Notas de autor: Aló a todos, hace tres meses justos, mientras que los días de navideños se acercaban, me hice una pregunta ¿Qué pasaría si Hagrid jamás hubiese aparecido para ir por Harry y Hogwarts jamás existiría? y me salió esta historia, un universo alterno sin magia, pero tratándome de apegar a los personajes llevando una vida muggle en donde de alguna manera ellos volverían a encontrarse en el transcurso de su vida, donde sus decisiones lo llevarían a estar donde siempre debieron de haber estado. Es un proyecto que se dio en tres días y que estará dividido de tres o cuarto etapas cuando mucho. Espero que lo disfruten y si les gusta o no, no duden en dejar de dar su franca opinión. Saludos.
CAMINO A BRICK LANE
PRIMERA PARTE
La chica de los gorros de colores
Capitulo I
Aquella mañana era mas que fría, la noche anterior había nevado por lo menos cinco pulgadas (algo raro para ser principios de noviembre) y Harry había olvidado comprar unas botas para la nieve. Apenas abrió la puerta piso y se le metió la nieve a los zapados, maldijo tan fuerte que la vecina que iba con sus dos hijas gemelas para llevarlos a la escuela le tiro una mirada asesina.
No era nada fácil ser Harry Potter, no en este mundo, había fantaseado con la idea de que sus padres le hubiesen dejado algo como herencia, al menos algo con que iniciar su vida fuera de los Dursley pero nada. Simplemente lo poco que el habían heredado se lo habían comido los Dursley con el paso del tiempo y a los dieciocho su única familia, lo echó a la calle. Tuvo que ingeniárselas, consiguió un trabajo como mensajero para la Scotland Yard y apenas le alcanzaba para sobrevivir.
Había conseguido un apartamento muy pequeño en Brick Lane, justo por Quater Street, a pocos pasos de la transitada Brick Lane, en una zona donde los edificios vecinos estaban llenos de grafitis y de suciedad. Sus vecinos, casi en su mayoría eran inmigrantes de la india o judíos ortodoxos que solían ser demasiado callados como apenas dar los buenos días y retirarse. Era un edificio viejo y en el caso de su apartamento, era demasiado pequeño, (una habitación) , aun así todavía a sus veintidós años tenia la fe que todo cambiaria. Tal vez si trabajaba un poco más, la Scotland Yard podría darle una oportunidad para poder estudiar en su academia y así poder lograr ser un agente y atrapar a los malos, según él pensaba.
Salió por el pasillo que conectaba a las escaleras y ya lo estaba esperando el viejo Hagrid con aquella bata color vino que cubría su enorme cuerpo, tenía una taza de café humeante aparentemente esperándolo.
- Sé que te haz quedado sin gas, supongo que no te caería nada mal una taza de café – se la ofreció a Harry y este agradeció con la cabeza
- Gracias, hoy en la tarde pagaré a la compañía de gas. Le invito a comer, sé que no soy bueno cocinando pero…
- Olvídalo chico, cierta chica me prometió una lasaña para hoy en la tarde…
- Oh
- Puedes venir si quieres, tendremos una merienda amena…
- Le agradezco por la invitación y también por le café
- Vamos chico, muévete no querrás llegar tarde.
- No, gracias por el café Hagrid, nos vemos en la tarde.
Harry se encamino, su viejo Ford focus hatchback estaba estacionado al otro lado de la calle. Miró su reloj, en 25 minutos entraría a trabajar, puso la llave en el swich y este no prendió. Dio otra vez y nada, tal vez algo se había congelado adentro, estaba haciendo frio Harry tenia las manos congeladas. Volvió a girar la llave y nada, solo se escuchaba un leve intento de querer encenderse... otro intento y estaba comenzándose a poner nervioso. Tendría que caminar cuatro cuadras para poder llegar a metro si bien le iba, llegaría a las 8:15 al trabajo, pues no tenía dinero para pagar un taxi, mínimo gastaría unas 30 libras y él no podía darse el gusto de pagar eso.
La ventanilla fue golpeada, Harry giró para ver quien le hablaba. Apenas pudo ver una chica asomarse por la ventanilla del auto, sus ojos eran cafés, brillaban con intensidad…
- Lo ahogaras si continuas – le gritó para que Harry escuchara, Harry volvió a intentar prender el auto , la chica torció los ojos y se encaminó para toparse cara a cara con el chico
- Le ahogaras al auto si sigues queriendo pasarle gasolina al motor, no sigas girando la llave, ¿estás sordo? - Pero Harry solo la vio. Era una chica menuda, parecía algo obesa pues traía un gran y grueso abrigo gris, un gorro verde y una bufanda del mismo color, su rostro lavado, su nariz enrojecida por el frio, pero sus ojos de ese color café tan intenso.
- ¿Que dices?
- Que te bajes – le ordenó la joven.
- ¿Acaso sabes de autos? – preguntó Harry retándola.
- Tal vez más que tú, si – la chica observó por dentro - Bien, la calle esta de bajada, es auto de cambios, prenderá si lo empujo, pon el cambio en segunda…
- Pero, ¿estás segura? – Harry la vio, ella volvió a torcer los ojos -
- Anoche vi que dejaste la luz de adentro prendida, no sabia de quien era el auto, solo tiene la batería baja, prenderá, te lo apuesto, solo trata de no apagarlo, ¿vale?
Harry siguió las instrucciones, sorprendido el auto encendió tal y como la chica le había dicho, más aun sorprendido porque la chica había tenido no solo las agallas para empujar el auto, sino que siguió andando, Harry simplemente se sintió maleducado por no poder regresar y agradecerle a la chica.
Pero sus ojos tenían algo, pudo llegar a tiempo al trabajo, pero no podía dejar de pensar en la chica esa, había visto muchos ojos iguales, cafés, avellana, (su padre los tenia de ese color, lo sabia por las fotos ya que habían fallecido en un accidente cuando el tenia un año) pero los de aquella chica le recordaban al chocolate que ahora él se estaba tomando.
Miró por la ventana, tan rápido había oscurecido, en invierno el sol se iba a las cinco, golpeó su auto cuando no quiso volver a prender, maldijo, no tendría dinero para arreglarlo y lo peor de todo era que él era un tremendo inútil para meterle mano siquiera al vehículo, ¿en qué había estado pensando cuando compro ese auto? Miró el viejo reloj de pulsera que había sido de su padre y decidió dejar al Ford focus, ya buscaría algún amigo que supiera de mecánica y le ayudara, pero, ¿porqué se engañaba? Harry no tenia amigos, no gracias Dudley Dursley. Tomó el metro para viajar de nuevo, estaba enfadado, viajaba con un montón de gente que regresaba a su casa, se sentía como un fracasado, nada salía como él quería. Miraba como un chico llevaba un abrigo elegante y pensó que tal vez el abrigo del chico no fuera lo suficientemente grueso para calentarlo, e l que Harry llevaba había sido de su padre, era de lana, aunque hubiese sido viejo y pasado de moda, y el tuviese dinero para comprarse otro más, Harry jamás hubiese podido deshacerse de él, porque simplemente había sido de su padre. El hombre se incomodó al notar que Harry no le quitaba la vista de encima. Simplemente se movió de lugar.
