaciones no consentidas; Asfixia y Ahogos; entre otras.

Tendrá un total de 14 capítulos.


El Precio del Hierro

Los rizos rojizos brillaban al igual que los rayos del sol.

— ¿Traerte oro?

El viento acarició los cabellos de Theon Greyjoy, el graznido de las gaviotas que volaban cerca de su Zorra Marina le inundaban los oídos, el húmedo y salado olor del mar llegaba a su nariz. Una socarrona sonrisa bailaba en sus labios mientras todos sus sentidos eran consumidos por Robb Stark.

— ¿Y cuál será mi recompensa?

— ¿Recompensa? —Robb preguntó irónico. —No habrá ninguna recompensa hasta que no vea el oro, Greyjoy.

—Traeré tanto oro que te sobrara para limpiarte el culo con él.

Robb se echó a reír, Theon chasqueó la lengua al instante en que lo atrapó entre sus brazos. Sus dedos presionaron sobre la cintura, llevándolo completamente hacia él. Theon ladeó la cabeza, inclinando sus labios hacia los contrarios. Se relamió el inferior, hubiese colocado este sobre los ajenos, no obstante, Robb le corrió el rostro.

—Cuando vea el oro te recompensare. —El dedo índice del lobo se clavó en el medio de su pecho. —Mientras tanto piensa que pedirás a cambio.

Robb se apartó y vertiginoso abandonó el Zorra Marina.

—Entonces prepárate para recompensarme durante toda tu vida.

Su vista permaneció cautiva en Robb Stark al momento en que zarpó. Hambrientas sus pupilas recorrieron las piernas, por completo, imaginando como sus manos las sacudirían y las despojarían de ese apretado pantalón oscuro; estas se dilataron a medida que subían por el vientre, en su rebuscada mente cientos de fotomontajes se creaban, en todos aparecía Robb alrededor de sus brazos, gimiendo y permitiéndole saciar hasta su más mínima y codiciosa petición. Aunque no importara cuanto imaginara, en su cama y entre sus manos siempre acababa una que otra muchacha, mínimamente similar a su verdadero deseo.

Su padre no le había cedido ningún barcoluengo, lo único que le concedió fue una bofetada; ni siquiera en los casos de saqueo Balon Greyjoy quería confiar en él. Theon cada tanto se adentraba en el mar para saquear, pero con más barcoluengos y junto a Robb. Esta vez lo hacía solo, únicamente para ganarse la confianza de su padre, que de nada le valió a la hora de pedir hombres y barcos.

—Wex, tráeme el arco y el carcaj.

El chico salió corriendo en busca de las armas. Se había olvidado de lo aburrido que podría llegar a ser el muchacho, no lo culpaba, sería más interesante si no hubiese nacido mudo. Aun así eso era una de las cosas que más le gustaba de él, lo obedecía sin decir palabra alguna.

Wex sostuvo con firmeza el escudo, mientras Theon tensaba el arco y lanzaba las flechas al medio del escudo. Al acabar el chico quitaba las flechas, devolviéndoselas e iniciaba otra vez el juego.

Cuando sus dedos se cansaban dejaba el arco y pasaba los segundos rememorando los tiempos en que saqueaba con Robb y se burlaba de Jon Snow. Había una en especial que constantemente le robaba una carcajada, ocurrió una noche en particular, en un bar también un tanto particular.

—Vamos, Snow. —Fue lo que Theon dijo, apretando el trasero de una prostituta pelirroja. La larga y divertida sonrisa junto al tono burlón en su voz no faltaban. —No tiene dientes, no te morderá.

—Vete a la mierda, Greyjoy. —Jon le replicó, acabándose las últimas gotas de su trago para marcharse.

Esa noche Robb se rio de todos sus chistes.

A los dos días Wex le dio el aviso de la cercanía de un barco. Theon reconoció en los estandartes el Hombre Desollado de Fuerte Terror, era un barcoluengo Bolton. Había oído cientas de historias sobre los Bolton, una más terrible que la anterior; también comprendía que eran leales a los Stark. «Pero no a los Greyjoy.»

Sus hijos del hierro se alistaron, con la promesa de oro ya dejaban de mirarlo como un débil niño de las tierras verdes. Aprovecharon la noche para saltar a la cubierta del barco, en el momento en que su Zorra Marina chocó con este.

Wex fue el primero en seguirlo, sus soldados no tardaron en dar marcha con una feroz fuerza. Sus oídos eran embriagados por el sonido de acero contra acero, los fervientes aullidos de sus hijos del hierro y los gritos desgarradores de los hombres que pasaban por el filo de su hacha.

