-STARLOCK-

'Over the Love for You'

By

Danielle F. Riddle

'I don't want to see what I've seen, to undo what has been done, turn off all the lights, let the morning come...'

-SUMMARY

Cuando Moriarty es arrestado por sus crímenes, Sherlock descarta su plan de fingir su muerte con el fin de mantener a salvo a John y compañía.

Desafortunadamente, Moriarty tiene un último as bajo la manga e imprevistamente asesina a John en venganza. Desesperado, Sherlock pide ayuda a Molly, pero es demasiado tarde. Al pasar de los días Sherlock se obsesiona con la sola idea de tratar de revivirlo sin éxito.

Los años pasan y Sherlock continúa absorbido en un trabajo que todos consideran imposible. Es entonces cuando su hermano Mycroft le ofrece unirse a un programa secreto de la Federación que busca crear superhombres, a cambio ofrecen darle todo el apoyo necesario para desarrollar cualquier experimento que desee que lo lleve a encontrar una 'cura' para la mortalidad humana.

Sherlock, con su brillante mente, no tarda en envolverse en un ambiente donde la ciencia y la ética no tienen límites, pero la experimentación que empezó como una búsqueda para ayudar a la humanidad y salvar, principalmente, al ser que él más ama, se torna en su contra cuando los médicos y científicos a cargo de la dirección del proyecto deciden realizar el experimento en 72 personas y, Sherlock, al descubrir esto y openerse, se convierte en la victima 73 de la ambición de la Federación.

-PERSONAJES PRINCIPALES/PAIRINGS

° Sherlock Holmes/ John Harrison (Khan)/ ° John Watson

° Jim Kirk/ ° Spock

(Por lo tanto Slash, así que, como siempre, si no es lo suyo, hay muchas otras historias allá afuera que son merecedoras de su atención)

-GENERO

Drama/Ciencia Ficción/ Angst

-N/A

Primeramente, prometo que la historia es mejor de lo que suena.

Obviamente es un AU, así que va a haber varios cambios.

Si vieron la película ya se imaginarán más o menos de que va esta historia. En resumen, todo lo que John Harrison hizo es por 'culpa' de Jawn.

Probablemente suene aburrido, lo sé, pero habrá muchos giros y locuras salidas de mi desequilibrada cabecita. Además de que me daré la oportunidad de agregar algo de Spirk.

Confieso que desde el primer minuto que salí de la premier, la idea vino a mi mente y no deje de pensarla a diario. Estaba renuente desde hace tiempo a hacer un fic de Sherlock por el respeto que siento por las obras de Sir Arthur Conan Doyle pero no puedo evitarlo. Así que trataré, en lo que pueda, de mantener a los personajes fieles a su caracterización.

El título se lo di por la canción de Florence + the Machine.

Algún día terminaré el video para este fic.


-CHAPTER ONE-

After the Storm

Todo había resultado de la forma en que Sherlock Holmes lo había planeado. La vida de John Watson, la Sra. Hudson, Molly y Lestrade estaba a salvo.

Recargado en una baranda del segundo piso de St. Bartholomew's Hospital , veía como los uniformados de Londres se llevaban esposado a Jim Moriarty y lo subían a una camioneta escoltada por otras casi diez patrullas alrededor. Aunque lo justo era que el criminal consultor recibiera de nuevo un juicio legal frente a todos los medios y demás, la decisión que el gobierno británico había elegido para dar fin al legado de terror del desalmado hombre, se desviaba por mucho de lo legal y 'correcto', pero de nuevo, los actos de terrorismo que había cometido no podían ser tomados a la ligera y tampoco podían permitirse hacer lo correcto nuevamente, cuando la primera vez este había logrado escaparse con la cabeza tan en alto por la corte a sabiendas de sus actos.

Esta vez Moriarty sería recogido por el servicio secreto y traslado a una de las tantas prisiones de seguridad que probablemente ni siquiera existían en el mapa o el registro de cárceles para delincuentes más peligrosos. Inclusive, pensaba Sherlock, sería el mismísimo Mycroft quien dictaría su sentencia y lo alejaría a un rincón oscuro lo más alejado de la sociedad.