A Harry no le extrañaba eso, se miró en su reflejo de la ventana, su cabellera siempre rebelde, parecía que ni aquel intento de peinarse en la mañana había podido resolver el serio problema que tenia con su cabello que nunca solía acomodársele. Sus lentes viejos y redondos, colgando de la nariz y esa cicatriz en la frente en forma de rayo que le hacia verse como si se hubiese sido respuesta de una pelea entre pandillas y no hecha por un accidente de autos en su primer año de vida.
- ¿Te ha dejado tirado? – escuchó una voz, Harry giró y miró a aquella chica otra vez, con el mismo abrigo gris con sus bufanda y gorro verde.
- ¿Perdón? – preguntó Harry, entonces pudo ver mejor sus ojos, si eran como el chocolate que había tomado aquella mañana.
- El auto, vienes viajando en metro. ¿Te ha dejado tirado? – volvió a preguntar la chica –
- Oh, si, ehmm no quiso prender – respondió Harry - perdón, es raro encontrarte aquí
- No, para mi es raro encontrarte aquí, siempre andas en auto y nunca en metro…
- ¿Cómo lo sabes?
- Soy tu vecina
- Si hubiese sido así, hace mucho que me hubiese dado cuenta - le dijo Harry,
- No te das cuenta$ porque siempre sales con prisa, vivo en el edificio de frente de donde vives. Siempre sueles dejar tu auto estacionado frente a la ventana de mi habitación…
- ¿Cuanto tiempo llevas viviendo en Brick Lane? – preguntó Harry extrañado.
- Un par de meses, no más que tu supongo
- Supongo que vives con el chico ese alto, torpe, que siempre mete la pata – Harry se refirió a aquel chico, tal vez era su novio y vivían juntos. Había recordado verle al chico en las mañanas sacar la basura, parecía torpe a simple vista.
- ¿Torpe? – preguntó Ginny molesta - creo que no hablamos del mismo - le dijo la chica, se alejó de Harry aparentemente molesta, acomodándose del otro lado del vago.
Harry la vio y no supo porque razón sintió un estrujón en su estomago, camino hacia la chica.
- Tal vez no hablamos del mismo – insistió Harry tratando de entablar conversación con la chica - yo hablo de uno delgado con barba, alto y rubio. Una vez se quebró el pie, no se porque pero siempre se le caían las muletas.
- Es el mismo - le respondió la chica con hastió - y debiste de haberle ayudado. Si, te vi que esa ocasión te reíste de él.
- Yo lo siento – dijo Harry avergonzado – siento haberme reído de tu novio, aquella vez.
- Ey, ey, ey, Neville no es mi novio…
- ¿No lo es? – No sabia porque pero estaba sintiendo una fuerte pulsación en su pecho. Tal vez ella se dio cuenta porque ella apenas sonrió
- No – le respondió, es mi primo, vivo con el porque mi familia no es de aquí
- Oh, ¿eres de la provincia? – se adelantó a preguntar Harry, ella parecía tomar un color en sus mejillas.
- Si, de Dover – le dijo la chica - ¿lo conoces?
- No, no he tenido oportunidad de ir – Harry miró por la ventana la pared le indicaba que pronto llegarían a su estación – por cierto, gracias por lo de hoy en la mañana.
- No hay de que – dijo la chica sonriendo mientras se acomodaba para salir por la puerta - ¡HARRY!
Harry miró que las puertas se habían abierto, la miraba retirarse y ni siquiera el sabían su nombre.
- ¿No piensas bajar? – le preguntó ella sonriendo – es aquí nuestra parada
Las piernas de Harry no habían respondido a la primera, la siguió y subió las escaleras junto con ella.
- Creo que esta demasiado solo, ¿sueles tomar seguido este tren?
- Todos los días , dos veces – le respondió la chica todavía sosteniendo la sonrisa –
Harry y ella salieron por la estación y Harry reconoció de inmediato la zona. Tenían que caminar dos cuadras cuesta arriba para poder llegar a los edificios donde ellos vivían.
- No te he preguntado como te llamas
- No, Me llamo Ginny – extendió su mano Harry la apretó y sintió un calor extenso, creyó a que se debía a que la chica traía unos guantes tejidos rojos, nada que ver con la bufanda y gorro verdes que traía puestos -
- Harry – le concluyo y siguieron marcha arriba -
- Y Harry ¿en que trabajas?
- Soy mensajero para la Scotland Yard
- Oh, ¿En serio? Siempre he querido entrar a sus oficinas…
- No te pierdes de nada, un montón de cubículos, te pudieras perder dentro de ellos
- Por fuera se ve muy elegante – le dijo ella. La chica tenia que dar grandes pasos para poderle seguir el paso al moreno
- ¿Tu de donde vienes?
- Soy de Surrey, llevo viviendo en Londres desde hace cuatro años
- ¿En serio? ¿Qué edad tienes?
- ¿22 y tú?
- 21 y mira, tan grande y apenas mis padres me dejaron venir a la ciudad, tu desde los 18 estas aquí.
- ¿Cuánto tienes en la ciudad?
- Seis meses, vine porque en Dover no había nada que me esperara más que casarme y empezar a tener hijos. No quería lo mismo, aunque mi mamá se ofendió un poco.
Harry giró a verla, apenas podía verla entre la oscuridad pero sus ojos brillaron con intensidad, sintió una sacudida fuerte.
- ¿Por qué?
- ¿Qué por qué? Ella se escapo con papá a los diecisiete, mi padre es veterinario y vivíamos en una granja, mi madre tuvo siete hijos, ¿puedes creerlo? Soy la menor de los siete, todos varones, a veces creo que yo también yo lo soy, - dijo Ginny sonriente, aunque luego pareció enrojecerse al notar su error e inmediatamente corrigió – pero solo lo digo porque se pelear y nadie se mete conmigo, no creas que me gustan, digo, me gustan los chicos…
- Es una amenaza – le sonrió Harry , la chica enrojeció –
- No, es solo que no soy una chica como cualquiera, crecí entre varones…
- De eso me he dado cuenta - se le soltó a Harry y en automático se sintió avergonzado, ¿le estaba coqueteando? ¿Que había sido eso? ¿El tímido Harry Potter le había coqueteado a una chica? ella estaba ligeramente enrojecida o ¿era el frio por lo cual estaba así?