Se interrumpió para ver como la espada de Wex atravesaba los omóplatos de un niño, casi con la misma edad de su escudero. Theon le dedicó una ligera sonrisa al muchacho justo cuando sus miradas se cruzaron.

Fue la última sonrisa que esbozó esa noche.

Al volverse en busca de una nueva víctima lo único que encontró fue un robusto torso frente a su rostro. Sintió un duro golpe en su vientre, fue de tal magnitud que le hizo inclinarse y llevarse los brazos alrededor. El segundo golpe llegó al lado frontal de su cabeza, cayó sin más.

Aturdido, sus ojos se perdieron en todos los escenarios, uno a uno sus hombres caían, Wex fue el último: el cuello del niño fue cortado de lado a lado. Por un momento agradeció al zumbido que rodeaba sus orejas, inconstante y molesto, cual le apartó los moribundos gritos que sus soldados lanzaban en sus terminales segundos; y al cansancio que le obligó a bajar sus párpados, no quería seguir observando.

Oro, haría tantas cosas con semejante botín, sin embargo, exclusivamente esperaba expectante su recompensa, ya sentía el jugoso sabor de tener a Robb gritando su nombre mientras conseguía el clímax. Entonces Theon despertó, demasiado lejos de alcanzar su objetivo.

Sus párpados se separaron con pereza, dolía cada minúsculo movimiento. Una abrupta inhalación trajo en consecuencia un ardiente carraspeo, contiguo de un escupitajo abarrotado de sangre.

Unas apretadas esposas juntaban sus manos entorno al mástil principal. Se hallaba arrodillado, sus piernas no respondían a causa de la presión que ejercía su cuerpo sobre ellas, su cabeza gacha, siendo inspeccionada por las intrépidas miradas de los tripulantes.

— ¿Ha tenido un buen sueño, Príncipe? —Uno de los hombres le levantó la cabeza, jalando sus cabellos.

— ¡Soltadme! —Theon rugió. — ¡Soltadme!

Un puñetazo en la boca lo calló, movió su mandíbula, adolorido y volvió a escupir la acumulación de sangre proveniente de sus dientes. Los hombres se rieron en unísono, se reían de él.

— ¡Soltadme! —Insistió, el grito no tuvo el mismo enardecimiento que los anteriores. — ¡Los matare!

Las respuestas fueran las mismas, puñetazos y burlas. Apretó sus labios, absorbiendo algo de la sangre que emanaban, no le quedaban fuerzas para amenazar. Su cabeza recayó, rendido, la sangre goteó desde su nariz.

—Tendías que agradecer que el Capitán te desea con vida. —Theon gimió, sorbiendo por la nariz. —Hubiésemos hecho tanto con ese lindo culo tuyo.

Las risas y murmullos cesaron, un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Levantó los ojos, los hombres le daban paso al capitán: Ramsay Bolton. Era un hombre corpulento, cargado de hombros y con unas carnes que apuntaban a un futuro de obesidad; tenía la piel rosada llena de manchas, la nariz aplastada, la boca pequeña, unos ojos pequeños, juntos y extremadamente claros, perfectas esquirlas de hielo sucio, y el pelo largo, oscuro, seco.

—Bueno, ¿qué tenemos aquí? —Ramsay se agachó enfrente de Theon. Iba con una camisa rosada, con los dos botones desabrochados, un chaleco negro, un pantalón ajustado y unas largas botas oscuras; llevaba un paño en la frente, algo del flequillo pasaba por encima de este. Tenía un aro granate tallado en forma de gota de sangre en la oreja derecha.

—Soy Theon Greyjoy, Príncipe-

—Se quién eres, Lord Theon. —Ramsay lo interrumpió. — ¿Cómo no podría saber quién es usted? He estado esperando tanto por usted. —Los labios en forma de gusano se alargaron. —Es un verdadero honor que estés en mi barco.

—Si tú me conoces, por favor, liberadme. Te convertiré en Lord si me sacas de aquí.

— ¿Lord? Bueno, vera, yo lo quiero a usted y ningún título sustituirá mi deseo.

—Soltadme. —Dijo con un tono que rozaba la súplica. —Dejadme ir.

—Veo que el señor esta apurado por marcharse. —Los helados ojos se le clavaron, causándole más de un estremecer. —Temo informarle que no puedo dejarlo ir. Usted es el mejor tesoro que jamás he tenido.