Cualquiera que fuese su destino, poco le importaba. Tras tantas horas, días, meses de persecución previa se sentía agotado y fastidiado de su solo nombre. Era cierto que al verlo alejarse sentía como si una inmensa carga fuese siendo removida poco a poco de sus hombros, dejando el alivio momentáneo que se aplaza por unos minutos hasta disolverse y transformarse en el más doloroso de los placeres después del tiempo transcurrido. Sin embargo, su mente temía que no hubiese resuelto en su totalidad ese caso.

Sherlock caminó por las calles tan comúnmente concurridas de Londres, rumbo a Baker Street, donde John lo estaría esperando. Nada le daría más alivio que ver a John, su John.

Con el peligro que los había acechado, ahora que lo había visto tan claro y próximo a lograr su objetivo, necesitaba decirle más que nunca algunos 'sentimientos' que tenía reservados y que sabía no podía darse el lujo más de mantenerlos en secreto, no porque inmediatamente fueran a enfrentarse a una nueva amenaza, sino porque en muchas ocasiones Sherlock llegaba a contemplar 'esos pequeños instantes' al lado de Watson, como los que podrían ser los últimos para él. Como si presintiese que la muerte rondaba muy cerca de él, casi respirando en su nuca, erizando los bellos de sus brazos, nublando sus ojos, la muerte que pensaba lo acosaba a él, más no a John.

El edificio de Baker, le brindaba una seguridad muy especial, pese a las situaciones que se habían enajenado en el mismo. Dentro de la comodidad que resguardaba el apartamento, pareciese que el tiempo era rechazado por esas paredes. Los momentos estáticos, memorables, presentes e inmovibles se quedaban palpitantes en ese ambiente que solía tener aroma a libros usados, alfombra mojada y tintes picantes o amargos provenientes del refrigerador donde Sherlock guardaba sus experimentos. La calma, el aburrimiento, la felicidad, todo estaba guardado en el lugar en el cual Sherlock alguna vez pensó, viviría solo por siempre.

Lo cierto, es que lo que hacía más bello aquel lugar tan intrascendente en el centro de Londres, no eran precisamente los muebles o los objetos arrumbados de un lado a otro, sino las personas que lo habitaban. La señora Hudson y su personalidad tan desesperante, el desconcierto que dejaba saber entre quejas irritantes a causa de algún daño provocado a la pared, la puerta, cualquier pequeño detalle para el que parecía tener una alarma prediseñada en su mente que se activaba en el instante en que ponía el primer pie en el departamento. Y John, que cada vez que llegaba de su trabajo matutino comenzaba a pronunciar las misma frases que Sherlock tan bien ya conocía. '¿Haz estado sentado ahí todo el día?' '¿Acaso no has visto que estuve fuera por más de seis horas?' Por supuesto que Sherlock lo notaba, el hecho de que no lo hiciera saber era un punto totalmente distinto. Y las tantas veces en que John se dirigía directo hacía el refrigerador buscando algo que merendar, sin hallar nada más que cajas de Petri y partes humanas embolsadas. '¿Hay algo de cenar?' y a continuación más quejas acerca del super y esas trivialidades, 'Esta bien yo haré el super esta vez, pero prometiste que tú lo harías Sherlock'.

Esos recuerdos, esos ecos grabados en las paredes, esos detalles que inundaban la vida de Sherlock Holmes, era lo que discretamente más apreciaba de todo lo que poseía.

Las calles se alumbraban, el atardecer pasaba a ocultar el día hasta deshacerlo en nada más tonalidades purpuras y azuladas. Un manto negro conformado por escasas estrellas acompañando a la media Luna que esa noche se dejaba ver en el centro, se extendía por todo el cielo. Nada fuera de lo común, excepto la peculiar apreciación que le prestaba Sherlock conforme avanzaba acomodándose la bufanda azul alrededor del cuello.