Los dos se quedaron callados y cruzaron la primera cuadra, la cual casi no había edificios, sino un oscuro callejón pegado a una olvidada estación de trenes donde carecía de buena iluminación, aun así Harry alcanzaba a ver los edificios donde vivían, ha pesar del frio, por primera vez deseo seguir caminando a un lado de ella.
- ¿Siempre haz vivido con tu primo? – preguntó Harry buscando tema de conversación
- En verdad no, cuando llegue me fui a quedar con mi hermano, Percy, pero en el departamento donde vive con su novia es muy pequeño y yo dormía en el sillón, así que entre Neville, Luna y yo pagamos la renta.
- ¿Luna?
- Si, mi mejor amiga, acaba de llegar de Dover hace tres semanas – concluyó – supongo que no la haz visto, si no sabias de mi, mucho menos de ella
- Lo siento, en verdad, no suelo hacer mucha amistad con los vecinos – se justificó Harry. Y entonces ya habían llegado a su destino, él se detuvo, miró el edificio donde Ginny vivía, era ligeramente más lindo y caro ha pesar de estar sobre la misma calle, en el primer piso estaba la ventana que daba hacia la calle donde Harry solía dejar su auto estacionado cada noche. En el vidrio había varias estrellas de papel pegadas. Harry recordó que se había imaginado ya tiempo atrás que esa habitación había sido de alguna niña. Se giró para verla.
- Hemos llegado – le dijo la chica, estaba ligeramente enrojecida –
- Bien, nos vemos - le dijo Harry y se giró de inmediato a la derecha para caminar, no sabia porque le urgía llegar a su apartamento. Dio paso rápido para terminar de cruzar la calle. Supuso que la chica no se había movido del lugar porque no había escuchado sus pasos, pero Harry no quiso indagar, no quiso voltear a ver si aquella chica se había quedado esperando a que él se despidiera como era debido.
Entró a su apartamento apenas pudo. Prendió la luz, cualquiera que estuviese ahí sabría que en dos semanas como mínimo no había sido limpiado. La cama aun estaba desarreglada y no había cambiado las sábanas desde hace un mes. Los trastes estaban en pila y había un fuerte olor a comida echada a perder. Abrió su refrigerador, uno blanco pequeño y viejo y no había absolutamente nada que comer más que un pedazo de queso rancio, una botella de jugo vacío y una lechuga apunto de ponerse negra.
Aventó la puerta del refrigerador y por suerte el viejo Hagrid había estado tocando la puerta y simplemente agradeció que el viejo lo invitara a comer esta vez.
A la mañana siguiente Harry se había levantado más temprano, tendría que viajar por tren otra vez para llegar a la zona de Westminster a trabajar, conseguir un mecánico y ver que era lo que le ocurría a su auto. Cuando salió a la calle se topó con la misma chica. Estaba sonriendo a mitad de la calle como si le estuviese esperando. Traía su mismo abrigo gris, ahora el gorro y la bufanda eran rosas y traía unas botas café con rosas muy llamativas para caminar por el fango que había dejado la nieve el día anterior. Le saludó agitando la mano y Harry apenas le sonrió apretando la boca.
- Te haz levantado más temprano - le dijo la chica, los dos empezaron a caminar hacia la estación del metro –
- Si -le sonrió Harry- buenos días
- Creo que seguirá nevando – le dijo la chica, volteo a ver el cielo, este estaba muy gris y había una nube negra sobre ellos.
- Eso creo – le dijo Harry y volteo a verla, ella le sonrió – y… ¿donde trabajas?
- En un periódico, hago notas periodísticas, tú sabes, ese tipo de cosas. Aun no soy reportera del todo pero estoy empezando – Harry la observó, se notaba feliz la chica.
- Supongo que ha de ser buen trabajo
- No tanto, no me pagan lo suficiente como para vivir yo sola, o al menos lo haría si no tuviera que enviarle dinero a mi familia.
Harry giró para verla.
- No es que me vea obligada a hacerlo, pero mis padres ya están grandes, viven en un pueblo, ellos ya no pueden trabajar igual. Mis hermanos también les envían dinero, si yo no lo haría yo fuera una desgraciada, ¿sabes? No es mucho lo que les envío…
- Eres buena chica. ¿Cuantos años dijiste que tenías? ¿19?
- No - se sonrojó la chica – tengo 21, se bien que no los aparento.
Harry se detuvo justo en la entrada a la estación, ella estaba sonriéndole todavía, no comprendía porqué pero aquellos ojos color café chocolate le fascinaban, eran diferentes a cualquiera que hubiese visto antes. Brillaban demasiado como si ella estuviese viendo hacia una luz muy incandescente.
- Escucha, tengo que tomar el tren si quiero llegar temprano y checar mi auto, supongo que tu tomarás tu tren para otro sitio porque yo voy para….
- Estación Victoria - Se adelanto a decir la joven, Harry sintió cierto pánico
- Si a la estación Victoria – confirmó Harry extrañado.
- Me refiero a que yo voy a Victoria para bajarme ahí y tomar otro tren
- Oh bien – respiro tranquilo, - entonces subiremos juntos.
La chica se había sentado a un lado, había sacado una bolsa de papel que parecía oler muy bien.
- Lo hice antes de salir de casa, es un emparedado de jalea de cereza. Mi madre hizo las conservas. Toma te traje uno.
Harry se giró para observarla, ¿cómo había sido que le había traído un emparedado a él? Empezó a extrañarse, era verdad que tenia hambre, no había desayunado en su apartamento porque eso implicaba tener que lavar los trastes y no lo haría a tan temprana hora, no con el agua tan helada.
- No me veas así, ¿vale? Sabia que vendrías porque tu auto se había descompuesto y dudo mucho que quisieras pagar 30 libras por un taxi cuando puedes pagar 2 libras por viajar en metro. ¿Tomarás o no el emparedado? – Harry todavía la observaba sorprendido, la chica tenia extendido el emparedado esperando a que él lo tomara. Por último su estómago habló, Harry , lo tomó y se dedicó a comerlo los siguientes minutos. No era la gran cosa pero para el había resultado delicioso porque no había comido nada desde hace doce horas.
- ¿Tu mamá hizo las conservas? Sabe completamente diferente a la mermelada que venden en las tiendas…
- Mi madre sabe hacer todo esto, la última vez que fui a casa me traje varias, a Neville le vuelven loco así que tengo que esconderlas si quiero que me quede un poco
- Tienes suerte de tener una familia – le dijo Harry, no sabia porque le había dicho eso
- El señor Hagrid me contó que sueles ser muy solitario – le respondió la chica. Harry se sorprendió que conociera a Hagrid – Si, lo conozco, a diferencia tuya él se me acercó a darme la bienvenida desde el primer día que llegué.
- Hagrid no me había comentado que te conocía a ti o a tu primo Neville.
