Capítulo Único
Todos los niños perdidos le dijeron que había un extraño en la isla. Él se acercó a la orilla del mar y vio a un hombre de barba y rasgos atractivos. Jamás alguien llamo su atención como ese sujeto.
Lo tomó por los brazos y arrastró a una zona que usaba para distanciarse de todos. Sólo dos horas después despertó.
-Hey-dijo con voz rasposa- quién eres.
-Peter-susurro a un lado de él.
-Soy…-trato de hablar pero un fuerte dolor en su brazo lo interrumpió, faltaba su mano derecha.
-Así te encontré-susurro mirando el amarre que hizo con unas hojas del árbol de sanación que tenían en la isla.
-Jones-susurro dando su apellido, no valía dar su nombre, no cuando faltaba su mano.
-Puedes quedarte con nosotros hasta que puedas irte a…
-Mi barco náufrago, murió toda mi tripulación-dijo bajando la mirada y recordando algo-mi reloj-lo busco en sus ropas, pero no estaba.
-Tal vez el mar se lo llevo-tentó con una mueca.
-No. El mar me es fiel, me lo habría devuelto.
-Tal vez tuvo el mismo destino.
-Probablemente-dijo con una mueca y tratando de ponerse de pie. Pero fue ayudado por Peter, quien estaba tan encantado con su visitante que no pudo ver lo que ocurría a sus espaldas.
Tal vez fue un hechizo por parte de ese hombre, no tiene idea. Pero lo que es seguro es que en ese momento cada uno de los niños perdidos era asesinado por los piratas que invaden la isla. Las hadas cayeron con ellos y sólo su hada logró huir y buscarlo.
Sin embargo cuando lo encontró supo que había perdido a Peter, porque no la vio cuando se movió delante de él ni cuando le hablo al oído, Sólo había una forma para que eso sucediera: Peter se había enamorado. Un sentimiento restringido para el País de Nunca Jamás, pero para un niño perdido como Peter, era sólo su perdición.
Los vio internarse en la selva y luego de eso sintió como un filo cruzaba su cuello. Las hadas habían desaparecido y sólo bastarían unos pocos días para que Peter siga su mismo destino.