Sacó el par de guantes negros de cuero y se los colocó, su mente dando una retrospección a todo lo vivido durante ese último año, pensando como había ocurrido que él, tan seguro de ser un espectador de los sentimientos humanos, se había convertido en parte del circo, había bajado de las gradas del público por voluntad propia hasta unirse al espectáculo ridículo que era el juego del corazón y, aún más preocupante, sentía una exaltación que rayaba en lo impropio y poco saludable por alguien que no se le apetecía en un principio más que como otro peón danzante y sin mayor importancia en el enorme tablero de ajedrez conocido mejor como mundo.

¿Cómo sucedían ese tipo de cosas? ¿No se suponía que todo era controlable? ¿Que cada quien permitía la cantidad de transcendencia de alguien en su vida? Sin fin de reflexiones por las que anteriormente había pasado incontables veces hasta llegar a la misma conclusión aledaña de que los sentimientos eran, para su infortunio, incontrolables.

Con desdén, lo aceptó, así debía ser, había cosas y situaciones fuera del alcance del razonamiento eficaz de la ciencia, tan fuera del círculo de la lógica que dominaba Sherlock Holmes.

John era esa situación, esa variante imposible de resolver en el proceso matemático del que el detective consultor era diseñador. John Watson era parte de su universo, sí, pero era la parte que no concordaba con nada en el, la imposibilidad entre la abundancia de la lógica. La nota agregada, discordante y necesaria en una partitura musical. En otras palabras, John era la única persona por la que Sherlock podría dar su vida literalmente. John era el ser que amaba.

Le amaba y admiraba de una forma muy diferente a las cursilerías que todos presumían conocer. Le amaba más que un amigo, que un amante, que todo en las galaxias enteras. Era una necesidad tan primordial como el oxígeno para respirar e, irónicamente, era la razón que le privaba del respirar al sencillamente recordarlo.

Conforme la calidez de sus memorias se apagaban y su mente regresaba a la idea principal '¿Qué era lo que le diría al llegar?' sentía que sus pasos se hacían pesados y lentos, sus piernas temblando, incapaz de impedírselo, que fácil las emociones dominaban en segundos al cuerpo entero.

Anteriormente decirle que era su único amigo ya había sido demasiado difícil, no imaginaba cuanto más se complicaría decir que sentía algo más por él. Sin embargo, debía hacerlo, si algo más llegaba a suceder, algo que él no pudiese evitar, jamás lo haría, 'Es ahora o nunca' que frase tan más aburrida y predecible y, en su caso, tan aplicable.

Llegó a las escalinatas del 221 Baker, alzó la vista y vislumbro a través de las cortinas la tenue iluminación, John estaba arriba esperando por él. Suspiró, percibía las palmas de sus manos sudorosas, los nervios, la aceleración en su pulso, una ligera emoción risueña culminada en esperanza, la misma esperanza que había sostenido en su alma hace horas en su encuentro con Moriarty, cuando por minutos creyó que tendría que seguir el plan B y fingir su muerte, la añoranza y deseo incontrolable de ver a John una última vez.

–¡Sherlock! –exclamó el doctor y se levantó del sillón en un instante con pleno entusiasmo.

–John. –respondió Sherlock tan sereno como siempre.

–¿Te encuentras bien Sherlock, estas seguro que estás bien? –John se acercó preocupado y posó su mano en el brazo de Sherlock–, tu llamada, no entendí nada, hasta que vi que se llevaban a Moriarty, ¿Dónde está? ¿Qué es lo que sucedió? No me permitieron acercarme más a la calle del hospital…

–Se terminó John –interrumpió él antes de que su compañero siguiera lanzándole las miles de interrogantes que salían aprisa de su mente–, todo ha terminado, estaremos bien.

John lo miró con cierto orgullo y alivio, casi como si se tratase de un héroe regresando de la batalla, sus ojos cristalizados por la retención de las lágrimas, su rostro temblaba al mirar a Sherlock e inevitablemente se arrojó a abrazarlo.

–Por un momento pensé que te perdería. –dijo John dejando escapar las lágrimas que caían en el abrigo negro de Sherlock.

Conmovido y sin saber cómo reaccionar ante la muestra de afecto que recibía, Sherlock cerró sus ojos suspirando para sí mismo 'Pensé que te perdería también John'.