La chica le vio de aquella manera que a él le empezaba a incomodarle, no sabía porque se sentía como si no pudiese sostenerle la mirada. Luego recordó que Hagrid en algún momento le había mencionado de unos nuevos inquilinos pero aquella vez, Harry había estado más preocupado pensando en aquella chica asiática que le había roto el corazón.
- Hagrid es increíble, lo hemos invitado un par de veces a cenar con nosotros. ¿Te ha contado todas sus historias de cuando era guardabosques? Son fabulosas.
- Em, si, me las ha contado – respondió en parte diciendo la verdad. También había estado ido pensando en la chica aquella cuando Hagrid hablaba y hablaba sobre su pasado.
- No recuerdas. ¿Verdad?
- En verdad no le digas pero no le puse atención mientras él hablaba
- Eres un tonto ¿sabes? - le dijo la chica levantándose de su lugar – Hagrid estuvo en la segunda guerra mundial y las mejores historias que he escuchado en mi vida han sido de él.
Harry la observó se preguntaría si se había levantado para marcharse, se miraba algo molesta o estaba demasiado seria. Pero cuando se sentó una mujer en el lugar que había sido de Ginny, Harry pudo comprenderlo todo, ella le había cedido el lugar a la señora. En automático él también se había levantado.
- Siéntate – le ordenó Harry a Ginny, ella le miró con el seño fruncido y se negó
- La siguiente es mi parada, no tiene caso – le respondió –
- Escucha, te prometo que la próxima vez que me cuente Hagrid algo de su pasado, pondré más atención – ¿que había sido eso? ¿Por qué le estaba prometiendo algo a ella? ¿Por qué ella estaba sonriendo complacida por la respuesta de él?
La vio salir del vagón más de prisa de lo común para tomar la otra ruta de tren que la llevaría a su empleo. La observo alejarse y no sabía porque tenia esa sensación en su estomago que tanto desconocía.
Aquella tarde tuvo que volver a casa, su auto había sido enviado al mecánico que trabajaba con las unidades de la Scotland Yard, eso le resultaría mas económico que enviarlo de por fuera, aunque también implicaba que antes de que siquiera pudieran revisarlo, había un total de quince patrullas por revisar previo a su Ford focus, aunque el mecánico le había confirmado que lo más seguro era que el alternador estuviese fallando.
Aquella tarde el había decidido tomar el autobús aunque tardara más, no quería encontrarse con la chica. Pero cuando llegó a la calle de Brick Lane no supo porque se había detenido por un largo tiempo afuera de su apartamento. Ya estaba oscuro y sintió un pendiente por ella, tal vez debió de haber regresado en tren en lugar de autobús y hubiese sido buena idea acompañarla a ella para que no se encontrara con ningún vago y….
- ¿Te enfrías? – escucho le llamaban, Harry se giró y la vio a ella tras de él. Traía un refractario en sus manos y el mismo gorro rosa de la mañana –
- Eh, si – le respondió Harry, se puso ligeramente nervioso, temían que ella hubiese adivinado sus pensamientos – solo, era que… ¿Qué haces en mi edificio?'
- Calmado chico – le dijo sonriendo – fui a recoger el refractario a casa de Hagrid – ella se lo mostró, era un refractario de vidrio pesado - hace unos días le enviamos lasaña en el a Hagrid, pero ahora lo necesitamos para preparar la cena
- ¿Tu hiciste la lasaña? - preguntó Harry sorprendido
- Si, ¿por qué? ¿la probaste?
- Fue la mejor lasaña que he probado en mi vida
- ¡Cállate mentiros!
- No, es en serio, Hagrid no me dijo que tu la habías hecho - en verdad si le había dicho pero no sabia que se trataba de la misma chica –
- Bueno, para la próxima vez que haga te invitare a cenar
Harry la observó sonriendo, ella enrojeció en automático.
- Digo, para que cenes con nosotros - terminó de concluir la chica, aunque entonces ya Harry se había percatado lo que había tratado de decirle.
- Bien, bueno, será mejor que ingrese a mi apartamento si no quiero congelarme – le dijo Harry y sin decir adiós se adelantó a subir las escaleras para ir a su apartamento
- Es buena chica – dijo Hagrid - cuando llegó traía consigo varios baúles, creí que se trataba de una chica de campo porque hoy en día nadie viaja con baúles así que fui y la ayude
- Ella es muy rara – se adelantó a decir Harry
- No la haz visto bien, ¿verdad?
- ¿Cómo que de que no? en dos días me la he encontrado cuatro veces
- Pues ella lleva más de seis meses viviendo en el edificio de enfrente
- Lo se, ella me lo dijo. Pero aun así es muy rara, no parece tener 21 años, creo que en verdad ha de tener 15 o 16, se enrojece cuando le hablo…
- Es chica de campo que esperabas
- ¿Que tiene que ver con que sea chica de campo?
- Que no esta maleada simplemente, las chicas de campo son las mejores esposas.
- Dímelo tu, ¿con cuantas te casaste?
- Con cuatro, la que más quise era una chica de campo, me disparó con una escopeta por llegar borracho. ¿ves esta marca del brazo? – Hagrid se había remangado la manga de su camisa de cuadros y le ensenaba una larga cicatriz en su brazo – por aquí me rosó, era buena con la escopeta…
- ¿Y me dices que era buena esposa? – preguntó Harry sorprendido
- Era la mejor que pude haber tenido. Ella simplemente parecía ser ruda pero no lo era del todo. Tenia coraje eso si, mucho, trabajadora, pero muy compasiva…
- ¿Cuándo te dejó? - le preguntó Harry, el sabia que todas las mujeres lo habían dejado por mujeriego.
- No me dejó.
- Vamos Hagrid, ¿con quién la engañaste?
- No la engañe, jamás lo habría hecho, esa mujer era única
- ¿Entonces?
- Fue mi primera esposa, yo tenía apenas 19 años, vivíamos en una granja en las afueras de Ámsterdam.
Harry no parecía comprender del todo.
- Era judía, los alemanes se la llevaron y nunca la volví a ver
- Yo… lo siento - respondió Harry. Hagrid desvió la mirada parecía encontrar mas interesante el comercial que había en la televisión, su vista se le nublo. Ahora entendía lo que le había dicho Ginny respecto a Hagrid. Cuatro años de conocerlo y aquella chica conocía mejor a Hagrid de lo que él le había conocido.
Aquella mañana no le sorprendió ver a la chica afuera de su edificio, parecía esperarlo, aquella mañana estaba lloviendo y Harry no traía paraguas pero ella estaba ahí parada encogida dentro de un paraguas color azul cielo con flores verdes fosforescentes. Ginny traía todavía su abrigo gris, ahora traía un gorro y una bufanda del mismo estambre de colores rosas y rojos.
- Lo siento, sé que mi paraguas es ridículo pero es de Luna, mi amiga - se justificó y caminó a un lado de Harry – si quieres te lo comparto
- Gracias pero mejor acelerare el paso - Harry se apretujo más fuerte y levantó el cuello de su viejo abrigo para mojarse lo menos posible.
Los dos corrieron hacia la estación, no pudieron evitar mojarse un poco y entraron al vagón de tren.
- Seguirá lloviendo - le dijo ella, Harry solo volteó a verla, ella enrojeció notoriamente, él solo creyó que seguro sería porque el frio le enrojecía el rostro –
- Lo se – Ambos tomaron asiento y esta vez Harry no se sorprendió que ella ahora sacara un emparedado de queso con salami y le diera uno a él -
- Hagrid me dice que no sabes cocinar, as{i que te hice uno
- ¿Cómo sabes que me agradará comer esto? - le dijo Harry con el paquete en la mano, aun no sabia si estaba bueno o no
- No es la primera vez que lo comes, ¿sabes?
- ¿Cómo puedes saberlo?
Ella giró para verlo con obviedad.
- Tú pruébalo – le dijo ella. Harry le dio una gran mordida al baguette, se deleitó de inmediato e rápidamente se percató que aquellos emparedado que alguna vez le había dado Hagrid, no los había preparado él, sino Ginny.
- Osea que… - Harry pasó el bocado y le dio otro más grande - ¿tu eres la que hace la comida y Hagrid lo comparte conmigo?
- Así es – ella le miró complacida – límpiate aquí, tienes queso – ella le limpio con el dedo y él siguió comiendo.
- Sin duda alguna sabes cocinar
- No los cocine, simplemente le puse al pan los ingredientes correctos
- ¿Tu mamá te envía este queso? Esta realmente bueno
- Es queso de cabra si lo pruebas con un vino zinfandel te sabrá aun pedazo de cielo.
Se atrevió a verla con honestidad, tal vez se trataba del emparedado o bien, que no había comido nada decente desde hace doce horas pero sentía como si algo le subiera y bajara por todo su estómago de forma muy agradable y nada tenia que ver con la comida.
La siguiente semana fue lo mismo, para el salir todas las mañanas y encontrarse afuera en la calle a Ginny esperando, parecía ser ya costumbre. Le habían dicho que su auto tenía otras averías y él tuvo que esperar diez días para poder pagarlas. No le resultaba nada incomodo, ella lo acompañaba las cuatro cuadras y se sentaba a un lado y le convidaba de cualquier cosa que trajera con ella. Parecía que después de diez días de conocerla le estaba agradando. Verla afuera con sus botas cafés con rosa y con ese abrigo gris, sus gorros de colores y sus bufandas que conminaban, todo aquello se había vuelto una costumbre.
- ¿Que gorro traes ahora? ¿el de los jueves? – se atrevió a bromearla, ella le sonrió y se llevó las manos hacia su cabeza.
- En verdad traigo el de los viernes, pero no le digas a nadie – le dijo ella, era un gorro color violeta que combinaba a su abrigo color gris pero no con las botas –
Harry se sonrió a escondidas, casi como una burla.
- Oye, no te burles – ella parecía feliz por eso - mi mamá me lo hizo con mucho cariño –
- Supongo que si – se adelanto a decirle el- son lindos no puedo negarlo, pero jamás he visto tu pelo, no se si lo tienes corto o sino tienes
- En verdad no tengo pelo, no te lo he dicho ¿verdad? Heredé la pelona de mi padre, no te burles Harry – le dijo ella mientras Harry se aguantaba la risa –
- Dime algo, ¿cuándo le llevarás esa lasaña a Hagrid? no me ha invitado a comer últimamente
- No lo se, supongo que este fin de semana – Harry había manchado su abrigo de salsa y Ginny ahora estaba tallando la mancha con una servilleta, sorpresivamente Harry se estaba dejando que la chica le quitara la mancha - ya que será cuando reciba mi paga, podré comprar los ingredientes y…
Harry le detuvo las manos, ella levanto la vista y sus ojos se encontraron por segundo.
- No es justo que pagues por la comida, la próxima vez que la prepares, dime que ingredientes son, yo los compraré y tú los cocinarás…
Ginny tembló notoriamente, Harry quiso justificarlos por el frio de sus manos, ella estaba tan cálida entre sus ropas y él tan solo llevaba ese abrigo encima que le había pertenecido a su padre, sus manos estaban heladas como su rostro. Pudo percibir un olor que no le era del todo familiar, o bien, jamás antes había olido algo así.
- ¿Que perfume usas? – le preguntó a Ginny. Ella tomó aire, parecía levemente nerviosa-
- No creo que lo conozcas
- Huele bien, tal vez y si… - no era que el fuera un experto con las mujeres, de hecho, para sus 22 años únicamente había estado con dos mujeres en su vida, la primera había sido una experiencia nada agradable con una compañera de escuela a sus 16 años y la otra había sido con Cho, la única mujer que él podría decir que había estado enamorado.
- No creo que lo conozcas, es en serio – le dijo ella enrojeció otra vez, pero esta vez lo hacia por vergüenza.
- ¿Qué? – preguntó él.
- Cualquier otra chica ha de usar perfumes caros, yo no – le dijo ella – solo una vez lo he usado y me arrepiento de haberlo hecho.
- Que va, ¿por qué te puedes arrepentir de haber usado un perfume?
- Vamos Harry, es algo personal. El perfume que uso es hecho en casa también, como todo lo que llevo puesto, excepto mis botas.
- ¿Acaso no todo lo compras en tiendas?
- Claro que si, es solo que hay otras cosas que no. Los gorros por así decirlo, en casa tenemos ovejas y tenemos lana para hacer estambre.
- ¿Todavía hacen ustedes eso?
- No te burles – se enrojeció aun más.
- No,no lo hago, es que si te soy franco yo jamás he tenido una bufanda y un gorro en mi vida, tal vez si mis tíos hubiesen tenido una oveja en casa, yo hubiese podido usar algo así.
- No te burles – dijo ella decepcionada - es en serio
- No eres la única que pudo haber vivido con escases. Mis padres fallecieron cuando yo tenía un año en un accidente de auto, no me dejaron nada y me tuve que ir a vivir con mis tíos que me odiaban. Usaba la ropa de mi primo que era al menos quince kilos más gordo que yo, tuve escases de cosas no porque mis tíos fueran pobres sino porque ellos no querían gastar por mí. Supongo que tú al menos tuviste una infancia feliz, yo tuve que vivir debajo de la alacena de las escaleras.
- No digas eso, ¿debajo de la alacena, bromeas?
- No, así es, hablo en serio y no se porque te estoy diciendo todo esto, a nadie se lo había contado antes - le había confesado a Ginny. El no entendía porque le había dicho todo esto a Ginny, quien únicamente sabia un poco era Hagrid pero no todo aquello que él le acababa de contar. Tal vez se identificaba con Ginny o tal vez era que quería simpatizar con ella.
- Crecí entre varones, fuimos muchos y papá trabajaba para que todos tuviéramos estudios y comida - confesó Ginny – o nos pagaban la universidad o nos pagaban ropa, ¿entiendes?
- ¿Estudiaste la universidad? – preguntó Harry sorprendido, él no había tenido de ese lujo
- Si, todos los días viajaba de mi casa a Dover para poder estudiar. Sabes, la universidad de Dover no es muy buena como las que hay aquí en la ciudad pero al menos estudie hasta donde ellos pudieron pagarlo.
- Pero, tan solo tienes 21 años, ¿ y ya te graduaste?
- En verdad no, me quede en el sexto semestre, ellos ya no pudieron pagarme más los estudios, por eso he venido a la ciudad, para trabajar y juntar dinero para poderme pagar los estudios mas adelante.
- He tratado de hacer lo mismo que tu desde hace cuatro años y no he podido - ¿lo había pensado o lo había dicho?
- Pero tu estas solo, ¿no? Digo, pagas tú tus propios gastos, tu propio apartamento en Londres, no es fácil vivir aquí, la vida es cara, Hagrid me ha dicho que haz estado viéndotelas difícil porque a veces no te alcanza para lo que quieres hacer.
Harry la observó, ¿hasta donde podía saber ella de él? Tal vez Hagrid llevaba meses hablándole no solo sobre sus aventuras sino también de Harry y ella tenía información de más. Eso no le había agradado mucho.
- Escucha tengo que bajar. ¿Tomarás el tren de las 6:20 de regreso a casa? - preguntó la chica mientras que Harry acertaba con la cabeza - bien, entonces yo lo tomare a las 6: 30 para viajar juntos.
Ella le vio con el ceño fruncido, ahora que ella sabía tantas cosas sobre él, tal vez podía juzgarlo, creer que era un fracasado o demás.
- ¿Porque te bajas aquí? – le preguntó Harry, sabia que faltaba tres estaciones más para que los dos llegaran a su mismo destino.
- Porque tengo cosas que hacer primero – le respondió ella. Las puertas del tren se abrieron y ella se despidió con la mano – no te olvides de tomar el tren de las 6:20 para yo tomar el de las 6:30. – le gritó y luego se alejó.
Harry había salido a las 5:30 de la tarde, aun no tenían su auto listo como era viejo, le arreglaban una cosa y le salía otra, eso le molestaba porque estaba gastando dinero de más que en realidad no tenia para solucionar. Aquella tarde estuvo caminando para esperar tomar el tren de las 6:20 y acompañar a Ginny de regreso a su casa. No entendía porque estaba haciendo eso, pero viajar en aquel tren todas las mañanas y todas las tardes en compañía que aquella chica, le estaba resultando lo mejor del día. Tal vez se podía sentir identificado con ella porque ambos venían de una situación similar. Tomó el tren de las 6:20 y esperó que en dos paradas más ella subiera, la vio parada en la plataforma, aferrada con su bolso infantil, apretando la boca, parecía molesta, él la había reconocido por el gorro violeta. La puerta se abrió y ella entró, pero no parecía haberlo visto siquiera. Un joven castaño, de baja estatura la acompañaba.
Ella estaba de espaldas y se encaminó para tocarle la espalda y decirle que él ahí estaba. Pero una charla lo detuvo.
- Vamos Ginny, solo déjame te acompaño-
- Ya te he dicho que no Colin, basta, deja de seguirme – ella estaba molesta y de espalda, parecía estar buscando con la mirada a los siguientes vagones, todavía no se había percatado de que él estaba tras de ella.
- Por favor, lo que viste no era lo que parecía
- ¿Ah no? ¿Qué crees que vi, Colin? – la chica volteo a verlo, estaba furiosa, el joven se encogió cuando ella le miró de aquella forma que jamás le había visto a Harry – dime, ¿qué crees que vi?
- Solo trataba de ayudarme…
- Bien, entonces deberías de acompañar a Crawford a su casa y no a mi
- No entiendes Ginny, ella me ha estado acosando todo este tiempo, ella siempre ha estado…
- Mira, por favor Colin, ya no me interesa que sigas con esto, no quiero volver contigo, no me interesa saber que es lo que hay entre Crawford y tu, solo déjame sola…
- No lo haré – dijo aferrado el chico.
- ¿Quiere que grite? Sabes como te fue la última vez que trataste de hablar conmigo no te fue nada bien.
- Eres demasiado difícil – le dijo el joven, estaba encogido tras de ella - aun así yo te sigo amando.
- ¡Cállate! - le gritó y todo el vagón giró para verla a ella, enrojeció notoriamente y Ginny simplemente por vergüenza se movió al vagón vecino –
Harry la vio alejarse, no quiso acercarse a ella, aun no entendía que era lo que estaba sucediendo, aquel joven parecía haber sido su novio o algo así. Tal vez le había llevado a aquel tren para causarle celos al chico, por eso lo buscaba, aun así le inquietaba demasiado quien era y si todavía había sido su novio. Algo se sujetó con fuerza en su estómago, algo que tal vez pudiesen ser celos, pero él se negó a aceptarlo. Se bajó en la estación adelantándose a que Ginny saliera, no supo porque pero la esperó fuera de éste. Toda la gente que había estado viajando con ellos y que se habían bajado en Brick Lane, se habían marchado. La oscuridad había llegado y Ginny no parecía salir de la estación. No sabia porque estaba esperándola, habían pasado diez minutos y ella no salía y el empezaba a preocuparse de que algo malo hubiese ocurrido, había visto que ella había salido del vagón junto con el chico, tal vez él se había propasado con ella. Le entró la preocupación y decidió volver a entrar para toparse de narices con Ginny, ella tiró un fuerte grito de susto dejando caer su bolsa.
- Lo siento, ¡lo siento! – se adelantó a decir el mientras ella recogía lo que llevaba adentro –
- Harry me haz asustado, creí que no había nadie ya – Ginny se levantó y miró confundida al moreno.
- Solo… - Harry pasó saliva – yo solo…
- ¿Ibas a algún lado? ¿Hace cuanto que llegaste a Brick Lane? Creí que me esperarías en el vagón. Me subí a las 6: 30, esperaba encontrarte.
- Salí temprano – mintió Harry, o mejor dicho no dijo la verdad completa
- Oh – ella parecía decepcionada – bien, yo acabo de llegar y…
- ¿El chico? - Harry se mordió la lengua, ¿por qué le preguntaba por el chico?, ella inmediatamente se mostró confundida –
- ¿Lo haz visto? – le preguntó, se giró para ver a sus espaldas y ver si Colin se había ido o si seguía ahí.
- Si – le dijo Harry tratando también de ver si el chico seguía en el pasillo para justificarse bien que lo había visto en la estación y no en el vagón - creí que te molestaba, no sabia que era tu novio
- No es mi novio, ya no más – le respondió Ginny, ella lucia confundida y para Harry tal vez triste
- Oh, yo, lo siento, ¿acabas de terminar con él? - se le hinchó el pecho, no sabia porque pero se sentía feliz de que aquel chico no fuera nada de ella, pero por otra parte tenia ganas de reclamarle porque no le había dicho que tenia novio –
- No, digo, si, fue hace tres semanas. Insiste en volver - le confesó ella
- ¿Piensas hacerlo? - Harry se volvió a morderse la lengua, se había arrepentido de preguntar eso porque ahora ella estaba sorprendida por la pregunta, aun así estaba deseando que le respondiera.
- Por su puesto que no - Harry pudo respirar – es un idiota, lo descubrí con la secretaria del piso seis en el cuarto de las fotocopias, se estaban besando, claro que no pienso volver con él
- Eso e s bueno, no deberías de dejar que nadie te engañe – le dijo Harry tratando de ser causal
Ginny le sonrió extrañada y empezó a caminar por la calle
- ¿Te quedaras ahí o vendrás a casa? – le preguntó la chica, Harry movió los pies de inmediato, le había gustado eso que ella acababa de preguntar "vendrás a casa" simplemente se encamino hacia donde estaba ella y empezó a platicar sobre como le había ido aquella vez en el trabajo.
Lo único malo de no tener auto era de que tenia que caminar sobre el frio de diciembre, lo bueno del todo era que no lo hacia solo. El mecánico le había dicho que tardaría un poco más el arreglo por una pieza que debía mandar pedir y Harry no puso objeción. Disfrutaba más que nunca de Ginny y de sus gorros de colores, de sus botas raras que podían causar risas y de su paraguas que decía que era de su amiga Luna, aquella chica que no conocía aun.
Se había sorprendido mucho cuando una mañana ella no se encontraba en la calle esperándolo para caminar juntos hacia la estación, Se atrevió a dirigir su vista hacia la ventana de estrellas del primer piso del edificio de enfrente (donde ella había dicho que era su cuarto) pero no se atrevió al final siquiera travesar los quince metros para ver a través de ella. Con sorpresa la chica había salido corriendo del edificio esperando que Harry no la hubiera dejado para marcharse.
Las charlas estaban resultando ser de lo mejor, ya no hablaban tanto de ellos, sino de las personas que viajaban con ellos día con día.
- Mira ese hombre, no se ha peinado, apuesto a que va de regreso a su casa, su esposa lo esperará con el garrote en mano.
- ¿Crees eso? Yo simplemente pienso que no se peino y que va a su trabajo
Los dos estaban viendo a un hombre de 45 años de edad con los cabellos despeinados que se encontraba a tres asientos de ellos-
- Mírale la cara, trae cara de resaca. Mírale el cabello, se nota que tan solo se peinó con las manos,
- Ey, su cabello esta bien - dijo Harry, Ginny volteo a verle a él y a su cabello (a Harry) y torció la boca cómicamente – ¿hablas por ti o por el hombre?
- ¿Criticas mi cabello? – preguntó Harry graciosamente -
- La verdad es que me gusta como esta, tiene un look de mírame-me-levante-y-no-me-peine-y-no-me-importa.
Harry empezó a reírse.
- Créeme que si llevaras puesto un traje con una camisa mal abrochada y ese peinado inmediatamente creería que pasaste la noche con una chica - Harry sonrió imaginándose la escena para él –
- Pero no es así, en verdad me levante y estuve media hora frente al espejo tratando de acoplarlo - le respondió sinceramente Harry
- Creo que tardas media hora en lograr ese look - Ginny volteó a verlo riéndole a él – dilo Harry, es tu look.
- Oh no, para nada,
- Me pregunto ¿cómo te verías llegando por la mañana a tu casa? Si ya tienes ese look, tal vez fuera…
Pero Harry la estaba observando incomodo, la miraba con insistencia como si ella se estuviese metiendo en un tema que no le importaba. Pero a la chica no le importó y siguió hablando
- En el tiempo que llego viviendo en Brick Lane, jamás te he visto llegar a las seis de la mañana – le dijo Ginny sonriendo –
- Bien, ¿eso es bueno o malo? – le preguntó Harry, el tema no parecía gustarle nada
- No lo se, dímelo tu, ¿por qué Harry no llega en las mañanas despeinado y desarreglado? ¿Será porque no sale? Nunca he visto salir una chica de tu departamento
- ¿Desde cuando me espías? – se sinceró Harry y Ginny pareció no solo enrojecerse de más se movió de su asiento encogiéndose como si hubiese sido descubierta –
- No te espío…
- Sabes varias cosas de mi, ¿qué tanto sabes?
- No se mucho. Te lo dije antes, tu pones tu auto frente a mi ventana, lo haz hecho los últimos seis meses, te veía subir y bajar cada mañana, sabía cuando era hora de marcharme cuando tu prendías el motor de tu auto.
- ¿Qué más sabes de mí?
- A veces Hagrid ha hecho comentarios, ¿sabes? Es viejo y jubilado, no tiene muchos temas de conversación.
- ¿Te conto de alguien? - Harry estaba tan molesto, el mismo no solía hablar de su vida privada con nadie, el hecho de que alguien más hablara no solo le molestaba, sino le enfurecía -
- No exactamente – le respondió Ginny – un día le pregunté que porque no respondías el saludo y él dijo que era porque una mujer te había dejado mal. Creí que era un chiste pero cuando te miraba y…
- Yo no me acuerdo de ti – le dijo Harry, enfadado, ¿hasta donde se había metido ella a su vida? –
- Bien sé que no soy la gran cosa – le dijo ella – tal vez no sea suficientemente alta, (mejor dicho, soy muy baja), tal vez no sea bonita ni nada de eso, como para que me recordaras, pero varias veces nos llegamos a encontrar en el pasillo de tu edificio y yo siempre fui cordial contigo. Tu nunca me devolviste el saludo.
- Créeme que hubiese recordado verte, nunca olvidaría esas botas tan feas que usas. Además, siento que haz estado fisgoneando desde hace mucho tiempo en mis cosas, desde que antes que te conociera siquiera…
- Te he dicho que ya nos habíamos visto pero tu…
- ¿No habrás descompuesto el auto, para que viajara contigo y…?
- ¿Me crees capaz? - Ginny se había parado, enrojecida de la furia - ¿crees que seria capaz de descomponer tu auto para poder encontrarme contigo todas las mañanas?
- Por supuesto que si, cada vez que te veo luces como si fuera a darte un premio, como esos perritos que entrenan y que tienen que darle un premio por cada cosa buena que hacen…
- ¿Me comparas con un perro?
- Vaya, ¿crees que no me he dado cuenta? ¿Qué te agrado? Si crees que por darme emparedados todas las mañanas y acompañarme en el vagón te invitare a salir, pues te equivocas, jamás saldría con alguien que lleve ese par de botas tan feas y que trate de ocultar un defecto con esos horripilantes gorros que usas…
Ginny pateó el piso, terminó por encaminarse hacia la puerta, el tren aun no se paraba, Harry estaba tan molesto con ella por inmiscuirse en sus cosas que no le importó que ella se fuera a bajar en una estación a mitad de viaje.
- Ya veo que me equivoque. Solías darme tristeza cada mañana, te mirabas tan desdichado que creí que lo único que te hacia falta era hacer amigos - ella levantó su rostro con orgullo - jamás toque tu auto y sabes que digo la verdad. Tal vez mi culpa ha sido ser amable contigo y creer que podíamos ser amigos.
Las puertas del vagón se abrieron, las últimas palabras de Ginny le habían herido de más. ¿"desdichado"? "¿triste?" ¿Él le había causado lastima? ¿Por qué le había hablado? Eso era lo más vil que había podido haber pasado, le había herido el orgullo a el más que nada.
La mañana siguiente ella no estaba en la calle, no la esperó, marchó camino a la estación y viajó solo, de regreso hizo lo mismo, sabia que ella se subiría a las 6:30 al tren, por lo que viajo media hora antes para no encontrarse con ella. El siguiente día fue igual, para sorpresa en el tren de regreso tampoco se la había encontrado. El tercer día después del a pelea, Harry empezaba a sentirse arrepentido de las palabras, ¿había sido verdad lo que la chica le había dicho?, él se miraba que daba lastima desde hace seis meses antes, simplemente el abandono de la única chica que él había querido, lo había hecho convertirse en un muerto viviente. Ahora comprendía que en esos días que él había estado viajando en metro, Ginny se había convertido en su única amiga desde casi siempre, él le había podido contar cosas que a nadie mas había podido contar, ambos conocían su origen humilde y también las dificultades que habían tenido que pasar. Vivian en una de las peores zonas de Londres y batallaban por llevar la vida día con día. De regreso del trabajo decidió tomar el tren de las 6:20, simplemente deseo podérsela encontrar, tal vez a ella ya se le hubiese pasado el enojo y volverían otra vez a hablar y tal vez podrían hacer algo juntos, algo de amigos, tal vez ir a tomar un café o ir al cine. O tal vez el la invitaría a cenar (con una cena con su famosa lasaña) y tendrían una platica amena como a él le gustaba.
Estuvo ansioso y nervioso sin saberlo, se asomó por la ventana en la estación que Ginny solía abordar, la vio parada esperando que las puertas se abrieran, reconoció su viejo abrigo gris y traía su gorro y bufanda rojos que tanto le gustaba a el vérselas puesta porque resaltaban su piel blanca. Sintió como su estómago golpeo con fuerza al verla y la vio entrar al vagón vecino entre la multitud. Harry se paró para cambiar de vagón donde ella estaba, simplemente se sentaría a su lado y trataría de disculparse. Nunca se había disculpado de corazón con alguien, seria la primera vez, tal vez por eso él estaba tan nervioso…
Se detuvo justo entrando al vagón. Ginny había tomado asiento y no iba sola, a un lado de ella estaba Colin, le estaba tomando de la mano, Enfureció y sin siquiera pensarlo se dio la media vuelta y dejó el vagón sin dejarse ver. No comprendía porque estaba tan molesto, Ginny le había mentido, le había dicho que no volvería con ese tal Colin, pero ahora ella estaba con él. No era una buena mujer, se repetía una y otra vez, no era buena chica.
Cuando el tren paró en Brick Lane, Harry esperó que todos salieran, entre ellos la pareja quien estaban en el andén despidiéndose, el chico se acercó a Ginny para besarla, cuando Harry pasó por su lado moviendo con fuerza el hombro de Ginny. Ella giró para ver quien la había golpeado y pudo ver a Harry, su rostro se trono preocupado y ansioso.
- ¡Harry! - supo que ella lo llamaba, pero estaba tan enojado que siguió paso adelante sin importarle nada más, eso sí, tenía el orgullo herido.
No sabia porque estaba tan molesto, había algo dentro de él que gritaba se enojaba como nunca antes, quería golpear al chico, sabia que si lo haría, lo tumbaría porque era más bajo que él. Quería destrozarlo, por estar con ella. No podía entender porque se sentía así, no podía creer que sintiera celos de un jovencillo. Se preguntó porque Ginny le causaba ese sentimiento de celos. Se obligó a creer que era porque ella era una chiquilla tonta que creía que estaba tras de él, se convenció que él no sentía nada por ella y que aquellos celos se debían más al orgullo masculino el que lo golpeaba. Siguió dando pasos firmes para llegar, Ginny iba tal vez a treinta metros detrás de él, podía escuchar sus fuertes pisadas sobre el asfalto tratando de llegar hacia donde estaba él. Pero más rápido caminaba la chica, más rápido él lo hacia, pudo sentirse triunfante cuando llegó a su apartamento y se encerró de inmediato. Fingió haber estado tomando un baño para no abrir la puerta cuando esta era golpeada fuertemente varias veces, simplemente presentía que era ella quien tocaba y quería decirle que en verdad Colin no era nadie para ella y que en verdad le gustaba Harry y deseaba salir con él. Aquella historia que él mismo se inventaba en la cabeza, no sabia porque pero le emocionaba saber que al menos a Ginny, le quería más que un simple amigo.
A la mañana siguiente Hagrid le esperó parado en la puerta de su apartamento.
- Anoche te vi pasar como si te estuviera llevando el mismísimo demonio, vine a saludarte, estuve tocando la puerta por bastante tiempo y luego escuche la ducha abrir. ¿No me escuchabas o no querías hablar conmigo?
Harry se quedó callado, estaba avergonzado, había imaginado que Ginny había sido quien había golpeado su puerta.
- No, es solo que anoche andaba algo torpe, lo siento Hagrid, no te escuche.
Aquella mañana Ginny no se había encontrado tampoco en la calle. Esa misma tarde le habían entregado su auto y ya no tendría que volver a viajar en metro. Una parte de él se mostró contento y agradecido y entonces dejó de tomar el metro. Dejó también de colocar su auto frente a la ventana de Ginny y dejó de verla a ella cada mañana antes de marcharse al trabajo, simplemente creyó que era lo mejor, mantenerla a ella alejada seria lo justo, no era bueno romperle el corazón como a él ya se lo habían hecho, alejarla seria lo mejor, se había repetido una y otra vez tratando de convérsese que estaba haciendo lo correcto.
